Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

viernes, 12 de abril de 2013

Genocidios, masacres y ejércitos




Editorial UCA
04/2013


El juicio en Guatemala al general retirado Efraín Ríos Montt marca un hito en la historia de Centroamérica. A diversos jefes de Estado, presidentes y personalidades se les ha juzgado por corrupción. Pero hasta ahora no se había llegado a juzgar a un gobernante por violaciones imprescriptibles de derechos humanos, como las masacres y el genocidio. De alguna manera, además, en Ríos Montt se está juzgando a los ejércitos centroamericanos. Pues, aunque han contado en sus filas con personas decentes, han tenido también, en posiciones de mucho poder, oficiales que han sido auténticos criminales. Violadores de derechos humanos que han estado institucionalmente acuerpados, protegidos y mantenidos en la impunidad gracias a su propia condición militar y a la amenaza y el miedo que esta despierta. Esa protección institucional y esa voluntad hasta ahora intacta de no reconocer crímenes ni errores hacen en cierto modo cómplices a los actuales ejércitos de la barbarie del pasado.

Y de esta historia no se libra ninguno de ellos. Las masacres ocurridas en Guatemala y El Salvador claman al cielo. Las torturas sistemáticas, asesinatos y desapariciones, comunes a todos, se dieron en Honduras de un modo selectivo durante los años de las guerras sucias. Luego, tras el golpe de Estado encabezado por un civil, Roberto Micheletti, pero ejecutado por los militares, la represión, el asesinato de periodistas y el acrecentamiento de la violencia sacudió y sigue atormentando a una Honduras digna de mejor suerte. Incluso el Ejército sandinista, el más joven en Centroamérica, cometió serias violaciones de derechos humanos desalojando por la fuerza a diversas comunidades de la etnia misquita de sus naturales y ancestrales lugares de vida. Con mayor o menor intensidad, ninguno de nuestros ejércitos se libra de violaciones a derechos humanos que nunca han sido investigadas ni castigadas.

Esta realidad hace que nos preguntemos una vez más: ¿necesitamos ejércitos en Centroamérica? ¿No podría nuestro istmo ser declarado zona de paz y prescindir de una estructura militar que es incapaz de reconocer institucionalmente gravísimos errores? ¿Podemos confiar en instituciones que se niegan sistemáticamente a reconocer la verdad y a pedir perdón? Los Ejércitos chileno y argentino han reconocido que institucionalmente albergaron y protegieron violadores de derechos humanos y han pedido perdón públicamente por ello. ¿No pueden hacer lo mismo los nuestros? Bueno será que lo hagan, porque ejércitos que no reconocen brutalidades cometidas no son confiables ni merecen existir.

La Fuerza Armada salvadoreña, bajo mandato del presidente Funes, constituyó una comisión cívico-militar con la función de revisar textos, así como su propia historia del tiempo de la guerra civil en relación con los derechos humanos. El resultado de esa comisión, que revisaría también la trayectoria de algunos supuestos héroes militares y los hechos delictivos de los que se les acusa, aún no ha visto la luz. En aproximadamente un año, la Comisión de la Verdad en El Salvador analizó prácticamente veinte mil graves violaciones de derechos humanos. ¿Estará la comisión de revisión de la historia militar analizando un número semejante de delitos del Ejército? Porque el tiempo transcurrido indica o que tiene demasiado trabajo, o que no quiere hacerlo adecuadamente.

En El Salvador necesitamos conocer la verdad sobre el pasado. Y, sobre todo, hace falta aceptarla. La repetitiva cantilena de que recordar es abrir heridas no hace más que infectar la propia conciencia nacional y prolongar sufrimientos, divisiones y situaciones de desprecio hacia los más pobres y humildes del país, que fueron los que más sufrieron la brutalidad de la guerra. Si el deseo de verdad fuera genuino, hace tiempo que hubiéramos solicitado que la documentación de la Comisión de la Verdad, que yace en los sótanos de las Naciones Unidas, retornara a El Salvador. Son declaraciones de nuestra gente, incluidos militares decentes, y es parte de nuestro patrimonio. Nos aclararía muchas cosas tanto sobre el Ejército como sobre las fuerzas insurgentes. Y nos ayudaría, ciertamente, a no repetir errores en la historia.

La miseria a nombre de la libertad (Primera parte)


America Latina

 

Elier Ramírez Cañedo

 

“¿…, y los Estados Unidos que parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad? (Carta de Simón Bolívar al coronel Patricio Campbell, Guayaquil, 5 de agosto de 1829)

 

La historia suele ser caprichosa y subversiva para las clases dominantes del sistema capitalista. Por supuesto, me refiero a la historia escrita por los historiadores que se esfuerzan en lograr mayores aproximaciones a la verdad –la verdad es siempre revolucionaria, decía Lenin-, no a la salida de plumas pagadas y traidoras dedicadas a las entelequias y tergiversaciones con el único fin de confundir a los pueblos y mantenerlos sujetos a la dominación. La desmemoria o la falsa memoria han sido históricamente resortes muy eficaces de los poderosos para garantizar la permanencia de la opresión sobre los individuos. Quien domina el pasado, domina el presente y el futuro. Por eso es hoy tan importante librar una cruenta batalla en el terreno de  la historia de América Latina y el Caribe, pues aún hoy sobreviven muchas falsedades y ocultamientos de lo que fueron nuestros procesos históricos, debido al dominio prácticamente absoluto que tuvo durante muchos años la historiografía burguesa.

En momentos en que los latinoamericanos y caribeños celebramos el bicentenario de nuestra primera independencia, se hace imprescindible una mayor investigación y divulgación de los acontecimientos que tuvieron lugar hace 200 años en la región. Es necesario que nuestros pueblos se apoderen de todo ese pasado de luchas, logros y frustraciones. “Los que se niegan a aprender  de la historia están condenados a repetirla”, decía George Santayana. Sería inadmisible, que a la altura del siglo XXI, con la conciencia que se ha alcanzado, los latinoamericanos y caribeños cometamos errores como los que condujeron a que, luego de alcanzada la separación de España, nuestra independencia sufriera lamentables recortes en función de la satisfacción de los intereses de una minoría oligárquica supeditada a Washington. Indiscutiblemente fue el Norte el que mayores beneficios obtuvo de este triste epílogo. Bolívar murió con el alma en vilo al ver como lo que él, Sucre y algunos de sus más fieles seguidores habían construido con las manos, otros lo habían destruido con los pies. Finalmente, los lazos neocoloniales que los Estados Unidos fueron tejiendo “a nombre de la libertad” con los países latinoamericanos y caribeños durante todo el siglo XIX, y que se hicieron más firmes en el XX, socavaron la soberanía por la cual tantos patriotas latinoamericanos y caribeños habían ofrendado sus valiosas vidas. Doscientos años han pasado y la historia ha demostrado cuanta claridad tenían Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Francisco Morazán, José Martí y otros de los próceres de la región, al plantearse el sueño de una sólida unión de Nuestra América y al descubrir las apetencias imperiales de Washington sobre nuestros territorios. Sólo castrados mentales o individuos con intereses espurios no podrían reconocerlo.

De ahí, la necesidad de profundizar en la historia de Nuestra América, pero no solo en los hechos heroicos y en las grandes batallas militares y políticas que libraron nuestros libertadores, sino también en la conducta seguida por las fuerzas reaccionarias, esas que hicieron todo lo posible por evitar la independencia y la unidad de nuestros pueblos. Es imprescindible hoy más que nunca poner al descubierto quiénes fueron los enemigos internos y externos de ese proceso libertario, pues no es casual que en la actualidad, cuando nuestros pueblos luchan por su segunda y definitiva independencia y avanzan hacia una sólida integración, los enemigos de ayer sean los mismos de hoy, salvando las distancias y particularidades de cada tiempo histórico. En este caso quiero dedicar estás páginas a describir y analizar el papel desempeñado por el gobierno de los Estados Unidos frente a la primera independencia de América Latina y el Caribe, así como ante los planes unitarios de Simón Bolívar.

¿Neutralidad o parcialidad?

Prácticamente desde su surgimiento como nación, los Estados Unidos fueron contrarios a la independencia de los territorios que hoy comprenden la región de América Latina y el Caribe, pues consideraban que aún no estaban en condiciones de cumplir con su Destino Manifiesto de dominar toda la América. Apenas llegaron a los Estados Unidos los ecos de la insurrección de Túpac Amaru, 1780-1781, los padres fundadores de la nación habían comenzado a formular las primeras ideas de la política a seguir ante cualquier intento independentista en el sur. John Adams –sería presidente de los Estados Unidos en el período 1797-1801- planteaba por esos días: “Nosotros debemos ser muy prudentes en lo que hagamos. La mayor ventaja en este negocio será para Inglaterra, pues ella proveerá a toda Sudamérica con sus manufacturas, cosa que le dará rápidamente riqueza y poder, cuestión muy peligrosa para nosotros”.[1]

Asimismo, Thomas Jefferson, otro de los padres fundadores que llegaría a presidente, señalaba en 1786: Nuestra Confederación debe ser considerada como el nido desde el cual toda América, así como la del Norte como la del Sur, habrá de ser poblada. Más cuidémonos (…) de creer que interesa a este gran Continente expulsar a los españoles. Por el momento aquellos países se encuentran en las mejores manos, y sólo temo que éstas resulten demasiado débiles para mantenerlos sujetos hasta que nuestra población haya crecido lo suficiente para írselos arrebatando pedazo a pedazo”. [2]

En 1791 –destaca el investigador cubano Luis Suárez Salazar- en lo que puede considerarse la primera agresión “directa” contra la región latinoamericana y caribeña, el entonces presidente, George Washington (1789-1797), apoyó financieramente a la administración colonial francesa que dominaba Haití, sin lo cual le hubiera sido imposible a dicha metrópoli sostenerse durante los primeros meses frente a la revolución antiesclavista e independentista haitiana. Posteriormente, el gobierno estadounidense se negaría rotundamente y durante muchos años a reconocer la independencia de Haití.[3]

A inicios del siglo XIX se hacía evidente para los líderes de la nación norteña que la revolución hispanoamericana era en buena medida un resultado de los ecos de su propia revolución y que ésta sería inevitable. Aunque públicamente los líderes estadounidenses manifestaron su interés en los resultados del proceso emancipador y el Congreso tomó un acuerdo que aplaudía la rebeldía de las posesiones españolas, en el fondo la independencia de Hispanoamérica no era bien vista en Washington al considerar que su consumación beneficiaría en esos momentos a Inglaterra y no a los Estados Unidos. Era preferible entonces que la débil España permaneciera dueña de sus colonias en América y que se aplazara la independencia de estos territorios hasta que los Estados Unidos estuvieran en condiciones de enfrentar a Inglaterra por el dominio del continente.

A los motivos de la hostilidad de Washington frente a la independencia de Hispanoamérica se le unió después la amenaza que representó para su sistema esclavista que las revoluciones al sur del continente comenzaran a incorporar a los programas de lucha la abolición de la esclavitud.

También el hecho de que, el 22 de febrero de 1819, John Quincy Adams, presidente de los Estados Unidos, y  Luis de Onís, ministro español en Washington, suscribieran un tratado que legalizaba la posesión de las Floridas por los Estados Unidos. A partir de esa fecha, los Estados Unidos supeditaron toda su política hispanoamericana a la ratificación del tratado Adams-Onís. España lo ratificó el 24 de octubre de 1820. Estados Unidos, el 19 de febrero de 1821. Asegurada la Florida Oriental, los Estados Unidos no se sentirían ya contenidos por motivo alguno para agredir a España materialmente o diplomáticamente. Lo que se traducía en la búsqueda de sus próximas ambiciones territoriales: Texas y Cuba, y en el reconocimiento de la independencia de las colonias españolas.

El destacado investigador cubano Francisco Pividal, en su encomiable obra: Bolívar, pensamiento precursor del antiimperialismo, cita un trabajo periodístico publicado en 1818, que  ofrece otro elemento a tomar en cuenta a la hora de explicar la reticencia de los Estados Unidos respecto a dar cualquier paso que significase un apoyo a la revolución hispanoamericana y al reconocimiento de las repúblicas ya independientes. El documento explicaba que anualmente se exportaba a Cuba 80 000 a 100 000 barriles de harina, y se importaban de ella 45 759 bocoyes de miel y 78 000 bocoyes de azúcar. “¿Era sensato –se preguntaba el autor del trabajo-  poner en peligro este intercambio comercial enemistándose con España, especialmente cuando el comercio con los territorios independientes de la América Hispana poseía tan escasa importancia, y cuando la depresión económica, que ya había comenzado en Estados Unidos, hacía tan vital la continuación del comercio con las Antillas españolas?
“La única esperanza de provecho mercantil –decía el folleto- reside en una política de estricta neutralidad”.[4]

De cualquier manera, la independencia de Hispanoamérica también amenazaba los fuertes intereses expansionistas de los Estados Unidos, con miras inmediatas en las Floridas, México, Cuba y Puerto Rico, aunque ya algunos de sus líderes añoraban ser los dueños del mundo. “La gente de Kentucky –destacaba el ex presidente John Adams (1797-1801) en 1804- esta llena de ansias de empresa y aunque no es pobre, siente la misma avidez de saqueo que dominó a los romanos en sus mejores tiempos. México centellea ante nuestros ojos. Lo único que esperamos es ser dueños del mundo”. [5]

Los elementos anteriores explican el porqué los Estados Unidos, bajo la presidencia de Thomas Jefferson (1801-1809), negaron en 1806 el apoyo al venezolano Francisco de Miranda, cuando éste preparaba una expedición para iniciar la lucha independentista en Venezuela. Ello, a pesar de que Miranda había prestado una inestimable ayuda en la independencia de las Trece Colonias.[6] El 10 de diciembre de 1810 el Congreso de los Estados Unidos aprobó una Resolución Conjunta. En su parte dispositiva señalaba entre otras cosas “que, como vecinos y habitantes del mismo hemisferio, los Estados Unidos sienten profunda solicitud por su bienestar; y que, cuando esas provincias hayan logrado la condición de naciones, por el justo ejercicio de sus derechos, el Senado y la Cámara de Representantes se unirán al Ejecutivo para establecer con ellas, como estados soberanos e independientes, aquellas relaciones amistosas y comerciales…”.[7]

Se desprende de dicha resolución que los revolucionarios hispanoamericanos tenían que luchar solos contra España y vencer totalmente a esta, para entonces ser reconocidos por los Estados Unidos. Esa fue la “solidaridad” que prestó el gobierno de Washington a la independencia de Hispanoamérica. Bolívar, en su célebre Carta de Jamaica de 1815, refiriéndose a la posición del gobierno de los Estados Unidos señaló: “…hasta nuestros hermanos del norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la más justa, y por sus resultados la más bella e importante de cuantas se han suscitado en los siglos antiguos y modernos…”.[8]

El 3 de marzo de 1817,  a iniciativa del presidente norteamericano James Madison (1809-1817), el Congreso de los Estados Unidos aprobó una nueva ley de neutralidad, dirigida abiertamente contra la revolución Hispanoamericana. Madison había cedido ante las presiones del ministro español Luis de Onís. Según esta nueva ley, cualquier ciudadano que armara un buque privado que pudiese ser utilizado contra un estado en paz con los Estados Unidos, sería castigado con 10 años de prisión y 10 mil dólares de multa. William Cobbett, periodista británico, preguntaba en un folleto publicado en esos días, si realmente era neutral negar armas a un hombre desarmado que peleaba contra otro bien armado. [9]

Mas por si fuera poco, el gobierno de los Estados Unidos no solo se declaró “neutral” ante el conflicto entre España y la Revolución Hispanoamericana, sino que dejó se le prestara a España todo el apoyo logístico necesario, negándose a tomar medidas represivas contra los infractores de la “neutralidad”. Las reprimendas solo se producían si se trataba de alguna acción que favoreciera a los patriotas. Cuando el gobierno republicano de Venezuela dispuso por decreto del 6 de enero de 1817, el bloqueo de Guayana y Angostura, decreto que fue publicado incluso en los Estados Unidos, los buques mercantes norteamericanos hicieron caso omiso al mismo y burlaron sistemáticamente el bloqueo. En ese mismo año fueron capturadas por las fuerzas marítimas de Venezuela las goletas norteamericanas “Tigre” y “Libertad”, cuando llevaban recursos bélicos a los realistas. Este hecho conllevó a un duelo epistolar entre el agente diplomático de los Estados Unidos en Venezuela, Bautista Irvine, y Bolívar, a lo largo de 1818. El 20 de agosto de 1818 le escribe Bolívar a Irvine:

Si es libre el  comercio de los neutros para suministrar a ambas partes los medios de hacer la guerra, ¿por qué se prohíbe en el Norte? ¿Por qué a la prohibición se añade la severidad de la pena, sin ejemplo en los anales de la República del Norte? ¿No es declararse contra los independientes negarles lo que el derecho de neutralidad les permite exigir? La prohibición no debe entenderse sino directamente contra nosotros que éramos los únicos que necesitábamos protección. Los españoles tenían cuanto necesitaban o podían proveerse en otras partes. Nosotros solo estábamos obligados a ocurrir al Norte así por ser nuestros vecinos y hermanos, como porque nos faltaban los medios y relaciones para dirigirnos a otras potencias. Mr.Cobbett ha declarado plenamente en su semanario la parcialidad de los Estados Unidos a favor de la España en nuestra contienda. Negar a una parte los elementos que no tiene y sin los cuales no puede sostener su pretensión cuando la contraria abunda en ellos es lo mismo que condenarla a que se someta, y en nuestra guerra con España es destinarlos al suplicio, mandarnos a exterminar. El resultado de la prohibición de extraer armas y municiones califica claramente esta parcialidad. Los españoles que no las necesitaban las han adquirido fácilmente al paso que las que venían para Venezuela se han detenido”.[10]

Las discusiones acerca de la devolución o indemnización de los barcos confiscados se dieron por concluidas cuando Bolívar ofreció someter el caso al arbitraje internacional. Irvine desatendió el ofrecimiento y pasó a la amenaza, haciendo valer el poderío de su nación. El 7 de octubre de 1818 le respondió Bolívar de manera enérgica: “…protesto a usted que no permitiré que se ultraje ni desprecie el Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra población y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”.[11]

Un hecho relevante ocurrido en 1817 puso también en evidencia la simulada neutralidad de los Estados Unidos frente al conflicto entre la metrópoli española y sus colonias americanas. El 29 de junio, más de un centenar de patriotas suramericanos dirigidos por MacGregor, ocuparon la Isla Amelia, frente a la costa norte de la Florida, y proclamaron la República Libre de las Floridas y establecieron la capital en Fernandina, su punto principal. Los revolucionario venezolanos izaron la bandera venezolana, constituyeron el gobierno civil y designaron autoridades militares y navales. La posesión de este punto en la Florida era de mucha importancia para los patriotas venezolanos en términos de comunicación de las fuerzas independentistas con Estados Unidos y con todos los recursos allí existentes. Al mismo tiempo era casi una posición imprescindible para garantizar el cumplimiento de las medidas de bloqueo de Guayana y Angostura dictadas por Bolívar, pues desde allí se podía detener todo cargamento con destino a los realistas.  De hecho, gracias a esta posesión  fue posible capturar las goletas Tigre y Libertad cuando se disponían a abastecer a los realistas en Venezuela, suceso referido anteriormente. Además, la pérdida de la Florida por parte de España y la ocupación subsiguiente de ésta por fuerzas insurgentes, colocaba al ejército español en una difícil disyuntiva militar: concentraba sus fuerzas en la protección de México o de Cuba. Obligado MacGregor a retirarse por con sus hombres por falta de recursos, le sucedió unos días después la flota de Luis Aury que, el 17 de septiembre de ese mismo año, ocupó el territorio (Isla Amelia y Fernandina) a nombre de los insurgentes de México, pues el marino francés acababa de dejar en Nueva España la expedición de Mina.[12]

La República de la Florida sólo tuvo sesenta y seis días de existencia. El presidente estadounidense James Monroe (1817-1825) y su secretario de Estado, John Quincy Adams ordenaron al ejército norteamericano desembarcar fuerzas navales y terrestres con las cuales invadieron la isla Amelia y ocuparon la capital Fernandina. Estados Unidos no podía permitir que los patriotas del sur frustraran sus planes expansionistas. A partir de este incidente Washington aceleró las acciones para lograr la anexión definitiva de las Floridas a su territorio.

Lo sucedido con las goletas Tigre y Libertad y la expulsión de los patriotas latinoamericanos de la Florida son sólo dos ejemplos de los tantos acontecimientos que pusieron al desnudo la falacia de la proclamada neutralidad. Todavía en 1826 –señala Manuel Medina Castro-, los barcos norteamericanos seguían introduciendo contrabando de armas para los realistas. Al respecto le escribió Bolívar a Santander el 13 de junio de 1826: “…yo recomiendo a usted que haga tener la mayor vigilancia sobre estos (norte) americanos que frecuentan las costas; son capaces de vender Colombia por un real”.[13]

El no reconocimiento de la independencia.

Por si fuera poco la falsa neutralidad del gobierno de los Estados Unidos ante los movimientos independentistas de América del Sur, el gobierno de Washington se negó continuamente a recibir oficialmente a los enviados diplomáticos de Hispanoamérica.\

La Junta Suprema de Caracas fue la primera en enviar sus comisiones a Estados Unidos en busca del reconocimiento y de apoyo a la causa independentista. La misión fracasó, pues los enviados no pudieron obtener armas porque las fábricas se habían comprometido con otras naciones y no se logró el reconocimiento. El presidente norteamericano Madison prometió enviar a Caracas un cónsul (agente), después que se decretara la libertad de comercio. Es decir, Estados Unidos no reconocía a la Junta Suprema, pero esta debía reconocer al gobierno de los Estados Unidos recibiendo a su agente diplomático y ofreciéndole a su nación la libertad de comercio.

También, para esa época, Manuel Palacio Fajardo, a título del Gobierno de Cartagena de Indias (Colombia), quiso establecer relaciones diplomáticas con el gobierno de los Estados Unidos. A esos efectos, inició las oportunas gestiones, pero la Cancillería en Washington las rechazó. El mismo rechazo se le dio a las comisiones de Chile y de Buenos Aires, al tiempo que se le ponía como precondición a Buenos Aires que para llevar a efecto su reconocimiento debía otorgarle a los Estados Unidos la cláusula de nación más favorecida. Paradójicamente Monroe, siendo secretario de Estado de Madison, al único que recibió cortésmente y de inmediato fue al enviado de México, Gutiérrez de Lara, pero para proponerle se interesara por la incorporación de México a los Estados Unidos. [14]

En Sudamérica, a diferencia de los Estados Unidos se recibía con respeto y buen trato a los agentes diplomáticos de los Estados Unidos. Entre otros, Buenos Aires recibió a Joel Roberts Poinsett, como cónsul general, en 1811; Caracas recibió a Alerxander Scout como agente en 1812; Cartagena recibió a Cristopher Hughes como agente especial en 1816; y Buenos Aires, Santiago y Lima recibieron a John B. Prevost como agente especial en 1817.[15]

Sólo después de transcurridos doce años de que llegaran los primeros agentes hispanoamericanos a su territorio y siguiendo todo el tiempo una política de frío cálculo,  fue que el gobierno de ese país reconoció la independencia de la Gran Colombia (lo que hoy comprende los territorios de Venezuela, Ecuador, Panamá, y Colombia), el 8 de marzo de 1822.[16] Es conocido que, años después, Cuba se desangraría durante 30 años en su lucha por la independencia y solo sería reconocida por Washington después de haberle cañoneado la Enmienda Platt. Vergonzoso apéndice a la constitución cubana que convirtió a la Isla en una neocolonia yanqui. No debe olvidarse que Haití fue libre desde 1804 y solo fue reconocida de facto en 1862 por el gobierno de Estados Unidos. Cincuenta y ocho años después. Sin embargo, como bien señaló en un excelente libro el ecuatoriano Manuel Medina Castro, la República de Texas se independizó el 2 de marzo de 1836 y fue reconocida exactamente un año después. William Walker desembarcó en El Realejo, en Nicaragua, en julio de 1855, y su gobierno fue reconocido el 10 de noviembre del mismo año, con intercambio de ministros y todo. Panamá se independizó de Colombia el 3 de noviembre de 1903 y, debido a los intereses de Estados Unidos por construir un canal interoceánico por esa zona, fue reconocida tres días después.[17] Los ejemplos anteriores son una muestra ostensible de que la política exterior de Estados Unidos siempre se ha explicado por los intereses del capital y por la necesidad de expandir su hegemonía. Lo demás es pura retórica y falsa diplomacia.

En ningún momento median razones de principio y de verdadera simpatía, en el reconocimiento del año 1822. Washington solo reconoció la independencia de los países del sur cuando calculó los beneficios económicos que podía obtener del comercio con los mismos, sobre todo para los grandes intereses agropecuarios de los estados del Oeste. También cuando valoró que la victoria de las fuerzas patriotas era inexorable, así como su capacidad de mantenerse independientes.
El 25 de mayo de 1829, Bolívar escribió a José Rafael Revenga: “Jamás conducta ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quien sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses. El secreto del Presidente (de los Estados Unidos) es admirable. Es un chisme contra los ingleses que lo reviste con los velos del misterio para hacernos valer como servicio, lo que en efecto fue un buscapié para la España; no ignorando los norteamericanos que con respecto a ellos los intereses de Inglaterra y España están ligados. No nos dejemos alucinar con apariencias vanas; sepamos bien lo que debemos hacer y lo que debemos parecer.

Mas adelante profirió el Libertador: “Yo no sé lo que deba pensar de esta extraordinaria franqueza con que ahora se muestran los norteamericanos: por una parte dudo, por otra me afirmo en la confianza de que habiendo llegado nuestra causa a su máximo, ya es tiempo de reparar los antiguos agravios. Si el primer caso sucede, quiero decir, si se nos pretende engañar; descubrámosles sus designios por medio de exorbitantes demandas; si están de buena fe, nos concederán una gran parte de ellas, si de mala, no nos concederán nada, y habremos conseguido la verdad, que en política como en guerra es de un valor inestimable. Ya que por su anti-neutralidad la América del Norte nos ha vejado tanto, exijámosle servicios que compensen sus humillaciones y fratricidios. Pidamos mucho y mostrémonos circunspectos para valer más…”.[18]
 
Notas
[1]Manuel Medina Castro, Estados Unidos y América Latina, Siglo XIX, Casa de las Américas, 1968, p.26
[2] Citado por Luis Suárez Salazar, Madre América. Un siglo de violencia y dolor (1898-1998), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006, p. 501.
[3] Ibídem.
[4] Francisco Pividal, Bolívar: Pensamiento precursor del antiimperialismo, Fondo Cultural del ALBA, La Habana, 2006, p.71.
[5] Citado por Luis Suárez Salazar, Ob.Cit, p.502.
[6] Ibídem, p.502.
[7] Francisco Pividal, Ob.Cit, p.60.
[8] Ibídem p.102.
[9] Manuel Medina Castro, Ob.Cit, p.29.
[10]Ibídem, p.33.
[11] Francisco Pividal, Ob.Cit, p. 133.
[12] Sergio Guerra, Jugar con fuego. Guerra social y utopía en la independencia de América Latina, Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2010, p.288.
[13] Manuel Medina Castro, Ob.Cit, p.35.
[14] Ibídem, p.39.
[15] Ibídem.
[16]Francisco Pividal,, Ob.Cit, p.143
[17]  Manuel Medina Castro, Ob.Cit, p.46.
[18] Francisco Pividal, Ob.Cit, p.142.

“Y la hierba se movía…”Entrevista con El Chiri, fundador del Grupo Musical El Indio

  

SERVICIO INFORMATIVO ECUMENICO Y POPULAR
  Roberto Pineda

www.ecumenico.org

SAN SALVADOR, 14 de enero de 2013 (SIEP). La música contagiosa de El Indio acompañó las luchas combativas de los sectores populares urbanos salvadoreños de finales de los ochenta del siglo pasado. En los momentos de mayor represión de la dictadura militar, la música se convirtió en la alegre certeza de la victoria popular. Íbamos a vencer.

Y no era la nostálgica música andina ni la ranchera mejicana, era el pulún-pulún de la ciudad enfrentada a la tiranía, era el cumbión, el ritmo de los luchadores que desafiaban la represión y bailaban en los sindicatos y en las calles proclamando abiertamente las victorias guerrilleras del FMLN de esos años.

El baile se transformó en combate. En reto al imperio y sus sirvientes. “Y la hierba se movía…se movía… y Duarte se cagaba…se cagaba…igual que la oligarquía…”

Y uno de sus fundadores fue el legendario Chiri, nacido Jaime Cerna en 1953, que luego de exaltar en la plaza a la guerrilla tenía que regresar a su casa, clandestino, escondiendo el bajo y los timbales, hasta la próxima presentación.

Fueron tiempos heroicos en los que la vida se ofrecía generosa para el triunfo de los ideales revolucionarios. No había mezquindad. A continuación El Chiri, con su característica humildad y fraternidad, nos cuente su historia que es la historia de El Indio y mucho más.

“Ah, imagínate, te voy a explicar cómo es que surgimos, fue por necesidad, como tarea revolucionaria, había que proyectarnos…y surgimos como expresión sindical revolucionaria, en el sindicato de ANDA, yo trabajaba como programador de computadoras, en aquellos tiempos con el lenguaje COBOL…éramos gente organizada, militantes de la Resistencia Nacional…”

“Aunque te voy a contar, venimos de una misma familia… –sus ojos azules irradian luces de complicidad- yo estuve antes organizado con el Partido Comunista, fui de la Juventud Comunista en 1971. ¡Imagínate, hace 42 años!

“Soy originario de Santa Ana, ingresé allá al Centro Universitario de Occidente, a Áreas Comunes, y empecé a reunirme, pero mi responsable era alguien ya mayor, Rafael Quinteros, Don Lito, que era empresario, atendía con su hermana la agencia de granos básicos llamada Tienda Rosita, en la Avenida Jaime Moran. Vivíamos en el mismo barrio, el Barrio Santa Lucía, que entonces estaba lleno de pinos. Me acuerdo que también era del PC, Carlos Olmedo, que era de la escuela de paracaidistas, del Cuerpo de Bomberos y voluntario de la Cruz Roja.

Estudie bachillerato en el INSA, entonces no estaba organizado, era el año 66, pero cuando entre a la U a Áreas Comunes ya estaba organizado. Y logre conseguir una beca clase B, que significaban 150 bolas en 1971. Me acuerdo de esa época del Cacho, que hoy anda con la TR, que ya estudiaba ahí, y con él y otros amigos pasábamos fumando monte en el redondel del Palmar, nos poníamos bien pedo. Elevados…

Ahí participe en mi primer Desfile Bufo, era todo un espectáculo de creatividad artística y de contenido erótico contra el gobierno y la oligarquía, y nadie se salvaba, mucho menos las queridas de los militares, y los gringos imperialistas. Entonábamos orgullosos el himno estudiantil obligado de aquello época. “Gorilas hijos de puta, los estudiante somos vergones…” y al final pinpirinpiripin… ¿te acordás?

En el 72 nos cayó la Jura, mi primera captura, nos dieron una gran verguiada, el siguiente día nos sacaron a la calle amarrados a todos, y ya en la calle nos dejaron libres, esto me hizo perder mi beca en la U…para ese tiempo mi papá era motorista de la ANDA y él se rebuscó…El le manejaba el jeep al Ing. Francisco José Gómez, que era el jefe de la Zona Occidental. El mismo que acaba de verguear el Batallón Presidencial. Mi papá hablo conmigo y me dijo: mire ya no puedo mantenerlo, lo que puede hacer es irse a trabajar a San Salvador. Acepte y me vine. Alquile un cuarto.
 


Me consiguieron trabajo en el Ministerio de Salud. Como instructor de salud. Mi jefe era Jaime Rodolfo Morales Ehrlich, el hermano de Toño Morales Ehrlich. El de la Junta de Gobierno cuando Duarte. Me correspondía impulsar una campaña financiada por la OPS contra el Mosquito Aedes Aegiptis. Me tocaba andar inspeccionando domicilios y vigilar que las recomendaciones se cumplieran.

Así pase cuatro años, del 72 al 76 y ya no estaba organizado, porque el contacto lo perdí, y en Salud no había sindicato. En el 76 terminó el proyecto. Y me quede sin chamba. Luego conseguí ubicarme en la Droguería Centro Americana, DROCASA, haciendo medicamentos en laboratorio, ahí se hacían las Mejoral, el colirio Eyemo, etc.

En el 78 trasladan al Ing. Gómez a San Salvador como jefe de la Zona Central de ANDA. Fui a verlo y me atendió. Era abril del 78. Me mandó donde el jefe de personal. En mayo ya estaba trabajando. Me tocaba andar repartiendo recibos de agua en las colonias. Y por la noche me dedique a estudiar, hasta me gradué de contador.

Luego conseguí que me pasaran al departamento de procesamiento de datos. Y me gustó. Hice varios cursos, de sistemas numéricos binarios, de programar en RPG-1, Basic Fort, COBOL, etc. Todo esto me sirvió para conocer sobre diferentes generaciones de computadoras. Después me volví digitador…

Con el PRTC…

En el 78 al regresar a ANDA regrese también a la U y entre en contacto con el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, el PRTC. Conocí a Humberto Mendoza, que usaba el pseudónimo de José Lorenzana, el se convirtió en mi Responsable. Fíjate que Humberto fue un amigo muy querido y muy respetado, fue el dirigente principal del Movimiento de Liberación Popular.

Y una hija de él, Tatiana Mendoza murió decapitada, el bombazo en Fenastras en el 89 le voló la cabeza…Humberto era un excelente camarada, cherada, jovial, alegre, humilde, fraternal, muy sensible…además muy disciplinado, ordenado, aprendí mucho de él…en esa época mi pseudónimo era Máximo. En la RN fui Max Enrique.

Reingrese a la U en la facultad de Economía, que en ese entonces se encontraba en la Corte de Cuentas, por donde esta ANDES. Ahí alquilaban. Me metí en administración de Empresas. Me acuerdo del número del carnet: ED 71008.

Con el contacto establecido en la U organice en ANDA el Comité de Bases Obreras, CBO, vinculado al PRTC. Durante la semana era empleado de ANDA pero los sábados y domingo visitaba San Esteban Catarina y Cerros de San Pedro en San Vicente para adiestramiento militar. En una de esas visitas me jodí la rodilla. De esa época me acuerdo de Ricardo Cestoni, que era de oficina, de corbata, pero estaba organizado y participaba en acciones. Me acuerdo de Cazaca, que era el responsable de nuestro colectivo, era alto. Otro de apellido Guevara.

Del 79 al 80 nos declaramos en huelga. Y hasta pusimos una bomba en el Edificio Pacífico. Te aclaró que para esa época no era del sindicato, me refiero a la directiva sino solo afiliado, nosotros como CBO éramos clandestinos, y nuestras actividades eran político-militares, acciones de milicias, sabotajes, propaganda armada…

Y tuve la dicha de participar en la gloriosa marcha del 22 de enero de 1980, junto con las Ligas para la Liberación, que era el frente universitario del PRTC. Mi responsable era José, otro José, sequito, daba clase de arme y desarme en Las Cabañas de la U. Ya entonces había trasladado mi residencia para la UES, aquí vivíamos, aquí comíamos, hacíamos política y todo lo que te podas imaginar. A este José lo matan en diciembre de 1980. Un fuerte golpe para todos nosotros.

Y entonces quede sin contacto. En ese momento todos se replegaron, el colectivo se disolvió, todos estaban chiveados, hasta una compañera sequita de nombre Rita se fue y quede en el aire, aislado…esto hace que no participe en la Ofensiva “final” de enero del 81.

Con la RN…

En el 81 me eligen como secretario para el Comité de Recreación y Deporte de ANDA, cargo institucional. Al año siguiente, me eligen para la directiva del sindicato, del SETA, encargado de relaciones. El secretario general era Carlos Zometa. Ya murió, militante de la RN.


 En la primera reunión asiste un asesor de Fenastras, de nombre Mario Cabrera, que en ese entonces militaba en la RN y luego se pasó para el ERP. Le pregunto que como está la jugada ahí. Y me responde: -mirá aquí ya están organizados, metéte a un colectivo de la RN. Le respondo: -cachimbón. Y quedo conectado de nuevo.

Me integro a un colectivo. Era un trabajo muy amplio, había varios colectivos. Y en ese momento me ayuda mucho los conocimientos adquiridos con Don Lito porque de lo que se trataba era de instruir ya no en lo militar sino políticamente a decenas de militantes nuevos, darles a conocer la teoría revolucionaria, el marxismo. Don Lito como buen PC me hizo que estudiara filosofía, economía, historia, sociología, nos preparó en el marco teórico y esto me sirvió mucho en este nuevo desafío, para salir adelante.

Me dedicaba exclusivamente al trabajo político, sin responsabilidades militares. Aunque reclutábamos combatientes en el sindicato. La directiva estaba conducida por un colectivo de cuatro compañeros: Zometa ya mencionado, Eduardo, Chanchan y mi persona. Zometa era el responsable, tenía el pseudónimo de Milton. Te aclaro que hay dos Julio Zometa. El asesor era un compañero de apellido Vanegas.

A mí me tocaba atender a cinco colectivos. Hacíamos análisis de la situación política a la luz de documentos bajados por la entonces Comandancia General del FMLN. En los años más peliagudos de la represión, me refiero a los años 82 al 84, le hicimos huevo en la directiva del SETA.

Nace el Grupo El Indio.

En el año 84, platicando con Rodrigo, que era responsable del FMLN y junto con Joaquín, un zarco, le dije: mirá, toquemos en las asambleas del sindicato. Y me respondió: cachimbón, solo los dos. Acordate que yo era responsable de relaciones, y empezamos a tocar los dos con guitarra y a la gente le gustó. Y luego se fueron incorporando otros instrumentos como la Chanchona (con Gerardo Rivas). Empezamos a tocar sin ponernos nombre. Tocábamos los tres.

Desde cipote aprendí a tocar instrumentos musicales. A los 13, 14, 15 años tocaba en el barrio Santa Lucía y en El Palmar. Y pertenecí a la orquesta American Mazariego. Bueno empezamos a tocar en las actividades del sindicato, Joaquín la guitarra y yo la flauta. Tocamos música popular, de los Guaraguao, de Víctor Jara y empiezan a invitarnos para amenizar huelgas, marchas, actos políticos…

Estuvimos acompañando cuanta huelga hubo en ese tiempo: Etiquetas y elásticos, CIRCA, la Búfalo, que ahí trabajó Febe Velásquez…y también una hermana mía. Quedaba en Cuscatancingo. En huelgas de la misma ANDA, del ISSS. Además de grupo musical El Indio era un colectivo político de militantes de la RN.

En las reuniones hacíamos las canciones de manera colectiva o recibíamos colaboraciones, por ejemplo de Juan José Mejía, de la CEL; llegó y nos dijo: aquí les dejo esta canción…era La suavecita…una cumbia…pero nosotros le pusimos otro ritmo y pegó…era de las favoritas…báilala suavecita…o La hierba se movía…o El Guayabo revolucionario.

Otto Guevara nos regaló Canción para ahuyentar a los malos espíritus…hasta estudiantes del centro Universitario de Oriente, en San Miguel nos daban colaboraciones…en realidad era un trabajo de producción artística colectiva cachimbón…aprovecho para agradecerte porque ustedes también en Comunicaciones de la U nos echaron la mano, me acuerdo de la grabación del cassette. Y te acordas que fue el propio Raúl Beltrán el que hizo la grabación, fue su aporte a la revolución. Fíjate que la primera semana sin paja vendimos 1,000 cassettes, en el 87.

En el 85 me echan de ANDA por subversivo. Echan a toda la directiva del sindicato. Echan a todo el sindicato, completo. Perdomo, el actual jefe de la OIE era el presidente de ANDA y decidió “deshacerse” del sindicato. Perdomo nos acusó a 137 afiliados de pertenecer al FMLN. Para ese entonces mi responsable político era Doroteo Gómez Arias.

Me fui a buscarlo, todo triste y al verlo le dije: me echaron a la mierda de ANDA. Y el saltó de alegría, me abrazó y me dijo: vergón…hoy te quedas a tiempo completo para la revolución…de lo que a mí me dan te voy a dar la mitad. A él le decían El Indio por su aspecto.

El fue capturado el 9 de agosto de 1985. A los días lo mataron. Y apareció “muerto” en la Policía Nacional. Me dolió mucho su asesinato. Y así empecé mi trabajo como funcionario de la revolución. A tiempo completo. 24 horas al día pensando, cantando, escribiendo, luchando por la revolución. Tenía estipendio para mi familia. A la casa ya ni llegaba, aunque ya vivía en el cantón El Cabañal, en Colón.

Entonces me pusieron otro responsable para atender mi trabajo, como se estilaba en ese tiempo. En eso consistía estar organizado. Éramos como un eslabón de una gran cadena, la cadena de la revolución. En realidad fueron dos, uno de pseudónimo Braulio que se llamaba Ronald y Rubén Rojas (Roberto Cañas). Después tuvimos a Fidelina, la de Filosofía, como responsable.

Para ese entonces ya éramos cinco: Joaquín, Gerardo, Carlos Morataya, Rafael Zepeda y este servidor. Y entonces en una reunión les dije: en homenaje pongámonos Grupo El Indio. Y empezamos a presentarnos con este nombre. Fíjate que íbamos a los frentes guerrilleros y armábamos tremendos bailongos.

Por esos años viaje a México a una Escuela Política de la RN. Una capacitación sobre comunicaciones y propaganda. Me acuerdo que allá estaba exilado Eliseo Ortiz, que trabajaba en el CECARI. Y estaba el Chino Quan. Estuve también en Nicaragua en una capacitación de manejo de armas y explosivos. Usábamos un polígono de tiro del EPS.

En el 87 me sacan del trabajo del Grupo El Indio. Me clandestinizan, y me sacan para Nicaragua. Ya como parte del Plan Calentamiento, de generar actividades de masas para lo que se llamaba el Momento Insurreccional. Se crea la Comandancia del Frente Metropolitano. Ahí están Gerson, Roberto Cañas. Lo que después fue la Ofensiva de Noviembre del 89. Regreso de Nicaragua en el 88.


Presos en la Guardia Nacional

Y al nomas regresar me caen a la casa. Fue un claro dedazo. Nos llegan a sacar chulones a la Vilma y a mí. Nos secuestra la Guardia Nacional. Vivíamos en El Modelo, en la calle 15 de septiembre.

Y fue la noche del 24 de diciembre de 1988. Pasamos la Navidad bien vergueados…los dos, nos entubaron hasta el año 89. Me tocó recorrer las cárceles de Mariona, Santa Ana y Sonsonate. Tenían miedo los vigilantes, me acuerdo, que se atacaran los penales.

Gracias a los esfuerzos de Félix Ulloa, Omar Pastore y otros logre salir. Fue Omar el que me sacó con un recurso de habeas corpus. Por cierto hoy lo he visto acompañando a Dago en este esfuerzo del MNP. Salí en abril del 89. De la cárcel me fui para el monte. Estuve en Ciudad Barrios, en Texistepeque, en Comasagua, hasta que llegó la Ofensiva de Noviembre del 89.

Alquilamos una casa en la Colonia Santa Marta y empezamos a llenarla con armas, dos barriles de pólvora, 10 mil detonantes, y el mero día 11 hicimos una fiesta, un pachangón y de la fiesta salimos armados a tomarnos la colonia y así incorporarnos a la ofensiva en todo el país.

Lo que no esperábamos y nos sorprendió es que nos hiciera mierda el enemigo, nos dieron con todo, y ya para matarnos logramos que nos sacaran los de la Cruz Roja, y nos llevaron al Sagrado Corazón, allá en la Escalón, con la hermana Hilda. Y para terminar de joder la Vilma andaba preñada. Imagínate. Pero cuando la monjita me vio llegar al refugio me dijo: ay no usted es muy conocido. Y mejor llamó al embajador mexicano.

Al rato apareció el embajador. Don Hermilio López Bassol. Hablamos y esa misma tarde llegó a traernos. Él personalmente nos llevó al aeropuerto y se aseguró que abordáramos el avión y saliéramos del país hacia México. En México nos llevan a un hotel. Dios días después nos está visitando Oscar Fernández y su mujer Ligia.

Nos incorporamos al trabajo de solidaridad. Todo el 90 nos recorrimos la república mexicana. Hicimos un programa llamado “Poemas y canciones” en el que incluíamos canciones nuestras, y poemas de Escobar Velado, de Roque…estuvimos en Puebla, Colima, Cuernavaca, etc.

En el 91 regreso a la patria…trabaje en la secretaría de relaciones internacionales de Fenastras. Junto con Gerardo Díaz, fuimos nosotros los que hicimos las gestiones Para la construcción del edificio del que luego se apodero y lucró Huezo.

En el 92 me incorporo a un proyecto radial, a la radio Cabal, con un programa de radio junto con Mario Maida. Y luego a la radio Clave. Hicimos un programa llamado El Cabal, el luchador de la radio Cabal. Luchador Social, me refiero.

Eso que me preguntas es otro gran rollo…en síntesis: existe a nivel mundial la Colectiva de la Media Luna y su misión es infiltrar las organizaciones y reclutar mujeres así fue que cayó la Colocha…Otro día te lo cuento.

Del 92 al 95 regreso a estudiar en la UES. En el Plan de Filosofía. Nos graduamos en el local de Fenastras. O sea que soy filósofo dicen. Del 98 al 2000 estuve en Fenastras. Luego me dedique a hacer investigaciones sociales. Fíjate que en el 2005 quede ciego…sí, ciego. Me cayó la diabetes. Y ya no pude trabajar. Y me dedique al comercio y a cantar en chupaderos…

En la actualidad colaboro con los programas artísticos que realiza la facultad de derecho de la UES. He regresado a la fuente…y sigo soñando y luchando por los mismos ideales.
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...