Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

miércoles, 21 de agosto de 2013

El neoliberalismo en el debate económico




Julia Evelyn Martínez

 En los debates económicos interuniversitarios que se han comenzado a promover en el país, ha surgido el tema del neoliberalismo. En dichos encuentros se han expresado opiniones que evidencian un desconocimiento bastante generalizado del significado teórico y práctico del neoliberalismo. Un estudiante de la ESEN se negó a hablar del neoliberalismo porque eso en su opinión eso era “ideologizar el debate”, mientras que un conocido economista (otrora crítico del neoliberalismo y del capitalismo), se ha aventurado a descalificar las críticas al neoliberalismo de parte de estudiantes de la UCA porque en su opinión en los últimos 25 años de la historia económica nacional, el Estado ha intervenido directamente para beneficiar a ciertas élites o grupos empresariales, y esto, en su opinión es una prueba irrefutable que el neoliberalismo no ha existido en El Salvador.

Mi experiencia en debates en el mundo académico y laboral me ha dejado dos enseñanzas sobre los mismos.

En primer lugar, para debatir sobre un tema es necesario que quienes participan tengan un conocimiento más o menos homogéneo sobre el tema en cuestión. De lo contrario se cae en una especie de Torre de Babel, en donde cada participante se refiere al tema en un idioma diferente al de los demás. Tener un conocimiento homogéneo no significa tener la misma postura frente al tema; significa más bien, poseer un conocimiento equivalente sobre el significado conceptual de los términos que serán usados para abordar los aspectos del mismo.

En segundo lugar, el diálogo en un debate solo es posible cuando ambas partes tienen como objetivo la búsqueda de la verdad, sin importar los intereses corporativos o personales que puedan salir afectados con esta verdad. Esta segunda condición es más difícil de cumplir que la primera, ya que en los debates muchas veces participan personas que se presentan como especialistas, analistas y/o como académicas, pero que en realidad son personas que tienen dependencia laboral o profesional de empresas, instituciones, gobiernos o partidos políticos. Esta dependencia les dificulta reconocer la verdad de un argumento en debate cuando este reconocimiento puede significar una afectación de los intereses sus empleadores, benefactores y/o aliados. El escritor estadounidense Upton Sinclair nos advertía lo difícil que es hacer que una persona entienda que algo está mal, cuando su empleo o su salario dependen de que no lo entienda.

Establecido lo anterior, me permito exponer a continuación algunas precisiones sobre el tema del neoliberalismo, que pretende ser una humilde contribución académica al debate económico tan necesario en el país, y que debe trascender de las aulas universitarias para llegar a los sindicatos, a las organizaciones populares, las comunidades y al pueblo en general.

En términos coloquiales usamos el término neoliberal para calificar a casi cualquier cosa, desde el capitalismo, la globalización, a las políticas públicas y hasta al patriarcado. Sin embargo, en sentido estricto, el neoliberalismo como su nombre lo indica, se refiere a una versión renovada o actualizada del paradigma del liberalismo económico que tuvo su desarrollo intelectual, político, filosófico y económico en el siglo XVIII, y que tiene entre sus máximos representantes a Adam Smith y a David Ricardo.

La palabra “liberal” fue usada por primera vez en España 1812 durante las sesiones de las Cortes de Cádiz, para designar a quienes se consideraban “amigos de la libertad”. Posteriormente, el término fue retomado en los países anglosajones para referirse a las personas, instituciones, partidos o gobiernos que asumen que la libertad individual es el único camino que conduce a la prosperidad y al bienestar de los pueblos. La palabra liberalismo comenzó luego a usarse en economía  para agrupar al conjunto de ideas y propuestas para promover, defender y/o mantener la libertad empresarial en el sistema económico capitalista frente a la injerencia de los Estados.

¿Qué tienen en común el Liberalismo y Neoliberalismo? Ambos tienen en común el hecho de ser descripciones UTOPICAS de funcionamiento ideal de las sociedades capitalistas. En este funcionamiento ideal, la acumulación de capital (inversión de capital privado) produce bajo ciertas condiciones, un crecimiento económico sostenido, pleno empleo y bienestar para todos los miembros de la sociedad.Las condiciones que permiten que la acumulación de capital provoque estos resultados están relacionadas directamente con la libertad empresarial de las personas: libertad de fijar precios y salarios, libertad de comercio, libertad para invertir, libertad para obtener ganancias.

Ahora bien, ¿en qué consiste entonces la diferencia entre liberalismo y neoliberalismo? La principal diferencia consiste en el rol que en su respectiva narrativa (o discurso hegemónico) se le asigna al Estado. En la cosmovisión liberal (descrita magistralmente por Adam Smith en La Riqueza de las Naciones) el Estado no tiene ninguna función relevante en la economía más que no permitir legalmente la formación de monopolios y recaudar impuestos para financiar las tres funciones que le corresponden: impartir justicia, garantizar seguridad nacional y financiar obras públicas. En cambio, en la narrativa neoliberal, el Estado le corresponden funciones específicas vinculadas a la creación y mantenimiento de las condiciones del “clima de negocios” que las empresas necesitan para innovar, invertir, y crear empleos. Estos incluyen acciones como el aseguramiento de los derechos de propiedad privada individual (como la protección de derechos de autor, la autorización de patentes), la creación y mantenimiento de una institucionalidad del libre mercado y del libre comercio (como los acuerdos de comercio e inversión), y la aprobación de reformas laborales, económicas y sociales que faciliten las inversiones y la creación de la riqueza por parte de las empresas nacionales y transnacionales. Es decir, el neoliberalismo no significa el debilitamiento o la no intervención del Estado sino más bien significa un tipo particular de intervención del Estado en la creación del clima de negocios que necesita la inversión de capital en un momento determinado.

Sobre este punto debe tenerse en cuenta que la creación del llamado clima de negocios no es un proceso técnico ni neutral, sino que es, ante todo y sobre todo, un proceso político. Esto debido a que se tienen que modificar las relaciones de poder entre clases sociales y los arreglos institucionales existentes previamente a la adopción del neoliberalismo como utopía económica. De manera específica, exige un aumento del poder de la clase capitalista frente a la clase trabajadora, para que esta no se convierta en un obstáculo para las nuevas formas de valorización del capital. El Estado desempeña un papel fundamental en este reacomodo de las relaciones de poder. El caso del neoliberalismo en Chile puede ser ejemplo ilustrativo al respecto.

El “milagro económico chileno” no pudo incubarse si no hubiera sido posible sin la existencia de un Estado represivo que se puso al servicio de la eliminación de la oposición anti-capitalista y del pensamiento crítico mediante la dictadura militar para poder desmantelar a todos los movimientos sociales y sindicales que habían sido fortalecidos durante las décadas anteriores y que potencialmente pudieron haberse resistido a las políticas de shock a que a partir de 1975 privatizaron de las pensiones, del sistema de salud, del agua y de la educación. Esta represión incluyó el asesinato, el encarcelamiento y el exilio de economistas e intelectuales con pensamiento crítico así como el cambio en el pensum de las carreras de economía y otras, en las que se erradico el estudio de teorías (como la teoría marxista) en la medida que podían ser peligrosas para la imposición del consenso neoliberal. Para los intelectuales neoliberales lo ocurrido en Chile durante la dictadura de Pinochet no representó ninguna contradicción con el espíritu del respeto a la libertad individual en que se basan sus teorías, ya que para garantizar esa libertad a toda la sociedad, muchas veces se tiene que sacrificar las libertades (y la vida) de quienes son una amenaza para ella.

Friedrich Von Hayek, uno de los más aclamados representantes del neoliberalismo se refirió a la dictadura militar chilena en los siguientes términos: “Yo diría que estoy totalmente en contra de las dictaduras, como instituciones a largo plazo. Pero una dictadura puede ser un sistema necesario para un período de transición. A veces es necesario que un país tenga, por un tiempo, una u otra forma de poder dictatorial. Como usted comprenderá, es posible que un dictador pueda gobernar de manera liberal. Y también es posible para una democracia el gobernar con una total falta de liberalismo. Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente. Mi impresión personal —y esto es válido para América del Sur— es que en Chile, por ejemplo, seremos testigos de una transición de un gobierno dictatorial a un gobierno liberal. Y durante esta transición puede ser necesario mantener ciertos poderes dictatoriales, no como algo permanente, sino como un arreglo temporal”. ( El Mercurio 07.04.1981)

En otras ocasiones, la creación del clima de negocios favorable para la inversión de capital implica un reacomodo en las relaciones de poder al interior de la clase capitalista, y coloca a los gobiernos y a los Estados en la necesidad de usar la política pública para favorecer los intereses de determinados grupos empresariales que tienen la capacidad de asumir al neoliberalismo como su proyecto histórico y que al mismo tiempo son los patrocinan a los partidos para que legislen para la confección de un clima de negocios a “la medida” de sus intereses.

En El Salvador por ejemplo, la privatización de la banca fue realizada por el gobierno de Alfredo Cristiani para modificar el balance de poder al interior de la clase empresarial salvadoreña, ya que se favorecieron los intereses del grupo empresarial emergente (ligados a la creación de FUSADES en 1983) mientras que se debilitaron los intereses del grupo empresarial vinculado a la agroexportación tradicional y a la industrialización por sustitución de importaciones. Este mismo grupo fue favorecido posteriormente por el gobierno de Francisco Flores, que mediante la dolarización y las exenciones fiscales, permitió que estos grupos empresariales vendieran al capital transnacional los activos de los bancos obteniendo ganancias extraordinarias, para que pudieran tener la liquidez necesaria para invertir en el desarrollo turístico e inmobiliario a nivel nacional y regional. Fue también el caso del gobierno del presidente Salinas de Gortari en México, que privatizó TELMEX para favorecer los intereses del consorcio creado por Carlos Slim y France Telecom, y que fue la base de la acumulación de capital que convirtió posteriormente a Carlos Slim en el hombre más rico del mundo.

Debe aclararse también que el neoliberalismo no es un recetario ni tampoco un manual de instrucciones para diseñar políticas públicas. El documento titulado “Lo que Washington quiere decir cuando se refiere a las reformas de políticas económicas” (John Williamson, 1990), conocido popularmente como “el consenso de Washington” fue solamente un intento de sistematización de las diez principales medidas de reformas económicas que estaban siendo promovidas desde la década de los ochenta por los organismos multilaterales y bilaterales con sede en Washington (BID, USAID, Banco Mundial, FMI) para resolver los viejos y nuevos problemas del desarrollo.

Entre las medidas identificadas por John Williamson, se pueden mencionar: la reducción del déficit fiscal, las privatizaciones, el fortalecimiento de los derechos de propiedad, la apertura comercial, la desregulación de los mercados, la descentralización del Estado, entre otras. Sin embargo, este no es el proyecto del neoliberalismo, sino únicamente un recuento de las principales reformas económicas que se estaban promoviendo en el mundo desde los organismos financieros internacionales parapromover la creación del clima de negocios que necesitaban los capitales nacionales y transnacionales para ser invertidos en condiciones de seguridad, estabilidad y rentabilidad. Este Consenso de Washington no está superado, sino que se encuentra en permanente revisión y actualización para adaptarse a las nuevas necesidades del clima de negocios que las empresas necesitan para aumentar su rentabilidad. Por ejemplo, a este consenso han sido agregados otras reformas económicas como la aprobación de marcos legales e institucionales para promover los asocios públicos- privados en la gestión de bienes y servicios públicos y el tema de los pactos fiscales para promover ajustes fiscales de consenso.

Por eso es cuestionable el análisis de quienes afirman que el neoliberalismo no se impulsó en El Salvador porque no se pusieron en marcha todas las medidas contenidas en el Consenso de Washington. Esto es una perspectiva demasiado simplista sobre el significado y práctica del proyecto utópico neoliberal. Los países avanzan hacia a la utopía neoliberal desde diferentes caminos y desde diferentes estrategias. El camino de Singapur fue diferente al camino de Chile, el de Estados Unidos diferente al de México y el de El Salvador es diferente al de Costa Rica. Pero al final, todos los caminos convergen en la imposición de un consenso nacional según el cual “lo que es bueno para la clase capitalista es bueno para el bienestar de la sociedad”.

Dos puntualizaciones más para concluir este texto: ¿Por qué surge el neoliberalismo? ¿Cómo logra imponerse el consenso neoliberal?

El consenso neoliberal

Las ideas neoliberales fueron desarrolladas por un grupo de economistas y filósofos conocidos como la Sociedad de Monte Pellerin, un movimiento esencialmente ideológico, creado en 1947 a iniciativa de Friedrich Von Hayek, y que tuvo entre sus primeros miembros a Ludwig von Mises, Milton Friedman, Karl Popper, George Stigler, Gary Becker y Ronald Coase. Todos estos intelectuales compartían tres cosas en común: trabajaban como profesores en las más influyentes universidades del mundo; estaban vinculados a políticos poderosos en varios países,  y eran críticos al consenso keynesiano que había logrado imponerse como discurso económico hegemónico después de la segunda guerra mundial.

El consenso keynesiano estaba basado en las ideas del economista John Maynard Keynes y en las políticas del Nuevo Trato (New Deal) impulsadas por el gobierno de Franklin D. Roosvelt que lograron sacar a la economía de los Estados Unidos de la depresión económica los años treinta y que se usaron posteriormente para promover la reconstrucción de Europa y para orientar los procesos desarrollistas en los países del sur, como la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones en Argentina, Brasil, México y Chile. El keynesianismo sostenía que la economía capitalista tiene una tendencia estructural a las crisis debido a su tendencia a provocar la caída de la demanda efectiva (consumo de las familias y la inversión de las empresas), con lo cual se obstruye la posibilidad de generar el pleno empleo y se acentúan las tendencias a la concentración de la riqueza en pocas manos. Para prevenir estas crisis, el consenso keynesiano proponía la necesidad de contar con un Estado fuerte y con capacidad de promover el pleno empleo, el crecimiento económico y el bienestar de la ciudadanía. Esto se lograba mediante la planificación económica, el control estatal de sectores económicos claves, como la generación de energía, los transportes y las comunicaciones, y mediante políticas monetarias y fiscales expansivas para estimular la demanda efectiva. El consenso keynesiano también impuso la idea que el poder de la clase capitalista debía ser controlado, que había que dar más poder a la clase trabajadora en las negociaciones de sus condiciones laborales y que el Estado debía cumplir con una función redistributiva de la riqueza mediante el financiamiento de un sistema de protección social de carácter universal (salud, educación, pensiones).

El consenso keynesiano generó altas tasas de crecimiento en los países capitalistas industrializados en las décadas de 1950 y 1960 y favoreció la expansión de las exportaciones de Japón, América Latina y los países del sureste asiático. Las políticas redistributivas de los Estados (Estado de Bienestar) y la regulación de los mercados fortalecieron por una parte el poder de negociación de la clase trabajadora al mismo tiempo que la tasa de ganancia de la clase capitalista se mantenía tendencialmente hacia la baja. Este consenso se volvió insostenible a principios de la década de los setenta, cuando estas tendencias se combinaron con los efectos del embargo petrolero de la OPEP en 1973, que produjo un alza sin precedentes en el precio del petróleo. Surge en ese momento el fenómeno de estanflación (recesión económica con inflación) que no podía ser resuelta mediante las políticas keynesianas tradicionales, y que termina por conducir a la economía mundial a una situación de crisis e inestabilidad social y política. Para países como Inglaterra el mantenimiento de los altos niveles de gasto público para financiar las políticas redistributivas y la caída de los ingresos tributarios, provocaron graves crisis fiscales que necesitaron de rescates financieros del FMI. Las elites económicas experimentaron en esta crisis una profunda reducción en el valor de su riqueza. Según Duménil y Levi, 2004) el porcentaje de la riqueza total de Estados Unidos (acciones, propiedades y ahorros) poseída por el 1% más rico disminuyo del 38% en 1965 al 22% en 1975.

El descontento social se extendió en ese período en los países capitalistas desarrollados y unificó a organizaciones obreras, movimientos sociales y a partidos de izquierda, que comenzaron a plantear alternativas socialistas a la crisis de acumulación de capital. Este descontento y estas propuestas llegaron a representar una amenaza real a la hegemonía de las clases capitalistas en varios países del norte (Italia, España, Portugal, Francia, Suecia) y del (Chile, México, Argentina).

Esta crisis sin embargo, se convirtió en la gran oportunidad para imponer las ideas liberales renovadas (neoliberales) como el nuevo sentido común económico, al mismo tiempo que les dio a los líderes intelectuales y políticos del neoliberalismo la oportunidad de echar la culpa de la crisis a los Estados intervencionistas, y a las políticas keynesianas, en especial, a las políticas de redistribución del ingreso y de la riqueza. Por su parte, las clases capitalistas de los países capitalistas desarrollados no solo recuperaron su control sobre la propiedad de la riqueza total sino que lo incrementaron como resultado de las reformas económicas impulsadas por los gobiernos neoliberales (privatización de empresas públicas, reducción de impuestos directos, debilitamiento del poder de negociación de sindicatos, etc.).

¿Cómo se logró imponer este consenso?. No se puede establecer un solo método de imposición del neoliberalismo como el nuevo sentido común económico. En algunos países, como Chile, Argentina y Gran Bretaña se impuso bajo la forma de políticas de shock (ver La Doctrina del Shock, Nahomi Klein). En otros países como Costa Rica, Bolivia y Perú se logró mediante los conocidos Programas de Ajuste Estructural (PAES) que obligaban a los gobiernos con problemas para el pago de la deuda externa a poner en marcha determinadas reformas económicas a cambio de fondos para la estabilización de la balanza de pagos y de las finanzas públicas. Mientras que en otros casos, como El Salvador, se impone de manera democrática, mediante el triunfo electoral e intelectual de una parte de la elite empresarial que reconoce en el neoliberalismo su marco de referencia para poder insertarse en la fase de la globalización del sistema capitalista y en los procesos de transnacionalización de las cadenas productivas, comerciales y financierasmundiales.

Sin embargo, a pesar de estas diferencias en las estrategias, entre los principales investigadores e investigadoras del neoliberalismo, parece existir un consenso acerca del papel fundamental desempeñado por los centros de reflexión económica (conocidos como tanques de pensamiento) y por las escuelas de economía de algunas universidades en la configuración, desarrollo y renovación de las ideas neoliberales y de los cuadros de intelectuales que demandan tanto la clase empresarial como los gobiernos para llevar adelante este proyecto económico.

Estos tanques de pensamiento se fortalecen mediante la creación y mantenimiento de redes internacionales de colaboración que les permiten la coherencia en los análisis y propuestas, y además, les potencian su capacidad de influencia en los discursos y debates nacionales. Es importante destacar que a los centros del pensamiento neoliberal no les interesa participar en los debates económicos, sino más influir en los debates económicos, para que sus ideas sobre los problemas, las causas de los mismos y las soluciones a estos, sean consideradas como el marco de referencia de estos debates.

La eficacia de la labor ideológica de estos centros se deriva tanto de la capacidad de renovación de su discurso como de la flexibilidad en la estructura de sus alianzas internas. Lo primero, les ha llevado a moderar y/o renovar su discurso mediante la incorporación de matices y temas no considerados originalmente en el marco ideológico neoliberal, tales como la cohesión social, el desarrollo institucional, la gobernabilidad y la pobreza. Lo segundo, les ha permitido vincularse a intelectuales, políticos/as y organizaciones de la sociedad civil que tienen una trayectoria o una imagen pública alejada del neoliberalismo, pero que al cabo de un tiempo comienzan a adherirse al consenso neoliberal y a formar parte de lo que Fischer y Plehwe(2013) denominan la infraestructura vital y el reservorio de competencias profesionales que demanda la clase capitalista para darle continuidad y legitimidad al proyecto de dominación neoliberal.

Para concluir, en mi opinión, el debate económico que incorpore el tema del neoliberalismo deberá tomar en cuenta estos y muchos otros aspectos, para poder realmente partir de un conocimiento común sobre el mismo, que permita a continuación contrastar ideas, argumentos y hechos sobre el impacto real y/o potencia que el consenso neoliberal tiene sobre el crecimiento económico, sobre el desarrollo y sobre el bienestar de las personas. De lo contrario, no habrá debate posible, solamente ecos de la misma voz rebotando en las paredes.

Bibliografía recomendada:


Dumenil, Gerard y Dominique Levy. Capital Resurgent. Roots of the Neoliberalism Revolution.Harvard UniversityPress, 2004.

Fischer, Karin y Dieter Plehwe. Red de ThinkTanks e intelectuales de derecha en América Latina”. Revista Nueva Sociedad, mayo-junio 2013.

Harvey, David. Breve historia del neoliberalismo. Ediciones AKAL, Madrid, 2007.

Klein, Nahomi. La Doctrina del Shock: el auge del capitalismo del desastre. Editorial Paidos Ibérica, 2007.

Mirowski, Phillip y DieterPlehwe. The Road fromMontPelerin. Harvard UniversityPress, 2009.

Robinson, William. Una teoría sobre el capitalismo global. Ediciones desde abajo, Bogotá, 2007.

Sociedad MontPelerin, Declaración de Principios, 1947, disponible en: www.montpelerin.org

Calibán, la bruja y El Capital


Fuente : Reseña y crítica de Calibán y la bruja, de Silvia Federici. Por David Karvala.

Reseñas y críticas a "Calibán y la bruja", de Silvia Federici.

Este libro abarca tantas cosas que es imposible hacerle justicia en una breve reseña. (...) Muy brevemente, Federici presenta como elementos clave para la transición del feudalismo al capitalismo los cercamientos —la toma por parte de los ricos de las tierras comunes—; el colonialismo y la esclavitud; y la caza de brujas. Los dos primeros puntos son ampliamente reconocidos, aunque el libro tiene el mérito de rescatar importantes luchas, perdidas en el pasado. El tercer punto es más novedoso, y controvertido. Creo que hace un gran trabajo al explicar un fenómeno casi ignorado —como comenta la autora— por la historia.

Pero no convence su tesis global acerca de la centralidad de la caza de brujas para el auge del capitalismo. Aquí sólo cabe un esbozo de algunas discrepancias.

La principal tiene que ver con la propia concepción de la transición hacia el capitalismo. Para Marx, el surgimiento del capitalismo fue algo muy contradictorio. Por un lado, como escribió en El Capital, “el capital nace chorreando sangre y lodo… desde los pies a la cabeza”. Por otro, al hacer avanzar la producción, pone las bases materiales necesarias para una nueva sociedad más justa, y crea la clase trabajadora, que tiene el poder colectivo de establecer este nuevo mundo.

Federici sólo ve la primera parte: el capitalismo es simplemente “la contrarrevolución” ante “las posibilidades que habían emergido de la lucha anti-feudal: unas posibilidades que, de haberse realizado, nos habrían evitado la inmensa destrucción… que ha marcado el avance de las relaciones capitalistas.” (pág. 34).

Describe al capitalismo como “la respuesta de los señores feudales, los mercaderes patricios, los obispos y los papas”. En un argumento que es idealista, en un sentido filosófico, Federici presenta una transición del feudalismo al capitalismo conscientemente planificada por parte de “la clase dominante europea” —en realidad, toda una serie de grupos divididos en base a la clase y la nación— cuando fue más bien producto de una serie de luchas a muerte entre los representantes del viejo sistema y la naciente burguesía, ésta a menudo respaldada por las clases populares a las que luego traicionó.

Con esta visión unidimensional, la revolución inglesa del s.XVII —que cortó la cabeza al rey— se reduce a “la llegada al poder de los puritanos después de la Guerra Civil (1642-1649)” (pág. 126). Y estoy seguro de que los “señores feudales” que perdieron la cabeza en la revolución francesa de 1789 —ausente en el libro— no celebraron, ni mucho menos planificaron, la llegada de sus verdugos burgueses.

Y finalmente, está muy bien recuperar las luchas anti-feudales del s.XII en adelante, pero sugerir que éstas podrían haber llevado directamente a una nueva sociedad también es idealista. Para que todo el mundo pueda vivir mejor, no basta con buenas ideas y voluntad, también hacen falta los medios materiales. Estos medios faltaron en la Rusia revolucionaria, imposibilitando el socialismo en ese país (es significativo que Federici se refiera al bloque estalinista como “Estados socialistas”, pág. 21). En 1917 sí existieron las bases materiales en el ámbito global, y hoy aún más; pero en el s.XIII o XV, no.

Igual que la propia transición al capitalismo, la caza de brujas se presenta como una estrategia planificada. Federici es convincente cuando explica su enorme alcance, pero las terribles cifras —“en menos de dos siglos cientos de miles de mujeres fueron quemadas, colgadas y torturadas”— no confirman su tesis. Es innegable que la transformación de la opresión de las mujeres en la transición al capitalismo fue imprescindible para la nueva sociedad de clases (aunque sospecho que Federici pinta una imagen edulcorada de la vida de las mujeres bajo el feudalismo), pero no convence de que la caza de brujas fuera “uno de los acontecimientos más importantes del desarrollo de la sociedad capitalista y de la formación del proletariado moderno”. En parte, porque como ella demuestra, las cazas de brujas también afectaron zonas y épocas en las que la transición al capitalismo aún quedaba muy, muy lejos, como Castilla o México en el s.XVI. Un fallo del libro es que, al intentar abarcar tanto, mete tiempos y lugares muy diferentes en un mismo saco uniforme.

Dicho esto, se puede aprender mucho de este libro aun sin compartir su visión general.

Respuesta de Manel Ros en La Hiedra a la crítica de David Karvala.

David en su reseña saca a relucir algunos aspectos de la obra de Federici que considera que no se demuestran bien en el libro y que como mínimo generan muchas dudas.

Básicamente los puntos de desacuerdo que pretendo discutir en este artículo son dos: la importancia de la caza de brujas en la transición al capitalismo como parte de la acumulación originaria y si esta transición fue una respuesta planeada de las clases dirigentes.

El debate sobre qué aspectos han tenido más relevancia en la acumulación originaria y por tanto en la aparición del sistema capitalista es largo, complejo y no se ha resuelto en más de cien años de marxismo. Por tanto no pretendo aquí dar una respuesta definitiva a la pregunta, sino esbozar algunas dudas respecto a la negación de Karvala de la importancia de la caza de brujas.

Para Marx lo más importante a nivel de acumulación originaria, o dicho de forma más clara, acumulación previa al capitalismo, fueron los cercamientos de tierras, básicamente la privatización de las tierras a través de su expropiación. Este proceso no era más que “el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción”, que a su vez incluye también el saqueo de las colonias y la trata de esclavos. El economista marxista Ernest Mandel cita al propio Marx cuando dice que “el descubrimiento de los países del oro y de la plata en América; el exterminio, la reducción a la esclavitud y el entierro en las minas de la población indígena; el principio de la conquista y del saqueo de la India oriental; la transformación de África en un territorio de caza comercial de pieles negras, fueron los procedimientos que caracterizaron la aurora de la época de producción capitalista. Estos idílicos procesos constituyen los momentos principales de la acumulación primitiva”. Aunque va más allá, diciendo que pese a ese reconocimiento se podría incluso afirmar que el filósofo alemán podría haber “subestimado la importancia del pillaje del tercer mundo para la acumulación del capital industrial en Europa occidental”.

Con esta afirmación pretendo remarcar la posibilidad de que Marx, a pesar de detectar muchos de los factores que propiciaron la acumulación originaria, pudo haber subestimado algunos. Entre ellos, el papel que tuvo el control del cuerpo de la mujer como única forma de reproducción de la fuerza de trabajo, ya fuera esclava o asalariada. Y es que cuando hablamos de caza de brujas hablamos de uno de los métodos que usaron las clases dirigentes de la época para controlar a las mujeres y por tanto su cuerpo. De hecho, el propio Karvala admite en su reseña la importancia de la opresión de las mujeres en la transición al capitalismo. ¿Por qué no aceptar entonces la caza de brujas, o mejor dicho el intento de controlar el cuerpo de las mujeres, como una parte importante de la creación de esta opresión? A lo que hoy se le dice bruja no era nada más que una mujer independiente y que se escapaba al control del estado. Marx en su análisis tiene poco en cuenta el papel de la reproducción de la fuerza de trabajo. Tener en cuenta los factores que reproducen el sistema capitalista, formen parte o no del trabajo asalariado, es fundamental para entender el sistema en su conjunto.

A nivel cuantitativo, algo a lo que Karvala también le da importancia en la reseña, la profesora de la UB y experta en historia de las mujeres, Isabel Pérez Molina, afirma que, a pesar de que es difícil contabilizar aún hoy en día la magnitud de los asesinatos de mujeres entre los siglos XIV y XVII, el período donde se desarrolla más la caza de brujas, los estudios que más reducen las cifras las sitúan en 200.000, mientras otros las sitúan en hasta nueve millones de mujeres3. Siempre es polémico tener en cuenta un aspecto de la transición al capitalismo de forma cuantitativa, pero lo que queda claro es que las cantidades de asesinatos no fueron pocas.

Contradicción o contrarrevolución

En cuanto al segundo punto, la transición del feudalismo al capitalismo fue un proceso dialéctico y, como tal, se deben tener en cuenta muchos aspectos que interactúan entre sí. Ni fue solo algo planificado hasta el último detalle por las clases dirigentes frente a las crecientes rebeliones, ni tampoco fue solo, como afirma Karvala en su reseña, una “lucha a muerte entre los representantes del viejo sistema y la naciente burguesía”. En ese sentido, aunque quizá se puede hacer una crítica a Federici por una excesiva hiper-politización de algunos de sus argumentos, el libro muestra de forma muy contundente como la clases dirigentes de la época construyeron durante todo este proceso una ideología, en el sentido marxista de la palabra, para tratar de sostener una serie de políticas encaminadas a consolidar su creciente poder. Y tal como afirma Federici, uno de los elementos principales fue “el control de las mujeres, de la reproducción, de su sexualidad y de su cuerpo”.

Los ejemplos del intento de las clases dirigentes de la época para tratar de controlar el cuerpo, no solo de las mujeres sino de ser humano en general, quedan muy bien reflejados a partir del análisis de las políticas aplicadas por parte de los estados y las iglesias, sostenidas muchas veces por los estudios de filósofos como Thomas Hobbes, que sin duda sentaron muchas de las bases actuales en las cuales se basa el capitalismo. Tal y como afirma el propio Karvala en su publicación Marxismo para anticapitalistas, “la ingeniosa solución, impulsada por respetables pensadores de la época como David Hume y Thomas Hobbes, fue inventar la idea de ‘diferentes razas’ […] De ahí empezó toda una industria de teorías racistas, que sigue hoy en la sociobiología y algunas aplicaciones de la genética”.

En una línea similar, el autor marxista Alex Calllinicos explica en su trabajo Racismo y clase que “la esclavitud no surgió del racismo; al contrario, el racismo fue la consecuencia de la esclavitud”. Curiosamente, Callinicos también señala a través de un texto del escritor y periodista marxista Peter Fryer que uno de los objetivos de la construcción de esta ideología era precisamente “en gran parte defensiva, como el arma de una clase que se sentía cada vez más atacada por su riqueza, su forma de vida y su poder”.

¿No podemos considerar todo esto como algo planificado para hacer frente a las cada vez más frecuentes rebeliones de las clases populares? No hay espacio aquí para desarrollar las múltiples formas de resistencia a esa transición, pero está claro que no fueron pocas. Y es que tal y como afirma Federici, “la primera máquina desarrollada por el capitalismo fue el cuerpo humano y no la máquina de vapor, ni tampoco el reloj”. Es decir que detrás del control del cuerpo humano en general, y del cuerpo de las mujeres en particular, existieron políticas concretas para controlar el cuerpo en todos sus aspectos.

Por falta de espacio no podré desarrollar una respuesta a otras de las críticas de Karvala al libro de Federici, como el debate sobre lo imprescindible del capitalismo y por tanto la pre-condición del desarrollo de las fuerzas de producción para la liberación humana. De todas formas, son debates que el libro de Federici pone encima de la mesa, que no están cerrados y que nos haríamos un flaco favor si así lo hiciéramos, porque si una cosa nos enseñó Marx y el marxismo es que sus teorías son una herramienta viva que en el momento en que paran de avanzar y de repensarse pierden todo su sentido.

El libro de Federici, más que una crítica al marxismo, se debe considerar como un análisis de la lucha de clases y por tanto de la historia, donde se incluye la visión de las mujeres pero en ningún momento de forma separada del sector masculino de la clase trabajadora. Federici tiene claro que es el capitalismo quien más se beneficia del trabajo de las mujeres y que eso acaba dividiendo a la clase trabajadora en su conjunto, produciendo lo que ella llama “acumulación de diferencias y divisiones”. Todo esto desde un análisis materialista de la historia, teniendo en cuenta las relaciones de producción y de clase y alejándose de las explicaciones transhistóricas del patriarcado y la opresión de las mujeres de algunas corrientes de pensamiento feministas.
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...