jueves, 4 de julio de 2013

A VECES NO DAN GANAS, A VECES SÍ

 
 Idhuca Derechos Humanos
El editorial


Por Benjamín Cuéllar, director del IDHUCA

Sobre lo que ocurre en el día a día salvadoreño, abundan los hechos para comentar en este espacio. Pero no siempre dan ganas de hacerlo, pues la calidad de los mismos y la recurrente insensatez de sus protagonistas, así como las razones que esgrimen en su fallida pretensión de justificarlos, desmotivan. Al menos eso es lo que pasa cuando, por ejemplo, se observa una votación legislativa mediante la cual nombran para manejar la Corte de Cuentas de la República –tras dos meses de permanecer acéfala– a un par de personas cuya elección anterior fue declarada inconstitucional. Y este nuevo “show” parlamentario se realiza con los mismos vicios de la pasada elección, tras otra “payasada” previa: Gregorio Sánchez Trejo y Javier Tránsito Bernal “renuncian” horas antes a los cargos que ya no ocupaban en la institución, por la inconstitucionalidad citada. ¡Más de lo mismo!

Tampoco dan ganas de seguir cuestionando el mentado Consejo consultivo asesor para la defensa nacional, creado últimamente por el FMLN. Se podrá estar de acuerdo o no con las bondades de su existencia, que según dicen tiene que ver con la orientación de su fórmula presidencial en esta materia; también podrá discutirse la forma cómo se dio a conocer públicamente: con “bombo y platillos”. Pero lo que sí no se puede ni debe consentir es que su coordinador sea, entre lo que se sabe a la fecha, un coronel retirado que estuvo el 15 de noviembre de 1989 –cuando era teniente– en una reunión de oficiales donde escuchó la orden de ejecutar al rector de la UCA sin dejar testigos.

Este nuevo “asesor” castrense del FMLN, René Roberto López Morales, ni se opuso ni alertó a las víctimas para evitar sus muertes; tampoco colaboró nunca con la búsqueda de verdad y justicia, que tanta falta le hacen al país. Y ahora resulta que, además, fue quien le abrió las puertas de la ex Guardia Nacional al grupo de militares que así lograron evadir su captura. Estos acusados en la Audiencia Nacional de España y perseguidos por la Policía Internacional –mejor conocida como INTERPOL– consiguieron esconderse en la Brigada Especial de Seguridad Militar cuando el coronel López Morales era su comandante y, además, comandante departamental de San Salvador.

No era, como dice la gente, “ningún sencillo”. Pero su “solidaria” y “corporativa” protección iniciada el 7 de agosto del 2011, no fue espontánea; según declaraciones suyas, él aceptó que obedeció “instrucciones del mando superior” pero no dio nombres. Además, este oficial se niega a abundar en el tema si no tiene para ello el “permiso” de Roberto Lorenzana, diputado del partido en el Gobierno y secretario de comunicaciones del mismo. Sin embargo, no hay que echarle solo a López Morales la culpa de no haber extraditado y juzgado en España a sus colegas. También tuvo participación importante una infame mayoría en la Corte Suprema de Justicia, que se inventó los más increíbles “argumentos” para evitar que eso ocurriera. Pero eso que ya es costumbre, a veces también le quita las ganas a uno de comentarlo.

Sin embargo, hay algo que no desmotiva la reflexión sino que además invita a la denuncia. Se trata de la necia posición de la dirigencia del FMLN ante esa información revelada, hasta ahora, sobre ese par de eventos cruciales en la historia reciente del país y el rol de su nuevo “asesor” en defensa nacional. Comenzó Nidia Díaz, quien no negó la presencia del mismo en la reunión realizada horas antes de la matanza en la UCA; lo que pobremente sostuvo es que el coronel López Morales no ha sido acusado en la Audiencia Nacional de España. Antes y ahora, hay que decirlo, nadie lo ha señalado como autor intelectual o material de ese crimen contra la humanidad. Ni la Comisión de la Verdad ni desde la UCA. Lo que se desprende del informe de la primera y se argumenta desde la segunda es que, como se sostuvo antes, pudo dar aviso y no lo hizo; también pudo revelar hechos y nombres de los partícipes a esa Comisión, a los tribunales nacionales y para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pero decidió encubrirlos.

El caso es que ahora el coronel “asesor” niega haber estado en esa reunión y, por tanto, rechaza lo dicho sobre su persona en el informe de la Comisión de la Verdad. Por cierto, el 20 de marzo de este año se presentó una nueva edición de ese importante documento a iniciativa de –según Nidia Díaz– su actual candidato a la Presidencia de la República: Salvador Sánchez Cerén. En el acto, Díaz citó las siguientes palabras que este político en campaña escribió en el prólogo del mismo: “La publicación del informe ‘De la locura a la esperanza’, en el marco del veinte aniversario de su presentación pública, es un acto de coherencia con esta visión del cambio que reconoce la memoria histórica, la dignidad de las víctimas y sus derechos humanos”.

He allí la palabra clave en boca de su candidato: coherencia. ¿Es coherente con la dignidad de las víctimas y el respeto de sus derechos, sostener que el nombramiento del coronel López Morales como asesor de su fórmula presidencial es un signo de reconciliación nacional? Porque eso es lo que hoy dicen Roberto Lorenzana y Nidia Díaz, junto a su colega Manuel Melgar. La primera declaró hace poco que lo “importante es lograr superar la impunidad”; lo hizo en el marco de la condena del dictador y genocida guatemalteco Efraín Ríos Montt.

Pero hace un poco más de tiempo, casi dos años atrás, su partido se pronunció también sobre el tema a propósito de la masacre en la UCA; lo hizo un día después de que su ahora “asesor” escondiera al grupo de acusados de haberla ordenado y realizado. ¿Qué dijo, el FMLN, el 8 de agosto del 2011? Que estaba “programáticamente comprometido con la verdad, el respeto de los derechos humanos, la aplicación de la justicia que incluye el resarcimiento moral de las víctimas, como elementos que conduzcan al logro del gran objetivo de la reconciliación nacional, establecido en los acuerdos de paz”.

Pero de ese día a la fecha, lo que sostiene Lorenzana es lo siguiente: “Confiamos en el coronel y esto debe ser leído como un acto de reconciliación de dos partes que antes estuvieron en conflicto”. Y su compañero Melgar dice que este paso dado en el marco de la campaña electoral, “hay que verlo como un acto de madurez y reconciliación”. ¿Son coherentes estas declaraciones con el pronunciamiento oficial del partido en agosto del 2011 o con las de Nidia Díaz en el marco del caso guatemalteco? ¿Con qué mensaje debe quedarse la gente, sobre todo las víctimas de las atrocidades aún impunes?

La práctica coherente de una politiquería barata entre los partidos, pues, a veces quita las ganas de comentarla. Pero la incoherencia en nombre de altos objetivos como el de una “reconciliación nacional” que solo alcanza para algunos “guerreros”, los cuales ahora disfrutan de su “descanso”, produce muchas y muy fuertes ganas de denunciarla para impedir que siga la fiesta de otros “malacates”.