Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

domingo, 31 de marzo de 2013

Neco: un avispado corresponsal


Un pequeño reportero, esmerado autodidacta que empuñaba solamente su grabadora y su libreta de notas

Por Armando Salazar (*)

SAN SALVADOR -
  A los gringos, al alto mando y al estado mayor del ejército les asaltaban hasta fantasmas ya que aún recogían escombros en la Cuarta Brigada de El Paraíso. Pasaron más de dos meses y sus lunas y en algún día de marzo de 1984 el Batallón Atlacatl finalmente se animó a entrar nuevamente a Chalatenango.

Claro, La Montañona era objetivo forzado para el Atlacatl, que presionaba al Chalatenango insurgente previo a las elecciones donde participó Napoleón Duarte. Buscaban también silenciar a Radio Farabundo Martí, que tuvo que evacuar el campamento y moverse a los cerros de Nueva Trinidad.

Cuando entró el operativo, el mando del Frente Norte Apolinario Serrano preguntó a la radio si podían enviar otro corresponsal de guerra a la zona del operativo, pese a que Neco Godínez ya andaba como corresponsal en la Agrupación de Batallones Felipe Peña Mendoza.

Neco, quizá un cipote de unos 16 años, campesino de origen, había llegado de la zona de Guazapa a la Radio en abril de 1983 a un taller de redacción que compartió Nicolás Doljanin, Nicón (compañero argentino que a inicios de 2013, obtuvo un premio de Casa de Las Américas en La Habana por su libro “La sombra del tío”, referido a la lucha armada popular salvadoreña y a Marcial, Salvador Cayetano Carpio, fundador de las FPL). El Neco trenzó una gran amistad con Nicón en los trajines y sobresaltos con las tropas guerrilleras.

Ingresó a tareas de mensajero del mando de las FPL en las veredas de la bombardeada Guazapa en 1982. Con perseverancia acelerada aprendió a traducir su avispado pensamiento en iniciales letras escolares y pronto pasó a ser corresponsal de La Farabundo, reportando desde los radios en onda corta.

Cuando llegó al taller de corresponsales, en el campamento de La Farabundo ya estaba Bety, una compañera cocinera, hermana del bicho Milton y para Neco ella se convirtió en su amor adolescente, que no pudo, por las exigencias de su trabajo, pasar de sus insinuaciones con rancheras de José Alfredo Jiménez que sonaban en la radio.

Según recuerda Nicón su instructor, Neco nunca tuvo la oportunidad de ir al cine, pero cuando reportaba en vivo los combates en el asalto a una compañía enemiga y el bombardeo inmisericorde a Tenancingo en octubre de 1983, Neco hizo referencia hasta del bombardeo a Guernica, un poblado vasco destruido por los alemanes en plena guerra civil española: para Neco, la demolición hecha por la Fuerza Aérea Salvadoreña sobre Tenancingo no podía tener otra semejanza.

Para esos días de marzo en Chalatenango, al Batallón Atlacatl se le dejó ingresar con muy poca resistencia a La Montañona. Rastreaba directamente a los guerrilleros que pocos días antes habían entregado al CICR a más de 200 soldados hechos prisioneros en El Paraíso, incluido al coronel y a su amante.

Cuando el Atlacatl bajó de La Montañona por las crestas del Cerro La Burrera, Cerro Vivo, Los Naranjos y llegó a El Amatillo, se detuvieron. Era poco antes del mediodía. Se estacionaron en la polvosa calle que de Las Vueltas aún llevan a El Zapotal y a Ojos de Agua.

A Dimas Rodríguez y a su equipo de comunicaciones me les uní como corresponsal en las afueras de La Laguna Seca. Fueron horas en silencio. Y el Atlacatl aún sin avanzar, comenzó un infierno de ráfagas y explosiones por la zona de El Amatillo y El Picacho. Como corresponsal le preguntaba a Dimas si ya había iniciado el combate. Los estruendos no cesaban. Dimas, por tres o cuatro ocasiones me dijo que aún no. La inmensa cantidad de explosiones seguían. En pleno día el Atlacatl no miraba y estaba tanteando existencia guerrillera, cuando en realidad estaban a pocas decenas de metros.

Los pelotones guerrilleros no habían disparado un solo tiro, por órdenes estrictas de Dimas, manteniendo el secreto bajo ráfagas y en una enorme herradura desplegada entre los cerros de El Picacho y El Anonal que tenían en vértice el encaje de La Laguna Seca, donde estaba Neco.

Preguntamos nuevamente a Dimas si había iniciado el combate cuando dos bombarderos A-37 Dragon Fly asomaron en el brumoso cielo de marzo. Neco aún no tenía reporte. La orden era el secreto total. Los A-37 iniciaron el bombardeo sobre el encaje de La Laguna Seca, donde los compas se disponían a almorzar. Un hilo de humo de la cocina los delató.

Las bombas cayeron y despedazaron al mando de un destacamento de las Unidades de Vanguardia de Santa Ana que jefeaba el Capitán Andrés. Junto a él estaba Neco, el corresponsal de la Radio. Otras compañeras y compañeros de comunicaciones, cocina, seguridad y sanidad también fueron fulminados por la bomba.

Los aviones continuaron lanzando bomba tras bomba que resorteaban por todos los cerros. Y el emblemático Batallón Atlacatl no quiso avanzar y se retiró.

Aquella tarde, salimos de las zanjas antiaéreas al oriente de La Laguna Seca. Las bombas habían incendiado los cerros y planadas de La Laguna Seca. Dimas siempre guardó silencio y su mirada fue una profunda mezcla de coraje con dolor.

Antes del anochecer, combatientes de la UV cargaban los cuerpos heridos o muertos de los compañeros. Uno de ellos era Neco. Las aún humeantes cenizas de los zacatales eran surcadas por la tilosa columna cargando las hamacas con los hermanos.

Él apenas habrá alcanzado a grabar el paso del A-37 cuando ya la bomba iba hacia ellos. Un pequeño reportero, esmerado autodidacta que empuñaba solamente su grabadora y su libreta de notas. Un corresponsal en plena línea de fuego, sin aspavientos, más dado a compartir y construir camaradería, valores y bromas con un contingente humano que por necesidad tomó las armas.

Neco comía los mismos frijoles y tortillas que la tropa y disfrutaba con ellos las tazonadas de café guindado en la hamaca. Marchaba con y como ellos. Hacer periodismo, reportear en marchas, explosiones y el esparcido olor a pólvora nunca fue fácil. No solo se requería habilidad de dar una noticia, sino tener la convicción y textura en las recurrentes llamas donde se fue escribiendo la historia de Chalatenango y de este país.

Las dos Coreas (Parte II)



El líder cubano resalta el empuje con que el pueblo norcoreano se levantó de
la devastación causada por la invasión norteamericana y de otros aliados,
así como del impacto de la caída de la Unión Soviética y del campo
socialista. También elogia la decisión y los motivos de ese país para
suspender su programa de armas nucleares, y su esperanza de una
reunificación paulatina y sin traumas Las dos Coreas (Parte I) Reflexiones
anteriores del compañero Fidel

25 de Julio del 2008 1:41:12 CDT
El 19 de octubre de 1950 más de 400 mil combatientes voluntarios chinos,
cumpliendo las instrucciones de Mao Zedong, cruzaron el Yalu y salieron al
paso de las tropas de Estados Unidos que avanzaban hacia la frontera china.
Las unidades norteamericanas, sorprendidas por la enérgica acción del país
al que habían subestimado, se vieron obligadas a retroceder hasta las
proximidades de la costa sur, bajo el empuje de las fuerzas combinadas de
chinos y coreanos del Norte. Stalin, que era sumamente cauteloso, prestó una
cooperación mucho menor que lo que esperaba Mao, aunque valiosa, mediante el
envío de aviones MiG-15 con pilotos soviéticos, en un frente limitado de 98
kilómetros, que en la etapa inicial protegieron a las fuerzas de tierra en
su intrépido avance. Pyongyang fue de nuevo recuperado y Seúl ocupado otra
vez, desafiando el incesante ataque de la fuerza aérea de Estados Unidos, la
más poderosa que ha existido nunca.

MacArthur estaba ansioso por atacar a China con el empleo de las armas
atómicas. Demandó su uso tras la bochornosa derrota sufrida. El presidente
Truman se vio obligado a sustituirlo del mando y nombrar al general Matthews
Ridgway como jefe de las fuerzas de aire, mar y tierra de Estados Unidos en
el teatro de operaciones. En la aventura imperialista de Corea participaron,
junto a Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Países Bajos, Bélgica,
Luxemburgo, Grecia, Canadá, Turquía, Etiopía Sudáfrica, Filipinas,
Australia, Nueva Zelanda, Tailandia y Colombia. Este país fue el único
participante por América Latina, bajo el gobierno unitario del conservador
Laureano Gómez, responsable de matanzas masivas de campesinos. Con ella,
como se vio, participaron la Etiopía de Haile Selassie, donde todavía
existía la esclavitud, y la Sudáfrica gobernada por los racistas blancos.
Hacía apenas cinco años que la matanza mundial iniciada en septiembre de
1939 había concluido, en agosto de 1945. Después de sangrientos combates en
el territorio coreano, el Paralelo 38 volvió a ser el límite entre el Norte
y el Sur. Se calcula que murieron en esa guerra cerca de dos millones de
coreanos del Norte, entre medio millón o un millón de chinos y más de un
millón de soldados aliados. Por parte de Estados Unidos perdieron la vida
alrededor de 44 mil soldados; no pocos de ellos eran nacidos en Puerto Rico
u otros países latinoamericanos, reclutados para participar en una guerra a
la que los llevó la condición de inmigrantes pobres.
Japón obtuvo grandes ventajas de esa contienda; en un año, la manufactura
creció un 50%, y en dos recuperó la producción alcanzada antes de la guerra.
No cambió, sin embargo, la percepción de los genocidios cometidos por las
tropas imperiales en China y Corea. Los gobiernos de Japón han rendido culto
a los actos genocidas de sus soldados, que en China habían violado a decenas
de miles de mujeres y asesinaron brutalmente a cientos de miles de personas,
como ya se explicó en una reflexión.
Sumamente laboriosos y tenaces, los japoneses han convertido su país,
desprovisto de petróleo y otras materias primas importantes, en la segunda
potencia económica del mundo.

El PIB de Japón, medido en términos capitalistas —aunque los datos varían
según las fuentes occidentales—, asciende hoy a más de 4,5 millones de
millones de dólares, y sus reservas en divisas alcanzan más de un millón de
millones. Es todavía el doble del PIB de China, 2,2 millones de millones,
aunque esta posee un 50% más de reservas en moneda convertible que ese país.
El PIB de Estados Unidos, 12,4 millones de millones, con 34,6 veces más
territorio y 2,3 veces más población, es apenas tres veces mayor que el de
Japón. Su gobierno es hoy uno de los principales aliados del imperialismo,
cuando este se halla amenazado por la recesión económica y las armas
sofisticadas de la superpotencia se esgrimen contra la seguridad de la
especie humana.
Son lecciones imborrables de la historia.
La guerra, en cambio, afectó considerablemente a China. Truman dio órdenes a
la VI Flota de impedir el desembarco de las fuerzas revolucionarias chinas
que culminarían la liberación total del país con la recuperación del 0,3 por
ciento de su territorio, que había sido ocupado por el resto de las fuerzas
pro yanquis de Chiang Kai shek que hacia allí se fugaron.
Las relaciones chino-soviéticas se deterioraron después, tras la muerte de
Stalin, en marzo de 1953. El movimiento revolucionario se dividió en casi
todas partes. El llamamiento dramático de Ho Chi Minh dejó constancia del
daño ocasionado, y el imperialismo, con su enorme aparato mediático, atizó
el fuego del extremismo de los falsos teóricos revolucionarios, un tema en
el que los órganos de inteligencia de Estados Unidos se convirtieron en
expertos.

A Corea del Norte le había correspondido, en la arbitraria división, la
parte más accidentada del país. Cada gramo de alimento tenía que obtenerlo a
costa de sudor y sacrificio. De Pyongyang, la capital, no quedó piedra sobre
piedra. Un elevado número de heridos y mutilados de guerra debían ser
atendidos. Estaban bloqueados y sin recursos. La URSS y los demás Estados
del campo socialista se reconstruían.
Cuando llegué el 7 de marzo de 1986 a la República Popular Democrática de
Corea, casi 33 años después de la destrucción que dejó la guerra, era
difícil creer lo que allí sucedió. Aquel pueblo heroico había construido
infinidad de obras: grandes y pequeñas presas y canales para acumular agua,
producir electricidad, abastecer ciudades y regar los campos;
termoeléctricas, importantes industrias mecánicas y de otras ramas, muchas
de ellas bajo tierra, enclavadas en las profundidades de las rocas a base de
trabajo duro y metódico. Por falta de cobre y aluminio se vieron obligados a
utilizar incluso hierro en líneas de transmisión devoradoras de energía
eléctrica, que en parte procedía de la hulla. La capital y otras ciudades
arrasadas fueron construidas metro a metro. Calculé millones de viviendas
nuevas en áreas urbanas y rurales y decenas de miles de instalaciones de
servicios de todo tipo. Infinitas horas de trabajo estaban convertidas en
piedra, cemento, acero, madera, productos sintéticos y equipos. Las siembras
que pude observar, dondequiera que fui, parecían jardines. Un pueblo bien
vestido, organizado y entusiasta estaba en todas partes, recibiendo al
visitante. Merecía la cooperación y la paz.

No hubo tema que no discutiera con mi ilustre anfitrión Kim Il Sung. No lo
olvidaré.

Corea quedó dividida en dos partes por una línea imaginaria. El Sur vivió
una experiencia distinta. Era la parte más poblada y sufrió menos
destrucción en aquella guerra. La presencia de una enorme fuerza militar
extranjera requería el suministro de productos locales manufacturados y
otros, que iban desde la artesanía hasta las frutas y vegetales frescos,
además de los servicios. Los gastos militares de los aliados eran enormes.
Lo mismo ocurrió cuando Estados Unidos decidió mantener indefinidamente una
gran fuerza militar. Las transnacionales de Occidente y de Japón invirtieron
en los años de la Guerra Fría considerables sumas, extrayendo riquezas sin
límites del sudor de los surcoreanos, un pueblo igualmente laborioso y
abnegado como sus hermanos del Norte. Los grandes mercados del mundo
estuvieron abiertos a sus productos. No estaban bloqueados. Hoy el país
alcanza elevados niveles de tecnología y productividad. Ha sufrido las
crisis económicas de Occidente, que dieron lugar a la adquisición de muchas
empresas surcoreanas por las transnacionales. El carácter austero de su
pueblo le ha permitido al Estado la acumulación de importantes reservas en
divisas. Hoy soporta la depresión económica de Estados Unidos, en especial
los elevados precios de combustibles y alimentos, y las presiones
inflacionarias derivadas de ambos.

El PIB de Corea del Sur, 787 mil 600 millones de dólares, es igual al de
Brasil (796 mil millones) y México (768 mil millones), ambos con abundantes
recursos de hidrocarburos y poblaciones incomparablemente mayores. El
imperialismo impuso a las mencionadas naciones su sistema. Dos quedaron
rezagadas; la otra avanzó mucho más.
De Corea del Sur apenas emigran a Occidente; de México, lo hacen en masa
hacia el actual territorio de Estados Unidos; de Brasil, Suramérica y
Centroamérica, a todas partes, atraídos por la necesidad de empleo y la
propaganda consumista. Ahora los retribuyen con normas rigurosas y
despectivas.
La posición de principios sobre las armas nucleares suscrita por Cuba en el
Movimiento de Países No Alineados, ratificada en la Conferencia Cumbre de La
Habana en agosto de 2006, es conocida.
Saludé por primera vez al actual líder de la República Popular Democrática
de Corea, Kim Jong Il, cuando arribé al aeropuerto de Pyongyang y él estaba
discretamente situado a un lado de la alfombra roja cerca de su padre. Cuba
mantiene con su gobierno excelentes relaciones.
Al desaparecer la URSS y el campo socialista, la República Popular
Democrática de Corea perdió importantes mercados y fuentes de suministros de
petróleo, materias primas y equipos. Al igual que para nosotros, las
consecuencias fueron muy duras. El progreso alcanzado con grandes
sacrificios se vio amenazado. A pesar de eso, mostraron la capacidad de
producir el arma nuclear.


Cuando se produjo hace alrededor de un año el ensayo pertinente, le
transmitimos al Gobierno de Corea del Norte nuestros puntos de vista sobre
el daño que ello podía ocasionar a los países pobres del Tercer Mundo que
libraban una lucha desigual y difícil contra los planes del imperialismo en
una hora decisiva para el mundo. Tal vez no fuera necesario hacerlo. Kim
Jong Il, llegado a ese punto, había decidido de antemano lo que debía hacer,
tomando en cuenta los factores geográficos y estratégicos de la región.
Nos satisface la declaración de Corea del Norte sobre la disposición de
suspender su programa de armas nucleares. Esto no tiene nada que ver con los
crímenes y chantajes de Bush, que ahora se jacta de la declaración coreana
como éxito de su política de genocidio. El gesto de Corea del Norte no era
para el gobierno de Estados Unidos, ante el cual no cedió nunca, sino para
China, país vecino y amigo, cuya seguridad y desarrollo es vital para los
dos Estados.
A los países del Tercer Mundo les interesa la amistad y cooperación entre
China y ambas partes de Corea, cuya unión no tiene que ser necesariamente
una a costa de la otra, como ocurrió en Alemania, hoy aliada de Estados
Unidos en la OTAN. Paso a paso, sin prisa pero sin tregua, como corresponde
a su cultura y a su historia, seguirán tejiéndose los lazos que unirán a las
dos Coreas. Con la del Sur desarrollamos progresivamente nuestros vínculos;
con la del Norte han existido siempre y continuaremos fortaleciéndolos.

Fidel Castro Ruz
Julio 24 de 2008


Lea también: Las dos Coreas (Parte I)

Las dos Coreas (parte I)


Tomado de Cubadebate

La nación coreana, con su peculiar cultura que la diferencia de sus vecinos
chinos y japoneses, existe desde hace tres mil años. Son características
típicas de las sociedades de esa región asiática, incluidas la china, la
vietnamita y otras. Nada parecido se observa en las culturas occidentales,
algunas con menos de 250 años.

Los japoneses habían arrebatado a China en la guerra de 1894 el control que
ejercía sobre la dinastía coreana y convirtieron su territorio en una
colonia de Japón. Por acuerdo entre Estados Unidos y las autoridades
coreanas, el protestantismo fue introducido en ese país en el año 1892. Por
otro lado, el catolicismo había penetrado igualmente en ese siglo a través
de las misiones. Se calcula que actualmente en Corea del Sur alrededor del
25 por ciento de la población es cristiana y una cifra similar es budista.
La filosofía de Confucio ejerció gran influencia en el espíritu de los
coreanos, que no se caracterizan por las prácticas fanáticas de la religión.

Dos importantes figuras ocuparon los primeros planos de la vida política de
esa nación en el siglo XX. Syngman Rhee, que nace en marzo de 1875, y Kim Il
Sung 37 años después, en abril de 1912. Ambas personalidades, de distinto
origen social, se enfrentaron a partir de circunstancias históricas ajenas a
ellos.

Los cristianos se oponían al sistema colonial japonés, entre ellos Syngman
Rhee, que era practicante activo del protestantismo. Corea cambió de status:
Japón anexó su territorio en 1910. Años más tarde, en 1919, Rhee fue
nombrado Presidente del Gobierno Provisional en el exilio, con sede en
Shanghai, China. Nunca empleó las armas contra los invasores. La Liga de las
Naciones, en Ginebra, no le prestó atención.

El imperio japonés fue brutalmente represivo con la población de Corea. Los
patriotas resistieron con las armas la política colonialista de Japón y
lograron liberar una pequeña zona en los terrenos montañosos del Norte,
durante los últimos años de la década de 1890.

Kim Il Sung, nacido en las proximidades de Pyongyang, a los 18 años se
incorporó a las guerrillas comunistas coreanas que luchaban contra los
japoneses. En su activa vida revolucionaria alcanzó la jefatura política y
militar de los combatientes antijaponeses del Norte de Corea, cuando sólo
tenía 33 años de edad.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos decidió el destino de
Corea en la posguerra. Entró en la contienda cuando fue atacado por una
criatura suya, el Imperio del Sol Naciente, cuyas herméticas puertas
feudales abrió el Comodoro Perry en la primera mitad del siglo XIX apuntando
con sus cañones al extraño país asiático que se negaba a comerciar con
Norteamérica.

El aventajado discípulo se convirtió más tarde en un poderoso rival, como ya
expliqué en otra ocasión. Japón golpeó sucesivamente décadas más tarde a
China y Rusia, apoderándose adicionalmente de Corea. No obstante fue astuto
aliado de los vencedores en la Primera Guerra Mundial a costa de China.
Acumuló fuerzas y, convertido en una versión asiática del nazifascismo,
intentó ocupar el territorio de China en 1937 y atacó a Estados Unidos en
diciembre de 1941; llevó la guerra al Sudeste Asiático y a Oceanía.

Los dominios coloniales de Gran Bretaña, Francia, Holanda y Portugal en la
región estaban condenados a desaparecer y Estados Unidos surgía como la
potencia más poderosa del planeta, resistida sólo por la Unión Soviética,
entonces destruida por la Segunda Guerra Mundial y las cuantiosas pérdidas
materiales y humanas que le ocasionó el ataque nazi. La Revolución china
estaba por concluir en 1945 cuando la matanza mundial cesó. El combate
unitario antijaponés ocupaba entonces sus energías. Mao, Ho Chi Minh,
Gandhi, Sukarno y otros líderes prosiguieron después su lucha contra la
restauración del viejo orden mundial que era ya insostenible.

Truman lanzó contra dos ciudades civiles japonesas la bomba atómica, arma
nueva terriblemente destructiva de cuya existencia, como se ha explicado, no
había informado al aliado soviético, el país que más contribuyó a la
destrucción del fascismo. Nada justificaba el genocidio cometido, ni
siquiera el hecho de que la tenaz resistencia japonesa había costado la vida
a casi 15 mil soldados norteamericanos en la isla japonesa de Okinawa. Ya
Japón estaba derrotado y tal arma, lanzada contra un objetivo militar,
habría tenido más tarde o más temprano el mismo efecto desmoralizador en el
militarismo japonés sin nuevas bajas para los soldados de Estados Unidos.
Fue un acto incalificable de terror.

Los soldados soviéticos avanzaban sobre Manchuria y el Norte de Corea, tal
como lo habían prometido al cesar los combates en Europa. Los aliados habían
definido previamente hasta qué punto llegaría cada fuerza. En la mitad de
Corea estaría la línea divisoria, equidistante entre el río Yalu y el Sur de
la península. El gobierno norteamericano negoció con los japoneses las
normas que regirían la rendición de las tropas en su propio territorio.
Japón sería ocupado por Estados Unidos. En Corea, anexada a Japón,
permanecía una gran fuerza del poderoso ejército japonés. En el Sur del
Paralelo 38, límite divisorio establecido, prevalecerían los intereses de
Estados Unidos. Syngman Rhee, reincorporado a esa parte del territorio por
el gobierno de Estados Unidos, fue el líder al que apoyó, con la cooperación
abierta de los japoneses. Ganó así las reñidas elecciones de 1948. Los
soldados del Ejército Soviético se habían retirado de Corea del Norte ese
año.

El 25 de junio de 1950 estalló la guerra en el país. Todavía se discute
quién realizó el primer disparo, si los combatientes del Norte o los
soldados norteamericanos que montaban guardia junto a los soldados
reclutados por Rhee. La discusión carece de sentido si se analiza desde el
ángulo coreano. Los combatientes de Kim Il Sung lucharon contra los
japoneses por la liberación de toda Corea. Sus fuerzas avanzaron
incontenibles hasta las proximidades del extremo Sur, donde los yanquis se
defendían con el apoyo masivo de sus aviones de ataque. Seúl y otras
ciudades habían sido ocupadas. McArthur, jefe de las fuerzas norteamericanas
del Pacífico, decidió ordenar un desembarco de la infantería de Marina por
Incheon, en la retaguardia de las fuerzas del Norte, que estas no podían ya
contrarrestar. Pyongyang cayó en manos de las fuerzas yanquis, precedidas
por devastadores ataques aéreos. Ello impulsó la idea por parte del mando
militar norteamericano en el Pacífico de ocupar toda Corea, ya que el
Ejército de Liberación Popular de China, dirigido por Mao Zedong, había
infligido una derrota aplastante a las fuerzas proyanquis de Chiang
Kai-shek, abastecidas y apoyadas por Estados Unidos. Todo el territorio
continental y marítimo de ese gran país había sido recuperado, con excepción
de Taipei y algunas otras pequeñas islas próximas donde se refugiaron las
fuerzas del Kuomintang, transportadas por naves de la Sexta Flota.

La historia de lo ocurrido entonces se conoce hoy bien. No olvidar que Boris
Yeltsin entregó a Washington, entre otras cosas, los archivos de la Unión
Soviética.

¿Qué hizo Estados Unidos cuando estalló el conflicto prácticamente
inevitable bajo las premisas creadas en Corea? Presentó a la parte norte de
ese país como agresora. El Consejo de Seguridad de la recién creada
Organización de Naciones Unidas, promovida por las potencias vencedoras de
la Segunda Guerra Mundial, aprobó la resolución sin que uno de los cinco
miembros pudiera vetarla. En esos precisos meses la URSS se había
manifestado inconforme con la exclusión de China en el Consejo de Seguridad,
donde Estados Unidos reconocía a Chiang Kai-shek, con menos del 0,3 por
ciento del territorio nacional y menos del 2 por ciento de la población,
como miembro del Consejo de Seguridad con derecho al veto. Tal arbitrariedad
condujo a la ausencia del delegado ruso, a consecuencia de lo cual se
produjo el acuerdo de ese Consejo dando a la guerra el carácter de una
acción militar de la ONU contra el presunto agresor: la República Popular de
Corea. China, ajena por completo al conflicto, que afectaba su lucha
inconclusa por la liberación total del país, vio cernirse la amenaza directa
contra su propio territorio, lo cual era inaceptable para su seguridad.
Según datos publicados, envió al primer ministro Zhou Enlai a Moscú, para
expresar a Stalin su punto de vista sobre lo inadmisible que era la
presencia de fuerzas de la ONU bajo el mando de Estados Unidos en las
riberas del río Yalu, que delimita la frontera de Corea con China, y
solicitarle la cooperación soviética. No existían entonces contradicciones
profundas entre los dos gigantes socialistas.

El contragolpe chino se afirma que estaba planeado para el 13 de octubre y
Mao lo pospuso para el 19, esperando la respuesta soviética. Era el máximo
que podía dilatarlo.

Pienso concluir esta reflexión el próximo viernes. Es un tema complejo y
trabajoso, que demanda especial cuidado y datos tan precisos como sea
posible. Son hechos históricos que deben conocerse y recordarse.



Fidel Castro Ruz
Julio 22 de 2008
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...