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lunes, 9 de marzo de 2015
La revuelta de los partidos
Dagoberto Gutiérrez
Ha terminado la votación, las empresas ideológicas ordenan sus cuentas para establecer con seguridad sus ganancias, los votantes especulan sin saber nada del destino de sus votos, mientras el poder habla de la democracia saludable y extendida en la que el país se desarrolla.
Sin embargo, nada se sabe de la gente que no fue a votar, de los que anularon su voto, de los que votaron de manera cruzada, desafiando a las cúpulas de los partidos y nada se sabe además de los votos con sus impactos en las correlaciones de fuerzas construidas.
Es notable el silencio social y partidario ante la oscuridad y ausencia de datos, los partidos políticos recomiendan tolerancia y paciencia, mientras que el pueblo sigue su vida normalmente anormal, dedicada a sobrevivir. Es en este escenario donde el Tribunal Supremo Electoral es puesto en el primer plano de los acontecimientos, señalado como el responsable y hasta culpable de que no se sepa nada, a continuación también se señala a la Sala de lo Constitucional, mientras el silencio sigue dominando la escena.
Recordemos que lo que se está resolviendo es cuál va ser la nueva clase dominante de El Salvador, la que sustituya a la actual oligarquía cafetalera cuyo dominio terminó durante la guerra. Es cierto que una minoría de burgueses con cabeza política oligárquica controla el país; pero también es cierto que dos agrupamientos capitalistas han surgido en los últimos años: se trata del capital salvadoreño de origen árabe, específicamente palestino, y del capital de Alba petróleo. Estos dos agrupamientos capitalistas se mueven en la informalidad y sin el reconocimiento de la burguesía tradicional que sigue mirando al capital de origen árabe como dinero de migrantes y al capital de Alba petróleos como dinero de comunistas; pues bien, estos dos sectores en alianza política han capturado franjas importantes del aparato del Estado y van a controlar, por primera vez la Alcaldía de San Salvador.
Estas posiciones políticas les permitirán a estos agrupamientos burgueses negociar, de torre a torre, con la burguesía tradicional de eso se trata la votación del primero de marzo. Observemos que los votantes fueron simples objetos y en ningún caso sujetos políticos, el punto más alto de la capacidad política de el votante fue aquel que anuló su voto en la urna. Este es el rechazo a un orden determinado desde el terreno político, también observemos que no se trató de ninguna competencia o confrontación entre izquierdas y derechas, sino de un muñequeo entre derechas contando con la legalidad y la legitimidad que aporta el votante.
La Sala de lo Constitucional entiende muy bien que el país necesita un nuevo orden y que para eso hay que alterar las reglas del juego para con ello salvar el propio juego. En este momento el mismo juego establece que las reglas constitucionales no deben cumplirse y la sala trabaja para que la Constitución no constituya solamente la regla sino que el juego mismo que debe ser observado, de ahí se derivan las renovaciones en el ejercicio del voto, el voto cruzado que pone la voluntad del votante por encima de la voluntad de los partidos, tal como debe ser.
En medio del silencio y la oscuridad las cúpulas de los dos partidos mayoritarios están negociando los resultados, no olvidemos que el TSE pertenece a los partidos políticos y que en primera y última instancia se debe a los partidos, en esta negociación se definirá las perdidas y las ganancias de cada partido y todos obtendrán alguna utilidad por pequeña que sea, es probable que en algunos casos se salven ilegalidades y, en todo caso, esta negociación secreta está por encima de las últimas resoluciones de la Sala de lo Constitucional. Como podemos ver, no es el Tribunal Supremo Electoral el centro de los acontecimientos, en realidad el epicentro son los negocios inter partidarios.
Hemos denotado que se trata de un fortalecimiento bipartidista que abre la puerta a acuerdos de mayor envergadura que en un primer momento arrojan la impresión de un país tranquilo, pacífico y hasta “maduro democráticamente” dueño de una inmensa tolerancia, que no sale a la calle a protestar pese al desconocimiento de lo que ocurrió, por supuesto, como nunca antes, los aspectos institucionales han sido quebrantados y todo está en manos de concertaciones interpartidarias que toman los votos de los votantes como timbres sonoros o monedas sueltas, aunque lo más importante y peligroso sea que las cúpulas partidarias de los partidos más grandes tengan el control y los hilos del proceso en sus manos, por encima de la ciudadanía y de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
Resulta entonces que el silencio del que hablamos es un ruido gigantesco y es un enemigo que acecha con un cuchillo filoso y puntiagudo lleno de monedas, en pocas ocasiones los silencios son más sonoros como este que estamos comentando, mientras el pueblo parece dormitar, agobiado por el día a día de la supervivencia. No conviene olvidar que la política siempre va más allá del mero ejercicio del sufragio y que si el ser humano no aprende a hacer política harán política con él, con sus viseras, sus ojos y sus intereses, eso es lo que ocurre en estos precisos instantes.