Oliver huye de los malos tratos de su familia y se refugia en las
violentas calles de Caracas, donde sobrevive en un entorno de
corrupción, delincuencia y hambre inhalando pegamento para evadirse,
como otros niños en su misma situación. Pronto, el niño, sin
desprenderse de la nostalgia de su hogar, pasa a formar parte de un
entorno viciado por los enfrentamientos entre bandas de ladrones
narcotraficantes y la explotación de los niños de la calle como último
eslabón de la cadena de la delincuencia.
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