domingo, 30 de octubre de 2011

(VIDEO) El problema


Octavio Fraga Guerra | Para Kaos en la Red

Para mi padre, que sigue amando… siempre

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En la plaza se han reunido los enanos sembradores de historias. Llevan un saco de muchas letras, una libreta de notas, un lápiz de grafito azul y un bote de agua para calmar la sed de cada jornada.
En el centro del pueblo “se aloja” una fuente de la que todos toman de su cascada. Su fisonomía es una legión de infinitas gotas de manantiales venidos desde muy lejos, desde muy tarde. Es un agua sutil, transparente, esquiva. Se agolpa por entre las paredes de su marcha intentando salirse de su cauce antiguo, para llegar hacia donde le claman.
De esa agua se alimentan los del pueblo. Los caballos que quiebran adoquines y hojas secas. Las señoras y los “caballeros” de la corrala que anulan el olor de ropas sórdidas y defenestradas. Con sus entrañas se hace el mar, el verde pasto amurallado y el invierno destronado. Sus raíces son grietas y abedules, encendidas velas y alegorías de soles.
Los enanos han sido convocados por los sabios del pueblo para una inusual labor colectiva. La tarea es llenar sus vasijas con las milagrosas corrientes de agua destronadas y salir a regar la sed de los que aún no conocen del “amor de infinitas metáforas”.
Primero han de regar las manos de los que arrancan el árbol a los desamparados. Las nieblas a los que destilan goces ante la muerte y el dolor de los mutilados. El embuste, la opacidad de una confesión y los abrazos rotos forman parte de la lista de prioridades.
Sin perder ni un instante, “sus mantas” han de tapar a los niños de soles y corazas. Para cuando hagan preguntas sepan de colores, de la poesía, del sabor de los libros del ingenio y de las obras narradas por los cuentacuentos venidos desde muy lejos, desde todas partes.
Los ancianos y las mujeres erguidas están situados en el próximo escalón de la lista multiplicada. La voz de la ventana donde habitan los de pelo cano, tomará de su arsenal milagroso para cerrar la soledad y el silencio de los inciertos acentos.
En una segunda horneada, el pastizal de los domingos y las cosechas de la semana. El rodar de piezas mecánicas y el hacer entre todos, está la cola de los “elegidos”. La opulencia de sus máquinas ha de vibrar cada noche, justo cuando la sirena marque el fin de otra jornada.
En la ruta de los enanos no faltará esta agua para dar la luz a las tardes y a la escuela de todos los abrazos, que ha de seguir aprendiendo y enseñando. Es esencial en ese espacio regar los libros. Los de aventuras, los de historia. Geografía, matemáticas, lenguas y literatura que cuando tocas sus “mantas” que saben a metáfora y sabiduría.
El árbol de la entrada, -el de las sombras y los encuentros- ha de ser lo siguiente. El leño de la arboleda, el tronco de la entrada que el pueblo conoce como “el guardián” será lo próximo. Ese que marca el límite con el poblado vecino, tan solo para sellar una identidad, una antológica costumbre que ha perdurado con la palabra y ahora se repite con la voz de los juglares en sol, que han venido para quedarse.
Los enanos siguen su marcha. Aún les quedan kilómetros por recorrer. Van tocando puertas, ventanas, puentes, farolas y forrajes de cultivos tenaces. Las vasijas no cesan de verter esa agua “milagrosa” que calma, funda y persiste. Sus manos dan un toque de paz y silencio. Esas manos apremian nuevos destinos pues aún queda por hacer para sembrar amor en donde haga falta.
El poeta Silvio Rodríguez, filosofó con su arte de “contar cantando” con un tema que cuando lo escucho “me quito el sombrero”. Un texto que “habla” de compartir el amor, de compartirlo siempre. Una canción que sabe calar los versos y “apretar amores”.

Tema: El problema (1991)
Autor: Silvio Rodríguez

El problema no es
si te buscas o no más problemas
El problema no es
ser capaz de volver a empezar
El problema no es
vivir demostrando
a uno que te exige
y anda mendigando
El problema no es
repetir el ayer
como fórmula para salvarse.

El problema no es jugar a darse
El problema no es de ocasión
El problema señor
sigue siendo sembrar amor.

El problema no es

de quien vino y se fue o viceversa
El problema no es
de los niños que ostentan papás
El problema no es
de quien saca cuenta y recuenta
y a su bolsillo
suma lo que resta
El problema no es de la moda mundial
ni de que haya tan mala memoria
El problema no queda en la gloria
ni en que falten tesón y sudor
El problema señor
sigue siendo sembrar amor

El problema no es

despeñarse en abismos de ensueño
porque hoy no llegó
al futuro sangrado de ayer
El problema no es
que el tiempo sentencie extravío
cuando hay juventudes
soñando desvíos
El problema no es
darle un hacha al dolor
y hacer leña con todo y la palma
El problema vital es el alma
El problema es de resurrección
El problema señor
será siempre
sembrar amor.

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