Jorge Zavaleta Balarezo (Jonesboro, Arkansas, Estados Unidos.)
Un cineasta como Ang Lee merece respeto y consideración. Desde sus
primeras obras, realizadas en su natal Taiwán, hasta las más recientes,
ya en Hollywood, Lee nos ha acercado a un universo peculiar en el que se
desplaza con naturalidad, siempre preocupado por las relaciones
interpersonales que pueden llevar a distintos desenlaces, a veces
caramente trágicos, como en “Lust, Caution” o “Brokeback Mountain”, o
simplemente acercarse a un mundo colmado de novedades e ilusiones, como
en la hoy lejana “El banquete de bodas”.
Por lo general, los personajes de Ang Lee son sólidos, están construidos
de una materia que une tanto sensibilidad como osadía. No es ajeno a su
obra un sentido claro de la aventura, que es el que siempre ha guiado a
los grandes realizadores. Ya David W. Griffith en sus tempranas
“Intolerancia” y “El nacimiento de una nación”, nos demostró que era la
aventura, y todo lo que ella implicaba, aquello que desplegaba al máximo
su sentido cinético.
Hablemos, pues, de “Life of Pi”. Se puede resumir la historia, quizá con
facilidad. Un muchacho, náufrago en el mar, sobrevive junto a un tigre,
al que logra dominar, pero con el que, sobre todo, plantea una curiosa
hermandad. Antes, están los orígenes de Pi, su vida en la India, sus
destrezas intelectuales y escolares. La aventura se extiende por dos
horas y en sus intersticios vemos el diálogo en el “presente” entre el
Pi maduro y el escritor que pretende novelar la aventura de aquel.
Uno de los logros de esta película, que evita el camino cansino y moroso
de “Náufrago”, la cual llevó a deambular por una isla a Tom Hanks hace
algunos años, es el buen uso de los efectos especiales que así como
crean fuertes tormentas en altamar igual animan especies animales que
pueden ser interpretadas como el trasfondo de la buena voluntad de Pi. Y
es que este muchacho, inteligente, decidido, no sólo se entrega a su
aventura sino que reconoce en las especies animales a cercanos y
fraternos compañeros. La película, así, se construye en base a un
constante y generalizado simbolismo, que llama la atención sobre otros
temas urgentes, como la absoluta soledad o el desarraigo.
Ang Lee dibuja a sus personajes con paciencia y ardor. Se toma tiempo
entre filme y filme para descubrirnos -y entregarnos- nuevas historias
en las cuales se confirma la lucha del hombre contra ambientes adversos o
una decidida posición ante situaciones que requieren de su concurso.
Ya se habla de “Life of Pi” como una candidata al Oscar, y en varios
apartados. Sorprende la elaborada paleta de colores que, a la manera de
un sensiblepintor, Lee ha elegido para contarnos este relato de
orfandadesy nostalgias. Si recordamos otras incursiones de este director
en el cine de Hollywood, tan opuestas como “Cabalga con el diablo” o
“Hulk”, estamos seguros que cada nueva entrega de su parte no es más que
una confirmación de elementos de un proceso de elaboración que
conducen, finalmente, a una elaborada revelación. Precisamente en esa
línea es que puede leerse e interpretarse “Life of Pi”: un triunfo, o
tal vez la sobrevivencia ante una derrota. Dolor, tragedia, pero también
un gran sentido de humanidad se conjugan en este filme altamente
recomendable.

Daniel de Cullá (Desde Burgos, España.)
Ali Baba (árabe علي بابا, persa علیبابا , turco Ali Baba) descrito en el cuento, que no es cuento, de aventuras Alí Babá y los cuarenta ladrones, perteneciente a Las mil y una noches, seguía e imitaba el Rebuzno de Virgilio, el de Ovidio, el de Persio y Apuleyo, tanto y bueno como al asnífluo leer de Shakespeare y Cervantes, estos de mayor fama y que ningún literato ha superado ni superará, y menos por pienso. A sus cuarenta ladrones, “esos tontos forrados en lo mismo” como él decía, en embustes y patrañas, en robos a mano alzada y prevaricaciones de vagos dicharachos, para vergüenza eterna de los pueblos, les había mandando a embaucar a cuatro majaderos de una manifestación contra la crisis, objeción pueril que no iba a eximirlos de palo y tente tieso.
Se había dado cuenta, torciendo la boca con un descompasado reír que el Onagro (Asno Rucio) de Sancho Panza Rebuznaba teniendo hierba. Que Rucio, mejor montura que los famosos Babieca del Cid y Bucéfalo de Alejandro Magno, la travestida mula falsa de don Quijote, tan seca y tan enjuta como él mismo, trotaba al rededor de un templo templario. Parando un instante, se puso a hacer cagarrutas, bolas que forma el excremento, que los buenos frailecitos, creo que capuchinos, recogieron, como un tesoro, “un rico incienso”, dijeron, para los fieles que ganaban mucho en ellas.
A pie seco, a la moderna, en la Gorrionera, lugar donde se recoge y oculta gente viciosa o maleante, Don Quijote, más sutil y suave, siempre en un crescendo, desmelenaba a Dulcinea del Toboso, una hermosa criada, como su Luz de la Noche , asomándose al abismo del gozo más guarro y visceral, como el duque de Molfetta, consumiendo, gastando y aniquilando la gomia de su caudal sexual .siguiendo la dinámica del puerco nuevo, mayor que el lechón, poco delicado en sus acciones, enfangado hasta el cuello en la telaraña de perversión de la asnal reliquia de ella.
Sancho Panza, quien como Kassim, su hermano , tenía una esposa andrajosa, rota, llena de harapos, trazando una raya o filete paralelo al borde donde Don Quijote hacía el amor con Dulcinea, atrajo hacia sí a su Jumento, que venía triunfante, (siempre fijo en el tal Asno Rucio), y sobre una tabla vertical con pie donde se ponen los manojos de lino o cáñamo para agramarlos, puso un caldero y, cerca del caldero, a dos cuartas, acercó la verga, comenzando a sobarla de tal modo que su memoria recordó a Cornelia, hija de Escipión el Africano, enfrentándose al pollón de su padre, creciéndole los fans por horas.
Sobre el caldero venía o caía una cosa como llovida de un cielo glande.
Sancho parecía un pobre leñador cortando la asnal madera, y observando con envidia el escondite o cueva del tesoro donde el ladrón de su Amo con su porra hacía una tortilla a Dulcinea, cual un Caco formidable diciendo Rebuznando: “Ábrete Sésamo”, y “Ciérrate Sésamo”; y Dulcinea, con una maca o señal que queda en la fruta por algún daño que ha recibido, se sentía como una macaca, hembra del macaco, afirmando: “Mi amor, majo, guapetón, he elegido un Asno”.
Raúl Bracho
Así como Bolívar vive, también vive Chávez, más allá de la muerte física estos dos venezolanos son eternos en la historia y deben serlo en la memoria y en el compromiso del pueblo.
Bolívar, ese que ha renacido en la garganta de Chávez, murió en Santa Marta diciendo estas palabras: “Si muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.”
Por ese Bolívar traicionado y enterrado en el olvido, condenado a pálidas páginas de libros de historia mal escritos, al olvido y el pasado fue por lo que el alma de Hugo Chávez asumió su grito sepultado y lo trajo desde la tumba, por ese Bolívar repetido incansable en la garganta de nuestro líder es que hoy apenas podemos decir que tenemos patria, que ha renacido y que su espada guerrillera camina por la América y el mundo.
Santandereanos siguen tratando de matarlo, la godarria le teme hoy más que nunca, Bolívar que late en mi pecho y en el tuyo, Bolívar que me enseñó Chávez y al que debemos devota fidelidad en esta hora.
No es poca cosa lo que está viviendo la patria, la hora es dura a pesar de tantas victoria.
Chávez lucha por su vida y los burgueses ya apuestan a enterrarlo y sumirlo en esa misma historia que sepultó a Bolívar, ¡no! eso sería inaudito de nuestra parte. No olvidemos a Bolívar no a Chávez nunca, pase lo que pase.
Así como Bolívar vive, también vive Chávez, más allá de la muerte física estos dos venezolanos son eternos en la historia y deben serlo en la memoria y en el compromiso del pueblo.
Hay hombres, como ellos, que son imanes, que reúnen y mantienen en vilo a muchos que los siguen. Los hombres son mortales, pero no sus voces y menos sus ideales. Muchos nos acusan de culto a la personalidad, la mayoría son cristianos de nacimiento, incapaces de confrontar su acusación al cristo que les cuelga del pecho. Que entiendan entonces nuestro culto: quienes nacimos con el grito de Chávez tenemos el culto a la historia, el culto a la libertad, el culto al antiimperialismo, el culto a la vida y el culto a la nueva sociedad.
Finalmente el libertador Simón Bolívar falleció el 17 de Diciembre de 1.830, hace 182 años y todavía existen partidos y no hay unión.
Una sola patria, grande, unida, hermosa es la deuda que tenemos con Bolívar el Simón de la Independencia y una sola patria, grande, unida y hermosa la que le debemos a Hugo Chávez Frias, en esta hora tan importante de nuestra historia.
El papel protagónico corresponde al pueblo y su sabia decisión de asumirla será la única garantía para un mundo nuevo.
¡Viviremos y Venceremos!