Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

miércoles, 14 de octubre de 2015

Periodismo en la víspera de la locura


Rueda de prensa Cnel. Adolfo Majano, oct1979 (Cuartel El Zapote)


“Para continuar caminando al sol
Por estos desiertos
Para recalcar que estoy vivo
En medio de tantos muertos”.
(Canción Razón de vivir,

Víctor Heredia, cantautor argentino)

Alberto Barrera / San Salvador

Los siete cadáveres formaban una fila macabra en el piso rústico de un taller mecánico, todos tenían orificios de bala en la cabeza y habían caído, unos de bruces y otros de lado. Era la víspera de la locura.

Un joven policía, que asustado cuidaba la entrada al lugar de la masacre, me dejó pasar al identificarme y casi de inmediato pude ver un tétrico hilillo de sangre que corría por un diminuto surco que la caída de agua del techo de láminas metálicas había formado en las primeras dos semanas de agosto de 1979.

Yo era un novel reportero al que una llamada anónima alertó del crimen múltiple. Llegué al lugar que estaba sobre lo que hoy es la Alameda Juan Pablo II frente al Parque Infantil de Diversiones, pues Radio Sonora, que unas semanas antes me había contratado (el 22 de junio), tenía sus estudios en el quinto piso del edificio Rubén Darío a unas cuadras del lugar de la matanza. Me quedé helado ante aquel cuadro.

Poco a poco fueron llegando otros reporteros, policías y civiles que se juntaron alrededor de los cadáveres que mostraban una mueca lúgubre. Alguien mencionó que el jefe del taller era un ingeniero que había estudiado en la Unión Soviética y que era hijastro de Cayetano Carpio, “Marcial”, líder de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), uno de los cinco grupos armados que un año después integrarían el FMLN.

Recién leí en un documento que el jefe del taller era Óscar Rosales y que los cadáveres que vi eran campesinos organizados para la lucha armada. Rosales no sobrevivió al atentado.

Los reporteros que llegaron a cubrir la matanza eran veteranos y la mayoría empíricos, a excepción de algunos que ya habían roto el cerco en contra de graduados o estudiantes de la carrera de Periodismo, que por entonces solo la impartía la Universidad de El Salvador. Muchos de esos reporteros vestían trajes de polyester a cuadros y no siempre combinaban los colores de sus camisas y corbatas, pero la empresa para que laboraban les obligaba a presentarse de esa manera, mientras que los pocos jóvenes contrastábamos y algunos vestíamos “jeans” o pantalones vaqueros desgastados, a veces hasta rotos.

Uno de los veteranos, Narcizo Hidalgo Zeledón (fallecido), esculcó en un estante en el que había varios libros y hojeó uno que estaba en ruso. Ante ese cuadro impactante bromeó diciendo que alguien habían estado en Rusia “por eso los habían rusiado…”, algunos sonrieron y yo seguí mudo, pero gesticulé ante la broma de mal gusto.

Todos dieron sus reportes, René Contreras que entonces trabajaba en YSU, lo hizo con la naturalidad que le daba la experiencia. René fue mi maestro de la materia radio y uno de mis impulsores en la carrera o como también le llamamos “oficio” del periodismo.

Fui el primero en llegar y el último en informar. Estaba tullido por la impresión, me costó caminar unos metros sobre la séptima calle poniente o Juan Pablo II, hasta un restaurante conocido como “La pata de la vaca” en busca de un teléfono y desde ahí informé de la masacre. En el aula me habían enseñado cómo elaborar la noticia, la estructura de la información, a escribir o transmitir en directo, pero nadie me dijo que me encontraría con realidades como esa, cruel y lacerante, que por muchos años nos desangraría y que costaría la vida a unas 75,000 personas.

Ese jueves 16 de agosto, día de la matanza, el presidente, general Carlos Humberto Romero, había anunciado medidas como la presencia de delegados de la OEA en las próximas elecciones y que serían libres (él asumió el poder el 1 de julio después de denuncias de fraude y luego de una matanza en la Plaza Libertad la madrugada del 28 de febrero de 1977) y dijo que la Cruz Roja Internacional verificaría que no habían presos en cárceles clandestinas como previamente se había certificado. Los cadáveres de los obreros acribillados y la represión a una protesta en Santa Ana parecían negar los anuncios del mandatario.

En medio de esa represión me tocó esa cobertura sangrienta y pese a todo lo vivido, como reportero uno nunca se acostumbra al horror, pero aprende a soportar realidades para trabajar en periodismo y enviar la información a tiempo; y eso nos tocó hacer a muchos durante más de una década de guerra.

Yo necesitaba un antídoto para no sucumbir en las escenas sangrientas. Ante la violenta situación en la Franja de Gaza, en donde civiles palestinos fueron masacrados por ataques indiscriminados de Israel, algunos especialistas dieron consejos a periodistas que sufrieron traumas al ser testigos de cuadros dantescos de dolor.

Por ejemplo en el informe del Poynter’s News University, llamado: “Trauma Awareness: What Every Journalist Needs to Know” o “Conciencia traumada: Lo que todo periodista tiene que saber”; dan consejos de cómo enfrentar esas y otras realidades. Al ser testigo de tragedias y no se recupera, el periodista debe buscar ayuda profesional y “si entiendes lo que te ha traumatizado, no te volverás loco, en realidad serás más fuerte”, dice el informe.

Además recomienda no involucrarse en los hechos, cuidar de uno mismo como dormir o comer bien, caminar y respirar así como buscar apoyo entre compañeros.

Casualmente eso hicimos por esos años sin tener las recomendaciones de expertos y después, con el recrudecimiento de la guerra civil, muchos de los reporteros junto a corresponsales extranjeros teníamos largas reuniones, festejos improvisados o continuas bromas, olvidando las experiencias traumáticas o alegres de haber sobrevivido a una incursión en zonas de peligro.
 

El cerebro aun me pulsa al pensar en el momento de esa primera cobertura traumática, la voz me temblaba y fui tan escueto al informar que los dueños de la estación le pidieron a Marcos Alemán, entonces jefe de prensa de Sonora, que me despidiera.

Yo estaba dispuesto a recibir la reprimenda o hasta perder el empleo, aunque lo necesitaba pues además de mi hija Brenda estaba por llegar Catalina, las que con Reina hasta entonces habíamos procreado. Con mi salario de reportero radial (300 colones) y una beca de 150 colones que me había concedido la universidad teníamos que sobrevivir.

Hasta pensé, para justificarme, que en realidad la radio no era lo que me gustaba, que quería aprender a escribir para revistas y practicar la fotografía.

Marcos habló conmigo sobre lo que pensaba el dueño (Roberto Castañeda, ya fallecido), acepté la observación y le dije que iba a mejorar y ante los sucesos diarios cubrí la demanda de noticias con la prontitud que la radio demandaba e informaba con la mayor claridad.

La radio informativa

Y en esas circunstancias la radio se convirtió en el principal medio informativo pese a los controles oficiales, eran tantos los sucesos diarios que a los encargados de vigilar la prensa los arrolló la realidad. Por esos días y debido al incremento de la violencia en la región, pues en Nicaragua se había librado una guerra entre rebeldes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y el gobierno de Anastacio Somoza, que terminó sucumbiendo al avance insurgente el 19 de julio de ese año.

Y muchos corresponsales extranjeros comenzaron a llegar, después de que Domingo Rex camarógrafo de CBS captara la matanza de estudiantes universitarios en las gradas de catedral el 8 de mayo, que protestaban por la captura de Facundo Guardado Secretario General del Bloque Popular Revolucionario (BPR) y otros dirigentes de esa organización.

Miembros del BPR junto a otras organizaciones de masas como el FAPU y las LP-28 se tomaron calles de la ciudad, fábricas y las embajadas de Francia y Costa Rica, mientras los grupos guerrilleros realizaron acciones armadas y de propaganda, así como colocaron barricadas en carreteras. De nada sirvió Guardado, Numas Escobar, Ricardo Mena y el dirigente universitario Óscar Bonilla no aparecían y el gobierno negaba que estuvieran en su poder.

Ese día martes 8 de mayo unos 300 manifestantes que partieron del centro de Mejicanos realizaron un mitin en el atrio de catedral, había música y títeres para exigir la libertad de los dirigentes desaparecidos. De pronto un contingente de policías nacionales llegó al lugar y al momento accionaron sus viejos rifles G-3 y carabinas causando 25 muertos y 70 heridos.

En la universidad nos impactó la matanza que solo fue conocida con detalles por esas imágenes que se transmitieron durante 30 segundos en el noticiario nocturno que conducía el famoso Walter Cronkite. Fue la peor crisis, hasta ese momento, en el gobierno del general Romero.

También un reportero de un canal de televisión centroamericano captó imágenes previas y declaraciones de un teniente de la policía nacional: “vamos a desalojarlos para que todos se vayan” y luego la pregunta: “¿qué siente al desalojarlos?, yo siento una emoción pero a la misma vez me da un no sé qué porque no se puede combatir con la misma gente y sin trabajo…” Esos videos nunca fueron transmitidos en los canales de televisión nacional.

Fotógrafos de las agencias estadounidenses AP y UPI, junto a Ken Hawkins de Paris Match recogieron el sangriento incidente, pero fueron las de éste las que recorrieron el mundo que estupefacto dirigía su mirada hacia El Salvador.

Hawkins había llegado a cubrir las ocupaciones de embajadas, principalmente la de Francia, pues su embajador Michel Dondenne era rehén de los ocupantes en medio de una situación convulsa que amenazaba desbordarse y eso fue lo que ocurrió. El fotoperiodista volvió en junio de 2011 a intentar “sanar su corazón” por ser testigo de la matanza, aunque antes había vivido las guerras de Viet Nam y Nicaragua.

También los reporteros extranjeros estaban atentos a los sucesos y enviaban sus informes como Alan Riding de The New York Times, Georgie Anne Geyer o Karen De Young para The Washington Post, Shirley Christian para The Miami Herald entre otros, pues también llegaron a cubrir los sucesos sangrientos algunos corresponsales latinoamericanos y europeos.

Y esa demanda de información, pues los medios nacionales obviaban muchos sucesos impactantes, generó una competencia entre las radios YSU, YSKL, Cadena Central y Sonora que transmitían en sus frecuencias de AM, dando la noticia con rapidez y con la mayor claridad

Los medios impresos, los escasos noticiarios de televisión locales y los corresponsales de las agencias de noticias internacionales comenzaron a monitorear los informativos radiales. El público también notó que era la mejor forma de informarse y las audiencias comenzaron a aumentar.

En YSU destacaban Carlos Samayoa Martínez y René Contreras junto a un equipo de locutores como Julio César Tóbar “JC Piedrasanta” y Mauricio Morataya, entre otros, que reporteaban y sus noticias se escuchaban con una voz muy modulada, aunque algunos de ellos trataban los temas de una forma muy conservadora y generalmente se referían a los datos oficiales.

Raúl Beltrán reporteaba para Cadena Central y luego brillaría en la KL en la que por esos días era reportero Roberto Reyes (Primo Chomo), ambos estudiantes de Periodismo y René Hurtado mostraba su agresiva forma de informar en la Central.

En Sonora Marcos y yo éramos los novatos que fuimos tomando experiencia y la estación, que tenía algún impacto en sectores populares por su programación de música ranchera. Aún recuerdo el spot radial: “21 4011teléfono de la Sonora y pida usted su ranchera, su ranchera preferida, marque, marque el 21 4011…” grabado por una voz femenina que entonaba el estribillo. El trabajo previo de Antonio Velado, un veterano periodista radial que laboró en la KL, tenía sus resultados.

Reporteros en aeropuerto Managua Oct1979

La televisión y los diarios, deuda informativa

En televisión las noticias no eran lo más importante aunque había dos noticiarios que se cargaban de muchos hechos sociales. El guatemalteco Carlos Rosas Gaitán, era el propietario y director de Telediario que se transmitía en Canal 4, aunque con el conflicto armado logró vender sus servicios a cadenas internacionales, principalmente de Estados Unidos y Europa, logrando con ello un buen impacto económico en su empresa.

Guillermo De León, también originario de Guatemala, dirigía Teleprensa y Reportajes De león que se transmitían en Canal 2; y se hizo famoso por sus relatos de hechos violentos en la ciudad, algunos cerca de sus oficinas que estaban frente a la Plaza Morazán, los cuales no editaba y parecían que estaba en vivo, por eso le gustaba decir que estaban informando desde el lugar de los hechos.

Algunos recuerdan la frase famosa de esos días de don Guillermo: “agachate, agachate Santamaría”, dirigiéndose a su camarógrafo estrella (Carlos Santamaría) ante el estruendo de explosiones o balazos en alguna calle de la ciudad luego de que los cuerpos de seguridad habían disuelto violentamente alguna de las muchas protestas. Rosa Gaitán y De León fallecieron hace algunos años.

Mientras que los periódicos matutinos, la Prensa Gráfica y El Diario de Hoy, tenían una visión muy conservadora y siempre publicaban las versiones oficiales del gobierno o el ejército, por lo que poco a poco fueron perdiendo credibilidad, aunque no los anunciantes que preferían eso a darle espacio a los sucesos impactantes de la realidad. Lo mismo hacía Diario Latino y fue el vespertino Diario El Mundo el que comenzó a publicar noticias que los otros evitaban.

Los reporteros y redactores más conocidos en esos rotativos eran Adrián Roberto Aldana, quien además de trabajar en la Prensa colaboraba con la agencia británica de noticias Reuters; Guillermo Peñate Zambrano, su compadre, amigo y ambos generadores de las bromas más hilarantes en el gremio, reporteaba para El Diario de Hoy y aun colaboraba para la Agencia Francesa de Prensa (AFP) aunque luego lo haría Samayoa Martínez, jefe de prensa de la radio YSU.

En El Mundo destacaba Armando Contreras por el riesgo que tomaba al informar con bastante apego a la realidad y en eso su cómplice principal era el director del rotativo, Cristóbal Iglesias. Ambos también ya fallecieron.

La radio católica YSAX además de transmitir las homilías de Monseñor Romero había iniciado comentarios diarios en los que se analizaba la realidad nacional y denunciaba los constantes atentados en su contra así como a los periódicos El Independiente y La Crónica del Pueblo que en más de una ocasión fueron dinamitados, incendiados, se les asesinaban empleados y sus directores eran amenazados constantemente.
 

Un día de febrero de ese año la radio comentó ácidamente que “nuestra prensa es sencillamente de pésima calidad intelectual y, a veces, de baja estofa moral. Su fuerte son los anuncios, sobre todo en los diarios matutinos, que más parecen catálogos comerciales que órganos de información y criterio”.

La radio comercial rompió con algunos de esos esquemas tradicionales de informar buscando ser mejores que la otra y tener la noticia “al instante” o “debidamente confirmada”, como decían sus “slogans” generando competencia que beneficiaba a la población, aunque los reporteros veteranos de otros medios criticaban que se informara porque “beneficiaba a sectores subversivos” al divulgar los hechos en los que la izquierda, política y armada, sectores populares del campo y la ciudad eran protagonistas.

Era común escuchar a tus espaldas que alguien preguntara quién eras y alguno respondía que eras “nuevo”. Una vez escuché que además de novato llegaba de la universidad y sin tapujos sostuvo uno de ellos: “ah pues es rojo”, sin preocuparse que le escuchara. Así de fácil me calificó, con el peligro que eso representaba.

Aunque también es cierto que algunos de ellos entendieron y con el tiempo nos aceptaron como colegas y algunas veces compartían alguna información que no podían publicar.

El ejemplo de Nicaragua fue importante, pues los rebeldes del FSLN tuvieron su estación de radio para informar de sus victorias y muchos de los avances ante las fuerzas somocistas en los diferentes frentes de guerra fueron transmitidos en vivo por las radios nacionales, hasta que lograron derrocar a Somoza el 19 de julio de 1979.

Sonora y YSKL competían con radios aglutinadas en la Organización Intercentroamericana de Radio (OIR) y Servicio Centroamericano de Noticias (Sercano), de las que ambas eran asociadas, aunque lamentablemente los dos sistemas desaparecieron.

Y la importancia radicaba en cómo se informaba desde una trinchera o un sitio de combate por lo que esos reporteros de Radio Sandino se volvieron famosos, muchos queríamos ir a cubrir el conflicto nicaragüense, pero solo algunos lo lograron, entre ellos Marcos Alemán quien viajó con la Cruz Roja a Managua para traer heridos o gente que solicitaba refugio en los últimos días del gobierno de Somoza.

Candente y sangrienta realidad

Casi tres meses antes de la matanza en el taller mecánico, el 22 de mayo de 1979, una protesta de estudiantes, maestros y trabajadores que intentaban llevar alimentos y medicinas a ocupantes de la embajada de Venezuela había sido masacrada y al menos 15 personas murieron tiroteadas, otras 12 resultaron heridas en el atentado cerca de la sede diplomática que estaba sobre la 83 avenida norte en la colonia Escalón.

Ésa tarde de martes mientras caminaba por el pasillo del edificio de Física en la Facultad de Ciencias y Humanidades de la Universidad, un dirigente de AGEUS me invitó a una reunión y aunque iba para otra actividad en el mismo campus acepté y mi sorpresa fue que la junta en unas de las cabañas de esa facultad era cerrada, no era para la prensa. Adentro se preparaba la manifestación y la forma en que llegarían a la embajada previendo algún ataque.

Algunos me reconocieron y sabían que era reportero de Primera Plana, el periódico de prácticas en el Departamento de Periodismo en la Facultad de Ciencias y Humanidades, pero ya no podía salir del lugar pues puertas y ventanas habían sido cerradas.

A mi lado estaba la maestra Emma Carpio y atrás Delfy Góchez, otro un maestro flaquito miembro de ANDES y Mati, mi amiga y compañera estudiante en la carrera, pero que estaba organizada en el UR19, Universitarios Revolucionarios 19 de Julio, vinculado a la izquierda armada y quien un tiempo después se fue a la montaña y trabajó en Radio Farabundo Martí que transmitió las versiones oficiales de la guerrilla desde Chalatenango.

María Teresa Gutiérrez o Mati me reclamó amistosamente: “¿qué hacés aquí?” y yo…pues “me invitaron y vine”. Meditó y me dijo “bueno si no vas a ir, no digás nada a nadie” y yo pues “no te preocupés, entiendo que esto no es para elaborar una noticia”.

La reunión continuó y los organizadores dieron tareas, dibujaron las calles que transitarían y qué acciones harían al llegar pacíficamente a la embajada para intentar entregar los alimentos y las medicinas que necesitaban los ocupantes de la embajada venezolana, una de las tres ocupadas en esos días por miembros del BPR, la organización de masas de las FPL. Las otras eran la de Francia y la de Costa Rica que poco antes había sido desalojada.

Terminó la reunión y todos salieron animados hacia la Escalón. Yo me fui a mi actividad académica y otros compromisos en Periodismo. La tarde transcurría normal, hasta que por los parlantes se informó de la disolución a balazos de la manifestación de apoyo. Me fui a la sede de AGEUS y ahí estaban algunos de los que habían logrado salir de la balacera, entre ellas mi amiga María Teresa. Algunos de los jóvenes manifestantes llevaban unas pistolitas para intentar defenderse si había algún ataque, pero nada pudieron hacer ante el calibre de las armas de los policías y quizá también les faltaba experiencia.

Los dirigentes estudiantiles informaron de la masacre y entre los muertos estaban el maestro flaquito con quien intercambié algunas palabras y bromas, Emma Carpio y Delfy Góchez, quienes unas horas atrás conversaban animadamente. Esa noche me costó conciliar el sueño, pensando en el ánimo que los tres tenían por apoyar a sus compañeros y la tristeza de saber que habían fallecido. La muerte rondaba. El poeta Rafael Góchez Sosa escribió un poema para su hija Delfy expresando el dolor enorme por su pérdida.

Mario González, un colega periodista, escribió años después en una columna en El Diario de Hoy que mientras catedral estaba ocupada por el BPR y la policía atacaba a los estudiantes, la música en las radios seguía sonando y YSU transmitía la clásica Copacabana de Barry Manilow y otras estaciones hacían sonar “Plástico” y “Buscando guayaba” de Willie Colón y Rubén Blades.

La espiral de violencia se agravó ese año en el que aparecieron negros nubarrones pues la represión de los cuerpos de seguridad y ejército iba en aumento, las protestas populares crecían junto a algunas acciones de la guerrilla.

Ese ambiente antecedía a mi ingreso al periodismo radial, pero me apasionaba saber que podría ser reportero, pues siendo aún estudiante de secundaria seguí de cerca a través de radios de onda corta los sucesos del golpe de Estado en Chile contra el presidente Salvador Allende y su triste final.

En enero de ese año, el sacerdote Octavio Ortiz y varios catequistas fueron asesinados a tiros por efectivos de la guardia y el ejército en El Despertar, una casa de retiros de San Antonio Abad. La matanza la intentaron disfrazar como un enfrentamiento armado, aunque un testigo que filmó la operación y cuyas imágenes le fueron incautadas me contó cómo organizaron el ataque a los religiosos indefensos. Carlos “el chele” Santamaría atestiguó la cruel matanza realizada por guardias nacionales, cuya unidad de inteligencia la dirigía el ex mayor y fundador del partido Arena, Roberto D´Aubuisson, pero muchos años se calló por miedo a represalias.

Pero años después en una entrevista con el periódico digital El Faro recordó que D´Aubuisson le dijo antes de realizar la grabación como camarógrafo que por entonces realizaba en Teleprensa y cuya actividad autorizó Guillermo De León: “Todo lo que oigás y veás, nada. ¿Verdad?”, recuerda que le dijo el militar y él le respondió: “nada, le dije”, sostuvo en la conversación.

“Cuando me metieron a la casa, empecé a ver el pijo de muertos… cipotes que habían intentado huir tirados en los techos…”, aunque la versión oficial fue otra y el video que transmitió Teleprensa no tenía esas imágenes.

Un locutor de Radio Monumental que por ese tiempo transmitía desde una zona cercana a la matanza dijo en su turno matutino que “los monstruos verdes han invadido el paraíso”.

Antes también habían sido asesinados los sacerdotes Rutilio Grande, Alfonso Navarro y Ernesto Barrera Motto, quien fue reivindicado después como miembro de las FPL. El 4 de agosto también era acribillado el sacerdote de San Esteban Catarina, San Vicente, Alirio Napoleón Macías.
 
Madres 31 5 1991

Por eso el arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, no cesaba en sus denuncias durante las homilías dominicales que se transmitían por la radio YSAX, La Voz Panamericana, en donde se escuchaba música de protesta de cantantes como el chileno Víctor Jara, asesinado durante el golpe a Allende, o el Quinteto Tiempo, Quilapayún y otros grupos.

Monseñor Romero fue asesinado también por un experto tirador el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba misa en la capilla del hospital para cancerosos La Divina Providencia.

La difícil situación y descrédito del gobierno del general Romero, por sus múltiples violaciones a los derechos humanos y criticado hasta por sus aliados, culminó en un golpe de estado por jóvenes militares el 15 de octubre de ese 1979 que algunos consideraron como “el principio del fin”.

Con el golpe hubo esperanza de muchos, entre ellos el mismo arzobispo, pero algunas organizaciones militares incrédulas actuaron y un día después aparecieron jóvenes armados en algunas populosas ciudades como Mejicanos, era la aparición pública de guerrilleros que por entonces eran clandestinos. Fui testigo del llamado que hacían a la insurrección, aunque no pude informar porque una larga cadena radial a la emisora gubernamental lo impedía. Y luego la represión sangrienta que continuó hasta que en los últimos días de diciembre y primeros de enero de 1980 se desintegró la primera Junta Cívico Militar y casi todo su gabinete, exceptuando los representantes del Partido Demócrata Cristiano que continuaron justificando y con ello se acentuó el conflicto y la guerra civil comenzaba abiertamente.

La violencia cruel y despiadada se apoderó de El Salvador y nadie la pudo detener hasta 12 años después cuando en enero de 1992 el gobierno y la guerrilla firmaron el fin al conflicto armado.

En medio de todo eso el periodismo nacional e internacional también puso su cuota de sangre con la muerte de 18 periodistas y uno desaparecido, aunque se calcula que la violencia cobró las vidas de medio centenar de empleados de medios de comunicación.

Los recuerdos de esos sucesos sangrientos, de colegas fallecidos, de amigos desaparecidos y el inicio en el oficio llegaron 36 años después de comenzar como reportero radial un largo recorrido por el periodismo.
 
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...