¿Cuál revolución del pueblo?
“La revolución de los papiros”
por Juan Carlos Vallejo*
(Especial para ANNCOL y Radio Café Stereo)
El
que el descontento popular reaccionara y pusiera “enemigos” de sus
intereses a gobernar. Antes había mandado al retiro al pequeño hombre de
Colombia, Alvaro Uribe Vélez, sin necesidad de armarle una revolución.
Una simple orden bastó para que obedeciera.
Los tres tristes tigres… de papel
Entre
Zine El Abidine Ben Alí (Túnez), Josni Mubarak (Egipto) y Alvaro Uribe
(Colombia), existían muchas similitudes de carácter. Los tres déspotas y
criminales en sus gobiernos, débiles frente al amo e implacables con el
pueblo, con un culto enfermizo de la personalidad y una obsesión aguda
por el poder. Los tres parecían intocables y mantenían un férreo control
de todo. Los medios locales de comunicación eran sus cómplices
aduladores y directores de la orquesta en el aparato de propaganda.
Por
ejemplo, era tal el ego de Mubarak, que mandó a falsear una foto
durante la reunión de dignatarios sobre la paz en el Medio Oriente. En
la foto original Mubarak aparecía caminando al extremo derecho del
grupo. Al otro día los medios publicaban la foto de Mubarak a la cabeza
del grupo y los demás dignatarios siguiéndole.
Vea la foto original acá:
Vea la foto falseada acá:
Con
el presidentico de Colombia, Alvaro Uribe Vélez, fue bien fácil
sacarlo. Acosado por los escándalos de corrupción de sus hijos y
compinches, crímenes de lesa humanidad cometidos bajo su batuta, el
fracaso de la “seguridad democrática” y el espionaje nacional e
internacional a los opositores políticos, defensores de derechos
humanos, periodistas y magistrados de la Corte Suprema de Justicia, lo
ponían en una posición indefendible para el poder imperial. Ya incluso
gran parte de sus áulicos lo abadonaban y sus compiches cantaban a los
cuatro vientos sus fechorías en las que afloraba siempre su espurio
narcogobierno.
El rechazo popular crecía y era cuestión de tiempo que
las alianzas sociales arrojarían sus frutos, en especial, cuando las
guerrillas permanecían prácticamente intactas, combatiendo, a la espera
de la oportunidad de oro. Semejante cuadro apocalíptico se dibujaba
frente a los ojos del imperio y éste no podia darse el lujo
de perder su estratégica colonia (la tercera beneficiaria de su
Complejo Industrial Militar después de Israel y Egipto).
El
prontuario criminal del buen amigo de Pablo Escobar (como lo califica
un informe de inteligencia de los Estados Unidos) era más que suficiente
para disuadirlo de buscar una reelección. Fue así como el servil enano
se fue a rumiar su derrota, acosado por juicios en Alabama e
investigaciones en Colombia y su temor a un cobro de cuentas de los
narcoparamilitares que lo llevaron al poder y que él traicionó al
extraditarlos.
“Varito”,
como se le conoce en el bajo mundo, cedió el poder a su ministro de
Defensa. Otro criminal de mente siniestra, auspiciador de las
ejecuciones extrajudiciales (los “Falsos Positivos”) de miles de jóvenes
que luego fueron vestidos como guerrilleros para inflar las cifras de
resultados de un ejército descompuesto y mercenario. Con el “nuevo”
gobierno de Juan Manuel Santos el imperio respiraba tranquilo. Ahora la
gran prensa lo vende como “de centro izquierda”, “el lado opuesto a
Uribe”, etc., cuando en realidad son lo mismo.
No espontánea sino fríamente calculada
El
incremento desmesurado del precio de los alimentos era uno de los
tantos motivos que incrementaron la rabia popular tanto en Túnez como en
Egipto. Pero se mentiría si se dijera que fueron la razón de las
“revoluciones”.
El
imperio olió el descontento de los egipcios con su marioneta y supo que
si no se actuaba rápido otro Irán estaría en cierne si las corrientes
religiosas tumbaban al rancio dictador Josni Mubarak. “Los
Hermanos Musulmanes”, organización proscrita del concurso político,
ganaba adeptos por montones y se erigía como una gran amenaza para los
intereses de las potencias occidentales e Israel.
En
un artículo que fue silenciado intencionalmente por la gran prensa, The
Daily Telegraph (enero 11 de 2008), los periodistas Tim Ross, Matthew Moore and Steven Swinford,
denunciaban que desde hacía tres años se venía planeando el
derrocamiento de Mubarak, pues desde la embajada de Estados Unidos en El
Cairo (diciembre de 2008) se entrenaban jóvenes para armar la revuelta y
ya se había establecido la fecha: 2011
Lea la nota que medios y agencias internacionales silenciaron:
Esto
coincide con otras fuentes (bajo reserva del nombre) que me dijeron que
desde diciembre de 2008 varias ONG’s occidentales se habían desplazado a
El Cairo “con todos los juguetes tecnológicos” y activistas pagados
para apoyar, entrenar y coordinar unas acciones en el terreno. Del mismo
modo, se habían establecido “intercambios estudiantiles” para preparar
en “cursos de liderazgo” a los grupos de jóvenes que “operarían en otros
países como Cuba, Argentina, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Venezuela”. No hubo más detalles, pero llama la atención que esos países afrontarán elecciones en años muy próximos.
Lo
anterior tiene sentido. Los mismos periodistas del Daily Telegraph
descubrieron un documento secreto en el cual detalladamente se
especifica cómo y en dónde operarían esos grupos para derrocar a
Mubarak.
Vea el documento secreto acá:
Una “revolución” sin pueblo
Recuerdo
que desde el Foro Social Europeo de 2008, en donde tuve el honor de
participar, las delegaciones musulmanas europeas denunciaban la
alarmante situación social de Egipto. Desempolvando algunas notas
encontré que a esa fecha se calculaba que el 75% de la población vivía
en pauperización (por debajo de los niveles de pobreza) y el 15% eran
pobres. Tomando en cuenta que la prensa occidental afirmaba que la
“revolución” se había iniciado por Twitter y Facebook, convocando a
estudiantes, me puse a pensar que tal vez el restante 10% de la
población no tuviera toda el acceso al internet, a los teléfonos
celulares, a computadores y demás elementos por los cuales los jóvenes
se convocan hoy en día. Y que mucho menos tuvieran acceso a
la educación. Entonces, necesariamente, se tenía que pensar en manos
extranjeras para dotar de estos elementos a los “jóvenes
revolucionarios”.
Dice Wikipedia sobre la situación social en Egipto: “Hay
dos clases principales. Los primeros son la élite, con educación de
influencia occidental, de clase alta y media. Al segundo grupo, que es
mucho más humilde, pertenecen los agricultores, la población urbana y la
clase obrera. Existen enormes diferencias en el estilo de vida,
hábitos, alimentación, vestimenta, etc. En 1970
el gobierno ha introducido políticas económicas liberales conocida como
la "puerta abierta". Esta política es más demanda por el primer grupo,
porque conecta con la cultura y el capital extranjero”.
Cuando
comenzaron a salir las primeras imágenes de las protestas en la Plaza
de Tharir, yo no veía ese pueblo de las estadísticas del 2008 pero sí
muchos jóvenes bien vestidos, pintados, con sus cámaras y celulares
disparando fotos y palabras en inglés a cada segundo. Algunas de sus
camisetas tenían la imagen de Lady Gaga. Las pancartas que llevaban eran
bien grandes y diseñadas adecuadamente para hacerlas visibles a los
periodistas. Pero me llamó la atención que eran hechas en
el idioma inglés en su gran mayoría y el pueblo egipcio habla el árabe.
Cosa similar ocurrió con las pancartas de la fracasada “revolución
verde” en Irán, donde casi todas eran hechas en inglés.
Sin
embargo, la caja de sorpresas estaba por abrirse: la gran prensa
occidental dio especial cubrimiento a estos eventos y entrevistaba en el
terreno a miembros de miles de ONG’s que estaban “colaborando” y
“acompañando” a los elegantes protestantes. Y de remate, el imperio
apoyaba vigorosamente a los manifestantes y pedía a su antiguo y fiel
aliado, Josni Mubarak, que se apartara del poder. ¿Estados Unidos
respaldando una revolución del pueblo?
Más
tarde el ejército “patriota” respalda “la revolución” y ordena a los
jovencitos de clase media alta, fans de Lady Gaga, que se vayan a casa
pero antes limpien bien la plaza Tharir. Y así lo hicieron tal cual los
miembros del rebaño. Limpiaron, se fueron y dejaron en el poder
precisamente a quienes deberían tumbar. En una revolución de verdad, el
pueblo estaría allí hasta montar su propio gobierno y pondría a los
vencidos a limpiar la plaza.
Todas
las portadas de los periódicos y telenoticieros abrían al día siguiente
con imágenes de la gente limpiando la plaza y celebrando el triunfo de
“la revolución” como diciendo: “Trabajo hecho, vámonos a casa!”. Cualquier semiólogo desprevenido nos diría que esto fue una propaganda bien orquestada.
Como en realidad lo fue.
El
resultado del plan fue claro: A Mubarak lo tumbó su propio ejército
(sostenido por el imperio) porque no quiso renunciar; pero nadie vio la
renuncia ni sabe para dónde cogió el tirano. Eso no importa ahora. Se
quedaron los militares que eran el poder real y quienes lo sostuvieron
por 30 años.
Sacaron al incómodo títere pero dejaron a los titiriteros. Ese era el
plan y resultó a las mil maravillas. Además “los revolucionarios” se
fueron a casa y limpiaron muy bien la plaza Tharir como les ordenaron.
“Guerra de Cuarta Generación” y “Guerra Asimétrica”
Como
bien se dijo antes, “la revolución de los papiros” comenzó en Twitter y
en Facebook y de este modo lo agradecían los “jóvenes revolucionarios”
exhibiendo una bien hecha pancarta dándole las gracias a Facebook.
(Ver la foto de portada).
En
la doctrina militar imperial nacieron los conceptos “Guerra de Cuarta
Generación” y “Guerra Asimétrica” que barren con los límites entre lo
militar, lo político y lo civil. En esta guerra el estado-gobierno no
entra inicialmente en el conflicto con costosas invasiones militares
sino que utiliza sus agentes (mercenarios que llaman “contratistas”,
ONG’s, etc.), para que hagan el trabajo por ellos. Una
forma de guerra tal vez menos violenta al ojo humano, “donde todo vale”,
pero una guerra al fin de cuentas. De estos anteriores conceptos son
hijas las llamadas “revoluciones de colores” (“Color revolutions”),
conocidas también como “revoluciones silenciosas” (“Silent revolutions”)
y “revoluciones suaves” (“Soft revolutions”). La Guerra de
Cuarta Generación se desarrolla en los medios de comunicación de masas
(radio, prensa, television con gran participación del cine y video
juegos), en el ciberespacio (internet y servicios como Google, Facebook,
Twitter, correos electrónicos, páginas web, etc.) y en los dispositivos
electrónicos (teléfonos celulares, servicio por cable, tableros de
internet, memorias portátiles, computadoras, etc.).
La
experiencia del imperio en América Latina con los gobiernos
“desobedientes” como el de Chávez, Ortega, Evo , Correa, Cristina, etc.,
obligó a que las “revoluciones blandas” o “de colores”, aplicadas en
las exrepúblicas soviéticas, Irán, etc., tuvieran una doble vía, esto
es, que no solamente fueran para tumbar a los presidentes “enemigos”
sino que también sirvieran para quitar a los presidentes incómodos e
insostenibles antes que el mismo pueblo pasara la cuenta y pusiera uno
de los suyos que seguiría la línea de los presidentes latinoamericanos
ya mencionados.
“Cuando
veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas a remojar”. Las
próximas “revoluciones” pueden estallar en Venezuela, Bolivia,
Argentina, Ecuador, Nicaragua, Cuba, Libia, Siria, El Líbano u otra vez
reactivarla en Irán. Quedan advertidos.
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*Escritor, periodista y analista politico internacional