Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

martes, 21 de marzo de 2017

México tiene 45 mil niños desaparecidos y su fin es explotación sexual o tráfico de órganos, alerta fundación

 En México hay cerca de 45 mil niños desaparecidos que pueden ser utilizados para explotación sexual o tráfico de órganos. Foto: Cuartoscuro
 
 
 Shaila Rosagel
sinembargo, mx



En México existen 45 mil niños desaparecidos y una lista oficial de 3 mil averiguaciones previas por menores robados durante el último año y medio, que son sustraídos para explotación sexual, venta y tráfico de órganos, denunció Guillermo Gutiérrez Romero, presidente de la Fundación Nacional de Investigaciones de Niños Robados y Desaparecidos.

Las bandas de secuestradores operan con mayor intensidad en el Distrito Federal, Estado de México, Veracruz, Tijuana, Monterrey, Guadalajara y en las zona fronterizas del norte y sur del país, gracias a la indolencia e impunidad de las autoridades mexicanas.

“Hay oficialmente en el último año y medio 3 mil casos de robo de niños y 45 mil que se consideran como desaparecidos, ausentes o que se fueron por su propia voluntad. No hay datos precisos de cuántos de ellos son para tráfico de órganos o explotación sexual, simplemente porque al gobierno mexicano no le interesa. Nosotros venimos luchando desde hace más de 10 años para que se cree el Centro Nacional Especializado para la Búsqueda Niños Robados, pero no pasa nada y eso les da luz verde a los secuestradores para que sigan llevándose a los niños”, dijo.

Prácticamente en todo el país se roban menores de cualquier edad a través de personas que operan solitarias, por su cuenta, por bandas pequeñas que se los venden a los traficantes de órganos y de explotación sexual y por el crimen organizado que sacan a sus víctimas del país con pasaportes y credenciales.

De acuerdo con Gutiérrez Romero, no existe un dato exacto de cuántas bandas de secuestradores de niños operan en el territorio mexicano, debido a la falta de interés de las autoridades. “En México los casos de desaparición de niños los lleva la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la PGR [Procuraduría General de la República], que tiene funcionarios ahí que son ineficientes, que no saben lo que están haciendo”, dijo.

El crimen organizado opera a través de toda una red que incluye señuelos que atrapan a sus víctimas, principalmente adolescentes, a través de las redes sociales.

“Estas bandas utilizan jóvenes atractivos para llegar a sus víctimas. Muchos de ellos son para la explotación sexual”, indicó.

El tráfico de niños y de personas es el tercer negocio más lucrativo a nivel mundial después del tráfico de armas y de drogas, cuyo mercado representa cerca de los 32 millones de dólares anuales, explicó.

“El número de niñas y niños que son desaparecidos cada año a nivel mundial para la trata es de un millón 2000 mil de acuerdo con la UNICEF”, dijo.

TRÁFICO DE ÓRGANOS… Y TERROR
 
Agresiones contra menores han repuntado en los últimos días. Foto: Cuartoscuro

Estados Unidos y Francia realizan una investigación conjunta de cómo operan las bandas criminales en México. Foto: Cuartoscuro

Aunque en México se desconoce la cifra exacta de cuántos de los niños que son robados se destinan al tráfico de órganos, autoridades de Estados Unidos y de Francia tienen identificado perfectamente el modus operandi de las bandas delictivas.

“Los órganos de los niños no se los llevan de México en contenedores o hieleras, eso es ciencia ficción. Se los llevan vivos a Estados Unidos, estando allá hay clínicas y médicos corruptos que por miles de dólares los operan y les extraen todos los órganos. La prueba de que existe el tráfico de órganos, es que muchos de los niños robados, nunca aparecen”, explicó.

Guillermo Gutiérrez planteó que las autoridades estadounidenses y francesas aseguran que los restos de un niño que es intervenido quirúrgicamente para la extracción de sus órganos en alguna clínica clandestina es desaparecido de la forma más atroz.

“Yo he hablado con estas autoridades de alto nivel de Estados Unidos y Francia. Ellos dicen que nunca se va a encontrar a un niño abierto en canal, porque lo que hacen estas bandas es que los restos de las víctimas son echados a unas grandes trituradoras de carne. Como carne molida, se los echan a los perros”, dijo. “Es verdaderamente algo de horror”, añadió.

En cuanto al perfil de los niños robados que son ideales para el tráfico de órganos, las edades oscilan entre los siete y 10 años de edad. Los bebés hasta cinco años, son sustraídos generalmente para venderlos a parejas que no pueden tener hijos.

“Los recién nacidos son para el satanismo; para adopciones por parejas que no pueden tener hijos, son de cero a tres, cuatro y hasta cinco años”, explicó.

Los infantes, aunque en menor medida, también desaparecen en pequeños poblados y comunidades indígenas, pero de ellos en ocasiones no existe ni siquiera una averiguación previa.

El problema del tráfico de órganos de niños mexicanos hacia Estados Unidos ha cobrado visibilidad durante la última semana cuando fue denunciado por El Vaticano en el editorial del diario L”Osservatore Romano.

La autora del artículo, Lucetta Scaraffia, denunció que existe “un constante aumento” de tráfico de niños migrantes indocumentados entre el territorio mexicano y el estadounidense.

El negocio del tráfico de órganos también fue denunciado por un reportaje de Julia Preston en The New York Times, donde afirma que las familias y los menores se han vuelto un negocio de altas utilidades y bajo riesgo para los líderes de los cárteles mexicanos de la droga que se han apoderado del control del tráfico humano en el Río Bravo.

Ahora ofrecen paquetes familiares, cobrando hasta 7 mil 500 dólares por llevar desde América Central hasta el lado estadounidense del río a un menor solo o a una madre con hijos señalan agentes de la Patrulla Fronteriza y testimonios de migrantes.

Pero en México cualquier niño robado puede ser trasladado a Estados Unidos para venderlo y extirparle sus órganos, por lo que Guillermo Gutiérrez dio algunas de recomendaciones para evitar el robo de un menor.

“No dejarlos solos en ningún momento, inculcarles que deben rechazar cualquier regalo que provenga de un extraño, avisar a sus papás cualquier situación extraña y no contestar los teléfonos en sus hogares cuando están solos.

La Fundación Nacional de Investigaciones de Niños Robados y Desaparecidos realiza una campaña de prevención del robo de infantes en las escuelas del Distrito Federal, Estado de México, Veracruz y Puebla, pero está abierta para llevarla a cualquier plantel público o privado que lo requiera.

“La campaña es gratuita, hacemos el trabajo que no está haciendo el gobierno. Vamos a las escuelas y hablamos con los niños y con los papás”, dijo Guillermo Gutiérrez.

Los números de la fundación para solicitar información son: 01 (55) 5760 8979 y 6548 3709.

En redes sociales a través de Facebook y Twitter se le da seguimiento a la Alerta Amber y a información relevante para la prevención del robo de niños.

Vinculación de las “maras” con los poderes ocultos

Extorsionistas capturados luego de la operación Bumeran. Foto: Ministerio de Gobernación

  Centro de Medios Independientes
 

"Las maras terminan funcionando como apéndice de poderes paralelos que los utilizan con fines políticos. En definitiva: control social"



Reproducimos una investigación introductoria sobre el tema de la relación entre las pandillas y los poderes paralelos, presentada por el Instituto de Análisis e Investigación de los Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Ipnusac). El trabajo vio luz pública hace algunos días pero no tuvo mucha circulación. Su temática, sin embargo, creemos que es fundamental. Encontrar las razones y lógicas detrás de la violencia en el país es vital para dejar atrás ese lastre que nos persigue desde las dictaduras militares. No es sorpresa que detrás de pandillas, la investigación sugiera la participación de miltiares retirados, sus empresas de seguridad, o grupos del crimen organizado formado en esos años. Tal vez este resumen que presentamos dé un poco de claridad a una temática compleja.


Por Ipnusac
 
 
 
Las maras constituyen un problema social con aristas múltiples. Las maras funcionan como familia sustituta de numerosos jóvenes que proceden de hogares disfuncionales. El motivo por el que un joven, o un niño -dado lo prematuro de las edades con que se hace el pasaje de incorporación- ingresa a una mara, denota una sumatoria de causas: hay un trasfondo de pobreza estructural e histórica sobre el que se articula una cultura de violencia dominante, impuesta ya como norma en la historia del país, fortalecida con un conflicto armado que alcanzó ribetes de crueldad indecibles y que sigue sirviendo como pedagogía del terror, a lo que se suman impunidad, debilidad o ausencia de políticas públicas por parte del Estado, diferencias económicas irritantes entre los sectores más favorecidos y la gran masa de pobres y excluidos, ruptura de los tejidos sociales producto de la guerra interna, de la masiva movilidad del campo hacia la ciudad y de la salida desesperada hacia el extranjero como vía de escape a la pobreza crónica con la repatriación forzada de muchas de esas personas en condiciones que agravan la ya precaria situación nacional.

Dichas maras han venido cambiando su perfil en el tiempo, aumentando su agresividad, tornándose mucho más crueles que en los momentos de su aparición en la década de los 80 del siglo pasado. Ello responde a una transformación nada azarosa. Los llamados grupos de poderes paralelos enquistados en diversas estructuras que siguen operando con lógicas contrainsurgentes, aprovechan a estos jóvenes para sus operaciones delictivas.
 
 
Contextualizando el problema

Las maras existen en Guatemala desde hace ya más de tres décadas. En ese lapso de tiempo fueron evolucionando grandemente, y las primeras experiencias de los años 80 del siglo pasado, cuando grupos de muchachos defendían a puño limpio sus territorios en las colonias populares, ya no tienen nada que ver con su perfil actual.

¿Son realmente las maras el problema a vencer en nuestra empobrecida sociedad post guerra, o hay ahí ocultas agendas mediático-políticas?

La insistente prédica de los medios masivos de comunicación ya desde hace años nos convenció que la violencia (identificada sin más con delincuencia) nos tiene de rodillas. Pero nadie sabe a ciencia cierta cuántos mareros hay. Llamativo, sin dudas. Las estimaciones van desde 3,000 hasta 200,000. Si de un problema de tal magnitud nacional se trata, ¿cómo sería posible que nadie tenga datos ciertos?

¿Cómo es posible que un número no determinado, siempre impreciso de jóvenes marginalizados, subalimentados, con escasa o nula educación formal, provenientes de barriadas pobres, viviendo siempre en situaciones de aguda carencia, de precariedad extrema, pobremente equipados en términos comparativos con las fuerzas armadas regulares, sin ningún proyecto real de transformación político-social, tengan en vilo a toda una sociedad?

De esa forma la mara pasó a estar profundamente satanizada: la mara devino así, al menos en la relación que se fue estableciendo, una de las causas principales del malestar social actual. La mara -¡y no la pobreza ni la impunidad crónica!- aparece como el “gran problema nacional” a resolver.

Hace ya cerca de dos décadas que se firmó formalmente la paz entre los grupos militarmente enfrentados: el movimiento revolucionario armado y el ejército nacional. Sin embargo el clima de militarización y de guerra continúa. Las maras se inscriben en esa lógica.

Las maras, si bien tienen una lógica de funcionamiento propia, no son precisamente autónomas. Responden a patrones que van más allá de sus integrantes, jóvenes cada vez más jóvenes, con dudosa capacidad gerencial y estratégico-militar como para mantener en vilo a todo un país. ¿Están manejadas por otros actores? ¿Quién se beneficia de estos circuitos delincuenciales tan violentos? ¿Cuántos mareros existen en el país? Si tanto dinero manejan ¿por qué los mareros continúan viviendo en la marginalidad y la pobreza?
De grupos de defensa territorial, más cercanos a “salvaguardar el honor” de su barrio, han ido evolucionando a brazo indispensable del crimen organizado

Si fue posible desarticular movimientos revolucionarios armados apelando a guerras contrainsurgentes que no temieron arrasar poblados enteros, torturar, violar y masacrar para obtener una victoria en el plano militar, ¿es posible que realmente no se puedan desarticular estas maras desde el punto de vista estrictamente policíaco-militar? ¿O acaso conviene que haya maras? Pero, cui bono?, ¿a quién podría convenirle?

Al estudiar las maras se rozan poderes que funcionan en la clandestinidad, que se sabe que existen pero no dan la cara, que siguen moviéndose con la lógica de la contrainsurgencia que dominó al país por décadas durante la guerra interna. Y esos poderes, de un modo siempre difícil de demostrar, se ligan con las maras. En otros términos: las maras terminan siendo brazo operativo de mecanismos semi-clandestinos que se ocultan en los pliegues de la estructura de Estado, que gozan de impunidad, que detentan considerables cuotas de poder, y que por nada del mundo quieren ser sacados a la luz pública. De ahí la peligrosidad de intentar develar esas relaciones.
 
Un posible mapa conceptual sobre el asunto

Empiezan a surgir para la década de los 80 del siglo pasado, aún con la guerra interna en curso. En un primer momento fueron grupos de jóvenes de sectores urbanos pobres, en muchos casos deportados desde Estados Unidos, que se unían ante su estructural desprotección. Hoy, ya varias décadas después, son mucho más que grupos juveniles: son, según lo que podría parodiarse del discurso mediático que invade todo el espacio: “la representación misma del mal, el nuevo demonio violento”, al menos según las versiones oficiales, incorporadas ya como imaginario colectivo en la ciudadanía de a pie, repetido hasta el hartazgo por los medios masivos de comunicación.

El análisis objetivo de la situación permite comprobar que se ha venido operando una profunda transformación en la composición y el papel social jugado por las maras. De grupos de defensa territorial, más cercanos a “salvaguardar el honor” de su barrio, han ido evolucionando a brazo indispensable del crimen organizado. En estos momentos, existen sobrados argumentos que demuestran que ya no son sólo grupos juveniles delincuenciales que entran en conflicto con la ley penal en función de satisfacer algunas de sus necesidades (drogas, alcohol, recreación, teléfonos celulares de moda, vestuario, etc.).

Por el contrario, terminan funcionando como apéndice de poderes paralelos que los utilizan con fines políticos. En definitiva: control social.

“Alguien que se beneficia especialmente con la presencia de las maras son las agencias de seguridad”

Los mareros, cada vez más, deciden menos sobre sus planes, y en forma creciente se limitan a cumplir órdenes que “llegan de arriba”. El sicariato, cada vez más extendido, está pasando a ser una de sus principales actividades.
 
Consecuencia y no causa

¿Por qué las maras son el nuevo demonio? Porque, definitivamente, no lo son. Al respecto, valgan las palabras de un inspector de la Policía Nacional Civil con el que se habló del tema:

“A veces no es la mara la que comete los hechos delictivos, pero se le echa la culpa. Conviene tenerla como lo más temible, porque con eso se tiene atemorizada a la población. Y mucha gente realmente queda aterrorizada con todo lo que se dice y se cuenta de las maras. No todos los delitos que se cometen los hacen las maras. Hay muchos delincuentes que actúan por su cuenta, pero los medios se encargan de echarle siempre la responsabilidad a las maras (…) Hay una gran gama de delincuentes: robacarros, asaltabuses, narcotraficantes, robafurgones, personas individuales que delinquen y roban en un semáforo, y también maras. Hay de todo, no sólo mareros”.

Un ex pandillero con el que trabamos contacto decía al respecto:

“Las pandillas funcionan como un distractor dentro del sistema: mientras pasa cualquier cosa a nivel político, se utiliza la mara como chivo expiatorio, y los titulares de la prensa o de la televisión no deja de remarcarlas como el gran problema”.

Todo lo anterior plantea las siguientes reflexiones:

• Las maras no son una alternativa/afrenta/contrapropuesta a los poderes constituidos, al Estado, a las fuerzas conservadoras de las sociedades. No son subversivas, no subvierten nada, no proponen ningún cambio de nada. En definitiva, son funcionales para el mantenimiento sistémico como un todo, por lo que esos grandes poderes económicos, si bien no se benefician en modo directo, terminan aprovechando la misión final que cumplen las maras, que no es otro que el mantenimiento del statu quo.

• Las maras no son delincuencia común. Es decir: aunque delinquen igual que cualquier delincuente violando las normativas legales existentes, todo indica que responderían a patrones calculadamente trazados que van más allá de las maras mismas.

• Si bien son un flagelo -porque, sin dudas, lo son-, no afectan la funcionalidad general del sistema económico-social. En todo caso, son un flagelo para los sectores más pobres de la sociedad, donde se mueven como su espacio natural: barriadas pobres de las grandes urbes. Es decir: golpean en los sectores que potencialmente más podrían alguna vez levantar protestas contra la estructura general de la sociedad. Sin presentarse así, por supuesto, cumplen un papel político. El mensaje, por tanto, sería una advertencia, un llamado a “estarse quieto”.

• No sólo desarrollan actividades delictivas sino que, básicamente, se constituyen como mecanismos de terror que sirven para mantener desorganizadas, silenciadas y en perpetuo estado de zozobra a las grandes mayorías populares urbanas. En ese sentido, funcionan como un virtual “ejército de ocupación”. Un abogado entrevistado, que defiende mareros, afirmaba: “La mara sirve a los poderes en tanto sistema, porque no cuestionan nada de fondo sino que ayudan a mantenerlo. Por ejemplo: ayudan a desmotivar organización sindical. O a veces se infiltran en las manifestaciones para provocar, todo lo cual beneficia, en definitiva, al mantenimiento del sistema en su conjunto”.

Y una investigadora del tema afirmó: “En muchas colonias populares ya no se ve gente por la calle, porque es más seguro estar encerrado en la casa. Ya no hay convivencia social: hay puro temor. (…) Todo indicaría que esto está bien pensado, que no es tan causal. La mara nunca es solidaria con la población del barrio. Al contrario: la perjudica en todo, cobrando extorsión, y hasta obstaculizándola en su locomoción”.

• Disponen de organización y logística (armamento) que resulta un tanto llamativa para jovencitos de corta edad; las estructuras jerárquicas con que se mueven tienen una estudiada lógica de corte militar-empresarial. Al respecto relató uno de los entrevistados, un ex pandillero:

En este momento ya casi no están lideradas por jóvenes. No son jóvenes los que dan las órdenes. En otros tiempos se hacían reuniones con chavos de todas las colonias donde se tomaban decisiones, y eran todos menores de 30 años. Hoy ya no es así. Ya no se hacen esas reuniones, que eran como asambleas, y hay viejos liderando. Ahora las órdenes son anónimas. Hay números de teléfono y correos electrónicos que dan las órdenes a jefes de clica, pero no se sabe bien de quién son. Te llega un correo, por ejemplo, con una orden, una foto y un pago adelantado de Q. 10,000, y ya está. Así se maneja hoy. (…) A veces el mismo guardia de la prisión llega con el marero y le da un teléfono, todo bajo de agua, diciéndole que en 5 minutos lo van a llamar. Tal vez el mismo guardia ni sabe quién va a llamar, ni para qué. Eso denota que ahí hay una estructura muy bien organizada: no va a llegar un guardia del aire y te va a dar un teléfono al que luego te llaman, y una voz que no conocés te da una indicación y te dice que hay Q. 15,000 para eso. Ahí hay algo grueso, por supuesto

Las leyes son absolutamente eludidas como cosa común, el sistema de justicia se ve rebasado y los órganos de seguridad no aportan la más mínima sensación de tranquilidad y orden social. Para muestra, véase lo que sucede con el gremio de abogados. Decían algunos jóvenes entrevistados:

También hay vínculos con abogados bien conectados que ayudan a la mara, que les facilita las cosas. En realidad, no es una ayuda sino que son servicios, porque todo eso se paga. Y se paga muy bien. Hay licenciados que hacen mucho pisto con eso. (…) Cuando uno está metido, por supuesto que tiene buenos contactos que lo van a defender, que lo van a sacar de clavos. Pero eso cuesta. Digamos no menos de 20,000. No hablamos con el juez, sino con abogados que nos arreglan las cosas.

La corrupción e impunidad dominan el panorama. La mara no es sino una expresión -sangrienta y exagerada- de eso.
 
 
La mara como “fuerza política de choque”

Los poderes “paralelos” u “ocultos” que se fueron enquistando en la estructura estatal, no han desaparecido, ni parece que fueran a hacerlo en el corto plazo. Se mueven con una lógica castrense aprendida en los oscuros años de la guerra antisubversiva y dominan a la perfección los ámbitos y métodos de la inteligencia militar. Su espacio natural es la secretividad, la táctica del espionaje, la guerra psicológica y de baja intensidad (guerra asimétrica, como le llaman los estrategas, guerra desde las sombras, guerra clandestina).

Todo eso puesto al servicio de proyectos económicos de manejo de negocios reñidos con la ley, lo cual los fue constituyendo en una suerte de “mafia”, de grupo encubierto que nunca pasó a la clandestinidad formalmente dicha, pero que se maneja con esos criterios. Está claro que si hay una lógica militar en juego, ello no significa que se trata de militares en activo, de un proyecto institucional del ejército. En todo caso, los actores implicados han guardado o guardan vínculos diversos con la institución armada, pero no la representan oficialmente.

En ese ámbito es que aparecen lazos con las maras. Las pandillas juveniles, violentas, transgresoras, con una simple aspiración de pura sobrevivencia mientras se pueda, y centradas en un hedonismo bastante simplista (superar los 21 años es ya “ser viejo” en su subcultura) pueden servir perfectamente como brazo operativo para un proyecto con bastante carga de secreto, contrainsurgente, de algún modo: paralelo. Paralelo, entiéndase bien esto, al Estado formal y a los grandes poderes económicos tradicionales. Valga esta reflexión surgida de una entrevista, dicho por una persona que investiga el tema: “Alguien que se beneficia especialmente con la presencia de las maras son las agencias de seguridad. No se dan unas sin las otras. Es decir que se necesita un clima de violencia para que el negocio de las policías privadas funcione”.

Esto fue lo dicho por un investigador y director de un proyecto de reinserción social de mareros: “Por supuesto que hay vínculos con poderes ocultos. Alguna vez, cuando habíamos logrado sacar una buena cantidad de muchachos de las maras, se acercó a mí alguien bien vestido, no como pandillero, y me dijo: “tenga cuidado; Licenciado, me está sacando mis muchachos”.
 
A modo de conclusión

En una lectura global del fenómeno, si bien es cierto que las maras constituyen un problema de seguridad ciudadana, puede constatarse que no existe una preocupación en tanto proyecto de nación de las clases dirigentes de abordar ese pretendido asunto de “ingobernabilidad” que producirían estos grupos juveniles. Se les persigue penalmente, pero al mismo tiempo el sistema en su conjunto se aprovecha el fenómeno: 1) como mano de obra siempre disponible para ciertos trabajos ligados a la arista más “mafiosa” de la práctica política (sicariato, por ejemplo; generación de zozobra social, desarticulación de organización sindical), y 2) como “demonio” con el que mantener aterrorizada a la población a través de un bombardeo mediático constante, evitando así la organización y posible movilización en pro de mejoras de sus condiciones de vida de las grandes mayorías.

Y tampoco conllevan la carga de resistencia al sistema económico imperante como lo pueden ser los actuales movimientos sociales que reivindican derechos puntuales, por ejemplo: luchas de los pueblos originarios, movilización contra las industrias exctractivas (minería a cielo abierto, hidroeléctricas, monoproducción de agrocarburantes), organizaciones populares de base que propugnan reforma agraria. Todas esas expresiones no son toleradas por el sistema dominante, de ahí su represión. Las maras, por el contrario, si bien son perseguidas judicialmente en tanto delincuentes, no dejan de ser aprovechadas por una lógica de mantenimiento sistémico, haciéndolas funcionar como mecanismo de continuidad del todo a través de sutiles (y muy perversas) agendas de manipulación social.

En realidad, la situación no es tan absolutamente caótica como se dice. Se puede caminar por la calle, pero el mensaje es que si caminás, fijo te asaltan. Por tanto: mejor quedarse quietecito en la casa”, sentenciaba un líder comunitario de “zonas rojas” con quien se tuvo contacto analizando el fenómeno. Ello puede llevar a concluir que la actual explosión de violencia delincuencial que se vive en la región -que hace identificar sin más y en modo casi mecánico “violencia” con “delincuencia”- podría obedecer a planes estratégicos. En tal sentido, las maras, en tanto nuevo “demonio” mediático, estarían en definitiva al servicio de estrategias contrainsurgentes de control político y mantenimiento del orden social.

lunes, 20 de marzo de 2017

Inés Dimas Alas González (Comandante Catalina)



Claribel Alegría

Los episodios en que se destaca el heroísmo de la mujer salvadoreña son incontables. Por cada uno, reconocido públicamente, hay muchos más que pasan inadvertidos porque todos los testigos han muerto.

Mélida Anaya Montes, comandante “Ana María”, nos contó la historia de una maestra de primaria que se llamaba Inés Dimas. Inés había sido condecorada por la asamblea nacional con la medalla al Mérito Magisterial Santiago Ibarberena: una distinción codiciada por todos los miembros de ANDES, el sindicato de maestros y profesores de El Salvador.

Inés —nos cuenta Ana María— era militante de las FPL Farabundo Martí. Tenía cuarenta y tres años.

Esta mujer, si usted la tuviera enfrente, le parecería nerviosa. Yo la conocía íntimamente porque doce años de lucha me hicieron conocerla. Cualquiera al verla no hubiera creído que tuviera esa contextura y temple. Inesita, decían los compañeros, está en el momento y en el lugar donde se le necesite.

Hubo un momento en que ella se clandestina y todos los maestros preguntando por Inesita. Ellos ya intuían, pero les hacía mucha falta. Era queridísima por los niños, por los maestros, por todos.

Después se dio un incidente bien grave en la organización. Ellos estaban en un local y enfrente explotó una bomba tremenda que deshizo aquella casa. Entonces se ponía la disyuntiva de desalojar nuestro local, y para colmo en la casa nuestra había imprenta. Estaba ella solita con otra compañera cuando el compañero Marcial logró entrar. Inserta había dispuesto todo bien y con aquello que parecía nerviosa —el barrio hervía de policías— y aquella mujer nerviosa aparentemente, ¿saben qué hizo?, ir a comprar tamales, hacer café, ofrecérselo a los guardias y estarlos entreteniendo y diciéndoles: “Miren, ustedes tienen una labor dura,” poniéndose como que estaba con ellos.

Al día siguiente, sin mayor problema, se desocupó la casa. Ella no despertó ni la menor sospecha. Allí vimos nosotros su contextura.

Una periodista norteamericana de nombre Ann Nelson, presenció la caída de Inesita y después la describió en un programa radial en Nueva York. Lo que sigue es su relato:

Después de dos semanas en El Salvador (me hospedaba en una casa alquilada por un grupo de periodistas internacionales cerca de la embajada norteamericana), iba para mi casa cuando escuché balazos en la calle. Había tanquetas a lo largo de toda la cuadra y unos cincuenta guardias y policías. Tenían morteros, ametralladoras y un tanque, y asaltaban una casa particular. Lo increíble era que todo ese bombardeo era dirigido contra una sola casa y los únicos tiros que podían oírse desde dentro provenían de una pistolita. Como contraste, afuera había un verdadero ejército, con civiles que manejaban las subametralladoras.

Los tiros de la pistolita dejaron de oírse. Todo estaba en calma.

El humo empezó a disiparse y el primer grupo de policías y periodistas entraron a la casa. Había un muchacho joven, de unos veinticinco años, muerto en el baño. También había una mujer de unos cuarenta o cuarenta y cinco años, con delantal y un pañuelo en la cabeza, que estaba tendida sobre un charco de sangre. Su muerte parecía haber sido causada por una granada. Había una muchacha de unos diecisiete o dieciocho años, también en un charco de sangre. Había un mimeógrafo.

Era una casa de propaganda para las FPL y había mucha propaganda: documentos y notas que decían: “Debemos educar al pueblo, debemos llegarle al pueblo.” Todo esto desparramado por los guardias para impresionar a los periodistas.

Yo era la única mujer en el grupo y la única periodista estadounidense que se había quedado en El Salvador más de dos o tres días a lo largo de todo el mes.

Entonces viene el momento que no puedo darle el crédito a mis ojos. El jefe de la Policía Nacional fue a otro cuarto y recogió una ametralladora. Llegó donde estábamos nosotros, se arrodilló junto a la mujer y puso la ametralladora en su mano. “Ésta fue el arma, ésta fue la ametralladora en su mano. “Ésta fue la ametralladora que ella usó para dispararnos,” dijo. Cojió una caja de balas sin usar, estaban todavía envueltas en papel, y las tiró al suelo, sobre su sangre. “Estas eran sus balas.” dijo.

Estábamos presentes la prensa internacional y yo. Ellos tomaban fotos y decían: “Correcto, correcto” y anotaban: “… tenía una ametralladora contra las fuerzas del gobierno, terrorista, guerrillera,” etcétera.

El jefe de la Policía Nacional repitió el proceso con la muchacha de diecisiete años. A ella le pusieron una Uzi o algo por el estilo, no estoy demasiado segura, y también arrojaron las balas en su sangre.

En una de las paredes, alguien, nunca sabré si fueron los ocupantes de la casa o las fuerzas de seguridad del gobierno vestidos de civil (algunas veces descritos por la prensa como los “escuadrones de la muerte” de la derecha), había escrito con la sangre las letras “FPL”. Tomé fotos de todo esto, de los hombres poniéndoles los rifles en sus manos y arrojando las balas al suelo.

Ana María describe el mismo acontecimiento escuetamente:

Eran tres compañeros. La casa fue cateada. Llevaron tanquetas, hasta helicópteros. A pesar de ser tan desigual, el combate duró medio día, hasta que la casa la hicieron nada.

No se atrevían a entrar. Lo hermoso, lo aleccionador, es que se encuentran cuando entran, a ella abatida a balazos y que con su sangre había escrito en el muro “FPL.” Fue un combate que hizo impacto en la capital.

(Si algún día lees esto, Ann Nelson, sabrás que fue Inesita quien trazó esas tres letras. Era esa clase de mujer.)

domingo, 19 de marzo de 2017

Charlie Clements: “El gobierno de los Estados Unidos promovió una dictadura violenta en El Salvador”



Entrevista realizada por Tomás Andréu Se bajó del avión que piloteaba y se dijo a sí mismo: “La guerra es una mierda. Es inmoral”. Vietnam estaba bajo la lluvia del Agente Naranja. La gente y la vegetación ardían bajo aquel compuesto químico. Chalie Clements le dio un giro a su vida y se hizo médico. […]

Entrevista realizada por Tomás Andréu

Se bajó del avión que piloteaba y se dijo a sí mismo: “La guerra es una mierda. Es inmoral”. Vietnam estaba bajo la lluvia del Agente Naranja. La gente y la vegetación ardían bajo aquel compuesto químico.

Chalie Clements le dio un giro a su vida y se hizo médico. Se graduó en 1980. Eligió un país para brindar su ayuda: El Salvador. Se fue a Guazapa. La zona estaba controlada por la guerrilla. Anotaba todo lo que el ejército salvadoreño —entrenado y financiado por el gobierno de Estados Unidos— hacía a la población. Eran los primeros años de 1980.

El médico norteamericano estuvo un año con la insurgencia atendiendo a los civiles. Luego se marchó hacia su país para hacer una larga cruzada a favor de El Salvador. Allá denunció cómo su gobierno permitía la impunidad en la que se movían los Escuadrones de la Muerte en el país. Eso le valió amenazas de muerte que nunca se tomó en serio.

En Estados Unidos creó el Fondo de Asistencia Médica para El Salvador. Iba al Congreso a dar su testimonio de cómo los millones de dólares de Estados Unidos permitían al ejército de El Salvador perseguir, torturar, desaparecer y matar a civiles, religiosos y defensores de derechos humanos.

En 2015 dio su última clase de derechos humanos en la escuela Kennedy de la Universidad de Harvard. Sigue involucrado en diversos asuntos relacionados con esta materia pero muchos responden ahora a un nivel local en su pequeña ciudad en Colorado. Actualmente trabaja en el cuidado y salud de 60 adultos con capacidades especiales.

En algún momento le gustaría escribir el epílogo de su documental “Testigos de la Guerra” [ganador de un premio Óscar] y poder rastrear las vidas de la gente de su libro: “Guazapa. Testimonio de guerra de un médico norteamericano”.

En esta entrevista el Dr. Clements habla de la guerra, de cómo fue testigo de la firma de la paz, de la llegada al poder del FMLN, de Cuba y Donald Trump, del proceso de paz en Colombia. Eso sí: no se moja. Aún tiene una mirada romántica sobre el FMLN, pero afirma algo del expresidente Mauricio Funes: “él desilusionó todas las esperanzas que tenía el FMLN”.

¿Aún recuerda cuando sobrevolaba los cielos de Vietnam?

Sí.

¿Los vuelos que tripuló dejaron víctimas mortales? ¿Se arrepiente de eso?

Había un tipo de misión mucho más relevante como trasladar personas que estaban seriamente heridas, incluyendo civiles. Los tipos de vuelo que yo hacía no eran urgentes, es decir: los pacientes que trasladaba no necesitaban atención médica inmediata.

¿Qué le hizo dejar de ser piloto para ser médico?

Me rehusé a volar en más misiones el día antes de la invasión a Camboya, porque comencé a creer que la guerra era inmoral y a pesar de que no tenía un rol como combatiente —entiéndase que no viajaba con armas— yo llegué a pensar que mi trabajo contribuía a mantener la guerra.

Decidí años después convertirme en médico, porque me educaron con un sentido de servicio y como el servicio militar no era opción, me di cuenta de que existían muchas oportunidades de servir como médico.

¿Y por qué eligió a El Salvador para brindarle ayuda?

Porqué sentí que mi gobierno, el gobierno de los Estados Unidos estaba promoviendo una dictadura violenta ahí y que en algún momento se llegaría a una situación al estilo de Vietnam. Cuando tenía 24 años pensaba: “Si no los detenemos en Vietnam, los tenemos que detener en el Puente Golden Gate”. Y cuando tenía 36 años mi pensamiento era: “Si no los detenemos en El Salvador, los tendremos que detener en Río Grande”. Aprendí por las malas que la guerra de Vietnam no fue un asunto de seguridad nacional de los Estados Unidos y que era inmoral. No quería que eso mismo sucediera de nuevo.

Leí en su libro que no le fue bien con los guerrilleros. Algunos lo discriminaban. ¿Fue difícil para usted hacerse amigo de los insurgentes?

Era un gringo. No hablaba bien el español. Yo venía del país que proveía los aviones y las bombas que eran lanzadas prácticamente a diario en el país. Estaba escribiendo en mi diario todo el tiempo y eso estoy seguro que les generaba sospechas: “¿Acerca de quién escribe? ¿Qué está escribiendo?” Cualquier persona en una situación de stress es susceptible a los rumores. Entendí todo lo anterior y pensé que si tenía paciencia, todo funcionaría…Y así fue. Cuando la gente observa que compartes las mismas dificultades que ellos, entonces esto contribuye a crear lazos de confianza.

¿Qué recuerdo siempre tiene presente de la guerra de El Salvador?

Sin lugar a dudas mis memorias más queridas son la gentileza y la generosidad de la gente en Guazapa. Estábamos hambrientos todo el tiempo, pero siempre se las arreglaban para darme un huevo extra o un mango, porque tenía que caminar muchos kilómetros entre pueblitos. La gente era increíblemente valiente al enfrentar las amenazas recurrentes sobre una posible incursión militar en el lugar y los ataques aéreos.

Hay un documental que se llama “In the name of the people”. Usted aparece en él. También aparece un niño mensajero llamado Nico. Sus padres fueron asesinados por los escuadrones de la muerte. ¿Sabe qué pasó con Nico y dónde está?

He tratado de averiguar qué le pasó a Nico, pero nunca he tenido éxito. La gente en Guazapa cambió sus “alías” años después, entonces es muy posible que él lo haya hecho también.

¿Qué concepto tuvo de usted el gobierno de Estados Unidos durante la guerra mientras usted los denunciaba como asesores del ejército que asesinaba civiles y religiosos?

Pienso que no era muy popular en mi propio gobierno y recibí además muchas amenazas de muerte. No creo que hayan sido serias. Yo llevé cierto número de delegaciones del Congreso a la región para que nuestros tomadores de decisiones pudieran ver con sus propios ojos como se gastaba el dinero de nuestros impuestos. El gobierno bajo el presidente Reagan le mentía constantemente a la población sobre la conducta de los militares en El Salvador. Tantas veces como fue posible yo traté de aclarar esas distorsiones.

¿Qué significó para usted la invitación que le hicieron para que fuera testigo de la firma de la paz entre los guerrilleros y el gobierno de turno?

Fue un momento muy especial en mi vida, porque yo había jugado un pequeño rol en llevar a cabo las negociaciones. Pienso que Estados Unidos prolongó la guerra de forma innecesaria. Pedía que el FMLN dejara las armas aún antes de comenzar las negociaciones. Estados Unidos parecía ignorar el hecho de que los escuadrones de la muerte habían operado con impunidad y esperar que la guerrilla quedara desarmada era un suicidio. Cuando vi los lapiceros de los comandantes y de los generales firmar esos papeles, no pude controlar mis emociones, porque entendí que finalmente la guerra había terminado y que eso significaría un nuevo comienzo para El Salvador.

¿Qué sintió cuando vio llegar al FMLN al poder? Sé que el expresidente Funes lo invitó a la toma de posesión.

Yo viaja en tren desde Washington D.C. hasta Boston bastante tarde, cuando me informaron vía correo electrónico que el FMLN había ganado la elección presidencial. Fue un momento de sincera alegría y llegar a la toma de posesión fue muy especial, no solamente porque pude ver muchos colegas que no veía desde los tiempos de guerra, sino también porque la gente en El Salvador finalmente eligió un partido para gobernar que realmente representaba los intereses de los pobres.

¿Y qué ha escuchado sobre el desempeño del gobierno del FMLN? ¿Tiene aún un buen concepto de él?

Pienso que los resultados del gobierno del FMLN han sido mixtos, pero la realidad es que han tenido que enfrentar obstáculos tremendos de la corrupción de ARENA, niveles elevados de deuda y los problemas con las maras. Pienso que la elección de Salvador Sánchez Cerén fue la reafirmación para la agenda del partido FMLN y soy optimista que ellos puedan responder a todos los desafíos de la impunidad y de la Comisión de la Verdad. Las familias de las personas muertas o desaparecidas no merecen nada menos e incluso, aunque haya pasado todo este tiempo, merecen un castigo para los perpetradores. Por lo menos se debería de aclarar el récord histórico.

¿Y qué podría decir del expresidente Funes (autoexiliado y protegido por el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega) señalado por actos de corrupción, quien se negó a la derogación de la Ley de Amnistía y que resguardó a los militares que asesinaron a los padres jesuitas de la UCA?

Pienso que el fin de la administración del presidente Funes fue mejor que lo que dejaron los gobiernos de ARENA, pero él desilusionó todas las esperanzas que tenía el FMLN.

¿Cuál es su reacción ante la muerte de Fidel Castro? ¿Afectará esto al resto de la izquierda latinoamericana?

Pienso que Fidel Castro ha dejado una herencia muy importante en Latinoamérica. Por ejemplo con los miles de médicos que se encuentran prácticamente en cada país del hemisferio, que fueron entrenados en Cuba. Se me ocurre que 25 años atrás él entendió que no podía exportar la revolución y en lugar de la revolución comenzó a exportar médicos por toda Latinoamérica como un gesto de buena voluntad de Cuba. Justo en estas semanas una brigada de médicos norteamericanos entrenados en Cuba fungió como voluntarios en el Standing Rock para dar atención médica a los manifestantes en el lugar. El colegio médico que capacita doctores a lo largo de Latinoamérica y la instauración de los servicios médicos gratuitos en Cuba es una de sus herencias que más perdurará.

¿Y qué pasará ahora entre Cuba y Estados Unidos ante el triunfo de Donald Trump?

Pienso que Donald Trump es suficientemente pragmático para reconocer que un incremento en el comercio con la Isla hará más por construir puentes que el aislamiento y el embargo. Seguramente su período presidencial será impredecible, así como fue su campaña política, pero en el fondo es un hombre de negocios. Estoy seguro que Trump intentará beneficiarse de cualquier apertura de negocios en Cuba.

¿Cuál es su apreciación entre los acuerdos de paz que están por surgir entre las FARC y el gobierno? ¿Ve positivo que los crímenes de guerra no queden en la impunidad?

Pienso que la gente en Colombia habló cuando rechazó el primer acuerdo de paz que proveía muy poca responsabilidad y muchos beneficios a las FARC. Si se le atribuye responsabilidad a las FARC, por lo menos a través de una Comisión de la Verdad, entonces los paramilitares de la derecha deberían de ser tratados bajo el mismo estándar. Terminar una guerra de más de medio siglo en Colombia es una buena idea y los acuerdos que se negociaron en Cuba dejan la puerta abierta para las reparaciones más grandes en la historia del mundo. Esperemos que el gobierno de Colombia encuentre la voluntad y los fondos para implementarlas. Tiene que existir una deducción de responsabilidades para los crímenes más crueles contra la humanidad. No pueden existir limitaciones en estos casos ni en Colombia ni en El Salvador. No puede haber una amnistía para estos actos.

En El Salvador se declaró ilegal la Ley de Amnistía de 1993 y el país tiene una nueva guerra entre las pandillas y el gobierno. ¿En un contexto como este puede haber justicia para las víctimas del conflicto armado?

Si, aún puede haber deducción de responsabilidades para los perpetradores. Cuando la justicia no es posible, la verdad es una importante alternativa para las víctimas y sus familias. Los responsables puede que sean demasiado viejos o que ya hayan muerto, pero lo que han hecho sigue ahí y es una parte importante de los récords históricos.
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...