Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

jueves, 8 de enero de 2015

Confirman que versión oficial del 11S fue un montaje

Los fragmentos del informe de la Comisión senatorial estadunidense sobre el programa secreto de torturas de la CIA revelan los contornos de una organización criminal de gran envergadura. Después de leer cuidadosamente las 525 páginas de ese informe, se encuentra en ese documento estadunidense la prueba de lo que se ha venido proclamando desde hace años: la historia oficial del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York fue creada al gusto de la CIA y nunca se buscó la verdad. Más aún, la agencia estadunidense hizo todo lo posible por proteger a los verdaderos autores del atentado.

 Red Voltaire    Línea Global

Thierry Meyssan/Red Voltaire


Damasco, Siria. El 9 de diciembre de 2014, Dianne Feinstein, presidenta de la Comisión del Senado estadunidense a cargo de los servicios de inteligencia, hizo público un fragmento de su informe clasificado sobre el programa secreto de torturas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés).

El fragmento desclasificado sólo representa una doceava parte del informe inicial.


El informe en sí no trata sobre el vasto sistema de secuestros y encarcelamientos arbitrarios que la Armada de Estados Unidos instauró bajo los mandatos del expresidente George Bush hijo, programa que dio lugar a los secuestros de más de 80 mil personas en todo el mundo y al encierro de esos secuestrados en 17 barcos estacionados en aguas internacionales (se trata de los navíos USS Bataan, USS Peleliu, USS Ashland, USNS Stockham, USNS Watson, USNS Watkins, USNS Sister, USNS Charlton, USNS Pomeroy, USNS Red Cloud, USNS Soderman, USNS Dahl, MV PFC William B Baugh, MV Alex Bonnyman, MV Franklin J Phillips, MV Louis J Huage Jr, MV James Anderson Jr). El texto se limita al estudio de 119 casos de personas utilizadas como conejillos de Indias en la realización de experimentos sicológicos en la base naval estadunidense de Guantánamo (Cuba) y en unas 50 cárceles secretas, desde 2002 y hasta finales de 2009, es decir, 1 año después de la elección del actual presidente Barack Obama.

Los fragmentos del informe no indican bajo qué criterios fueron seleccionados esos cobayos humanos. Se limitan a indicar que cada prisionero denunciaba al siguiente y también indican que esas confesiones no les fueron arrancadas sino inculcadas. En otras palabras, lo que hizo la CIA fue justificar sus propias decisiones fabricando denuncias que las confirmaban a posteriori.

En el informe inicial, los nombres de los agentes y de los contratistas de la CIA implicados fueron reemplazados por seudónimos. Además, los fragmentos desclasificados han sido ampliamente censurados, fundamentalmente para borrar los nombres de los cómplices extranjeros de la Agencia.

El contenido del informe

He leído detenidamente las 525 páginas de fragmentos provenientes del informe. A pesar de ello, estoy aún lejos de haber sacado de esos fragmentos toda la información que puede obtenerse de ellos, ya que habrá que realizar numerosas investigaciones para poder interpretar los párrafos mutilados por la censura.

Las sesiones de condicionamiento se realizaban en unas 50 cárceles secretas bajo la responsabilidad de Alec Station, la unidad de la CIA a cargo de la búsqueda de Osama bin Laden. Las infraestructuras, el personal y los transportes funcionaban bajo la responsabilidad del Grupo de Capitulación y Detención de la CIA. Las sesiones se concebían y realizaban bajo la supervisión de dos sicólogos contratados que incluso crearon una firma en 2005. Las autorizaciones para la aplicación de las técnicas de condicionamiento se concedían desde el más alto nivel, sin especificar que el objetivo de esas torturas no era arrancar información a las víctimas sino condicionarlas.

El entonces vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney, la exconsejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice, el exsecretario de Justicia John Ashcroft, el exsecretario de Defensa Donald Rumsfeld, el exsecretario de Estado Colin Powell y el otrora director de la CIA George Tenet participaron en reuniones sobre ese tema realizadas en la Casa Blanca. Asistieron a simulaciones en la Casa Blanca y visionaron grabaciones de video de varias sesiones, grabaciones que posteriormente fueron destruidas ilegalmente. Es evidente que el objetivo de aquellas reuniones era implicar a esas personalidades, pero no resulta posible determinar cuáles de ellas sabían para qué se utilizaban esas técnicas.

Sin embargo, en junio de 2007, el entonces contratista de la CIA que supervisaba aquellos experimentos explicó personalmente a Condoleezza Rice en qué consistían. La consejera de Seguridad Nacional autorizó la continuación de los experimentos, limitándose a reducir la cantidad de torturas autorizadas.

Los fragmentos publicados del informe contienen un análisis detallado de cómo la CIA mintió a las demás ramas de la administración Bush, a los medios de prensa y al Congreso. Los experimentos de Martin Seligman

Los fragmentos del informe que se han dado a conocer confirman que la CIA realizó experimentos basados en los trabajos del profesor Martin Seligman (teoría de la impotencia aprendida). El objetivo de los experimentos no era obtener confesiones ni información, sino inculcar a los torturados un discurso o un comportamiento.

La mayoría de las citaciones que la prensa ha publicado tienden a confundir al público. En efecto, la CIA se refiere a los “métodos de condicionamiento” llamándolos “métodos de interrogatorio no estándares” (non-standard means of interrogation). Sacada de su contexto, esa denominación hace pensar que el término “interrogatorio” designa la búsqueda de información cuando en realidad designa el condicionamiento de las víctimas.

Todos los nombres de los torturadores fueron censurados en la parte desclasificada del informe. A pesar de ello, es evidente que bajo el seudónimo de Grayson Swigert se esconde Bruce Jessen mientras que James Mitchell aparece en el informe como Hammond Dunbar.

Bruce Jessen y James Mitchell supervisaron el programa desde el 12 de abril de 2002. Estaban físicamente presentes en las cárceles secretas. En 2005, formaron juntos una firma comercial, Mitchell, Jessen & Associates, designada en el informe como Company Y. Desde 2005 y hasta 2010, esa firma recibió pagos ascendentes a 81 millones de dólares. Posteriormente, el Ejército o fuerzas terrestres de Estados Unidos (US Army) los empleó para que dirigieran un programa sobre el comportamiento aplicado a 1.1 millones de soldados estadunidenses.

En mayo de 2003, un senior officer de la CIA recurrió al inspector general de la Agencia señalando que los trabajos del profesor Seligman se basaban en las torturas que se aplicaban en Vietnam del Norte para obtener “confesiones con fines propagandísticos”. Aquel oficial cuestionaba el programa de condicionamiento. Pero su denuncia no tuvo consecuencias. En todo, la denuncia contenía un pequeño error: se refería a Vietnam del Norte. Los trabajos de Seligman, al igual que las prácticas de los norvietnamitas, se basaban en trabajos coreanos.

Cómo se protegieron los torturadores

Según la Comisión senatorial, el programa de tortura de la CIA respondía a una orden del expresidente George W Bush emitida el 17 de septiembre de 2001, es decir, 6 días después de los atentados contra los Torres Gemelas y el Pentágono. Tenía como único objetivo proporcionar medios extraordinarios para la investigación sobre los atentados del 11 de septiembre de aquel año. Pero ese programa se desarrolló de inmediato en violación de varias instrucciones del presidente. Por consiguiente, a partir de la realización de los atentados, la CIA, a espaldas de la Casa Blanca, se esforzó por fabricar falsos testimonios que “demostrarían” la culpabilidad de Al-Qaeda.

El expresidente George W Bush y los miembros del Congreso fueron engañados por la CIA que:

- Obtuvo autorizaciones para recurrir a ciertas torturas disimulando el objetivo final de tales procedimientos.

- Presentó falsamente como información obtenida bajo la tortura lo que en realidad eran confesiones inculcadas.

El 6 de septiembre de 2006, cuando el expresidente Bush reconoció la existencia del programa secreto de torturas de la CIA, defendió esa práctica argumentando que había permitido la obtención de información que sirvió para salvar vidas. Bush se basaba en los informes plagados de falsedades proporcionados por la CIA e ignoraba que, en vez de buscar pruebas, la Agencia se dedicaba a fabricarlas. A partir de entonces, la prensa atlantista se hundió en la barbarie y comenzó a debatir sobre la justificación de la tortura presentándola como algo malo que permitía lograr algo bueno.

Los torturadores tuvieron la precaución de dotarse de una cobertura jurídica. Para ello pidieron que el Departamento de Justicia los autorizara a torturar. Pero el Departamento de Justicia se pronunció únicamente sobre la legalidad de los métodos utilizados (aislamiento, encierro en una caja de pequeñas dimensiones, simulacros de enterramientos, uso de insectos, etcétera) en vez de pronunciarse sobre el programa en su conjunto. La mayoría de los juristas autorizaban solamente algunas posturas en particular, pasando por alto las consecuencias síquicas que podían acarrear cuando se combinaban unas con otras. En agosto de 2002 ya se habían obtenido todas las autorizaciones.

Los dirigentes de la CIA que autorizaron esos experimentos especificaron por escrito que había que incinerar los cadáveres si las personas utilizadas como cobayos morían durante el proceso de condicionamiento y que a los sobrevivientes había que mantenerlos encerrados por el resto de sus días. Confesiones fabricadas

Para que se entienda bien, la Comisión senatorial no dice que las confesiones de los detenidos de la CIA son legalmente incorrectas por haber sido obtenidas bajo la tortura. Lo que expone es que la CIA no interrogó a esos detenidos sino que los condicionó para que declararan sobre situaciones y actos con los que no tenían nada que ver. La Comisión precisa que los agentes de la CIA ni siquiera trataron de informarse sobre lo que los detenidos ya habían declarado o confesado a las autoridades que los habían arrestado. En otras palabras, no sólo la CIA no trató de saber si Al-Qaeda estaba implicada o no en los atentados del 11 de septiembre, sino que su acción tuvo como único objetivo fabricar testimonios falsos para demostrar falsamente una supuesta implicación de Al-Qaeda en dichos atentados.

La Comisión senatorial no discute si las confesiones de los cobayos humanos les fueron arrancadas o si les fueron inculcadas. Pero, después de explicar que los supervisores no eran expertos en interrogatorios sino en condicionamiento, detalla ampliamente el hecho que ninguna de esas confesiones permitió anticipar nada. Demuestra que la CIA mintió al afirmar que habían permitido impedir otros atentados. La Comisión no escribe que la información sobre Al-Qaeda proveniente de aquellas confesiones es fabricada, pero señala que todo lo que se podía verificar era falso. De esa manera, la Comisión desmiente explícitamente los argumentos utilizados para justificar la tortura y anula implícitamente los testimonios utilizados para vincular a Al-Qaeda con los atentados del 11 de septiembre.

Ese informe confirma, de manera oficial, varias informaciones que nosotros ya habíamos presentado a nuestros lectores y que contradicen e invalidan los trabajos de los tanques pensantes atlantistas, de las universidades y de la prensa desde el 11 de septiembre, tanto en lo tocante a los atentados de 2001 como en lo que concierne a Al-Qaeda.

Como resultado de la publicación de los fragmentos del informe queda demostrado que todos los testimonios citados en el informe de la Comisión Presidencial Investigadora sobre el 11 de Septiembre que vinculan a Al-Qaeda con esos atentados son falsos. Ya no existe en este momento el menor indicio que permita atribuir esos atentados a Al-Qaeda: no existe ninguna prueba de que las 19 personas acusadas como secuestradores aéreos estuviesen aquel día en ninguno de los cuatro aviones y tampoco es cierto ninguno de los testimonios de exmiembros de Al-Qaeda que se atribuyen la autoría de los atentados. El informe confirma lo que ya revelamos en 2009

En octubre de 2009 publiqué un estudio sobre ese tema en la revista rusa Odnako. Afirmaba en ese trabajo que Guantánamo no era un centro de interrogatorios, sino de condicionamiento. También cuestionaba personalmente al profesor Seligman. Un año más tarde, luego de la publicación de la traducción de aquel artículo al inglés, sicólogos estadunidenses hicieron campaña exigiendo que Martin Seligman diese explicaciones sobre el asunto.

La respuesta de Seligman consistió únicamente en negar su papel como torturador y emprender una acción legal simultánea contra mí y contra la Red Voltaire tanto en Francia como en Líbano, país donde yo residía en aquel momento. Pero finalmente, el profesor Seligman ordenó a sus abogados suspender toda acción legal cuando publicamos una de sus cartas acompañada de una explicación de texto. Martin Seligman emprendió igualmente acciones legales contra todos los que abordaron el tema, como Bryant Weich del Hunffington Post. En este momento

En lo que constituye una muestra de valentía, la senadora Dianne Feinstein ha logrado publicar parte de su informe, a pesar de la oposición del actual director de la CIA, John Brennan, quien estuvo a cargo de ese programa de tortura.

El presidente Barack Obama ha anunciado que no emprenderá acciones legales contra ninguno de los responsables de esos crímenes, mientras que los defensores de los derechos humanos luchan por poner a los torturadores en el banquillo de los acusados, que es lo mínimo que debería hacerse.

Pero no son esas las preguntas realmente importantes: ¿Por qué cometió la CIA esos crímenes? ¿Por qué inventó la CIA confesiones destinadas a vincular artificialmente a Al-Qaeda con los atentados del 11 de septiembre? Y, por lo tanto, si Al-Qaeda no tiene nada que ver con los atentados del 11 de septiembre, ¿a quién quiso proteger la CIA?

Y, para terminar, el programa de la CIA sólo contaba 119 cobayos humanos. ¿Qué pasó entonces con los 80 mil prisioneros de las cárceles secretas de la US Navy?

Lo más peligroso es la islamofobia


Santiago Alba Rico - Rebelión

El atentado fascista en París contra la redacción del semanario Charlie Hebdo, que ha arrebatado la vida a 12 personas, entre ellas a los cuatro dibujantes Charb, Cabú, Wolinsky y Tignous, deja una doble o triple sensación de horror, pues está agravada por una especie de eco amargo y sucio y por una sombra de amenaza inminente y general.

Está sin duda el horror de la matanza misma por parte de unos asesinos que, con independencia de sus móviles ideológicos, se han situado a sí mismos al margen de toda ética común y por eso mismo fuera de todo marco religioso, en su sentido más estricto y preciso.

Pero está también el horror de que sus víctimas se dedicaran a escribir y a dibujar. No es que uno no pueda hacer daño escribiendo y dibujando -enseguida hablaremos de esto-; es que escribir y dibujar son tareas que una larga tradición histórica compartida sitúa en el extremo opuesto de la violencia; si se trata además de la sátira y el humor, nadie nos parece más protegido que el que nos hace reír. En términos humanos, siempre es más grave matar a un bufón que a un rey porque el bufón dice lo que todos queremos oír -aunque sea improcedente o incluso hiperbólico- mientras que los reyes sólo hablan de sí mismos y de su poder. El que mata a un bufón, al que hemos encomendado el decir libre y general, mata a la humanidad misma. También por eso los asesinos de París son fascistas. Sólo los fascistas matan bufones. Sólo los fascistas creen que hay objetos no hilarantes o no ridiculizables. Sólo los fascistas matan para imponer seriedad.

Pero hay un tercer elemento de horror que tiene que ver menos con el acto que con sus consecuencias. Ahora mismo -lo confieso- es el que más miedo me da. Y es urgente advertir de lo que nos jugamos. Lo urgente no es impedir un crimen que ya no podemos impedir; ni tampoco condenar asqueados a los asesinos. Eso es normal y decente, pero no urgente. Tampoco, claro, espumajear contra el islam. Al contrario. Lo verdaderamente urgente es alertar contra la islamofobia, precisamente para evitar lo que los asesinos quieren -y están ya consiguiendo- provocar: la identificación ontológica entre el islam y el fascismo criminal. La gran eficacia de la violencia extrema tiene que ver con el hecho de que borra el pasado, el cual no puede ser evocado sin justificar de alguna manera el crimen; tiene que ver con el hecho de que la violencia es actualidad pura, y la actualidad pura está siempre preñada del peor futuro imaginable. Los asesinos de París sabían muy bien en qué contexto estaban perpetrando su infamia y qué efectos iban a producir.

El problema del fascismo y de su violencia actualizadora es que se trata siempre de una respuesta. El fascismo está siempre respondiendo; todo fascismo se alimenta de su legitimación reactiva en un marco social e ideológico en el que todo es respuesta y todo es, por tanto, fascismo. El contexto europeo (pensemos en la Alemania anti-islámica de estos días) es la de un fascismo rampante. En Francia concretamente este fascismo blanco y laico tiene algunos valedores intelectuales de mucho prestigio que, a la sombra del Frente Nacional de Le Pen, llevan calentando el ambiente desde púlpitos privilegiados a partir del presupuesto, enunciado con falso empirismo y autoridad mediática, de que el islam mismo es un peligro para Francia. Pensemos, por ejemplo, en la última novela del gran escritor Houellebecq, Sumisión (traducción literal del término árabe “islam”), en la que un partido islamista gana al Frente Nacional las elecciones de 2021 e impone la “charia” en la patria de Las Luces. O pensemos en el gran éxito de las obras del ultraderechista Renaud Camus y del periodista político del diario Le Figaro Eric Zemour. El primero es autor de Le grand remplacement, donde se sostiene la tesis de que el pueblo francés está siendo “reemplazado” por otro, en este caso -obviamente- compuesto de musulmanes extraños a la historia de Francia. El segundo, por su parte, ha escrito El suicidio francés, un gran éxito de ventas que rehabilita al general Petain y describe la decadencia del Estado-Nación, amenazado por la traición de las élites y por la inmigración. Hace unos días en Le Monde el escritor Edwy Plenel se refería a estas obras como depositarias de una “ideología asesina” que “está preparando Francia y Europa para una guerra”: una guerra civil- dice- “de Francia y Europa contra ellas mismas, contra una parte de sus pueblos, contra esos hombres, esas mujeres, esos niños que viven y trabajan aquí y que, a través de las armas del prejuicio y la ignorancia, han sido previamente construidos como extranjeros en razón de su nacimiento, su apariencia o sus creencias”.

Este es el fascismo que estaba ya presente en Francia y que ahora “reacciona” -puro presente- frente a la “reacción” -pura actualidad asesina- de los islamistas fascistas de París. Da mucho miedo pensar que a las 7 de la tarde, mientras escribo estas líneas, el trending topic mundial en twitter, tras el tranquilizador y emocionante “yo soy Charlie”, es el terrorífico “matar a todos los musulmanes”. La islamofobia tiene tanto fundamento empírico -ni más ni menos- que el islamismo yihadista; los dos, en efecto, son fascismos reactivos que se activan recíprocamente, incapaces de hacer esas distinciones que caracterizan la ética, la civilización y el derecho: entre niños y adultos, entre civiles y militares, entre bufones y reyes, entre individuos y comunidades. “Matad a todos los infieles” es contestado y precedido por “matad a todos los musulmanes”. Pero hay una diferencia. Mientras que se exige a todos los musulmanes del mundo que condenen la atrocidad de París y todos los dirigentes políticos y religiosos del mundo musulmán condenan sin excepción lo ocurrido, el “matad a todos los musulmanes” es justificado de algún modo por intelectuales y políticos que legitiman con su autoridad institucional y mediática la criminalización de cinco millones de franceses musulmanes (y de millones más en toda Europa). Esa es la diferencia -lo sabemos históricamente- entre el totalitarismo y el delirio marginal: que el totalitarismo es delirio naturalizado, institucionalizado, compartido al mismo tiempo por la sociedad y por el poder. Si recordamos además que la mayor parte de las víctimas del fascismo yihadista en el mundo son también musulmanas -y no occidentales- deberíamos quizás medir mejor nuestro sentido de la responsabilidad y de la solidaridad. Pinzados entre dos fascismos reactivos, los perdedores son los de siempre: los inmigrantes, los izquierdistas, los bufones, las poblaciones de los países colonizados. Una de las víctimas de los islamistas, por cierto, era policía, se llamaba Ahmed Mrabet y era musulmán.

Del yihadismo fascista no espero sino fanatismo, violencia y muerte. Me repugna, pero me da menos miedo que la reacción que precede -valga la paradoja einsteiniana- a sus crímenes. El “matad a todos los musulmanes” está de algún modo justificado por los intelectuales que “preparan la guerra civil europea” y por los propios políticos que responden a los crímenes con discursos populistas religiosos laicos. Cuando Hollande y Sarkozy hablan de “un atentado a los valores sagrados de Francia” para referirse a la libertad de expresión, están razonando del mismo modo que los asesinos de los redactores del Charlie Hebdo. No acepto que un francés me diga que defender los valores de Francia implica necesariamente defender la libertad de expresión. Por muy laica que se pretenda, esa lógica es siempre religiosa. No hay que defender Francia; hay que defender la libertad de expresión. Porque defender los valores de Francia es quizás defender la revolución francesa, pero también Termidor; es defender la Comuna, pero también los fusilamientos de Thiers; es defender a Zola, pero también al tribunal que condenó a Dreyfus; es defender a Simone Weil y René Char, pero también el colaboracionismo de Vichy; es defender a Sartre, pero también las torturas de la OAS y el genocidio colonial; es defender mayo del 68, pero también los bombardeos de Argel, Damasco, Indochina y más recientemente Libia y Mali. Es defender ahora, frente al fascismo islamista, la igualdad ante la ley, la democracia, la libertad de expresión, la tolerancia y la ética, pero también defender la destrucción de todo eso en nombre de los valores de Francia. Da mucho miedo oír hablar de “los valores de Francia”, “de la grandeza de Francia”, de ”la defensa de Francia”. O defendemos la libertad de expresión o defendemos los valores de Francia. Defender la libertad de expresión -y la igualdad, la fraternidad y la libertad- es defender a la humanidad entera, viva donde viva y crea en el dios que crea. La frase de “los valores de Francia” pronunciada por Le Pen, Hollande, Sarkozy o Renaud Camus no se distingue en nada de la frase “los valores del islam” pronunciada por Abu Bakr Al-Baghdadi. Son en realidad el mismo discurso frente a frente, legitimado por su propia reacción asesina, que bombardea inocentes en un lado y ametralla inocentes en el otro. Pierden los de siempre, los que pierden cuando dos fascismos no dejan en medio ni el más pequeño resquicio para el derecho, la ética y la democracia: los de abajo, los de al lado, los pequeños, los sensatos. De eso sabemos mucho en Europa, cuyos grandes “valores” produjeron el colonialismo, el nazismo, el estalinismo, el sionismo y el bombardeo humanitario.

Mal empieza 2015. En 1953, “refugiado” en Francia, el gran escritor negro Richard Wright escribía contra el fascismo que “temía que las instituciones democráticas y abiertas no sean más que un intervalo sentimental que preceda al establecimiento de regímenes incluso más bárbaros, absolutistas y pospolíticos”. Protegernos del fascismo islamista es proteger nuestras instituciones abiertas y democráticas -o lo que queda de ellas- del fascismo europeo. La islamofobia fascista, en Europa y en las “colonias”, es la gran fábrica de islamistas fascistas y una y otro son incompatibles con el derecho y la democracia, los únicos principios -que no “valores”- que podrían aún salvarnos. Buena parte de nuestras élites políticas e intelectuales están más bien interesadas en todo lo contrario.

Descansen en paz nuestros alegres y valientes compañeros bufones del Charlie Hebdo. Y que nadie en su nombre levante la mano contra un musulmán ni contra el derecho y la ética comunes. Esa sí sería la verdadera victoria de los fascismos de los dos lados.
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...