Edgar Borges (Desde España. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
Escribir como si cada palabra fuese una aproximación al orgasmo; beber el jugo de cada palabra como el inquilino del bar que toma licor con la “santa maña” de quien nunca está sobrio ni ebrio. Eso es literatura. Un espacio entre el sosiego y el desespero. Esa es la literatura a la que siempre vuelven los transgresores. Ese es el espacio que habitó Arthur Rimbaud en el siglo XIX o Roberto Bolaño y su grupo de “Detectives salvajes” en el XX. Y como si fuese la rueda de un circo macabro, una y otra vez en la historia el maquinista de la industria de consumo intenta maquillar el vómito literario. De la cama de los intentos, de la taberna de los mañosos o, lo que es lo mismo, del espacio de los expatriados de la rutina, ha emergido R. Israel Miranda Salas con su libro “Porno para perdedores”. (“…de niño odiaba a los demás niños/más bien no los soportaba/por eso me pasaba las tardes encerrado en el armario/recostado sobre la ropa/en silencio…”).
El recorrido de R. Israel con su libro en mano tiene una significación especial. Obra y autor llegan en un momento en que el maquinista tiene la rueda, en pleno siglo XXI, en el estado de la pacatería social y del conservadurismo literario. (a veces/mantenía la puerta entreabierta/para que un rayito de luz/me dejara perseguir/obstinadamente a moby dick…). R. Israel irrumpe con poemas-historias que ponen a jugar al hombre y a la mujer, al niño y a la niña, con su cuerpo y con el del otro. Dice semen donde otros quieren decir asco; dice éxtasis donde algunos colocan el cartelito de “acceso restringido”. Decir delirio no es necesariamente decir muerte (como vida a veces tampoco significa vida). La voz literaria de R. Israel se bate a duelo con los temores y los deseos. En las páginas de este libro el culo, el pene y la vagina son rayos que atraviesan la memoria de un hombre que piensa en su cuarto de niño. (“…pasaba junto al taller y el mecánico le decía a su hijo:/toma tus precauciones con ese tipo de perras/son peligrosas/tu madre era una de esas/es difícil darse cuenta a tiempo/es fácil amarlas/ten cuidado…”).
“Porno para perdedores”, recuerdo de hombre, descubrimiento de niño. (“…y el chaval se lo tomaba en serio/al menos la frase la aprendió muy bien:/esa perra es peligrosa/decía refiriéndose casi a cualquier mujer/niñas o ancianas/no importaba/para él/todas eran perras peligrosas/y casi nunca se equivocaba…”). Viaje, travesía, exploración, salto, testimonio, confesión, combate cuerpo a cuerpo, existencia a existencia, pero no con otro (como suelen ser las batallas) sino consigo mismo. El personaje del libro bien pudiera ser el hombre que recuerda al niño que yace en la cama masturbándose sobre los prejuicios de la sociedad que le anuncian los adultos, o el pequeño que sueña al varón que se tambalea inútil por las calles de la bohemia. Trayecto íntimo al centro de los deseos (invisiblemente) censurados. Guerra mundial contra el afuera que ahoga el sexo del individuo. Y el niño (o el hombre) de “Porno para perdedores” sale erecto de rebeldía dispuesto a caerse a tiros con la frigidez del sistema. (“…entonces recuerdo que en una entrevista/Ron Jeremy dijo que/para evitar venirse rápido/cada vez que se follaba una hermosa modelo/imaginaba animales muertos/siento tu humedad/escurriendo por mis testículos…/ animales muertos animales muertos…/ animales muertos/diablos/no funciona/gimes y me arañas/y aprietas mi pene con tu coño/animales muertos animales muertos/parientes muertos/qué rica verga tienes nene/ parientes muertos parientes muertos/mis amigos muertos/la siento hasta adentro/ en verdad qué buena verga tienes nene/mis amigos muertos mi abuelita muerta/aplastada por un auto/gritas y te convulsionas/mi familia muerta en una explosión/aúllas y aprietas mis muslos adolescentes/acaricias mis huevos/ veo tu coño devorándome completamente/mi familia muerta mis amigos muertos/los chicos de la cuadra muertos/en accidentes violentos/el barrio devastado/nene nene dame más/me encanta tu verga/que se vaya a la mierda el mundo entero/ya no aguanto/ya no aguanto más…/ inundo con mi semen/todo ese caos de cuerpos mutilados…”).
“Porno para perdedores” es el sexo sin látex, la escritura (y la lectura) sin envoltorios. Es el ritmo exacto de las palabras, de los cuerpos (acaso el del escritor y el de lector) levitando en la memoria, en la cama, en la calle, en el bar o en el motel. Es el regreso a la piel, al vuelo directo y sin guión. “Porno para perdedores” es el yo, es el otro, es México, es cualquier calle, es el mundo, es el sujeto con el fuego en la conciencia y en el cuerpo. R. Israel Miranda Salas se ha bajado de la rueda del maquinista y avanza armado de palabra vagabunda. Y el poeta, como un niño, sabe volar. “Porno para perdedores” es un libro imprescindible para volver a incendiar el deseo humano. Y volar.
Prólogo del libro “Porno para perdedores y otros sucios hábitos”. (Editorial Start-Pro diseño y producción. Vol. 27 de la colección Destos Deme Dos. México, DF).