Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

domingo, 31 de julio de 2016

“El periodismo va moviendo cosas, a gotas”

 
 
 
Héctor Silva Ávalos
FACTum
 
 
He hablado horas y horas con Carlos Dada en la sala de su apartamento de San Salvador. De todo. No solo de periodismo. Hemos hablado de las cosas que hablan los amigos. Horas. La semana pasada, por primera vez, mi grabadora registró una de esas conversaciones. Esta vez se trataba de abordar, con un tanto de formalidad, lo que Carlos tiene que decir sobre el periodismo en El Salvador, sobre El Faro y, navegando por esos dos temas, sobre ese pequeño país, uno de los más violentos del mundo, que es el nuestro, donde él y yo empezamos a ejercer el periodismo hace 20 años.

La grabadora tiene, para nosotros periodistas, la enojosa virtud de obligarnos a ordenar el pensamiento y la palabra para convertir la plática en registro digerible, revelador cuando tercia. Horas, dije, de plática. No había otra manera más que aplicar el on the record para ordenar y sintentizar las ideas de Carlos Dada, fundador de El Faro. Hablamos de El Faro y del periodismo que sigue siendo indispensable para la democracia imperfecta, frágil, del país. De los retos con los que amanecemos a diario. Y esta vez, sin más brebaje que un café al que me prohibió echarle azúcar o miel -lo vas a arruinar, me dijo-, levantamos las tazas por los premios que acaban de ganar El Faro y Óscar Martínez, uno de los periodistas con los que Carlos ha compartido redacción desde hace rato. Vale, en este día del periodista, leer lo que este señor, uno de los periodistas más reconocidos de El Salvador, tiene que decir sobre el oficio.
 
Empecemos hablando de El Faro y sus premios, ¿cuántos son? ¿Tres?

Sí, tres esta semana. Jajajaj.

…El premio Gabriel García Márquez a la excelencia, que es a El Faro. Y dos de Óscar Martínez, el del Comité para la Protección de Periodistas por sus sacrificios personales para llevar información a su comunidad y el premio María Moors Cabot
 
Los periodistas siempre dicen que los premios te comprometen más…

Siempre decimos eso, sí.
 
¿Con qué te comprometen más? ¿Con tu país, con tu profesión?

En primer lugar te comprometen porque los premios atraen muchísimas más miradas hacia tu trabajo: estás bajo mucho más escrutinio. Eso es muy bueno cuando crees que tu trabajo sirve para algo: entre más miradas, mejor. Con estos premios, que son tan grandes, colegas de afuera empiezan a ver El Faro y se empiezan a preguntar qué es lo siguiente que vamos a hacer. La FNPI nos llama modelos, yo no estoy seguro de que lo seamos, pero sí se empieza a esperar que nosotros marquemos pautas en algunas cosas. Más que modelo, un referente.

“Después de publicar lo de la masacre de San Blas tuvimos que sacar periodistas fuera del país”.

El Faro es un referente a nivel continental, no solo por el tipo de periodismo que hace sino por la plataforma digital. Vos dirigiste 16 años El Faro, pero también creciste en los grandes medios tradicionales de El Salvador… ¿Qué significa que un medio digital sea hoy el referente? Vas a Guatemala y pasa lo mismo, y aquí en el país es obvio cuando comparás lo que hace El Faro con lo que están haciendo los medios tradicionales.

Sinceramente creo que se puede matizar eso de que yo haya crecido en un medio tradicional salvadoreño. No creo que mi experiencia en La Prensa Gráfica, o la de otros periodistas de El Faro, explique en absoluto a El Faro. Más que eso: el crecimiento periodístico de El Faro se debe, sobre todo, a nuestras lecturas de otros periodismos, a nuestros diálogos con otros periodistas, y a unas dinámicas de autocrítica; a todo eso muchísimo más que a nuestro paso por otros medios de comunicación salvadoreños. Te lo digo por algo que vos particularmente me vas a entender muy bien: nosotros pertenecemos a una generación de periodistas huérfana; no tuvimos grandes referentes de periodistas en este país, no hubo generaciones anteriores que nos trasladaran un conocimiento acumulado. Somos una generación huérfana, que se inventó su periodismo como pudo, ciertamente unos mejor que otros.
 
Pero algo aprendimos…

En los grandes medios salvadoreños, quien quiso hacer bien las cosas a menudo tuvo que luchar contracorriente. No es de ahí que aprendimos; aprendimos de los diálogos con colegas y del trabajo de complicidad con algunos colegas dentro de esos medios. Pero no aprendimos por el medio.
 
Pero en aquellos 90 después de la guerra, cuando vos y yo estábamos en la redacción de La Prensa Gráfica, ese era el único lugar en el que parecía posible hacer periodismo, donde era posible tener discusiones e intentar algo diferente…

Sí, por una razón muy particular que vos conocés muy bien, porque llegó a la dirección de LPG una persona que por primera vez, en décadas en ese periódico, era crítica con el poder por razones políticas personales y nosotros simplemente abusamos de esa libertad. Eso fue lo que pasó. Y no te lo estoy contando… Es una historia que vos viviste.
 
¿Qué pasó? ¿Ya entonces era necesario crear El Faro porque esas puertas en los grandes medios eventualmente se iban a cerrar, que es lo que estamos viendo ahora?

Casi todos los periodistas de El Faro que pasaron por LPG empezaron en El Faro; su paso por LPG obedeció más a la necesidad económica porque EF no era una operación profesional, pero en cuanto EF pudo profesionalizar sus operaciones todos empezaron a venirse de regreso, porque en EF estábamos a la mitad de un proceso propio de hacer periodismo, y lo que nos faltaba era hacerlo sostenible.
 
Volvamos a los premios y lo que dicen. El premio que la CPJ le dio a Óscar, por los riesgos que él asumió, habla de los retos que significa hacer periodismo decente en un país como este. No somos Honduras o México, pero obviamente hay riesgos…

No sé cómo comentar eso. Nosotros somos muy cuidadosos al hablar de riesgos personales; nos sentimos un poco incómodos poniéndonos de víctimas cuando hay colegas… ayer nada menos asesinaron a un colega en Veracruz. Hay periodistas que asumen riesgos mucho mayores o están bajo una situación de amenaza mayor. El riesgo tiene dos componentes: el real y luego tu percepción de ese riesgo. A veces están relacionados, a veces no. Yo creo que cada quien tiene el derecho a sentirse como lo hace y nadie te puede criticar por eso. Hay gente que tiene mayor capacidad de moverse en medio de esos riesgos y Óscar es un caso extraordinario; ha decidido asumir riesgo porque cree que cuando lo ha hecho no hay ninguna otra opción que le permita contar las historias que para él ha sido importante contar: el drama de los migrantes centroamericanos sometidos a todo tipo de vejámenes por México es un claro ejemplo de eso. Él consideró, y me consta porque a mí me tocó la comunicación con él desde aquí, no arriesgarse más de lo que debía, sin embargo asumió riesgos grandes.

Carlos Dada en el estudio de su casa en San Salvador. Foto tomada de El Faro.
 
¿A qué te referís con riesgo real y percepción?

Lo digo porque a veces a mí me molesta porque en este país se habla de estas cosas como si fuera un concurso de valentías. Me molesta que se critique a alguien que ha decidido irse del país por temor a una amenaza, y pasa, y se le niega el derecho a sentirse amenazado o con temor. Vos podés decir “es que objetivamente fulano de tal no tenía ni por asomo el nivel de riesgo que ustedes asumen…”
 
Vaya, pero esas son críticas que suelen venir sobre todo de quien nunca ha asumido un riesgo…

No es un concurso de valentías. En El Faro nuestra aspiración es que nos reconozcan por nuestro periodismo, no por los riesgos.
 
Ahora, en El Salvador hablar de lo que está pasando en las pandillas, de la entraña de los entes generadores de corrupción implica riesgos reales, ¿estamos de acuerdo?

Por supuesto…
 
¿Qué es diferente en El Salvador de Honduras o México, donde sí matan periodistas?

Hay varias razones para explicar eso. La primera es que el narcotráfico, que es un componente importante de la violencia tanto en Honduras como en México, no es un componente tan importante en este país. Nuestro trabajo no afecta demasiado las agendas de estos grupos criminales.
 
Pero Óscar Martínez es uno de los periodistas que trabajó el tema del Cartel de Texis y esos reportajes sí afectan a esos grupos…

Claro, pero el punto con el Cartel de Texis fue distinto porque normalmente corrés mayor riesgo cuando las personas que estás denunciando tienen menos que perder políticamente. En el caso de Texis, esas personas tienen una vida legal donde pueden perder mucho (si atacan a un periodista). No quiero decir con esto que en El Salvador no hay ningún riesgo: la vez que más alto ha sido nuestro nivel de alerta fue después de la publicación de la masacre de San Blas; ese nivel de alerta fue tan grande que tuvimos que sacar del país a tres periodistas durante un tiempo prudencial. ¿De dónde venían las amenazas? De elementos policiales evidentemente. Ni el ministerio de Seguridad, ni el secretario presidencial Hato Hasbún, ni el jefe de la Policía examinaron nunca las denuncias que les habíamos hecho de acoso policial, particularmente contra Óscar Martínez; lo convirtieron en una burla a nosotros. Aumenta el nivel de riesgo porque las personas encargadas de garantizarte la protección están minimizando tu situación.

“No servís a tus lectores, servís a los principios periodísticos.”

Ocupo ese caso para hablar del oficio. El Faro saca lo de San Blas y el reportaje se convierte casi en un caso de manual: está denunciando un hecho que la narrativa oficial pretende ocultar con toda sus fuerzas, que es que la Policía está implicada en ejecuciones extrajudiciales. Ustedes se enfrentan al escepticismo, a las amenazas, pero ahora, un año después, las instituciones ya aceptan que eso existe: Fiscalía abrió expedientes, PDDH ha recibo múltiples denuncias, el director de PNC ha dicho que eso sucede, el canciller tuvo que ir a Washington a hablar del tema… Pusieron el tema en la mesa. Es decir, el riesgo implícito al oficio dio algún resultado…

De acuerdo, y a mí ese caso en particular me hizo concluir una cosa muy importante, porque efectivamente se nos vino encima después de la publicación mucha gente. La reacción virulenta de mucha de esa gente me pareció una reacción natural porque la lógica de esa gente es esta: en el país más violento del mundo, si los principales responsables de esa violencia son los pandilleros, y ellos son el cáncer de ese país, por qué nosotros estamos criticando a quienes están ayudando a erradicar ese cáncer. Esa es una lógica muy natural en este país, lo que no quiere decir que sea correcta. Eso me llevó a pensar dos cosas: la obligación del periodista no es satisfacer las demandas de tu comunidad; no servís a tus lectores, servís a los principios periodísticos. La segunda es que nosotros deberíamos hacer un esfuerzo mayor por explicarles a nuestros lectores por qué esto es importante y por qué creemos que esto es positivo para el país, y creo que ahí no hemos sido tan capaces.
 
¿No le estás pidiendo al periodismo que asuma un rol que es de otros, de la academia por ejemplo?

Sí, claro, pero en este país eso también toca, porque si te vas a quedar sentado esperando que lo haga otro vas a seguir recibiendo esas reacciones virulentas, que lo que indican es que no hay comprensión.
 
Óscar Martínez me decía hace medio año, cuando el caso de San Blas estaba más fresco y no había reacción oficial alguna, aquel se quejaba, como otros solemos hacerlo: “Puta, ¿y esto para qué sirve?” Hay quien te dirá que tu responsabilidad termina al explicar las cosas, no necesariamente en esperar un cambio. ¿Tenemos los periodistas que esperar cambios a riesgo de frustrarnos si no los hay? Desde mi experiencia personal: escribí un libro sobre la Policía, sobre su capacidad de romper la ley, de encubrir y hoy vos me decís que desde la Policía los amenazan. Nada cambia…

Nuestro trabajo es por naturaleza muy frustrante porque seguimos viendo nuestro oficio como algo romántico, como algo que tiene una capacidad transformadora y todos los días aprendemos que no es así. Y cada vez que hacemos un reportaje lo hacemos con la esperanza que de verdad transforme cosas y esto rara vez sucede, al menos no a la velocidad y en las dimensiones que nos gustaría verlo. Puede llegar a ser tan frustrante como cuando Alma Guillermoprieto dice que no cambia nada y cuando le preguntan por qué lo hace contesta: porque toca. Yo no soy tan escéptico: creo que el periodismo va moviendo cosas, son gotas y dependiendo de la cantidad de ese goteo la capacidad de ir moviendo piececitas es mayor. Creo que también nos frustramos más cuando cometemos el error de pensar que nuestro trabajo solo puede cambiar esas cosas; no, solo somos una parte de la sociedad.

“En América Latina los periódicos no han sido lugares para hacer periodismo, sino para hacer dinero.”

El Salvador parece bastante lejos de eso. Recién estuve en Guatemala y allá parece muy evidente que el periodismo y las instituciones pudieron cambiar cosas. La gente salió a las calles. En El Salvador, El Faro y otros hacemos reportajes… ¿Qué más hay?

No es qué más hay, sino hacia dónde nos lleva. Para ver hacia adelante hay que echar la mirada un poco para atrás. Te voy a dar un ejemplo: hace poco, en Nueva York, estaba en un panel donde estaban Jon Lee Anderson, quien cubrió la guerra de El Salvador, y Susan Meiselas, que fue la que hizo el registro fotográfico de El Mozote. El panel era sobre los periodistas como los que escriben el primer capítulo de la historia y yo les decía que la historia no está escrita en piedra, sino que fluye, se mueve. Sin el trabajo de Susan y Jon Lee, por ejemplo, nosotros hubiéramos tenido un punto de partida muchísimo más pobre para dar continuidad. Hoy sabemos más cosas de El Mozote, pero en su momento pudo haber parecido que el registro de Susan Meiselas no servía para nada, sobre todo porque los gobiernos de El Salvador y Estados Unidos negaron esa masacre durante 10 años. Claro que sirvió: ese registro y el libro de Ray Bonner y lo que escribió Alma Guillermoprieto patentaron la peor masacre de América Latina en la segunda mitad del siglo XX. Que los cambios que propicia el periodismo no ocurran con la inmediatez que quisiéramos no le resta a su capacidad transformadora y a su capacidad de contribuir a la verdad.

Carlos Dada (derecha) durante la presentación del libro “Infiltrados” de Héctor Silva Ávalos en la UCA, en mayo de 2014. Acompaña el rector de la universidad, Andreu Oliva. Foto de Francisco Campos.
 
¿Qué tan grave es el problema del abuso desde la fuerza pública en el contexto de la guerra contra las pandillas?

Bueno, vos escribiste un libro sobre los abusos en la Policía.
 
Sí, pero ese libro cuenta hasta 2013. Ahora seguís hablando de una Policía que piensa que todo vale en la lucha contra el enemigo interno. ¿Es así?

Me estás pidiendo que compare como si esto fuera el punto culmen de un camino de descomposición. No estoy tan seguro. Creo que plantearlo así implica olvidarnos que hubo altos mandos de la Policía implicados con el crimen organizado, implicados con la inteligencia militar. Todas estas cosas hay que ponerlas en su lugar para dimensionar lo que está pasando ahorita. No es que no sea gravísimo lo que está pasando, es gravísimo, pero no me atrevo a comparar con todo lo que ha pasado antes en la Policía.
 
Hablemos un poco de los modelos actuales de periodismo, de sus plataformas. El premio de la FNPI dice que EF es un modelo. ¿Qué pasó con los grandes medios tradicionales y sus plataformas en papel y electrónicas?

Los grandes medios de Latinoamérica, y hablo de la región en general, han tenido dos objetivos: que sean un negocio por encima de todo lo demás.
 
Ser rentables no es un pecado…

En el caso del periodismo sí, dejame terminar… El otro objetivo ha sido utilizar esos medios para diseminar una agenda política. Cuando te digo que son un negocio por encima de todo no digo que ser un negocio sea malo, nos encantaría ser un negocio así de rentable, pero sin sacrificar la naturaleza de nuestro oficio. Un periódico tiene por función hacer periodismo no dinero, si haciendo periodismo puede hacer dinero, ese periódico es un gran periódico. En este caso por hacer dinero se ha sacrificado el periodismo y eso no es correcto, es inmoral.
 
¿Dónde quedan ahí los grandes negocios del periodismo continental como el Washington Post, el New York Times?

Estamos hablando de América Latina…
 
¿Cuál ha sido la diferencia?

Bueno, que en Estados Unidos, desde la misma concepción de la república, el periodismo y la libertad de expresión tienen un lugar cuasi sagrado. Aquí no. En América Latina eso nunca ha pasado. En el último siglo el periódico no ha sido, en América Latina, un lugar para hacer periodismo, sino para hacer dinero.
 
Me estás diciendo que durante un siglo hemos vivido en la oscuridad…

No, porque ha habido intentos que no han sido en los grandes medios: gacetas, periódicos pequeños, en toda América Latina, que no han sobrevivido porque terminan siendo cooptados por estos grandes conglomerados de medios y por su poder económico. Podríamos hablar país con país. El internet lo que te permite es una plataforma muchísimo más barata para hacer periodismo. Fijate lo que ha pasado en América Latina: con las crisis de estos modelos de negocios de los medios tradicionales lo primero que se cerró fueron las unidades de investigación. ¿Qué pasó con esos periodistas investigadores? Se quedaron sin trabajo. Lo mismo pasó con los grandes periodistas que regresaron de los exilios después de las dictaduras y no hallaron cómo insertarse en los medios tradicionales que para empezar habían sido cómplices de esas dictaduras. Algunos se insertaron en revistas académicas o gremiales. Luego con el surgimiento de internet encontramos un lugar donde era posible hacer periodismo, no en aras de hacer dinero, sino de hacer buen periodismo.
 
Pregunto por la sostenibilidad. Entiendo que tu objetivo no es el lucro, pero tenés que ser sostenible, tenés que pagarles a los periodistas. El Faro ha tratado el tema en sus foros…

Nos ha preocupado mucho. Afortunadamente hasta el día de hoy hemos logrado sobrevivir. El Faro tiene un problema: entre más dinero llega lo usamos para crecer, no para cubrir los hoyos sino para abrir más hoyos. Con la pauta publicitaria que tenemos ahorita hubiera alcanzado y sobrado en los primeros cinco o siete años para incluso ser rentables, pero ahora EF es una operación mucho más grande. La pauta que tenemos ahorita no alcanza a cubrir ni la mitad de nuestros costos.
 
Otro tema sobre el modelo y la plataforma: internet fue en los primeros tiempos una avenida de salida para el periodismo, pero hoy es también un inmenso basurero. En El Salvador se multiplican como hongos estos sitios periodísticos entre comillas. Es decir, un lector joven entra a El Blog o La Página y piensa que está leyendo periodismo.

Bueno, por eso hay que insistir en educar a los lectores. ¿Es esa nuestra obligación? Pues si te quedás esperando a que alguien más lo haga vamos a seguir estando al nivel de estos lugares que se abren todos los días. Esta frase no es mía, pero la sostengo absolutamente: el internet es hoy el lugar donde se hace el mejor periodismo del mundo y también el peor. El internet es solo una plataforma, no es una panacea ni una nueva manera de hacer periodismo. El método periodístico no ha variado: el periodismo sigue siendo una disciplina de precisión y de confirmación de información y el internet no ha modificado eso. Mal periodismo siempre ha habido, tampoco culpemos al internet.

Por qué Hillary Clinton es mucho peor que Trump



DIANA JOHNSTONE

 
Diana Johnstone es quizá una de las comentaristas de la política europea y estadounidense más reputadas en la izquierda. Colaboradora, entre otros, de Counterpunch, Johnstone, que se hizo conocida en Europa por sus críticas a la política occidental durante las guerras en los Balcanes, acaba de sacar un libro sobre Hillary Clinton titulado La reina del caos. La entrevistó para lamarea.com Àngel Ferrero.

Los medios estadounidenses han centrado su atención estas primarias en Donald Trump. Pero en su opinión, Hillary Clinton también debería ser motivo de preocupación. La ha descrito como ‘la reina del caos’. ¿Por qué?

Trump consigue titulares porque es una novedad, un showman que dice cosas chocantes. Es visto como un intruso en un espectáculo electoral diseñado para transformar a Clinton en la “primera mujer presidenta de América”. ¿Por qué la llamo reina del caos? En primer lugar, por Libia. Hillary Cinton fue en gran medida responsable de la guerra que hundió a Libia en el caos, un caos que se extiende hacia el resto de África e incluso Europa. Ha defendido más guerra al Oriente Medio.

Mi opinión no es que Hillary Clinton “también debería” ser motivo de preocupación. Ella es el principal motivo de preocupación. Clinton promete apoyar más a Israel contra los palestinos. Está totalmente comprometida con la alianza de facto entre Arabia Saudí e Israel que tiene como objetivo derrocar a Assad, fragmentar Siria y destruir la alianza chií entre Irán, Assad y Hezbolá. Esto aumenta el riesgo de confrontación militar con Rusia y Oriente Medio. Al mismo tiempo, Hillary Clinton defiende una política beligerante hacia Rusia en su frontera con Ucrania. Los medios de comunicación de masas en Occidente se niegan a darse que cuenta que muchos observadores serios, como por ejemplo John Pilger y Ralph Nader, temen que Hillary Clinton nos conduzca, sin advertirlo, a la Tercera Guerra Mundial.

Trump no se ajusta a ese molde. Con sus comentarios groseros, Trump se desvía radicalmente del patrón de lugares comunes que oímos de los políticos estadounidenses. Pero los medios de comunicación establecidos han sido lentos en reconocer que el pueblo estadounidense está completamente cansado de políticos que se ajustan al patrón. Ese patrón está personificado por Hillary Clinton. Los medios de comunicación europeos han presentado en su mayoría a Hillary Clinton como la alternativa sensata y moderada al bárbaro de Trump. Sin embargo, Trump, el “bárbaro”, está a favor de reconstruir la infraestructura del país en vez de gastar el dinero en guerras en el extranjero. Es un empresario, no un ideólogo.

Trump ha afirmado claramente su intención de poner fin a la peligrosa demonización de Putin para desarrollar relaciones comerciales con Rusia, lo que sería positivo para Estados Unidos, para Europa y para la paz mundial. Extrañamente, antes de decidir presentarse como republicano, para consternación de los líderes del Partido Republicano, Trump era conocido como demócrata, y estaba a favor de políticas sociales relativamente progresistas, a la izquierda de los actuales republicanos o incluso Hillary Clinton.

Trump es impredecible. Su reciente discurso en AIPAC, el principal lobby pro-israelí, fue excesivamente hostil hacia Irán, y en 2011 cayó en la propaganda que condujo a la guerra contra Libia, incluso si ahora, retrospectivamente, la critica. Es un lobo solitario y nadie sabe quiénes son sus asesores políticos, pero hay esperanza de que arroje fuera de la política a los neoconservadores e intervencionistas liberales que han dominado la política exterior estadounidense los últimos quince años.

Los asesores de Clinton destacan su experiencia, en particular como secretaria de Estado. Muchos se ha escrito sobre esta experiencia y no siempre de manera positiva. ¿Cuál fue su papel en Libia, Siria o Honduras?

Hay dos cosas que decir sobre la famosa experiencia de Hillary Clinton. La primera es observar que su experiencia no es el motivo de su candidatura, sino, más bien, la candidatura es el motivo de su experiencia. En otras palabras, Hillary no es candidata debido a que su maravillosa experiencia haya inspirado a la gente a escogerla como aspirante a la presidencia. Es más correcto decir que ha acumulado ese currículo justamente para cualificarse como presidente.

Durante unos veinte años, la máquina clintonita que domina el Partido Demócrata ha planeado que Hillary se convierta en “la primera mujer presidenta de EEUU” y su carrera se ha diseñado con ese fin: primero senadora de Nueva York, después secretaria de Estado.

Lo segundo concierne al contenido y la calidad de esa famosa experiencia. Se ha empecinado en demostrar que es dura, que tiene potencial para ser presidenta. En el Senado votó a favor de la guerra de Irak. Desarrolló una relación muy cercana con el intervencionista más agresivo de sus colegas, el senador republicano por Arizona John McCain. Se unió a los chovinistas religiosos republicanos para apoyar medidas como hacer que quemar la bandera estadounidense fuese un crimen federal. Como secretaria de Estado, trabajó con “neoconservadores” y esencialmente adoptó una política neoconservadora utilizando el poder de Estados Unidos para rediseñar el mundo.

Respecto a Honduras, su primera importante tarea como secretaria de Estado fue proporcionar cobertura diplomática para el golpe militar de derechas que derrocó al presidente Manuel Zelaya. Desde entonces Honduras se ha convertido en la capital con más asesinatos del mundo. En cuanto a Libia, persuadió al presidente Obama para derrocar el régimen de Gaddafi utilizando la doctrina de “responsabilidad para proteger” (R2P) como pretexto, basándose en falsas informaciones. Bloqueó activamente los esfuerzos de gobiernos latinoamericanos y africanos para mediar, e incluso previno los esfuerzos de la inteligencia militar estadounidense para negociar un compromiso que permitiese a Gaddafi ceder el poder pacíficamente.

Continuó esa misma línea agresiva con Siria, presionando al presidente Obama para que incrementase el apoyo a los rebeldes anti-Assad e incluso para imponer una “zona de exclusión aérea” basada en el modelo libio, arriesgándose a una guerra con Rusia. Si se examina atentamente, su “experiencia” más que cualificarla para el puesto de presidente, la descalifica.

Como secretaria de Estado, Clinton anunció en 2012 un “pivote” a Asia oriental en la política exterior estadounidense. ¿Qué tipo de política podríamos esperar de Clinton hacia China?

Básicamente este “pivote” significa un desplazamiento del poder militar estadounidense, en particular naval, desde Europa y Oriente medio al Pacífico occidental. Supuestamente, porque debido a su creciente poder económico China ha de ser una “amenaza” potencial en términos militares. El “pivote” implica la creación de alianzas antichinas entre otros Estados de la región, lo que con toda probablidad incrementará las tensiones, y rodeando a China con una política militar agresiva se la empuja efectivamente a una carrera armamentística. Hillary Clinton apuesta por esta política y si llegase a la presidencia la intensificaría.

Clinton dijo en 2008 que Vladímir Putin no “tiene alma”. Robert Kagan y otros “intervencionistas liberales” que jugaron un papel destacado en la crisis en Ucrania la apoyan. ¿Su política hacia Rusia sería de una mayor confrontación que la del resto de candidatos?

Su política sería claramente de una mayor confrontación hacia Rusia que las de Donald Trump. El contrincante republicano de Trump, Ted Cruz, es un fanático evangélico de extrema derecha que sería tan malo como Clinton, o quizá peor. Comparte la misma creencia semirreligiosa de Clinton en el rol “excepcional” de Estados Unidos para modelar el mundo a su imagen. Por otra parte, Bernie Sanders se opuso a la guerra de Iraq. No ha hablado demasiado de política internacional, pero su carácter razonable sugiere que sería más juicioso que cualquiera de los demás.

Los asesores de Clinton tratan de destacar su intento de reformar el sistema sanitario estadounidense. ¿Fue ese intento de reforma realmente un avance y tan importante como dicen que fue?

En enero de 1993, pocos días después de asumir la presidencia, Bill Clinton mostró su intención de promocionar la carrera política de su esposa nombrándola presidenta de una comisión especial para la reforma del sistema nacional de sanidad. El objetivo era llevar a cabo un plan de cobertura sanitaria basado en lo que se denominó “competitividad gestionada” entre compañías privadas. El director de esa comisión, Ira Magaziner, un asesor muy próximo a Clinton, fue quien diseñó el plan. El papel de Hillary era vender políticamente el plan, especialmente al Congreso. Y en eso fracasó por completo. El “plan Clinton”, de unas 1.342 páginas, fue considerado demasiado complicado de entender y a mediados de 1994 perdió prácticamente todo el apoyo político. Finalmente se extinguió en el Congreso.

Respondiendo a la pregunta, el plan básicamente no era suyo, sino de Ira Magaziner. Como había de depender de las aseguradoras privadas, orientadas al beneficio, como ocurre con el Obama Care, ciertamente no era un avance, como sí que lo es el sistema universal que defiende Bernie Sanders.

La campaña de Clinton ha recibido notoriamente dinero de varios hedge funds. ¿Cómo cree que podría determinar su política económica si consigue llegar a la presidencia?

Cuando los Clinton abandonaron la Casa Blanca en enero de 2001, Hillary Clinton lamentó estar “no sólo sin blanca, sino en deuda”. Eso cambió muy pronto. Hablando figuradamente, los Clintons se trasladaron de la Casa Blanca a Wall Street, de la presidencia al mundo de las finanzas. Los banqueros de Wall Street compraron una segunda mansión para los Clinton en el Estado de Nueva York (que se sumó a la que tienen en Washington DC) prestándoles primero el dinero y luego pagándoles millones de dólares por ofrecer conferencias.

Sus amistades en el sector bancario les permitieron crear una fundación familiar ahora valorada en dos mil millones de dólares. Los fondos de la campaña proceden de fondos de inversión amigos que colaboran de buen grado. Su hija, Chelsea, trabajó para un fondo de inversión antes de casarse con Marc Mezvinsky, quien creó su propio fondo de inversión después de trabajar para Goldman Sachs.

En pocas palabras, los Clinton se sumergieron por completo en el mundo de las finanzas, que se convirtió en parte de su familia. Es difícil imaginar que Hillary se mostrase tan desagradecida como para llevar a cabo políticas contrarias a los intereses de su familia adoptiva.

Se dice que la política de identidad es otro de los pilares de su campaña. Quienes apoyan a Clinton afirman que votándola se romperá el techo de cristal y que por primera vez en la historia una mujer entrará en la Casa Blanca. Desde varios medios has protestado contra esta interpretación.

Una razón fundamental para que se diese la alianza de Wall Street con los Clinton es que los autoproclamados “nuevos demócratas” encabezados por Bill Clinton lograron cambiar la ideología del Partido Demócrata de la igualdad social a la igualdad de oportunidades. En vez de luchar por las políticas tradicionales del New Deal que tenían como objetivo incrementar los estándares de vida de la mayoría, los Clinton luchan por los derechos de las mujeres y las minorías a “tener éxito” individualmente, a “romper techos de cristal”, avanzar en sus carreras y enriquecerse. Esta “política de la identidad” quebró la solidaridad de la clase trabajadora haciendo que la gente se centrase en la identidad étnica, racial o sexual. Es una forma de política del “divide y vencerás”.

Hillary Clinton busca persuadir a las mujeres de que su ambición es la de todas ellas, y que votándola están votando por ellas mismas y su éxito futuro. Este argumento parece funcionar mejor entre las mujeres de su generación, que se identificaron con Hillary y simpatizaron con el apoyo leal a su marido, a pesar de sus flirteos. Sin embargo, la mayoría de las jóvenes estadounidenses no se han dejado llevar por este argumento y buscan motivos más sólidos a la hora de votar. Las mujeres deberían trabajar juntas por las causas de las mujeres, como el mismo salario por el mismo trabajo, o la disponibilidad de centros infantiles para las mujeres trabajadoras. Pero Hillary es una persona, no una causa. No hay ninguna prueba de que las mujeres en general se hayan beneficiado en el pasado de tener a una reina o una presidenta. Es más, aunque la elección de Barack Obama hizo felices a los afroamericanos por motivos simbólicos, la situación de la población afroamericana ha ido empeorando.

Mujeres jóvenes, como Tulsi Gabbard o Rosario Dawson, consideran que poner fin a un régimen de guerras y cambios de régimen y proporcionar a todo el mundo una buena educación y sanidad son criterios mucho más significativos a la hora de escoger un candidato.

¿Por qué las minorías siguen apoyando a Clinton en vez de a Sanders?

Está cambiando. Hillary Clinton ganó el voto negro en las primarias demócratas en los Estados del sur profundo. Fue a comienzos de la campaña, antes de que Bernie fuese conocido. En el sur profundo, muchos afroamericanos estaban desencantados porque muchos de ellos estaban en prisión o habían estado en prisión, y la mayoría de votantes son mujeres mayores que asisten regularmente a la iglesia, donde escuchan a los predicadores pro-Clinton, no lo que se dice en Internet.

En el norte las cosas son diferentes, y el mensaje de Sanders está consiguiendo extenderse. Lo apoyan la mayor parte de intelectuales afroamericanos y de afromericanos del mundo del entretenimiento. Ésta es la primera elección presidencial donde Internet juega un papel clave. Especialmente la gente joven, que no confía en los medios de comunicación establecidos. Es suficiente leer los comentarios de los lectores estadounidenses en Internet para darse cuenta de que Hillary Clinton está considerada ampliamente como una mentirosa, una hipócrita, una belicista y un instrumento de Wall Street.

¿Cómo ves la campaña de Bernie Sanders? Es visto como la esperanza de la izquierda, pero tras la presidencia de Obama también hay cierto escepticismo. Algunos comentaristas han señalado su apoyo a intervenciones militares estadounidenses en el pasado.

A diferencia de Obama, quien prometió un “cambio” vago, Bernie Sanders es muy concreto a la hora de hablar de los cambios que se tienen que hacer en política doméstica. E insiste en que él solo no puede hacerlo. Su insistencia en que se precisa una revolución política para conseguir sus metas está realmente inspirando el movimiento de masas que necesitaría. Es lo suficientemente experimentado y tozudo como para evitar que el partido le secuestre, como ocurrió con Obama.

En cuanto a la política exterior, Sanders se opuso firmemente y de manera razonada a la guerra de 2003 en Irak, pero como la mayor parte de la izquierda, se dejó llevar por los argumentos en favor de las “guerras humanitarias”, como la desastrosa destrucción de Libia.

Pero este tipo de desastres han comenzado a educar a la gente, y puede que hayan servido de lección al propio Sanders. La gente puede aprender. Puede oír, entre quienes le apoyan, a antibelicistas como la congresista Tulsi Gabbard de Hawai, que presentó su dimisión en el Comité Nacional Demócrata para apoyar a Sanders. Hay una contradicción obvia entre el gasto militar y el programa de Sanders para reconstruir EEUU. Sanders ofrece una mayor esperanza porque viene con un movimiento nuevo, joven y entusiasta, mientras que Hillary viene con el complejo militar-industrial y Trump viene consigo mismo.

Actualmente vive en Francia. ¿Cómo ve la situación en el país? ¿Qué explica el ascenso del Frente Nacional, en paralelo a otras fuerzas de la nueva derecha (o nacional-conservadoras)?

Los partidos establecidos siguen las mismas políticas impopulares en Europa y en EEUU y eso, naturalmente, lleva a la gente a buscar algo diferente. El control local de los servicios sociales se sacrifica a la necesidad de “atraer inversores”, en otras palabras, a dar al capital financiero la libertad de modelar sociedades dependiendo de sus opciones de inversión. La excusa es que, atrayendo inversores, se crearán empleos, pero esto no ocurre. Puesto que la clave de estas políticas es romper las barreras nacionales para permitir al capital financiero ganar acceso, es normal que la gente acuda a los llamados partidos “nacionalistas” que aseguran querer restaurar la soberanía nacional. Como en Europa sobreviven los fantasmas del nazismo, “soberanía nacional” se confunde con “nacionalismo”, y “nacionalismo” se equipara con guerra. Estas suposiciones hacen que el debate en la izquierda sea imposible y termine favoreciendo a los partidos de derecha, que no sufren de este odio al Estado nacional.

En vez de actuar con horror a la derecha, la izquierda necesita ver las cuestiones que afectan realmente a la gente con claridad.

En el pasado ha criticado a la izquierda (o a una parte considerable de ella) por apoyar las llamadas “intervenciones humanitarias”. ¿Qué opina de la ‘nueva izquierda’ o ‘nueva nueva izquierda’ en países como Grecia o España?

La propaganda neoliberal dominante justifica la intervención militar por motivos humanitarios, para “proteger” a la gente de “dictadores”. Esta propaganda ha tenido mucho éxito, especialmente en la izquierda, donde con frecuencia se acepta como una versión contemporánea del “internacionalismo” de la vieja izquierda, cuando en realidad es todo lo opuesto: no se trata de las Brigadas Internacionales y su idealismo, combatiendo por una causa progresista, sino del Ejército estadounidense bombardeando países en nombre de alguna minoría que puede acabar demostrándose como un grupo mafioso o terroristas islámicos.

Honestamente, creo que este libro es una aportación a la crítica de la política intervencionista liberal, y lamento que no esté disponible en español, aunque hay ediciones en inglés, francés, italiano, portugués, alemán y sueco.


Ángel Ferrero - La marea

martes, 26 de julio de 2016

Diez recomendaciones ético-sintácticas


Para periodistas, comunicadores sociales y militantes de la verdad


Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Universidad de la Filosofía


Ya sabemos que no hay “periodismo” asexuado, neutro o des-interesado; ya sabemos que entre tendencias, sueldos e ideologías se teje una red de presiones y tensiones que determinan la interpretación “periodística” de los “hechos” y su orientación al servicio de los hilos que la mueven. Ya sabemos que nadie redacta o publica noticias ingenuamente y que en el ejercicio de contar acontecimientos -objetivos y subjetivos- pesa decisivamente la posición y el compromiso de clase del que informa y del que es informado. Es indispensable tener conciencia de esas tensiones, reconocer los límites que nos imponen y saber moverse entre ellas para poner a salvo la “pasión por la verdad”, es decir, por su construcción colectiva, sus fortalezas metodológicas y sus fundamentos científicos. Es indispensable romper con el empirismo y el criticismo -irresponsables y mercantilistas- que sirven de plataforma para las tropelías informativas más impúdicas e impunes. Por todo eso y más viene bien ejercitar vacunas o antídotos éticos de combate capaces de parir y hacer parir un periodismo nuevo o un modo de producción informativa emancipados y emancipadores. Verbigracia:

1. No uses la palabra “enfrentamiento” cuando grupos militares o policiales repriman a líderes o movimientos desarmados.

2. Lee mucho y privilegia siempre las fuentes de información de quienes luchan por las bases y desconfía siempre de las agencias internacionales comercializadoras de noticias.

3. Explica, con toda claridad, los “hechos”, sus móviles, sus protagonistas y las condiciones concretas y de clase en que ocurren (cronológicas, históricas, de clase, geográficas...)

4. Explica siempre (de la manera más clara y creativa) el marco teórico de tu trabajo de información y comunicación.

5. Se generoso en la consulta y el contraste de fuentes informantes y elabora un dispositivo crítico riguroso frente a ellas.

6. Pondera con cuidado extremo tu subjetividad ante los hechos y mantén bajo vigilancia tu propia contaminación ideológica y tu ignorancia frente a lo que debes informar. La primera sospecha sobre la información debe recaer en el informante.

7. Advierte a tu interlocutor (de manera rigurosa y creativa) cuales y cuántas son tus limitaciones para informar en lo general y en lo particular.

8. Si en el proceso de acopiar información detectas que alguien miente, denúncialo de todas las maneras posibles o serás su cómplice.

9. Mantén equidad de perspectivas (no neutralidad) de género, de edades... Tomando posición La lado de los más débiles, los más frágiles, los más humillados. Ética significa, también, hacer lo que se debe por el bien de los que menos tienen.

10. Analiza, invariablemente, si lo que informas pertenece o no, si ayuda o no, a una situación revolucionaria y asegúrate con toda honestidad de que tu vocabulario, tu sintaxis, tu formación profesional… tus valores estén a la altura de las circunstancias y de los pueblos en lucha. No te engañes ni engañes a otros.

La Ética no es ese arte del relativismo fanático -que algunos ridiculizan con palabrería de eruditos- para esquivar la fuerza de su poder social y su capacidad de poner en evidencia toda trapacería, marrullería y crimen. No es un ingrediente decorativo para muchachos que, serviles al patrón, recitan ideología de auto-ayuda como si fuese evangelio ético de supermercado. Mercenarios pues.

Aunque parezca ocioso repetirlo no está de más siempre anclar la producción de información sobre bases afianzadas con buenas dosis de auto-crítica científica. Alertas con los peligros y las contaminaciones. Es fácil encontrar trampas y manías -de todo orden- entre quienes se auto-convencieron de ser más revolucionarios que toda revolución. No son pocos. Abundan los “docentes” que, ya sabiéndolo todo, barnizan con saliva de doctos cuanta situación y cuanto liderazgo les cuestiona su lugar en las filas. Algunos son discretos y hábiles para disimular su inutilidad o su obra inofensiva y para ello usan muchas citas de revolucionarios y teóricos clásicos. Hay piezas magistrales pergeñadas por sabios incapaces de organizar ni una piñata. Y venden muchos libros y conferencias.

No pocos se hacen profesores y se hacen preceptores. Siembran la abundante cosecha de su ego en las cabezas de muchas generaciones y aguardan pacientemente la hora de los aplausos. Se creen en edad de enseñar a otros el arte de alabarse a sí mismos y prohíjan becas, prebendas y canonjías a los cuatro vientos de su histrionismo mesiánico. Y dan vueltas al mundo con su sólo truco de naderías auto-referenciales. Ya hemos tenido suficiente de eso. Nadie está por encima de quienes luchan, nadie puede auto-erigirse en interprete o representante de lo que no construye y por lo que no se arriesga. Nadie pues está por encima de la revolución social.

En todo caso entiéndese aquí por Ética la ciencia que describió Sánchez Vázquez en una de sus obras más orientadoras y útiles para la Batalla de las Ideas y para esculpir la conducta científica de aquel que asuma responsabilidades sociales ante el trabajo de documentar acontecimientos y divulgar las consecuencias, objetivas y subjetivas. Nada menos. Y eso hace que ningún “decálogo”, incluido éste, sea letra muerta ni palabra última. Todo debe ponerse bajo el examen inequívoco de su utilidad a la emancipación humana, finalmente sin clases sociales… sin capitalismo.
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...