Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

miércoles, 16 de diciembre de 2015

La matanza olvidada de Soyapango


Carlos Santos 
ContraPunto



Una historia secreta y olvidada de muerte, intrigas políticas y despotismo castrense

Después de 34 años los documentos desclasificados del Departamento de Estado de los EEUU, las confesiones de un participante en la matanza y el testimonio de familiares de las víctimas, ha servido para reconstruir esta historia inverosímil, de muerte, intrigas políticas y despotismo castrense.

Una voz y memorias acusadoras del pasado

San Salvador 1981- Fue una operación que se planificó con semanas de anterioridad. El director de la extinta Policía de Hacienda (PH), Francisco Antonio Morán (en esos años ostentaba el grado de coronel), la planificó de manera fría y calculada, la idea era actuar como Escuadrón de la Muerte, sin embargo, a pesar de que sus hombres cumplieron con las órdenes de exterminio, los periodistas extranjeros se encargaron de publicar la verdad sobre la responsabilidad de la PH en la matanza.

Un delator de la guerrilla de la zona de Soyapango había informado a la PH, que varios jóvenes se reunían casi a diario en una casa abandonada ubicada en la colonia San Nicolás, y que posiblemente pertenecían a una organización guerrillera.

Dentro del grupo que participó en el operativo, se encontraba el ex miembro del Estado Mayor conjunto de la Fuerza Armada (EMCFA), Jorge Tapia, quién nos relató cómo se llevó a cabo la maniobra de exterminio.

La primera reunión con Tapia se llevó a cabo en un restaurante poco concurrido del centro de Chalchuapa, Santa Ana. Este fue el inicio de una serie de encuentros en los que Tapia narró y confesó sobre su involucramiento en menor o mayor grado en diferentes crímenes cometidos en nombre del Escuadrón de la Muerte y apoyados y/o encubiertos por el EMCFA durante la guerra civil salvadoreña, concluida hace 23 años.

Este hombre ahora enfermo, completamente delgado; piel morena, de hablar pausado, casi imperceptible, quién confesó que padece de una enfermedad terminal, mostró documentos que lo acreditaban como sargento del ejército salvadoreño, desde 1977 hasta 1987, año en el que dice que desertó del EMCFA.

En la primera reunión sostenida con Jorge Tapia aseguró que él conocía de segunda mano algunos asesinatos que algunos miembros del Escuadrón de la Muerte, cometieron durante la guerra civil, incluso describió la manera operativa para dar seguimiento captura, tortura y asesinato a miembros que consideraban sospechosos de pertenecer a la guerrilla; también mencionó el uso de libros que utilizaban con la información de las víctimas, (libro amarillo). Pero fue hasta el tercer encuentro que estuvo de acuerdo en confesar todo lo que sabía cómo ex miembro del EMCFA, con la venia de que se publicara todo cuando él muriera.

Hace un par de meses Jorge Tapia, murió solo en la pieza de un mesón, las extensas declaraciones de Jorge Tapia, grabadas algunas en audio y otras en video, han servido para reconstruir varios asesinatos, como la masacre de Soyapango cometida hace 34 años. 
 

-El coronel Francisco Morán, nos estuvo reuniendo durante varias semanas antes de la masacre, nos daba charlas sobre cómo actuar contra el enemigo; yo estaba destacado en San Salvador, en la primera brigada de infantería, esta operación se realizó en conjunto con los demás cuerpos de seguridad ( Policía Nacional –PN-, guardia nacional –GN-, policía de hacienda –PH- y el ejército salvadoreño ), todos estábamos al mando de la Policía de Hacienda (PH); finalmente esa noche (del martes 6 de abril de 1981), nos detalló todos los pormenores de la operación de limpieza que realizaríamos en las colonias: Montecarmelo, las Brisas, San Nicolás, Florencia, 22 de Abril y algunas otras de las zonas aledañas a Soyapango. Jorge Tapia, hace una pausa, cuando aparece la mesera y nos deja el menú- se excusa aduciendo no le da hambre, le pido un café con pan, que durante la entrevista dejó intactos. Jorge prosigue su relato, habla como si estuviera relatando una película, haciendo gestos de dolor en el rostro.

- La Sección de Inteligencia de la PH (S2), nos proporcionó una lista de las personas que tendríamos que capturar en la noche del operativo militar, incluso nos dieron fotografías de algunos sospechosos para poder reconocerlos. Nos dieron mapas de la zona, y tendríamos un guía, esta persona vivía en el lugar y andaría con nosotros, guiándonos y señalando las casas. -por un instante prolongado Tapia guarda silencio, le veo la mano temblorosa cuando alza la taza de café para luego ponerla en la mesa.

- Este secreto lo he guardado por muchos años, afirma viéndome a los ojos, buscando la certeza de que cumpliré con el pacto de no revelar su identidad y sus confesiones.

-Me remuerde la conciencia porque quizás no eran subversivos, habían muchos jóvenes, casi niños de 14 años, ahora creo que fue una crueldad la que hicimos- irrumpe el relato con la excusa de ir al baño.

Los periódicos de la fecha reportaron que en la madrugada del 7 de abril de 1981, en la colonia San Nicolás, calle principal, casa número 16, fueron quemados tres jóvenes y que en la calle quedaron esparcidos al menos 23 cuerpos, todos asesinados a balazos y con arma corto punzante. El “cuadro era dantesco y espeluznante”, afirmó el periodista que pudo llegar a la zona al día siguiente y presenció la escena de la masacre.

Jorge regresa a la mesa con dificultad, se sienta y con cierto recelo me pregunta de nuevo sobre la entrevista y el pacto. Le reafirmo que no revelaré su identidad ni lo que me relate hasta que él haya muerto, convencido prosigue con el relato.

-Salimos del cuartel de la PH, uniformados unos y de civil otros; yo usaba uniforme del ejército, íbamos en camiones militares, era la media noche, llegamos en menos de media hora al objetivo, las calles de San Salvador estaban solas, todavía estaba la Ley Marcial (una ley que prohibía a los ciudadanos salir de 7 de la noche hasta las 5 de la madrugada, y daba a los cuerpos de seguridad luz verde, para asesinar a todo el que estuviera en las calles), pues recién había pasado la ofensiva que lanzaron los subversivos (el 10 de enero de 1981, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional –FMLN-, había lanzado una ofensiva militar sobre el territorio nacional). –Jorge Tapia, continúa relatando los pormenores de la masacre esta vez con mayor soltura.

-Llegamos a la casa del informante que estaba en la colonia Carlonia, era un hombre de unos 50 años, según supe había estado de alta en la PH antes de la guerra y recibía una pensión y dinero extra por investigar quiénes eran subversivos en la zona.

El hombre (informante) se puso una capucha en la cabeza para que no lo reconocieran, y nos fue guiando hasta las casas de todos los que íbamos a capturar. Algunos policías nacionales y de hacienda que estaban uniformados, habían tendido un cerco de seguridad en toda la zona, para que nadie escapara o por si aparecían los guerrilleros.

A la una de la mañana ya teníamos concentrado un buen grupo de hombres, entre ellos muchos jóvenes, el encargado de la operación era un teniente, no recuerdo bien su nombre, habló por radio con el coronel Morán y este dio la orden de eliminar a los subversivos. Los reunimos afuera de una casa (a los capturados), en donde adentro se encontraban detenidos tres muchachos, quienes en realidad eran guerrilleros, les encontramos propaganda subversiva, y varios libros marxistas. Tratamos de que hablaran y nos dijeran quiénes eran los jefes, adónde tenían las armas, pero no quisieron hablar, entonces los dejamos adentro de la casa y ordenaron prenderle fuego, un compañero roció la casa con gasolina, dicen que también a ellos (los capturados), quiénes estaban amarrados y vendados les echaron gasolina en todo el cuerpo. - Tapia me ve directo a los ojos, intuye que su confesión es terrorífica y se excusa.

-Yo me siento muy mal por ese operativo, porque si en verdad eran guerrilleros, no murieron en combate, sino que a quemarropa los mataron, no recuerdo muy bien cuántos habían en el primer grupo (de prisioneros) pero los pusimos contra la pared y les disparamos, les descargamos todas la balas de la ametralladora. Muchos compañeros policías, agarraban el fusil con fuerza, cómo con rabia, no se cómo describirle, quizás el olor a pólvora, la sangre y carne quemada les afectó mucho.

Pero nos decían (los jefes militares) que de esa manera estábamos limpiando al país de terroristas, de gente comunista que querían destruir la patria.

-Hace una nueva pausa, suspira hondo y baja la cabeza.

-¿Les prendieron fuego a los jóvenes que estaban dentro de la casa? -Pregunto a Jorge, para recobrar el hilo del relato.

-Sí, les tiraron un trapo prendido (con fuego), escuché como gritaban desde dentro de la casa, eran gritos de dolor, horribles, como nunca los he escuchado antes, alguien lanzó una granada adentro de la casa y luego la ametrallamos.

Cómo dos horas después, trajeron otro grupo de hombres, nos ordenaron que no gastáramos mucha munición, que algunos los matáramos a machetazos. –Tapia vuelve a guardar silencio, su mirada se pierde, está recordando los pormenores de la segunda matanza que realizaron esa madrugada. Luego de unos breves minutos de silencio, mueve la cabeza a los lados, como negando o tratando de borrar las imágenes que sólo él está viendo, ayudado por la memoria.

-Fue horrible, después yo participé en otras operaciones de exterminio, pero esa fue mi primera, quizás por eso nunca se me borró fácilmente.

-¿Cuántos jóvenes tenían capturados, después de asesinar al primer grupo de muchachos? Lo interrogo intuyendo que, ya no quiere continuar la detallada narración de la masacre.

-Fue horrible, lo que pasó esa noche, agarramos los machetes y empezamos a dar filazos contra algunos cuerpos (de los prisioneros), mientras otros eran abatidos a balazos, fue una carnicería, unos muchachos gritaban de dolor, otros imploraban, pero la orden había que cumplirla. Muchos nos llenamos de sangre la ropa, luego nos ordenaron que colocáramos los cuerpos en fila, esparcidos por toda la cuadra.- Jorge Tapia, enmudece de golpe, no quiere continuar hablando.

Le pregunto insistentemente quiénes más estaban a cargo de la operación y no me responde, luego se levanta y me dice que le llame otro día y me dará mayores detalles, que en ese momento ya no se acuerda muy bien.

Desde octubre de 1979, después de derrocar al presidente general Carlos Humberto Romero, El Salvador era gobernado por una Junta de Gobierno, compuesta por varios civiles demócrata cristianos y jefes militares. El poder real descansaba en los militares, quienes planificaron y encubrieron una guerra sucia en contra de la oposición política.


Imágenes dantescas que desafiaron el poder militar

La mayoría de asesinados en la masacre de Soyapango y sus alrededores, eran estudiantes, obreros, empleados de oficinas y algunos miembros de sindicatos.

El jueves 9 de abril, el vocero de la Policía de Hacienda, apareció en conferencia de prensa, afirmando que los muertos en la colonia San Nicolás, eran guerrilleros, que los cadáveres calcinados adentro de la casa eran los jefes de la guerrilla local y que gracias a informes de la misma comunidad pudieron desbaratar la reunión que esa noche tenían los jefes de las distintas organizaciones guerrilleras.

El vocero de la PH, afirmó que todos los que aparecieron muertos, eran guerrilleros que murieron en enfrentamiento armado, que otros lograron huir (guerrilleros) y que muchos iban heridos. Finalmente afirmó que con esta operación la PH y cuerpos combinados, desarticuló acciones que los terroristas planeaban realizar en un futuro próximo como es el caso de secuestros en contra de la población indefensa, asesinatos, robos, violaciones y muchas otras fechorías que estaban planificando los guerrilleros esa noche.

Las declaraciones del portavoz militar, habían sido producto de la presión internacional, Imágenes dantescas de la masacre habían recorrido los Estados Unidos y el mundo en cuestión de horas, gracias a los periodistas extranjeros, provocando que la opinión pública internacional, se mostrara conmocionada y que rápidamente comenzaran a exigir esclarecimiento sobre la matanza.

En los reportajes que aparecieron en el extranjero, muchos familiares de los masacrados afirmaron que las víctimas fueron sacadas de sus casas por agentes identificados como policías de hacienda y que casi de inmediato fueron asesinados a sangre fría, la mayoría de cadáveres se encontraban con las manos atadas en la espalda, además las fotografías publicadas por los medios internacionales, mostraban unos cadáveres en ropa interior, otros sin camisa, varios cuerpos totalmente desfigurados, con los testículos en la boca y decapitados.

La hermana de un asesinado, de apellido Rosales, relató que en la madrugada del 7 de abril, varios camiones con agentes policiales llegaron a la colonia Alta Vista, tocaron la puerta de su casa violentamente y como ellos se negaron abrir, la puerta fue derribada, inmediatamente su hermano fue capturado, un hombre que usaba una capucha lo señaló y se lo llevaron, minutos después escucharon una balacera, su hermano fue encontrado entre los muertos de la calle principal, en la colonia San Nicolás.

Un reportero de los Estados Unidos, quién cubrió la historia, confirmó que la mayoría de masacrados pertenecían a una iglesia Evangélica de la localidad, y que sus familiares coincidieron en señalar a la PH, como la responsable de la masacre.

Algunos medios de comunicación en los Estados Unidos, y el mundo entre ellos el Washington Post; International Herald Tribune; Times (de Londres) y la Voz del interior de Argentina, publicaron las declaraciones de las autoridades del Departamento de Estado de EEUU, quiénes afirmaban la participación de la Policía de Hacienda en la masacre de Soyapango.

Gobiernos europeos dirigieron cartas pidiéndole a la Junta de gobierno, investigara y esclareciera la masacre.

La embajada de EEUU en El Salvador, solicitó una investigación al entonces ministro de Defensa, coronel José Guillermo García.

El día 10 de abril, el coronel Morán, ante una conferencia de prensa, mostró planos, documentos y armas, en donde se detallaban acciones en contra de negocios, empleados, y ciudadanía en general. El coronel describió la manera en que supuestos guerrilleros atacarían a personas indefensas entre ellos a mujeres solteras y ancianas violándolas y asesinándolas. Sostuvo que la acción realizada por la policía de hacienda, estaba enmarcada dentro de la legalidad y que todos los fallecidos en la colonia San Nicolás, eran miembros de la guerrilla que se enfrentaron a la Policía. Además, sostuvo que habían realizado capturas, pero se negó a dar nombres de los prisioneros.

Como parte de su plan de ayuda a la ciudadanía honesta y honrada, indicó que estaba prestando seguridad a un mercado de la localidad, ya que los documentos incautados, señalaban que una humilde vendedora sería ajusticiada por los guerrilleros. Tampoco especificó el nombre de la supuesta víctima y el mercado.


Documentos desclasificados que abren la historia de intrigas políticas y despotismo castrense

En muchos de los actuales documentos desclasificados del Departamento de Estado de EEUU, un representante político de la Embajada de EEUU, en el país, consideraba que las declaraciones del coronel Morán, fueron “mentiras mal fabricadas” y literalmente afirma que “solamente un idiota podría creerlas”.

Los documentos desclasificados señalan además, que el gobierno de los EEUU, sugería al representante de la embajada de los EEUU en el país, que se reuniera de urgencia con los miembros de la Junta de Gobierno, entre ellos el democratacristiano José Napoleón Duarte, y los militares General Jaime Abdul Gutiérrez y el coronel José Guillermo García, este último fungía como ministro de Defensa.

La reunión serviría para que buscaran controlar al coronel Morán y sus acciones que ponían en riesgo la ayuda de los EEUU a la Junta de Gobierno. También, expresaban su temor de que la Junta de gobierno sufriera un golpe de Estado debido a las presiones por expulsar al coronel Morán de la PH y el apoyo incondicional de muchos militares salvadoreños de alto rango hacia el coronel Morán.

Debido a ello, uno de los documentos de la época clasificados como secretos, proponía que funcionarios de la embajada de EEUU explicaran ante la prensa que esta clase de hechos violentos son deplorables, pero que no culpaban a la Junta de Gobierno.

Días después, públicamente el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, expresó su apoyo incondicional a la Junta de Gobierno, pero pedía una investigación exhaustiva sobre la masacre en Soyapango.
 
 
Luz verde para la vorágine de sangre

Por su parte el coronel Morán contaba con un fuerte respaldo y apoyo incondicional de parte de los militares ultraderechistas dentro de las Fuerzas Armadas salvadoreñas. Removerlo de su cargo iba a provocar un golpe de Estado en el país, según declaraciones que rindió un alto jefe democratacristiano al representante político de la embajada de los EEUU en el país. Esa misma opinión era compartida por muchos miembros del gobierno y altos jerarcas del Partido Demócrata Cristiano, quiénes desde el mes de enero de 1981, habían pedido retirar de su cargo de director de la Policía de Hacienda, al coronel Morán y asignarlo a un puesto como agregado militar en un país latinoamericano. Sin embargo, debido a la ofensiva guerrillera en ese mes, no se cumplió con la orden de traslado del coronel Morán.

Días después de la matanza, un comunicado escueto firmado por el coronel Morán, informaba que había dado de baja a 53 miembros de la PH, 30 de ellos implicados en violaciones a los derechos humanos y el resto debido a faltas disciplinarias.

El miércoles 15 de abril, una semana después de la masacre de Soyapango, los coroneles José Guillermo García, ministro de Defensa y Rafael Flores Lima, jefe del Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada, aparecieron dando declaraciones en las instalaciones de la Policía de Hacienda, junto al coronel Morán. Las afirmaciones que dichos altos jerarcas militares realizaron ante la prensa mostraban un respaldo absoluto a las acciones de contrainsurgencia que el director de la PH había realizado.

A medida transcurría el tiempo, la matanza de Soyapango, pasó al olvido, el espectro político cambió en el país, la derecha salvadoreña recobró mucho poder político y nunca se volvió a impugnar las violaciones a los derechos humanos que al coronel Morán se le atribuían.

A partir de ese momento el coronel Morán, tuvo luz verde, de parte de la Fuerza Armada para cometer crímenes de lesa humanidad, mientras estuvo al mando de la Policía de Hacienda.

A menos de dos meses después de la masacre de Soyapango, el 4 de junio de 1981, la PH, capturó en el cantón del Pino, de Soyapango, a nueve hombres, dos de ellos menores de edad, quienes fueron encontrados al día siguiente decapitados en el puente el Angel, a unos 14 kilómetros al norte de San Salvador.

De esta manera el coronel Morán le demostraba a los EEUUU y a sus protegidos los demócratas cristianos, que el poder real del país estaba en manos de los militares de derecha.

El 8 de julio de ese mismo año, la Policía de Hacienda cometió otro hecho sangriento de la misma manera que lo hizo el 7 de abril en Soyapango; alrededor de 41 personas, entre ellos varios menores de edad, fueron capturados en el cantón de Loma de Ramo, en Guazapa, a 15 kilómetros de San Salvador.

Llevados en camiones militares, comandados directamente por el coronel Morán, con destino a Concepción, cerca de Quezaltepeque, lugar en donde fueron torturados y posteriormente asesinados. Algunas mujeres, incluyendo a una menor de edad de 12 años, violadas antes de ser ejecutadas con lujo de barbarie. De estas masacres no hubo periodistas extranjeros que las reportaran.

A pesar de que el coronel Morán no gozaba del beneplácito de los EEUU, la presión para su destitución disminuyó, y sus matanzas fueron muchas veces encubiertas para lograr el ambiente de tranquilidad que necesitaban los demócratas cristianos para gobernar el país.

Fue hasta el 8 de diciembre de 1983 que el vicepresidente de Estados Unidos, George Bush, pidió en una visita a El Salvador, el relevo de algunos militares implicados en los escuadrones de la muerte. En enero del año siguiente el secretario de Estado norteamericano George Shultz, entregó a los demócratas cristianos una lista de 10 militares que debían ser destinados al extranjero, encabezando la lista se encontraba el capitán Francisco Moran.

Cuando el presidente José Napoleón Duarte, llega a la presidencia en las elecciones de mayo de 1984, desmantela la sección de inteligencia de la PH y los 27 agentes que integraban la plantilla fueron asignados al ejército y trasladados a zonas de combate, mientras su director Francisco Moran, asignado como asesor militar en la Embajada salvadoreña en Paraguay.

El nombre del coronel Francisco Moran, salta de los archivos desclasificados y la historia oculta del país, para revelarnos un militar con poder absoluto, desafiante de las políticas de los EEUU y el gobierno demócrata cristiano salvadoreño, que impuso su voluntad a fuerza de terror y llenó de luto a cientos de familias salvadoreñas, sin que hasta ahora se le haya responsabilizado de su legado de muerte.
 
 

martes, 15 de diciembre de 2015

Los “bibliovivientes” del centro de San Salvador


No se sabe exactamente cuándo ni dónde específicamente comenzaron a aparecer, pero hoy por hoy siguen en el centro histórico de San Salvador comprando y vendiendo conocimiento.


Marco Paiz

Canoso, regordete, metro sesenta y voz carrasposa. Huberto Ascencio Lemus Cruz se queja de la pérdida de valores y de las erráticas decisiones del gobierno. En su venta de libros usados explica como la Tercera Calle Poniente –centro de San Salvador- se ha convertido en un confluente de los tufos que emanan los bares y los prostíbulos. “Es un nido de degenere y destrucción”, dice con la indignación a flor de piel mientras en el hormiguero de estridencias y gentes caminan apresurados pandilleros, comerciantes ambulantes, rateros y locos de toda ralea.

Y Huberto tiene razón. El templo de libros usados que regenta está rodeado por cuatro bares que se convierten en la cruz de su calvario. A ellos ve entrar, cada minuto que transcurre, a los delincuentes que todo el mundo conoce, incluso la policía y los agentes municipales. Y todos los días, al mismo ritmo y con la misma indignación, limpia los orines de los borrachos que ocupan como mingitorios los barriles que la Alcaldía que lideraba Norman Quijano instaló hace unos años cuando intentó desalojar a los vendedores informales y reordenar ese laberinto del crimen y la nostalgia conocido como Centro Histórico.

Huberto tienen más de 60 años y su puesto también está cerca de dos establecimientos de artículos religiosos; uno de ellos, entrada la noche, se transforma en un comedor-bebedero. Por eso, rebalsado de rabia, cita al profeta Oseas a la vez que se queja que sus compatriotas prefieran gastar su miserable sueldo en licor en vez de un libro: “Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento”, dice.

Orgulloso de su trabajo, don Huberto afirma que acá “vendo sabiduría, conocimiento”. La gente, dice, ya no valora un buen libro. Sin embargo, con el poco dinero y la mucha resignación que le ha dejado este negocio con el paso del tiempo, este vendedor de libros asegura llevar 40 años sobreviviendo de lo poco que le queda por cada edición. “Ya son dieciocho años los que me he tirado en este puesto, entre chupaderos y puteros”.

En su cara se visualiza un semblante duro y una mirada de desconfianza natural, que le brota cada vez que un cliente se acerca y pregunta por algún título. La mayoría de solicitudes de las personas son los títulos del programa de estudio de Lenguaje y Literatura de bachillerato y que los alumnos están obligados a leer. Huberto permanece sentado la mayor parte del tiempo junto a una mesa repleta de libros, donde sobresalen varias ediciones del Lazarillo de Tormes; Yerma, de Federico García Lorca; El Mínimum Vital, de Alberto Masferrer y uno que otro libro de Paulo Coelho, que es uno de los autores más rentable para este negocio.

Huberto cuenta que en su negocio ha llegado todo tipo de gente, desde licenciados en Derecho hasta ancianos que apenas saben leer. “Acá las personas vienen a buscar de todo, desde revistas pornográficas hasta libros satánicos de San Cipriano y San Simón. Pero yo no vendo ese tipo de literatura”, comenta.

Hay algo que Huberto tiene claro. Que a pesar del tiempo y de la tecnología el libro se seguirá vendiendo. “Este es un país de basura, solo basuras nos manda de afuera”, dice refiriéndose a los celulares y al uso inadecuado del internet. Y, con todo el desenfado del mundo, critica: “Al gobierno le interesa que la gente sea ignorante, por eso no promueve la lectura. No le conviene que despierte, que lea bueno libros”.

Foto: Diario1 / Rodrigo Sura

Cincuentona, piel clara y con una blusa descolorida está María Flores en su puesto ubicado dos cuadras después del de Huberto. Ella tiene 20 años de vender libros usados en la misma esquina donde compartió la gloria y decadencia del ex cine España que ahora está convertido un negocio de venta de ropa usada.

Con María son tres generaciones de su familia que sobreviven y comen de la venta de libros usados en la Avenida España. Sus hijos, una nieta, y una bisnieta trabajan de lunes a sábado desde las 10 de la mañana colocando los centenares de libros. Desde religiosos, para aprender a cocinar hasta sobre economía política son los temas que ofrecen a todos los transeúntes que a diario caminan por esa acera. Al final del día la inconmensurable cantidad de libros se guardan sin éxito de ventas en las bodegas que están a la orilla de la calle, y que hace años María mandó a instalar.

Cuando en 2011, durante la administración del entonces alcalde Quijano, hubo un intento de reordenamiento en el Centro Histórico, a María solo le dijeron que mantuviera ordenara su venta donde siempre. “Los de la alcaldía me dijeron que les gustaba leer y que como sabían que yo vendía libros, que no me moviera”, cuenta mientras mira a las personas hojeando sus libros y esperando a que alguno se anime a llevarse uno.

En otro punto del Centro Histórico de San Salvador se encuentra uno de los puestos de libros usados más antiguos, la Casa del Libro, de la Niña Lidia, como es conocida en este negocio. Su puesto está ubicado en la Primera Calle Oriente en un antiguo edificio. También en la plaza San José tenía una “sucursal”, pero en año 2011, cuando Quijano desalojó y reubicó cientos de puestos informales, se fue entre ellos la “sucursal” de la Niña Lidia.

Son más de cinco mil libros los que Niña Lidia mantiene en los estantes de la Casa del Libro, más otro centenar guardados en las bodegas del local. El local, de unos 8 metro cuadros, está divido entre una mesa que rebalsa de libros religiosos en un extremo de la sala, un estante llenos de revistas de manualidades y croché, deportes y revistas de National Geographic. En el otro extremo del salón hay una pared llena de libros antiguos y polvorientos, la mayoría de fados. Estantes de libros en inglés, de política, novelas juveniles y otra de “best seller”, los más populares del momento.


Foto: Diario1 / Rodrigo Sura
Niña Lidia, una señora chele, con ojos pequeños y un semblante muy serio acorde a su vestimenta de domingo recuerda sus inicios en el negocio de la literatura de segunda mano. “Son 35 años de vender libros usados. Empecé allá por 1985 cuando le compré este local a don José Presa, un señor que venía de San Marcos y que ya vendía libros desde mucho antes”. La niña Lidia sabe que su local es un referente para muchas generaciones y además por sus manos han pasado centenares de libros, desde literatura “light” hasta documentos históricos de gran valor. “Acá viene muchos historiadores y universitarios a buscar libros. Una vez tuve un libro de 1800, muy cotizado, lo puse en el mostrador de enfrente y se vendió bien rápido”, dice la comerciante de libros.

Durante la Guerra Civil de los años ochenta, La Casa del Libro nunca tuvo un percance directo, ni para la “ofensiva general” de 1981 ni tampoco en la ofensiva “hasta el tope” de noviembre de 1989 hubo necesidad de dejar de vender. Aunque siempre hubo libros “prohibidos” de marxismo o teorías de izquierda que no se podían leer ni mucho menos vender.

Después de la guerra, la Casa del Libro cerraba a las seis o siete de la tarde, dependiendo del “movimiento”. Sin embargo, en los dos últimos meses de este año se ha tenido que reducir el horario de atención, debido a las decenas muertes violentas en el Centro Histórico de San salvador, causadas en su mayoría por enfrentamientos entre pandillas.

“Actualmente cierro antes de las 5:00 de la tarde por cómo está la cosa aquí en el centro. Mejor evitar”, dice la dueña de la Casa del Libro, un relato que también repite don Huberto, el vendedor de libros.

No se sabe exactamente desde cuándo ni tampoco dónde específicamente comenzaron las ventas de libros usados en la “selva de cemento” en que se ha convertido el Centro de San Salvador, pero hoy día es así como sobreviven decenas de familias que cada vez acumulan más y más ejemplares y venden menos.

El FMLN: de la utopía revolucionaria al pragmatismo electoral



Mauricio R. Alfaro
Rebelión


Introducción

Observamos que en El Salvador la cúpula dirigente del actual FMLN, en relación a la memoria histórica de la guerra popular revolucionara, ha optado por -casi- eliminar, de sus discursos y actos conmemorativos, el aporte que los ex combatientes dieron durante esa coyuntura política del país.

En este ensayo, lo que nos interesa destacar es que la observación anotada, la vemos como la síntesis de toda una serie de acontecimientos; que, en su sucesión-combinación, harían de un El Salvador pacificado y en democracia, el lugar de un nuevo caos estructural.

La etapa utópica revolucionaria del FMLN (un poco de memoria histórica)

En El Salvador, los años setenta del siglo pasado fueron aquellos en donde la alianza oligárquica-militar en el poder cerró, a través del terror organizado desde el Estado, la vía pacífica para reformar el sistema en plaza. Pero es de subrayar que, con ese cierre, esa alianza dictatorial, no hizo otra cosa que crear su propia antítesis; la cual se activa, cuando un grupo de militantes bien decididos opone a la violencia reaccionaria de las élites en el poder, la violencia revolucionaria del pueblo en armas.

Violencia revolucionaria dinamizada por un nuevo tipo de militante que veía en la organización de la lucha armada, el camino a seguir para echar abajo, de una vez por todas, un statu quo insensible al estado de pobreza y exclusión social de las mayorías empobrecidas del país. El militante guerrillero asumía entonces el desafío de construir una alternativa radical al estado de cosas dominantes en El Salvador. Y dadas sus tendencias, de inmediato, el poder en plaza no tardó en señalarlo como: el enemigo principal a aniquilar. Rudas circunstancias históricas que, en su dinámica misma, irían depurando las propias filas de la izquierda armada salvadoreña.

Hasta que, en una especie de selección social, esa izquierda logra progresivamente configurar las vanguardias organizadas del pueblo; desde las cuales, sus militantes supieron ganarse la confianza, la lealtad, la adhesión de una buena parte de los salvadoreños. La cual probablemente veía en ellos algo semejante a aquellos predicadores de los primeros tiempos cristianos. Algo así, como los profetas de los tiempos nuevos de la redención. Hombres y mujeres que en plena flor de su juventud persiguiendo sus ideales abandonaban todo -absolutamente todo- en aras de construir una Gran Utopía. En la cual, ellos y ellas (solidariamente) se daban la tarea de construir un mundo mejor.

E inspirados por tan noble fin y tantos ejemplos de heroísmo, una parte de los sectores populares, desde abajo, pasaron progresivamente del puño en alto en las manifestaciones a empuñar el fusil. Y con ellos, en una guerra popular que hizo gala de valentía y entrega revolucionaria, la ola de los partidarios del cambio social crecía y crecía. Hasta que, en una especie de Nuevo Contrato Social que lo vemos como un pacto político fundado en los valores de la confianza mutua y en la lealtad de la palabra dada, las bases y los dirigentes lograron fundar el FMLN; que, con el tiempo, se convertiría en una de las organizaciones político-militar de las más exitosas en la historia de los movimientos populares de la América Latina.

Y, en aras de la nueva patria, los guerrilleros y sus aliados caían y caían uno tras otro. Unos perdían la vida en combate; otros cazados, capturados por los escuadrones de la muerte que, haciendo de la tortura un arte monstruoso, se dedicaban -sádicamente, pacientemente, metódicamente- a torturarles, a despedazarles, a calcinarles. Y luego, ya vestidos con sus respectivos uniformes militares, ante los familiares y amigos, les hacían pasar al estado de desaparecidos. O sea, de aquellos salvadoreños y salvadoreñas que, existencialmente hablando, como un general argentino en su momento lo dijo, no están: ni vivos ni muertos.

Digamos que, en términos generales, lo hasta aquí expuesto es lo que nosotros denominamos la fase utópica revolucionaria del FMLN. Situémonos entonces esta vez, en la otra etapa. O sea, de aquella que hizo pasar a El Salvador de la dictadura oligárquica-militar a la paz y la democracia. Y veamos, cómo y de qué manera, el cambio que habría llevado al FMLN de la utopía revolucionaria a su pragmatismo electoral actual, las pudo haber afectado.

El FMLN en su fase pragmática electoral

En El Salvador, según la versión oficial, la paz triunfo cuando las fuerzas oponentes, extremadamente radicalizadas, abandonaron sus posiciones del todo o nada. Y ya pacificadas y situadas en otro orden de ideas, habrían aceptado la vía electoral como la forma de lucha política principal para resolver sus divergencias. El todo, en nombre de la victoria del interés general sobre el interés partidario.

Con la paz firmada, El Salvador entraba entonces a una nueva fase de su historia. En donde, simultáneamente, con el fin del conflicto armado, las élites políticas de derecha e izquierda (los firmantes de los acuerdos de paz) se comprometían a unificar sus esfuerzos en aras de alcanzar un solo objetivo: democratizar a El Salvador. Y así, en un proceso gradual de cambios, esas élites prometían hacer lo que, desde siempre, sus mayorías empobrecidas tanto han anhelado: un país digno, integrado con justicia social.

Si el ritmo de las cosas -idealmente- se nos proyecta como una secuencia sostenida de fin de la guerra civil-paz-democracia-progreso-justicia social, consideramos que, desde nuestra perspectiva, es válido que nos cuestionemos en la forma siguiente: para las élites políticas de derecha e izquierda, ¿ cuál habría podido ser la fórmula ganadora que, en aplicándola, iría dando esos logros tan inusitados para El Salvador ?

Creemos que la guía a seguir para abordar y clarificar la pregunta planteada, es la de situar el triunfo de la paz y la democracia en El Salvador, al interior de un movimiento general que, en su momento, habría marcado la victoria -casi total- del paradigma neoliberal. Movimiento que en su proceso de concretización dictaba, a los países del mundo, la formula siguiente: -Estado +Mercado. Fórmula que a su vez, iba a servir de parámetro fundamental para distinguir a los amigos de la democracia, de sus enemigos. Y la regla a seguir para diferenciarlos sería que, en la aplicación de esa fórmula, los primeros se comprometían a alejarse de todo tipo de populismo. Es decir que, esos demócratas, deliberadamente, renunciaban a promover los derechos socio-económicos de los ciudadanos. Ya que esta vez, para ellos, lo esencial sería liberar las fuerzas productivas del mercado vistas como las creadoras de riqueza. Y por lo tanto, las únicas capaces de llevar, a los pueblos del mundo, el progreso sin fin.

Vistas las cosas desde esa perspectiva, sostenemos, para el caso concreto de El Salvador, considerándolo ya no como un caso sui generis sino como haciendo parte del movimiento global señalado, que habría sido la puesta en práctica de esa fórmula, la que explicaría, por un lado, el paso directo de El Salvador de la guerra civil a la paz y la democracia. Pero por otro lado señalamos igualmente que la fórmula -Estado + mercado es la que habría favorecido el advenimiento de una paz y una democracia insensibles al estado de pobreza y exclusión social de los más desfavorecidos de la sociedad.

Lo uno y lo otro, lo situamos en el hecho que en El Salvador el advenimiento de la paz tenía una condición sine qua non: suprimir el FMLN utópico de carácter revolucionario. Es claro que el fin de ese FMLN marcaba a su vez el nacimiento del FMLN de esencia pragmático electorero. El cual, al contrario del FMLN original con su programa maximalista de cambio radical de las estructuras dominantes, pasó a defender -integralmente- un programa político de tipo minimalista que tenía un rasgo esencial: evitar cuestionar la forma de producción y redistribución de la riqueza .

La paz marca entonces aquel momento crucial en donde la dirigencia del nuevo partido FMLN se dio la peculiar tarea de desmontar, de un día para otro, todas las estructuras -objetivas y subjetivas- que habían sostenido la larga y sangrienta guerra popular revolucionaria. Y esto, con un fin bien determinado: reciclarlas. Y ya recicladas, reutilizarlas para hacer del FMLN utópico, una maquinaria electorera. La cual se encargaría de enfriar y reducir las expectativas populares democráticas a un aspecto presentado como el alfa y el omega de toda democracia: el derecho a votar libremente, en cada evento electoral. Es claro que, en esta democracia de tipo representativa, reinaría el respeto irrestricto de la propiedad privada, la libertad de expresión, de organización y otras tantas libertades. Pero su limitante mayor sería, como ya planteado en otros términos: que las causas estructurales responsables de la profunda desigualdad socio-económica de los salvadoreños no podían, bajo ninguna circunstancia, ser cuestionadas.

Es lo planteado lo que nos hace sostener que en El Salvador, el poder tradicional (o poder real), nunca perdió el control de los acontecimientos producidos desde los tratados de paz hasta nuestros días. Y la prueba de ello es que con ese poder real ese sector habría permitido, hacia arriba, la apertura de un espacio político (o poder formal) fundado en un sistema de partidos funcionando al interior de una democracia restringida. Y hacia abajo, ese poder real, no teniendo que rendirle cuentas a nadie, habría -de nuevo- atenazado su indiscutible poder sobre la forma de producción y la acumulación de la riqueza. Lo cual, en el nuevo contexto, pasaba por privatizar los bienes del Estado; por abrir a El Salvador al libre comercio; por dolarizar la economía. En fin, ese poder real, no encontrando en su camino obstáculo alguno para implementar su terapia-shock de contenido neoliberal, hizo que la formula -Estado +mercado convirtiera a El Salvador en uno de los países más "libres" de la América Latina. Para ser exactos, el segundo después de Chile. Es claro que hacemos referencia aquí, al Chile neoliberal fundado por Augusto Pinochet.

Como extrañarse entonces que observamos que, en cuanto a la paz y la democracia triunfantes en El Salvador, existan dos evaluaciones completamente divergentes al interior del FMLN. Tenemos así que para la ex guerrilla esa paz y esa democracia no tendrían otro sentido que el de ser la forma política que selló una nueva derrota popular. Mientras que, para la cúpula dirigente, los mismos hechos habrían alcanzado el rango de haber originado una "autentica revolución en El Salvador"(1). Siendo a causa de esos puntos de vista divergentes que, igualmente, observamos que aquel Contrato Social forjado a la manera que más arriba lo exponemos, habría llegado a su fin.

Lo dramático del caso es que vemos que, luego que el Contrato Social se rompe, los caminos de los antiguos aliados durante la guerra civil se bifurcan. Conformando así dos campos bien definidos: los ganadores y los perdedores del conflicto armado. Con respecto a los perdedores vemos a unos ex combatientes -con una paz y una democracia que en términos reales no les aportó absolutamente nada, puesto que ellos seguirían siendo tan pobres y marginados como antes de la guerra-, regresar a sus pueblos, cantones y caseríos, sin nada realmente que celebrar. Mientras que, con respecto a la cúpula dirigente del partido FMLN, vemos que algo completamente diferente ocurrió. Puesto que ella, en la dinámica misma de los tratados de paz y la democratización, progresivamente, se convertiría, en la nueva clase política de El Salvador. Veamos entonces, con la ayuda de James Petras (2), cuales habrían sido sus primeros pasos para llegar a ocupar tan privilegiado status social:

“El FMLN (cuando) firmó el llamado acuerdo de paz (explica Petras, lo hizo) sin ningún diálogo democrático previo con los militantes, sin ninguna consultación con los movimientos sociales de base… Dictaron los acuerdos a sus cuadros intermedios, expulsaron a los críticos y manipularon a las masas para que den su apoyo ofreciéndoles promesas falsas de "continuar con la lucha”...; declararon obsoletas las principales reformas estructurales por las que miles de militantes habían luchado y entregado su vida... No cumplieron con las promesas de trabajo y redistribución de ingresos y tierras; nunca se materializó la promesa de "reformar" las fuerzas armadas ni entablar procesos judiciales en contra de los oficiales involucrados en violaciones masivas de derechos humanos.

Haciendo un análisis objetivo, continúa Petras, queda claro que el acuerdo de paz firmado por el FMLN ha fracasado en el cumplimiento de las mínimas demandas políticas y socioeconómicas de sus bases. A pesar de los grandes sacrificios y los incontables ejemplos de heroísmo personal, las masas populares de El Salvador fueron despojadas de todo logro positivo…”

De lo expuesto por Petras habría probablemente que aclarar que quien firmó los acuerdos de paz y dictó -de arriba hacia abajo- las medidas a las cuales él hace referencia, no fue el FMLN en abstracto sino que fue su cúpula dirigente. La que haciendo uso de un poder ilimitado y persiguiendo ya sus propios fines, la vemos que se daba la tarea de transformar radicalmente a aquel FMLN utópico forjado al calor de la guerra popular revolucionaria. Para así con un FMLN dócil, maleable, domesticado, convertirlo en un partido más del sistema de partidos de El Salvador.

Un sistema de partidos en donde lo que siempre imperó e impera es la simulación, la picardía y el oportunismo más abyecto. Es claro que la cúpula dirigente del nuevo partido FMLN, a la imagen de ese sistema, acto seguido a lo que James Petras nos revela más arriba, astutamente, ligado al hecho de haber desmantelado al FMLN utópico, tenía que dar su salto cualitativo de carácter regresivo; que hay que decirlo, vemos que le dio frutos jugosos; muy jugosos. Con respecto a lo que aludimos, James Petras con un lenguaje directo plantea que:

”Los líderes del FMLN se beneficiaron de manera directa con la transición de la lucha armada y la movilización de masas a la política electoralista: muchos fueron elegidos en puestos públicos, lo que les garantizó un estándar de vida de clase media. Como congresistas, asesores políticos, asistentes y alcaldes, la élite del FMLN recibió salarios sustanciales...Lo que les permite vivir en viviendas modernas, protegidas por muros de tres metros cubiertos con vidrio roto y alambre de púa, con calles pavimentadas y jardines con flores...”

“Entonces ellos... [nos relata Rubén Zamora, actual embajador de El Salvador en Washington D.C.] [adoptaron] un estilo de vida totalmente contrario a su estilo de vida anterior. Antes el comandante vivía con su tropa, comía con su tropa, había una relación muy directa con su tropa… Viene la paz y dónde va a vivir el comandante, ya no puede vivir en el campamento, va a vivir en una casa donde pueda recibir..., tiene que ir a recepciones, tiene que ponerse traje... ”

Habría que recalcar que ese "tiene" de los ex comandantes, Zamora (3) lo prolonga largamente . Pero el caso que nos interesa destacar es que la dinámica ascendente de movilidad social no se detiene ahí, ya que esa cúpula, gracias a ALBA petróleos, ha logrado ubicarse estratégicamente en el mundo de los negocios. Siendo esto algo que en la actualidad, le permite controlar un capital evaluado en 800 millones de dólares (4). El éxito alcanzado es tal que esa cúpula -con todo el poder económico, político y social acumulado- puede darse el lujo de declarar que ahora, con el poder tradicional de El Salvador, van a tratar de poder a poder.

Y habría sido así cómo aquel FMLN -forjado desde abajo por campesinos, obreros, estudiantes, religiosos y otros sectores de la sociedad salvadoreña y la solidaridad internacional-, habría tenido el infortunado destino de convertirse en una pieza más del statu quo de El salvador. Movimiento que habría culminado con el hecho que, en la actualidad, el FMLN habría sido convertido en un especie de partido-empresa (5); el cual es controlado por ex comandantes que ahora viven, como Petras y Zamora testimonian, en casas con jardines, con seguridad y bien amuralladas. Y que con sus trajes finos y zapatos como para calzar ángeles, hoy se mueven -sonrientes, obsequiosos- en la mundo de los ganadores de este mundo.

Conclusión

En función de lo hasta aquí expuesto, sostenemos que en El Salvador el cambio que llevó al FMLN de la utopía revolucionaria al pragmatismo electoral tuvo dos consecuencias inmediatas: 1) el de haber puesto fin a la alianza entre la cúpula dirigente del partido FMLN y los ex combatientes; 2) hizo que una organización política-militar originalmente creada -a sangre y fuego- para defender los intereses de los sectores populares se convirtiera, bajo el control de una élite que centralizó todo el poder de decisión, en una potente maquinaria electoral, la cual hizo de esa élite: la nueva clase política de El Salvador. Y la que jugando ya su propio juego -que tenía en la mira su propia movilidad social- obviaría (como ya mencionado) el fin supremo del FMLN: defender los intereses fundamentales de la mayoría empobrecida de El Salvador.

La izquierda reciclada en el partido FMLN habría mostrado entonces que, al igual que la derecha arenera, sus móviles no eran y no son otros que la búsqueda del poder para desde ahí potencializar al máximo sus privilegios. Es de acentuar entonces que sería al interior de ese contexto que en El Salvador la política habría perdido la posibilidad de innovar. Y con ello, estimular y señalar a los salvadoreños la senda a seguir para alcanzar el progreso y la dignidad social. Observamos así que la política, desde el momento que pierde su potencial creador, inevitablemente, sus promotores de derecha e izquierda no tardaron en hacer de ella una especie de mercado. En donde, con el fin de maximizar sus posibilidades de éxito social, principios e ideales serían puestos sobre la mesa, para determinar ahí sus valores de cambio. La política se revelaría entonces como reducida a un simple medio que las élites políticas, signos ideológicos confundidos, iban a usar -y a abusar- para conseguir sus fines egoístas.

Notamos así que las élites políticas no tardaron en hacer de El Salvador un país sin cohesión alguna, que en medio de la tempestad neoliberal, dio vida a un tipo de sociedad que hizo del individualismo a ultranza su norma por excelencia. Siendo entonces en este tipo de sociedad que los problemas de toda índole continuarían acumulándose más y más, hasta el punto de llevar a ese país hacia un nuevo caos estructural. El cual como telón de fondo avivaría el nacimiento de unas bandas de criminales sicópatas que, con sus extorsiones, sus asesinatos y sus masacres, habrían elevado a El Salvador al rango de ser: uno de los países más violentos del mundo.

El consuelo que, probablemente, les puede quedar a los salvadoreños es el saber que al menos hoy, sus días de violencias y crímenes sin fin, las viven en un país oficialmente declarado: pacífico y democrático. Lo cual, desde la perspectiva desarrollada en este texto, valoramos como: un chiste malo, de una comedia negra.

Referencias

Ricardo Rivera (1), El Salvador: la negociación de un acuerdo de paz. ¿Un modelo para el mundo? http://www.uca.edu.sv/revistarealidad/archivo/4e2da01f8b2eeelsalvadorlanegociacion.pdf;

James Petras (2), ¿Es posible que los "acuerdos de paz" generen justicia, paz y seguridad para el pueblo? http://www.rebelion.org/noticia.php?id=171801

Fernando de Dios (3). (2013), “La amnistía fue la primera violación a los Tratados de Paz”, http://www.archivocp.contrapunto.com.sv/especiales/la-amnistia-fue-la-primera-violacion-de-los-acuerdos-de-paz

La millonaria revolución de Alba (4), http://www.elfaro.net/es/201401/noticias/14423/

Editorial UCA (5): El peligro del partido-empresa, http://www.uca.edu.sv/noticias/texto-602

Mauricio R. Alfaro (6), El Salvador: Las dos historias del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), http://www.globalresearch.ca/el-salvador-las-dos-historias-del-frente-farabundo-marti-para-la-liberacion-nacional-fmln/5370142

Mauricio R. Alfaro (7), “El FMLN visto desde los acuerdos de paz de 1992 hasta su victoria electoral”, http://alainet.org/active/32375&lang=es

Mauricio R. Alfaro (8), (2013), “El Salvador: del terror de la alianza oligárquica-militar al terror de las maras”, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=171058
Mauricio R. Alfaro (9), El FMLN visto desde los acuerdos de paz de 1992 hasta su victoria electoral http://www.argenpress.info/2009/08/el-fmln-visto-desde-los-acuerdos-de-paz.html
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...