Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

lunes, 24 de julio de 2017

MEMORIAS DE GUERRA II

La entrevista que Geovani Galeas le hiciera al Cap. Herard von Santos, en ocacion de la publicacion de sus memorias de guerra, DIAS DE TRUENO, publicada en 2006. Una entrevista unica, que ningun militar salvadoreño ha vuelto a repetir.

viernes, 21 de julio de 2017

"Muerte de Roque, el error más grande de mi vida": Villalobos

 
 
 
Juan José Dalton


En 1993 Joaquín Villalobos brindó una entrevista al periodista e hijo de Roque Dalton, Juan José Dalton. Esto dijo entonces sobre el asesinato del poeta
 
El polémico líder de la ex-guerrilla salvadoreña, Joaquín Villalobos, reconoció en exclusivo a Excélsior, que el asesinato del destacado escritor Roque Dalton, es el error más grande que haya cometido en su carrera política como integrante del «colectivo» que decidió tal acción.
Roque Dalton García, de 39 años de edad, murió «fusilado» a manos de quienes consideró sus compañeros de causa, el 10 de mayo de 1975, hace 18 años, cuando la guerrilla salvadoreña comenzaba a dar sus primeros pasos. Un «tribunal», del cual Villalobos «no quisiera hablar», lo condenó a muerte bajo cargos de «sedición», de «ser agente del enemigo y de la Agencia Central de Inteligencia (ClA)».

Pruebas fehacientes de los cargos que se le imputaron no se presentaron entonces, y en la actualidad las acusaciones son «totalmente devaluadas»; por lo que todo parece indicar, y confirma las denuncias de importantes sectores nacionales e internacionales, que se trató de un asesinato político sin justificación de ninguna índole.

Un manto oscuro se tendió sobre las verdaderas causas que llevaron al crimen de Dalton, quien además de  ser un destacado poeta, era un teórico de la lucha armada latinoamericana, con antecedentes de persecución, cárcel y exilio sufrido por las dictaduras de turno en su país. Al interior de la izquierda salvadoreña «caso Dalton» ha sido un tabú del cual no se habla para «no provocar asperezas ni dividir a la ex guerrilla».

Algunos, como el ex comandante Eduardo Sancho (a) «Fermán Cienfuegos», jefe de la organización Resistencia Nacional (RN), que se desprendió del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) -en el que militaba Dalton- a raíz del crimen, han pretendido maquillar el asesinato, al expresar que se trató de «un fusilamiento en circunstancias jurídicas concretas».

Sin embargo, la complicidad del silencio y del velo la comenzó a romper el propio Villalobos, tal como él lo explica en la presente entrevista brindada a este corresponsal, quien además es uno de los hijos de Dalton. Lo que Villalobos explica constituye el inicio de un debate que conllevará definitivamente a la verdad de los hechos tal como sucedieron y, entre otras cosas, al aparecimiento del cadáver de Dalton y la entrega a su familia, tal como recientemente fue exigida por ésta.
La llegada de la paz a El Salvador y el conocimiento de la verdad sobre los graves hechos de violencia política cometidos durante el conflicto por los protagonistas de la guerra, permitieron que la verdad sobre «el caso Dalton» comience a ser ventilada.

El caso no fue llevado a la Comisión de la Verdad, que investigó los asesinatos que conmovieron a la sociedad, pues esta entidad sólo indagó sobre lo ocurrido a partir de 1980 hasta 1991, según lo suscrito en el Acuerdo de Paz firmado entre la guerrilla y el Gobierno de Alfredo Cristiani en enero de 1992.

Reconocido por su numerosa obra literaria, especialmente en la rama de la poesía, Dalton se había integrado clandestinamente a El Salvador, luego de un largo exilio que lo llevó hasta la ex Checoslovaquia y Cuba.

En  plena madurez creativa, con más de quince títulos publicados, acreedor de numerosos premios nacionales e internacionales; experimentado polemista y brillante periodista, Dalton decidió ser consecuente con su pensamiento y optó por la militancia guerrillera, donde encontró su temprana muerte, víctima de la intriga, la ignorancia y el dogmatismo de  quienes lo juzgaron y asesinaron, tal como lo reconoció Villalobos.

El  ex comandante expresó que en el seno de su organización, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), hay un proceso de reivindicación de sí misma; «tenemos un conjunto de reflexiones; lo que hemos estado esperando es un momento propicio para profundizar en el tema y digo no para reivindicar a Roque, sino reivindicarnos nosotros frente a una falta».

El ex comandante rebelde, con 40 años de edad en la actualidad (los que Roque Dalton no llegó a alcanzar ya que su asesinato  se consumó a cuatro días de su cumpleaños), conversó sereno con este corresponsal sobre el difícil tema, que ha dejado profundas huellas en su ser, según reconoció en esta entrevista.

- ¿En el marco del conocimiento de la VERDAD sobre graves hechos de violencia política en El Salvador, quisiera preguntarle cómo queda lo acontecido con Roque Dalton, aunque es un caso que no fue investigado por la Comisión de la Verdad?
-En este caso hay dos implicaciones en este momento; hay una que diría, tiene algo de responsabilidad de lo que nos ocurre ahora con relación al caso de Roque Dalton. Para nosotros en el contexto en el cual se da la muerte de Roque por una disposición totalmente errada, es la que nos lleva a adoptar un principio que es manejarnos por la verdad, porque los costos que nos trajo esa inmadurez -dado desde la inmadurez personal, emocional, el nivel de radicalización  ideológica y dogmatismo que tenían las organizaciones en su etapa de surgimiento-, nos dejó con una gran cantidad de lecciones.
Y esas lecciones nos llevaron a la conclusión de que había que reconocer lo bueno y lo malo, aun sabiendo los costos.
Esa  misma tesis es la que nos lleva a plantear, hace un año cuando nos insertamos, el hecho de pedir perdón a la nación, sabiendo que íbamos a obtener un resultado a la larga, o sea, consideramos que tiene que construirse una nueva forma de hacer política y no se puede hacer política teniendo una cuenta pendiente con la historia, con la sociedad.  El caso de Roque es ése, está en eso.
Hemos venido en un proceso no de reivindicar a Roque, yo creo que él está reivindicado, nunca hizo nada que ameritara semejante destino, sino cómo nos reivindicamos nosotros de cara a la falta que cometimos y que nos llevó a pagar costos  hasta esta fecha y nos enseñó a tener cierta valentía que en general no  tienen las izquierdas, que es reconocer errores y errores de esta profundidad.



Siempre  existía la idea de no hay que decir esto porque está el enemigo enfrente, porque afecta a la unidad, siempre hubo una justificación y creemos que no, que de la misma manera que en determinados momentos hubo  fuertes debates al interior del FMLN cuando, por ejemplo, el accionar de los «coches bombas» causaban víctimas civiles, se planteaba hay que reconocerlo, pues a la larga era evidente que había sido el FMLN; hay reconocerlo, hay que decirle a la población, hay que decirle que fue un error, hay que pedir disculpas, hay que resolver ese problema y hay que corregirlo de inmediato. Eso llevó a que se pararan los «coches bombas».

A  nosotros el caso de Roque también nos llevó a distinguir la diferencia entre problemas de seguridad y disidencia, porque con el dogmatismo estas cosas se confunden y en mi opinión, para los movimientos armados, fue una de sus problemáticas, más dramáticas.

Creo que el problema  es que nadie tuvo en sus manos un caso como el de Roque, tan aleccionador; pero dentro de los movimientos insurgentes esa confusión de que a un disidente y su diferencia de opinión, se le trata como problema de seguridad, se le acusa de que es potencialmente un delator, es de lo más común y así sobre esa base no sólo en El Salvador, sino también en América Latina hay muchos revolucionarios muertos y revolucionarios muchos de ellos que han tenido más razón que los que quedaban vivos; a veces disidencias que ni siquiera existían y ni se sabía por qué era el debate, eran discusiones más emocionales que otra cosa.

Para nosotros el caso de Roque fue un caso ejemplarizante que nos ayudó mucho a tomar una determinada posición.

En  1977 hicimos la primera autocrítica pública, claro en el 77 la capacidad de que nosotros dijéramos algo y se conociera era limitada, tardaba años. Ni El Salvador, ni la guerrilla salvadoreña tenían la connotación que tiene ahora.

Todavía moviéndonos dentro de cierto marco crítico con respecto a la coyuntura internacional y todavía con cierta pelea con los intelectuales que con justificada razón nos habían condenado y habían reaccionado contra nosotros –yo les doy total razón-,  pero hay tener  en cuenta el periodo político y emocional que vivíamos como organización.

Éramos en realidad un grupo de jóvenes que habíamos tomado las armas y que no entendíamos ni conocíamos quién era Roque, lo venimos entendiendo después... Incluso, si estuviera en este momento vivo, el aporte que hubiera hecho al proceso sería descomunal, o  sea, su falta es evidente ahora, evidente en una izquierda que yo diría  que había sido muy creativa en lo político, pero que le faltaba imaginación en la comunicación con el pueblo y ahora en esta etapa de comunicación con la gente, el legado de Roque es de lo poco de gran calidad que queda porque no pudo hacer más...

- En el caso de la Comisión de la Verdad, usted aparece como el principal responsable de  hechos violentos pero según se dice, el asesinato de Roque Dalton fue una decisión colectiva, ¿cuál es la verdad?
- Fue una decisión  de la dirección de esa época de 1975 que son, tendría que hacer una precisión, pero por ahorita me recuerdo de Alejandro Rivas Mira, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel, Alberto Sandoval (Lito) y otro compañero de seudónimo Mateo y yo. Probablemente se me ha quedado un par de nombres más.

Alejandro Rivas Mira, ¿qué papel jugó; él tiene antecedentes oscuros en todo el proceso?
-  Ésta es una cosa bastante complicada porque Rivas Mira era en ese momento el cuadro con más antigüedad en la organización, con más experiencia política, con un nivel mayor de madurez, diría yo; pero hay algo que nosotros con respecto a este caso reconocemos: igual que en relación al caso de los alcaldes (asesinados durante la guerra civil), nosotros nunca hemos descargado la responsabilidad en una sola gente, siempre asumimos que ésta era una responsabilidad de todos porque además  de lo que nosotros podamos pensar hoy con un mayor nivel de madurez, los siete en aquel momento actuamos creyendo que lo que estábamos haciendo estaba bien, lo que hacemos ahora es que reflexionamos y nos damos cuenta de que ese fue un tremendo error y sería una grave falta venir ahora y decir: no, ahí la culpa fue de Fulano.

Es que realmente el problema es.... veamos el contexto, la edad, el nivel de dogmatismo, esa relación entre seguridad y negar lo político y hacer el afincamiento en la cuestión de seguridad, o sea, son cosas que a mí no me gusta decirlas, pero las tengo que decir porque eran parte de la época.
El hecho de decir que Roque era agente de la CIA, cosa totalmente falsa, pero poniéndose a pensar y creyendo aquello entonces, se llegó a la conclusión -que posteriormente se reflexiona- y se llega al resultado de que no, que eso era totalmente falso, que en el momento de determinada pasión aquello funcionó casi como el mecanismo para consumar el error, la falta.

Incluso cuando Rivas Mira se separa del ERP, recuerdo que fue la primera vez -y esto resulta un tanto contradictorio porque lo tradicional hasta antes de la separación de Rivas Mira, era que toda disidencia iba siempre mezclada con un cuota de  interpretación negativa en términos de seguridad y la medida era inmediata, igual que en los casos anteriores; era la pena de muerte-, y recuerdo que discutimos mucho por primera vez, muy a pesar, digamos que podíamos tener un cierto lastre del pasado, en ese caso nosotros aceptamos que no íbamos a cometer otra vez el mismo error y llegamos a la deducción de que debíamos aceptar eso como una disidencia política, a  pesar de que se fue solo.
¿Y por qué la aceptamos como una disidencia política?, porque realmente habían serias diferencias con él en ese momento y las diferencias estriban todas en el plano orgánico-disciplinario. Por ejemplo, alguien que hace un rumor o genera un descontento era considerada como una actitud de insubordinación y la insubordinación entonces  significaba pena de muerte; una conclusión bastante común entre las izquierdas armadas que lleva incluso a fenómenos en algunos casos hasta patológicos, diría yo.

Para nosotros fue tan duro el golpe de los primeros años; el efecto que generó el caso de Roque fue tan grande que nos lleva a transformarnos realmente porque es un golpe dado en una edad muy temprana; a tal grado que eso transciende en nosotros.

Ya cuando estábamos en la etapa de la guerra abierta, cuando existía el uso de la pena de muerte contra espías, era lo que más pensábamos antes de hacer una cosa de ese tipo y teníamos una política y era de reconocer todo lo que hacíamos. Incluso, de eso tiene un registro bastante claro la Cruz Roja y el Arzobispado, que toda la vida le reconocimos cada cosa así supiéramos que nos traía una consecuencia política.

Por ejemplo, en el caso de Roque hay quienes en el año 77 decían que era una ingenuidad hacer una autocrítica; sin embargo, la vida nos fue dando la razón porque fuimos siendo reivindicados, asegurándonos de nuevo un espacio entre los revolucionarios... Había derecho a que la gente se sintiera molesta.

- Se habla de un juicio, de que Dalton murió por fusilamiento, ¿cuál es la realidad?
-  Sí, hay un juicio... un juicio, te voy dar incluso una incidencia de ese juicio que nunca se la he dicho a nadie; creo que fueron dos momentos del juicio. En uno de esos dos momentos llegó Felipe Peña, uno de los fundadores de las Fuerzas Populares Liberación (FPL)- con un pensamiento renovador totalmente distinto al que tenía Cayetano Carpio (Marcial)-, una de las gentes que admiré y quiero mucho, era casi un hermano para mí, igual que Rafael Arce, y él me hizo una reflexión que te digo no se me olvida nunca porque tenía razón y me dijo: «Mira, están  cometiendo un gravísimo error»; simultáneamente habían otros, no voy a profundizar más, que nos recomendaban que lo hiciéramos; pero Felipe me dijo, «esto que están haciendo ustedes aquí, está totalmente amañado».
¿Qué  capacidad, en el contexto de clandestinidad, con gente muy joven, sin ninguna formación profesional puede tener valor un juicio? Evidentemente, que aquello más parecía un juego, no había ninguna posibilidad de acumular pruebas, la posibilidad de defensa era incipiente; en ese sentido, yo me atrevería ahora a llamar juicio a aquello; no fue nada más que crear las bases para poder terminar de acometer la falta grave.



Si  hay una parte de la historia del proceso nuestro como organización que yo quisiera borrar, sería esa, rectificar y tener a Roque entre nosotros. Indiscutiblemente no hubo juicio, aunque nosotros hayamos dicho que eso fue un juicio. Entonces se llega a esa conclusión y se toma la medida de pena de muerte por fusilamiento por llamar a la insubordinación y se le pone la carga de que era agente enemigo, etc., etc.

A estas alturas no me gusta ni decirlo, porque no tenía ninguna correspondencia con la realidad y es que esto tiene que ver con el nivel de fanatismo y romanticismo con el que se nace.

- ¿Cuáles fueron los cargos en concreto que le formularon?
-  Básicamente fueron dos, el cargo más importante que se le imputaba era el de promover la insubordinación y la deserción; el segundo fue un cargo adicional que en realidad nunca llegó a documentarse sino que fue un cargo bajo sospecha.

El cargo insubordinación para aquel entonces se podría considerar como real, pero de lo que se estaba tratando era de un problema político, o sea, parte de los problemas de la etapa fundamentalista de una organización en desarrollo. Lo que él estaba haciendo era tomando contactos con gente para convencerlas políticamente de su posición y eso a la luz de nosotros -en la otra posición- era considerado divisionismo.

Había hablado con un compañero que era muy importante, que fue el primer explosivista, Pancho, y lo había incitado a que no obedeciera, que se insubordinara, a  que se fueran juntos porque estaba planteado claramente un problema político.

El segundo cargo en realidad fue formulado bajo sospecha  a raíz de una historia que la conocían muchos en el país y es en relación a su fuga de la cárcel de Cojutepeque (1964); hecho en el que quedó como un chisme, de que se produjo su fuga porque había colaborado la CIA.

A esto, ya no a la luz de nuestra posición de aquel momento, no a la luz de aquel debate que teníamos entre nosotros, sino explicándome este fenómeno con la misma lógica que explicó la parte nuestra, el problema es que Roque estuvo con un conflicto dentro del Partido Comunista y en éste también era tradición que los que disentían se les cargaba con motes de este tipo y cualquier cosa era considerada inmediatamente peligro de agente enemigo. 

Todavía recuerdo, incluso, que en los años 70 a los que comenzamos a formar los primeros grupos armado se nos tachó de ser de la CIA; era parte de la lógica de la época. Pero, de ninguna manera aquello tenía ni la más mínima seriedad.

A partir de ahí se consideró que era un peligro si se le  dejaba en libertad ya que eso podía afectar a la seguridad del resto; estas son las argumentaciones más fuertes que en una etapa de clandestinidad se arguyen para no atender los problemas que a veces constituyen disidencias políticas; incluso, hasta en algunos casos se llega a entender que son disidencias políticas pero por el temor a que se deriven en problemas de seguridad, entonces se incurren en faltas tan  graves como el ajusticiamiento y los fusilamientos y la tendencia de eliminar a un opositor, a un adversario político.

- Cuando habla de incitación a la insubordinación y de un problema político, ¿a qué problema se refiere?
-Veámoslo  con dos ópticas; cuál era nuestra óptica en aquel momento de inmadurez,  de esta etapa fundamentalista de la organización y cuál sería la óptica  hoy.

En aquel momento una cosa así era considerada una falta gravísima porque atentaba contra la cohesión interna, la seguridad, la disciplina, pero el problema es que eso coartaba la libertad en el plano  político. Pero esa es nuestra óptica hoy.

Cuando en 1976 se produce la separación que podría ser calificada de deserción de Alejandro Rivas Mira, nuestra organización a raíz de todas las consecuencias que había tenido la cuestión de Dalton, no la consideró exactamente una deserción, o sea, muy a pesar de todos los problemas que  esto implicaba para nosotros fue considerada una disidencia.

¿Por  qué?, porque evidentemente había una diferencia política con respecto a  los conceptos de disciplina y a la práctica política que comenzábamos a  desarrollar en la organización para fortalecerla internamente y eso es lo que lleva a disentir e irse, o sea, él estaba pensando en otro tipo de organización; pero nosotros llegamos a esa conclusión basados en la experiencia dramática que implicó lo de Roque.

- Cuando dice que Roque estaba incitando a que otra gente tomara una posición política ustedes lo interpretaron...
Nosotros  lo interpretamos como que estaba dividiendo a la organización, por eso lo importante es aclarar que hay dos posiciones, que las mezclo en el análisis. Se me hace difícil argumentar en un sentido sólo lo que pensábamos en aquella época porque fue una posición absurda: era una etapa gravísima. Evidentemente había mecanismos como una separación política que era totalmente lógica; se pudo haber optado por esa vía y no se dio ese chance.

Prácticamente con lo de Roque estuvimos al borde de una guerra con los compañeros de la Resistencia Nacional, cosa que era un absurdo y que no habría sido el único ocurrido en América Latina, ya han habido hechos similares en Colombia, Argentina y en otros  países. - Se consideró durante algún tiempo que había un enfrentamiento en el ERP entre una tendencia militarista y otra política  la que trataba de incorporar las masas a la lucha armada.

- Yo pienso que no; que se trató de un problema básicamente de inmadurez. El problema es que lo que constituía el aparato militar en la organización estaba más del lado del ERP.

Pero la prueba del nivel de coincidencias políticas no de hoy, sino a lo largo de casi todo el proceso de la guerra con la Resistencia Nacional, prueba que en realidad  no había una gran diferencia política. 

Incluso, ¿cuál era el punto de división más fuerte con la izquierda tradicional en aquel momento? Era el problema de la lucha armada y Roque era un antidogmático  y toda su obra va en ese sentido. Era un crítico de los partidos comunistas, pero esto llegó a tener incidencias. Cosas que hoy parecen ridículas, como por ejemplo, los debates entre las corrientes marxistas-leninistas pro chinas con las corrientes revolucionarias más pro cubanas el hecho de las divergencias de las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética, cosas que en mi opinión ahora me parecen ridículas pero que fueron parte de esa infancia dogmática de la formación de nuestras organizaciones.

Con relación a los compañeros de la Resistencia Nacional, ellos tenían la parte más importante del aparato político de la organización que básicamente era el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU).

Hablar de militarismo... si apenas éramos un puñado de gente; estamos hablando de 1975 y básicamente aquel fue un problema de inmadurez.

- ¿Cuál fue la actitud de Dalton en el juicio y a la hora de su ejecución?
La  actitud de Roque, en las partes que pude darme cuenta, fue de estar constantemente señalando que eso era un error, que debía de investigarse  más.

La actitud durante la ejecución fue de oponerse a ella en el  sentido de señalar que no, que eso iba a ser un gravísimo error, que era una injusticia.

Pero quiero señalar una cosa que es importante. Cuando se hace este tipo de preguntas hay como una búsqueda de conferir que en esa etapa existía la posibilidad de procesos muy ordenados y serios.
Yo me voy a remitir a la etapa actual, por ejemplo, una de las cosas que los organismos internacionales de derechos  humanos imputaron al FMLN fue precisamente lo de los juicios sumarios y  el FMLN hizo muchas defensas de formalizar esto. Lo cierto es que si en  la etapa de guerra de mayor desarrollo con territorios bajo control, el  FMLN no fue capaz de tener una política ordenada, un marco jurídico, digamos informal, de funcionamiento para este tipo de cosas, sino que tenían una alta cuota de un trabajo de inteligencia y una alta cuota también de arbitrariedad y por eso considero que en esto se cometieron muchos errores en unas zonas más que en otra y que en una zonas se cometieron errores gravísimos en ese sentido.

Entonces en aquella etapa  muchísimo más, actuaba el sentido más emocional, la pasión de las  ideas, de las posiciones que se tenían. No era algo ordenado, de pruebas, documentos y evidentemente aquello no podría llegar a tener la calidad de un juicio serio, por eso no se puede hablar de que haya habido un proceso.

- ¿Se le dio a conocer a Dalton de qué se le acusaba?
-  Sí, se le hizo saber; hubo reuniones en las que participó, se discutieron las cosas y todo, pero evidentemente no había una oportunidad real de defensa, pero lo importante a señalar es que en esas  condiciones era muy difícil, los códigos que se aplicaron fueron más bien basados en elementos subjetivos, porque las condiciones hace imposible que se pueda acumular pruebas, documentos, no se puede prolongar mucho el tiempo de una cosa de esa.

Entonces, lógicamente la tendencia es siempre a que la conclusión sea siempre la de condenar al que está en una situación de este tipo.

Ya después cuando estábamos en una etapa más avanzada de la guerra; recuerdo que cuando ya teníamos condiciones para retenciones prolongadas pudimos resolver muchos casos sobre la base de la retención prolongada, investigación y en algunos casos descubrimos que no había problemas.

Por  ejemplo, el caso de un compañero que pasó retenido casi un año por un cargo de ser parte de una infiltración que intentaba destruir la Radio Venceremos y que descubrimos que efectivamente no tenía nada que ver. Pero el problema fue porque lo había señalado una persona a la que sí habíamos efectivamente comprobado pruebas.

¿Pero cómo se podíamos hacer eso 15 años atrás?, imposibles. Recuerdo que en una ocasión se discutió  la posibilidad de sacar a Dalton del país, pero cómo se sacaba, no se podía; o sea, de una manera muy informal, como una alternativa y frente al cúmulo de problemas de seguridad se llegó a la conclusión de que no había otra alternativa y que había que hacer la ejecución.

- Recuerdo que en un momento el ERP publicó un comunicado en el que diferenciaban la actitud que había tenido Pancho a la hora de la ejecución y la que había tenido Roque Dalton; decían algo así como que Pancho había tenido una actitud «proletaria» y Dalton, «pequeñoburguesa».
- El problema era que Pancho era una gente sin la formación política que tenía Roque, entonces ésa era la actitud lógica, consecuente en esa posición. Mientras que Roque era una gente con argumentos, con lógica, con posición, descubría que lo que se estaba  haciendo se tenía que evitar. Yo diría que si le hubiéramos hecho caso..., Pancho no nos dijo ustedes están cometiendo un error, Roque sí nos dijo que estábamos cometiendo un error.

Yo devalúo totalmente lo que dijimos en aquella época, lo que dijimos en ese entonces sería un  argumento de tipo fundamentalista, o sea, lo que pesaba más, lo que impactaba más era la aceptación simple de los cosas, pero evidentemente cuando vimos cuáles  fueron los costos de este terror, el llamado que nos hizo Roque de manera persistente al decir que nos estábamos equivocando, tenemos que darle la razón.

- ¿Vale la posibilidad  de considerar que pudo haber sido el enemigo de la guerrilla, en el fondo, el culpable de la muerte de Dalton?
- Esto es bien importante tenerlo en cuenta, y creo que lo remitiría a cosas que ya dije. Aquí no hubo ardid de nadie, fue un error nuestro.

Nosotros en medio de la pasión de este error, de este mal tratamiento fruto de la  etapa fundamentalista sale este argumento y luego los que están fuera viendo la situación en el fondo con el mismo esquema vienen y sacan que «no fue Roque el de la CIA», sino que fue una manipulación de la CIA desde afuera, lo que condujo a su muerte.

Cuando se dice que si no  fueron los ejecutores «tontos útiles» de alguna conjura contra el propio movimiento insurgente, yo creo que no tenía la CIA la capacidad de llegar a este nivel, si lo hubiera tenido nos acaba.

- ¿Qué pasa ahora con Roque?, ¿dónde está su cadáver? En algún momento se dijo que se iba a entregar a la familia.
-  Correcto, hemos estado trabajando en eso con un equipo de los compañeros que tenían la información con el propósito de buscar un momento que era de lo que te hablaba hace un rato, que nos permitiera reivindicarnos y enmendar en parte la falta.

Hasta ahora desgraciadamente no hemos tenido resultados porque es mucho tiempo, hay que tomar en cuenta que hablamos de 18 años. Esperamos que al poder crear un equipo un poco más amplio podamos tener resultados, pero también está el riesgo de que no los tengamos. De cualquier forma con eso o sin eso, nosotros vamos a buscar el momento propicio para ese proceso de explicación de mayor profundidad en el caso, para adoptar una  posición más en forma y darla a conocer como organización. 

En la  coyuntura de la Comisión de la Verdad no quisimos; nos preguntaron si queríamos tocar el caso, pero esto era poner el asunto de Roque en medio  de todo esto, era como desnaturalizar lo que en realidad fue; no sólo estaba fuera del tiempo sino también fuera del contexto político; era una falta de otro tipo, dada en otra situación y más bien lo hubiera diluido.

Queremos que se sepa que efectivamente reconocemos el error y cambiamos.

- ¿Cree que éste ha sido su más grande error?
-Mira,  yo creo que sí, y tiene elementos que te pueden marcar en sentido positivo y te pueden marcar en sentido negativo. En sentido positivo qué  te marca: que es de tal dimensión y que faltaba tanto por vivir que nos  ayudó a no equivocarnos en ese sentido.

De ahí cometimos otro tipo de errores pero ese tipo de errores no volvimos a cometer nunca, jamás. La prueba está en que nuestra organización no se volvió nunca más  a dividir, nunca tuvimos un problema político interno y ahora  que tenemos discusiones y debates internos ahí está entera, entera; jamás volvimos a resolver una diferencia interna con una medida de ese tipo. 

 Nos marcó tanto como que fue el error más grave, más difícil, porque es el que nos pudo haber destruido o sea más adelante podías cometer un error pero difícilmente retrocedías, o sea, otros podían seguir el camino, incluso, hace poco cuando salió esta resolución de la Comisión de la Verdad, yo le decía a un compañero que cuando me enteré de la resolución que en el plano subjetivo me parece que es injusta independiente de que la acepte, es injusta; sólo me recordó los momentos  más difíciles que he vivido en todo el proceso y uno de ellos, el primer momento más difícil, fue el período de Roque Dalton.

Incluso,  implicó la separación de compañeros a los que uno quería mucho, o sea, por un lado, está lo de Roque, por otro lado está el desaparecimiento de  Lil Milagro, quien más formó en el plano ideológico-orgánico para el trabajo revolucionario y el caso de Pancho que también muere con Roque en el mismo fusilamiento, que era el primer constructor de armas populares y explosivista de nuestra organización.

Entonces tiene una cantidad de implicaciones subjetivas bien grandes y te digo eso nos marcó, pero menos mal en sentido positivo.

- ¿Qué siente cuando oye hablar de Roque Dalton?
Un  sentimiento de responsabilidad, siempre me recuerda la falta y por otro  lado, el hecho de pensar lo que hubiera significado si hubiera estado vivo en esta etapa... eso nunca lo dejo de pensar. Roque era una gente con una imaginación increíble, incluso, era la gente más amena que teníamos, con una capacidad de comunicación y de interpretación de los hechos, con sentido de comunicación hacia abajo que yo no lo he vuelto a  ver en la organización ni en El Salvador, ni dentro del FMLN, ni dentro  de la izquierda.



Era un arma poderosa de comunicación que perdimos en virtud de una falta de la más desgraciada que pudimos haber cometido.

- ¿Cree que esto que está diciendo puede concluir con ese tabú que prácticamente ha existido en el caso Dalton?
- Yo creo que es difícil: creo que se puede ir reduciendo su peso.
Hay  quienes pensarán que es cinismo, que es pragmatismo, lo he oído, me ha tocado en algunas ocasiones escuchar que otros piensan que es eso, pero no, yo lo hago con toda sinceridad y no lo hago con el sentido de limpiarnos, pienso que no, que limpiar totalmente esa carga es bien difícil.
Sólo de imaginarse lo que la derecha piensa y maneja sobre este caso: lo que incluso dentro del seno de la misma izquierda, en medio de las pasiones políticas piensa usar... pero ni modo así es, hay páginas en la historia de uno que quisiera borrar y repetirla y rehacerla pero eso no se puede. Tener el valor de reconocer los errores es algo que a la larga fortalece tus opiniones.

- ¿Están dispuestos ustedes a hacer un reconocimiento público de este error, que quede recogido en un documento?
-  Creo que en parte he respondido a esto: creo que no se trata de reparar  la imagen pública de Roque. Prácticamente el problema acá es cómo medianamente poder señalar un error que volvió a repetirse en nuestra organización.

Yo creo que Roque está reivindicado, no es cuenta de  éste, el problema es la pérdida física de Roque, pero su pérdida en términos de imagen creo que no existe, más bien el problema acá es que el reconocimiento nuestro es para poder reivindicarnos nosotros, ese es el punto, no se trata de que él haya quedado manchado.

Por eso otra de las lecciones que nos dejó Roque es que la verdad es un arma revolucionaria. Tarde o temprano, las cosas se saben y por ello reconocer los errores es un elemento sumamente importante, a veces puede  tener que esperarse condiciones, etc., etc., pero a la verdad es algo que hay que dar un espacio.

Y en relación a la posibilidad de publicar un documento, sería quizá esta la primera vez que doy una declaración a nombre de la organización sobre este caso en la que he dado más elementos de información que en ningún otro momento y evidentemente es parte de una decisión que teníamos y bajo determinadas condiciones de tal manera que se pudiera destacar el hecho, que no quedara perdido.
Nosotros estábamos por dar pasos como éste.
__
*Entrevista publicada en el Excélsior de México, mayo de 1993.

miércoles, 12 de julio de 2017

Eduardo Acevedo Diaz (1851 - 1924)



Periodista y novelista uruguayo, de intensa actividad politica  en su pais como  militante del Partido Blanco (liberal). Fundó el diario El Nacional de Montevideo y fue director de La Epoca durante la dictadura del coronel Latorre. Tan activa como su vida periodistica lo fue también su creación literaria representada en obras como la trilogia Ismael, Nativa y Grito de gloria que, conjuntamente con otras como Soledad, Lanza y sable y Brenda, lo convierten en el iniciador del género naturalista y de la novela nacional en el Uruguay.

ISMAEL
Esta novela, escrita en 1888, está considerada como una verdadera epopeya nacional en prosa, por la forma en que reúne y conjuga episodios relacionados con las luchas de un pueblo (el uruguayo) contra una tirania (la española), en un ámbito histórico que abarca los hechos más destacados de la vida uruguaya desde su levantamiento hasta 1825, año en el cual se lleva a cabo la batalla de Sarandi.
La referencia biblica de Ismael, hijo de Abrahan y su esclava Agar, no reconocido como heredero por Sara, verdadera esposa del patriarca y quien debe sufrir el destierro, amén de las penalidades de todo tipo hasta encontrar una tierra en la cual da origen a la raza árabe, es el marco del cual Acevedo Diaz extrae la esencia de su novela.
















domingo, 9 de julio de 2017

Arena no cambia


Editorial UCA


Después de la derrota de Arena en las elecciones presidenciales de 2009, un millonario financista del partido contrató a intelectuales vinculados a la izquierda para que elaboraran una propuesta de renovación del ideario arenero. En ese esfuerzo, una de las principales conclusiones fue que el principal problema del instituto político de derecha consistía en ser percibido por la gente como un instrumento al servicio de los ricos. El reciente lanzamiento de dos empresarios del gran capital como precandidatos de Arena a la Presidencia de la República no hace sino confirmar eso.

Desde que la Fuerza Armada demostró su incapacidad para defender los intereses de la oligarquía salvadoreña durante la guerra, la élite económica decidió meterse en la política partidaria para gobernar directamente, no a través de terceros. “Si los ricos gobiernan, no robarán porque ya tienen dinero” fue la frase que se popularizó cuando un millonario tomó las riendas del Estado en 1989. Pero la historia mostró lo contrario. Está comprobado que en la privatización de empresas y servicios del Estado hubo privilegios de todo tipo para el gran capital, abusos múltiples de poder y contra los consumidores. Abusos que no fueron puntuales, sino un patrón de actuación generalizado. Bajo el discurso neoliberal de que el mercado es el mejor regulador de las dinámicas sociales, los grandes ricos aumentaron su riqueza y la población se quedó esperando que rebalsara la copa del bienestar. Que hoy Arena esté divido en bandos identificados con uno u otro de los millonarios presidenciables confirma que son ellos los que mandan en el partido.

Además, que dos multimillonarios sean precandidatos de Arena muestra que se sigue pensando que un país se dirige como si fuese una empresa. “Si estos empresarios han sido exitosos en sus negocios familiares, entonces serán exitosos gobernando” es el mensaje que transmiten estas candidaturas. Y ello no es del todo cierto, porque un Estado no es una empresa y no se puede dejar a los caprichos del mercado. La ley de la oferta y la demanda no funciona cuando se aplica a cuestiones de carácter social. Para muchos empresarios, la mayor inversión estatal debe estar en los bienes de capital, en los equipos, en la infraestructura. La inversión en la población no es prioritaria para los que siguen la lógica del mercado. Por ello, los subsidios a los más pobres son vistos como innecesarios.

La mentalidad de que el país se gobierna como se administra una empresa se reflejó diáfanamente en la frase de un empresario: “Nosotros pagamos el mariachi, y la canción que escuchamos no es la que pagamos”. “Tanto tienes tanto vales” es lo que rige en Arena, y tanto tiene uno de los precandidatos que ya pidió, como si nada, que se adelanten las primarias del partido. Si Arena lo hace, demostrará aún más que está al servicio de los más ricos. Esa mansa obediencia de la política a los mandatos del capital ha llevado a que la sociedad global alcance los mayores niveles de desigualdad de la historia. Una dinámica que se ha explayado con crudeza en El Salvador.

Según una de las personas que participó en el proceso, el documento que elaboraron los intelectuales de izquierda con orientaciones para la renovación de Arena ni siquiera fue discutido al interior del partido. Y afirma que el hombre fuerte de Arena en aquel entonces, Alfredo Cristiani, dijo que “ideológicamente el partido no se mueve un ápice”. Y Arena lo ha demostrado hasta hoy. Un empecinamiento de este calibre, sobre todo cuando el partido de gobierno le está facilitando las cosas a la oposición con su mal desempeño, no es menos que torpeza política y rechazo a la realidad. Para mal del país, Arena no cambia, sigue cantando la tonada de quien le paga, sigue dando la espalda a cualquier tipo de renovación, sigue al servicio del gran capital.

miércoles, 5 de julio de 2017

Para el general Hernández Martínez todos eran enemigos



Aquellos que hablan con nostalgia sobre el periodo presidencial de Maximiliano Hernández Martínez pasan por alto que al final de su régimen él consideraba como enemigos y perseguía a los hombres de negocios más importantes, a profesionales de izquierda y de derecha, a empleados, a políticos y a militares. Una lista de enemigos del régimen fechada en 1943, que se encuentra en el Archivo Nacional de los Estados Unidos en Washington DC, contiene los nombres de 80 salvadoreños designados como "enemigos políticos" por el dictador.
 
 
 
Erik Ching




Mientras realizaba investigaciones para mi libro El Salvador Autoritario en el Archivo Nacional de los Estados Unidos en 1992, encontré un documento de la inteligencia militar estadounidense con una enumeración de enemigos políticos del presidente Maximiliano Hernández Martínez. Es conveniente colocar este listado en la esfera pública salvadoreña, habrá lectores que encuentren en él a familiares, amigos o conocidos. Más tarde descubrí que el régimen de Martínez había preparado muchas listas sobre personas y organizaciones en todo El Salvador. Encontré estos otros listados en 1994/95 durante mis investigaciones en la colección del Ministerio de Gobernación del Archivo General de la Nación en San Salvador. Por un lado, se puede interpretar la existencia de estas series de nombres como parte de las operaciones normales de una burocracia estatal. Pero sabiendo lo que sabemos sobre Martínez y el estado policial que presidía, es difícil no verlas como documentos siniestros.

Es complicado interpretar el significado de la lista que publicamos, porque sabemos poco acerca de sus orígenes y es necesario comprender su contexto. Quienes estudian este período de la historia de El Salvador reconocen en ella a muchas personas que desafiaron al régimen de Martínez y terminaron en la cárcel exiliados o sufrieron peor suerte, pero se sorprenden al no encontrar otros nombres. Además, no sabemos si esta lista viene directamente del propio Martínez, ni sabemos cómo adquirieron esta información los funcionarios de la inteligencia militar estadounidense. El documento dice que es una "copia", y el hecho de que los nombres que deberían de llevar acentos o eñes no los tienen, sugiere que el documento fue mecanografiado en una oficina estadounidense donde la máquina de escribir era para el público de habla inglesa. Probablemente es copia de un original manuscrito.

Con el fin de dar un contexto para los lectores invitamos a cuatro académicos salvadoreños, Jorge Cáceres Prendes, Héctor Lindo, Ricardo Roque Baldovinos y Roberto Turcios, que han realizado investigaciones sobre este período, a que nos enviaran comentarios. Les pedimos que escribieran sobre cualquier aspecto de la lista que les pareciera relevante, y cada uno de ellos tuvo la generosidad de dedicar tiempo al proyecto y enviarnos las respuestas que publicamos a continuación. Cáceres Prendes señala el contraste entre la lista de la inteligencia estadounidense y la de los conspiradores que intentaron derrocar a Martínez en 1944; Héctor Lindo hace reflexiones sobre la presencia de su padre en la lista; Ricardo Roque Baldovinos identifica entre los nombres a muchas personas importantes en el mundo literario; y Roberto Turcios habla sobre el contexto político. Los comentarios están organizados en orden alfabético por autor.

La lista

1 Dr. Antonio Ramirez Amaya

2 Dr. Margarito Gonzalez Bonilla

3 Dr. Pedro Atilio Bonilla

4 Dr. Carlos Hayer H.

5 Dr. Enrique Cordova

6 Dr. Francisco Guillermo Perez

7 Dr. J. Ramon Flores

8 Dr. Manuel V. Mendoza

9 Dr. Alfonso Rochac

10 Dr. Hermogenes Alvarado H.

11 Dr. Raul Gamero

12 Dr. Miguel Tomas Molina

13 Dr. Belarmino Suarez

14 Dr. Carlos Guillen

15 Dr. Julio E. Gimenez

16 Dr. Ramon Lopez Jimenez

17 Dr. Lisandro Villalobos

18 Dr. Max P. Brannon

19 Dr. Emeterio C. Salazar

20 Dr. Antonio Magana

21 Dr. Lucio Villalta

22 Dr. Victorino Ayala

23 Dr. Manuel A. Mendoza

24 Dr. Rodolfo Cordon

25 Dr. Leopoldo Ovidio Rodriguez

26 Br. Ovidio Siliezar

27 Br. Ramon Castro

28 Br. Antonio Vissaliu Hidalgo

29 Br. Miguel Angel Flores

30 Br. Hugo Lindo

31 Br. Antonio Carbajal

32 Br. Jose Maria Mendoza h.

33 Ing. Jaime Dreyfus

34 Ing. Manuel Lopez Harrison

35 Ing. Salvador Mendoza

36 Ing. Simeon Angel Alfaro

37 Don Jose Gabidia h.

38 Don Marcial Antonio Fonseca

39 Dr. Francisco A. Lima

40 Tnte. Justo Villegas Canas

41 Prof. Francisco Moran

42 Prof. Ruben H. Dimas

43. Prof. Victor Manuel Guirola

44 Prof. Celestino Castro

45 Don Guillermo Nunez Medrano

46 Don Gregorio Mejia Nolasco

47 Don Ramon Rajo

48 Don Aurelio Guerrero Borja

49 Don Jesus Aguilar M.

50 Don Antonio Valenzuela

51 Don Arturo Ticas

52 Don Miguel Garcia

53 Don Alberto Perez

54 Don Alejandro Roseville

55 Don Miguel Carrzanza

56 Don Ramon Melara Tenorio

57 Don Pedro Emilio Aparicio

58 Don Ruben Castellanos

59 Don Humberto Castellanos

60 Don Francisco Castellanos

61 Don Cresencio Castellanos Rivas

62 Don Jacinto Castellanos Rivas

63 Don Manuel Calderon

64 Don Jose Mauricio Mixco

65 Don Domingo Sosa

66 Don Rolando Velasquez

67 Don Humberto Urrutia

68 Don Salvador Recinos Quijano

69 Gral. Jose Maria Peralta Lagos

70 Gral. Salvador Castaneda Castro

71 Cnel. Jose Ascencio Melendez

72 Cnel. Felipe Calderon Henriquez

73 Cnel. J. Ignacio Zepeda

74 Cnel. Gilberto Carmona Sosa

75 Cnel. Juan V. Vidal

76 Cnel. Ernesto Vara

77 Mayor J. Prospero Castellanos

78 Cap. Miguel A. Polanco

79 Tnte. Julio Canas

80 Gral. Antonio Claramount Lucero

“Copy: Persons Designated by President Martínez as Political Enemies,” March 20, 1943, G-2 Military Reports, Box 764, folder 3000-4000, Washington National Records Center, Suitland, Maryland.



COMENTARIOS:

Jorge Cáceres Prendes, Catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica en la Escuela de Relaciones Internacionales

La lista, si es que efectivamente se elaboró en base a la opinión de MHM expresada a algún funcionario norteamericano, no incluye como enemigos suyos a los militares (y muchos civiles también) que efectivamente estaban conspirando en su contra para ese entonces. ¿Será que lo ignoraba o que no cometería la imprudencia de develarlos a una fuente tan poco confiable? Incluyo la lista revisada por mí—ya que otras fuentes tenían errores—de los condenados en los juicios de abril y mayo del 44.

CONDENADOS 10 DE ABRIL

(25) (Los 11 fusilados aparecen con una cruz al lado del nombre)

Gral Alfonso Marroquín

Cor. Tito Tomás Calvo

Tte. Cor. Alfredo Aguilar

Capt. Mayor Julio Faustino Sosa

Capts. Héctor Montalvo

Guillermo Fuentes Castellanos

Manuel Sánchez Dueñas

Fidel Issusi

y Benjamín Rodríguez

Ttes. Marcelino Calvo

Oscar Armando Cristales

Héctor Castaneda Dueñas

Ricardo Lemus Rivas

y Daniel Cañas Infante

Sub Ttes. Edgardo Chacón

Antonio Gavidia Castro

Ricardo Mancía González

y Miguel Angel Linares

Alumno aviador Enrique Aberle

Civiles:

Dr. Arturo Romero

Agustín Alfaro Morán

Dres. Francisco Guillermo Pérez

Mario Calvo

Tomás Calvo

Víctor Marín

CONDENADOS DEL 23 DE ABRIL

(19) (los 3 fusilados aparecen con una cruz al lado del nombre)

Tte. Cor. Francisco Acosta

Caps. Carlos Francisco Piche Menéndez

Carlos Gavidia Castro

Alfredo Jiménez Barrios

y Fernando Carmona Dárdano.

Ttes. Silvio López y López

Alfonso Marín

Mariano Castro Morán,

Carlos Alberto Cornejo,

Víctor Manuel Guardado

Miguel Angel Muñoz

Sub Ttes. José Luis Escobar,

Roberto Morán López,

Salvador Crespo

Luis Bernardo Herrera

Civiles:

Dr. Salvador Ricardo Merlos

Crescencio Castellanos Rivas

Juan José Castaneda Dueñas

[Nota Editorial: Para obtener más información acerca de la lista anterior, consulte el artículo siguiente por el Dr. Cáceres. “Mitos y palabras: el expresidente del juicio militar contra los alzados del dos de abril de 1944 en El Salvador. Memoria histórica e historia como representación dramática”. Revista de Historia (Costa Rica) Núm. 61-62 (enero-diciembre, 2010): 75-112.]

Héctor Lindo, Profesor de historia, Fordham University, Nueva York

La lista de enemigos políticos del presidente Martínez, carente de detalles, simplemente un nombre tras otro, es, en su carácter escueto, un testimonio elocuente de la vida en una dictadura y premonición de los regímenes militares que vendrán más adelante (recuérdense el Libro Amarillo de los años ochenta y las listas del Mayor D’Aubuisson).

Inevitablemente lo primero que atrajo mi atención fue el enemigo número 30, el bachiller Hugo Lindo, mi padre. Era un hombre joven, de 26 años, aproximadamente la edad de mis estudiantes de posgrado. ¿En qué problemas se estaba metiendo este muchacho? Entre sus pecados estaba haber ordenado a Chile libros sobre derecho laboral que la censura de Martínez no dejó pasar por las aduanas. Para 1943 ya estaba adquiriendo notoriedad como escritor y ciertamente estaba activo en el movimiento contra Martínez, pero difícilmente se le podía calificar de radical. Sus amigos incluían a Roberto Lara Velado, futuro fundador del Partido Demócrata Cristiano, y el ideólogo de derechas Antonio Rodríguez Porth. Además, ese año estaba bastante ocupado cortejando a Carmen, una muchacha tímida y, necesariamente, muy paciente, con quien fundó familia.

El joven universitario Hugo Lindo estaba en compañía de gente destacada. Los enemigos de Martínez incluían a algunos de los abogados más prominentes de la época como el Dr. Margarito González Guerrero, representante incondicional del gran capital. Además, en ella se encuentran los nombres de políticos de trayectoria como el ex ministro Gral. José María Peralta Lagos; los ex candidatos presidenciales Enrique Córdova y Miguel Tomás Molina; y Rodolfo Cordón, futuro presidente provisional a comienzos del periodo del PCN. Estos hombres del establishment se codean en la lista con viejos luchadores de izquierda que habían participado en el activismo antiimperialista, me refiero a Salvador Merlos y Victorino Ayala. Para completar el cuadro se incluyen oficiales del ejército de todos los rangos, desde el Gral. Castaneda Castro hasta el Cap. Miguel Polanco; y miembros de familias de alcurnia, un López Harrison, un Suárez. Todos enemigos del Estado, sospechosos, vigilados. La lista es una expresión combinada de la paranoia de un dictador que veía enemigos entre los jóvenes y los veteranos, entre los miembros del establishment y sus críticos, entre los militares y los herederos de viejas familias, y la realidad de la amplia oposición que se había ganado un gobierno autoritario que no respetaba las libertades personales ni los procesos democráticos. Pero, a fin de cuentas, para 1943 Martínez estaba aislado, el general no tenía quién le escribiera.

Ricardo Roque Baldovinos, Profesor del Departamento de Comunicaciones y Cultura de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA), El Salvador

De la lista de enemigos políticos del régimen del General Hernández Martínez que se reportan hacia 1943, me limitaré a comentar algunos nombres que, en un primer vistazo, tienen resonancia en el mundo literario salvadoreño.

Comenzaré mencionando al General José María Peralta Lagos, nacido en 1875, fue un militar, hombre de Estado, pero también destacado literato conocido por sus escritos humorísticos que firmaba con el pseudónimo de T. P. Mechín. Su obra más famosa es la pieza teatral satírica Candidato, donde nos pinta con tintes de farsa un sistema político salvadoreño, agobiado por el clientelismo y la corrupción. Al igual que muchos intelectuales de su generación, mostró entusiasmo por la promesa de orden y refundación nacional del régimen militar que surgió del golpe que derrocó a Arturo Araujo en 1931. Algo parecido parecer ser el caso, de otro destacado intelectual ligado el magisterio, como es el caso del profesor Rubén H. Dimas, fundador del colegio García Flamenco. Muchas de estos intelectuales se distancian de Martínez en sus últimos años, sin que ello signifique “un giro a la izquierda”. Esta evolución revela más bien hasta qué punto se había erosionado la legitimidad del régimen. Nacido en 1917, el destacado poeta Hugo Lindo pertenecía a una generación más joven que ingresó al mundo de las letras durante los primeros años de la dictadura. Se involucró activamente en el movimiento de oposición a esta, al punto de padecer persecución y prisión. En años posteriores Lindo hará también carrera como hombre de Estado, especialmente en el servicio diplomático.

No quisiera pasar por alto el caso de varios nombres que aparecen con el apellido Castellanos. En concreto, Crescencio Castellanos Rivas, fue también autor de otra obra teatral satírica que se presentó en la década de 1960 y que tenía como objeto de interés el sistema político nacional. Esta comedia, hoy difícil de encontrar, se titula “Yo quiero ser diputado”. Crescencio es parte de la familia que sirve de inspiración a cinco novelas de Horacio Castellanos Moya que hace una reconstrucción ficcional de los antecedentes del conflicto armado de entre 1979 y 1992. El drama de la familia Aragón desgarrada por la lucha contra un hombre fuerte al que llaman “el brujo” es el tema de Tirana memoria (2008), tercera novela de la serie.

Roberto Turcios, historiador salvadoreño, fue, más recientemente, asesor del Secretario Técnico de la Presidencia de la República

Los enemigos políticos eran ochenta, si le damos crédito a esta lista de marzo de 1943. Pero eran más, muchas más personas las que se oponían al régimen dictatorial del general Maximiliano Hernández Martínez en aquel tiempo, cuando él tenía 65 años de edad y doce de dirigir al gobierno con voluntad represiva.

Apenas trece meses después de la fecha del documento, el Domingo de Ramos de 1944, en la capital anunciaron por radio que estaba en marcha la caída del tirano. Por los micrófonos hablaron dos intelectuales: él, Crescencio Castellanos Rivas, que estaba en la lista, y ella, Matilde Elena López, que no estaba. Sí, una mujer. En la lista no había ninguna; ¿por qué? Quizá porque Maximiliano Hernández Martínez era un patriarca hecho y derecho; como tal no concebiría que una mujer se atreviera a presentarle resistencia. En aquel tiempo, la sociedad entera estaba moldeada alrededor de los símbolos patriarcales.

En la lista quedaron anotados hombres que fueron ministros, directores y titulares de despachos en los dos primeros gobiernos del General. A fines de 1938, el General estaba enfrascado en asegurar su continuidad sin las molestas competencias electorales; por eso, varios de los profesionales que aparecieron en la lista le presentaron su renuncia. Y se convirtieron en sospechosos.

Con normas constitucionales el régimen formalizó su continuismo dictatorial. En cambio, no empleaba muchas formalidades para meter a la cárcel a los opositores reales o imaginarios. Los oficiales Salvador Castaneda Castro y Asencio Menéndez conocieron el rigor represivo que se aplicaba a los acusados de conspiración. El primero dejó el ministerio de Gobernación; el segundo, el viceministerio de Guerra; los dos formaron parte de la lista. El segundo pasó varios meses en la cárcel.

Desde diciembre de 1931 hasta mayo de 1944, el General dirigió al gobierno, al ejército y a la sociedad. Él organizó el aparato del control ciudadano, que se convirtió en el sello distintivo de su mandato. El aparato funcionó un tiempo de manera implacable. Después dejó de ser eficaz. El descontento opositor y las ansias de democracia fueron superiores a la organización dictatorial.

Cuando se redactó esta lista estaban creciendo las filas rebeldes. El 18 de septiembre de 1941 se formó la Acción Democrática Salvadoreña y dos años después promovió un emplazamiento memorable. Más de doscientas personas –todos hombres– presentaron un escrito a la Corte Suprema de Justicia contra un reglamento dictado por el Ejecutivo, porque coartaba los derechos electorales. Así que una parte considerable del liderazgo intelectual y social salvadoreño le había puesto nombre y firma a un escrito que hacía un pronunciamiento rotundo contra el régimen. Esta lista de los ochenta nombres, entonces, quedó desfasada; aún más, las operaciones represivas del régimen estaban desfasadas.

En la lista de marzo de 1943 no aparecieron los nombres de los dirigentes de la rebelión militar, que estalló el 2 de abril, ni de los que organizaron la huelga de Brazos Caídos, desde fines del mismo mes. Entonces, ¿cuál fue el carácter de esta lista? Tal vez la lista no era auténtica; tal vez sí; en este último caso, cumplió una función: la amenaza a los sospechosos, la presión sicológica sobre esas ochenta personas. Era pues un mecanismo de control, una lista con los fantasmas del General para amedrentar a la ciudadanía.



*Erik Ching es profesor de historia en Furman University, South Carolina, y es autor de varios libros y artículos sobre la historia política de El Salvador.
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...