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lunes, 15 de octubre de 2012
Un día con la historia de Chalchuapa
Dagoberto Gutiérrez
Este domingo, 14 de octubre, fue un día de fiesta para Chalchuapa, un día de encuentro del pueblo consigo mismo. Sabemos que es la segunda ciudad del Departamento de Santa Ana, a cercana distancia de la frontera con Guatemala, con una intensa actividad comercial y con una población extendida en todos los rumbos cardinales.
Su historia es testimoniada por las significativas estructuras arqueológicas que han llegado a caracterizarla como el más importante centro arqueológico del país; y su población, preponderantemente joven, es dueña hoy de un alto interés por conocer y entender su pasado. Es muy cierto que la historia la hacen los pueblos, y que se trata de un viaje al pasado, procurando establecer una verdad. Esta resulta ser, casi siempre, la verdad del más poderoso, y casi nunca la verdad del débil.
En el caso de la memoria, resulta ser también un viaje al pasado, pero basado en el recuerdo de cada persona, y el compromiso con la verdad resulta filtrado por el trapiche de la plasticidad y la discrecionalidad, porque cada persona decide qué es lo más importante de su recuerdo y, también, cada persona mira un acontecimiento, un mismo acontecimiento, con sus propios ojos, es decir, su propio cerebro, de manera personal y discrecional.
Cuando hablamos de memoria histórica, nos estamos refiriendo a una memoria colectiva entendida e interpretada de la misma manera por una comunidad, y se trata de una complicada relación entre memoria e historia. Planteadas así las cosas, podemos entender por qué hablamos de una historia oficial, pero no hablamos de una memoria oficial. En Chalchuapa se trabaja con la energía, determinación y la sabiduría del pueblo para defender la memoria, a partir, como debe ser, de los recuerdos de cada quien.
Este domingo, la fiesta y el encuentro consistieron en la reconstrucción y recreación del presente, invocando al pasado, es decir, reconstruyendo el tejido histórico y acudiendo a la memoria del pueblo. Pasamos revista a la situación económica, política y militar de todo el planeta, al papel que en esta coyuntura le corresponde a nuestro país, y dentro de todo esto, lo que el pueblo chalchuapaneco ha hecho como sujeto histórico.
Se anunció la pronta publicación de un libro que se llamará: “Chalchuapa, la Memoria Heroica”. Se trata de una ardua y minuciosa investigación sobre la vida, la lucha y la muerte de decenas de combatientes revolucionarios chalchuapanecos, caídos durante la guerra de 20 años, ya sea en los frentes de guerra, a manos de sus asesinos, los escuadrones de la muerte, en las celdas de los cuerpos de seguridad, o en los hilos tenebrosos del desaparecimiento.
Uno a uno, se reconstruye el perfil y la vida de los muchachos y las muchachas que entregaron su vida preciosa en una causa llena de patria y dignidad. La narración es acompañada de una foto, y hay una descripción que presenta a cada uno como persona, como vecino, como trabajador, estudiante o profesional, de acuerdo a la clase social o a la ocupación de cada quien.
El objetivo del trabajo es el de rescatar nuestra historia como chalchuapanecos y de rendir homenaje a nuestros héroes y mártires. También buscamos que esta memoria no se pierda y que el pueblo conozca su historia, su propia historia, desde el lado del mismo pueblo, contada por él y escrita por el pueblo, y desde luego, construida con su propia sangre.
En la reunión predominó el entusiasmo, la reflexión y la alegría, y en el cruce de los fogonazos de las preguntas y las respuestas apareció danzando la importante cabeza política que se cultiva incesantemente en Chalchuapa. En los corredores de la posada Las Flores, situada en la antigua residencia de Don Toño Castro, un conocido agricultor ya fallecido, resonaron este día las pisadas de la historia, los pasos cautelosos de la reflexión y la audacia para encarar las tareas que la historia le encarga al pueblo y que el pueblo asume.
Durante la tarde, y en el parque José Matías Delgado, a partir de las 2 de la tarde, se realizó un acto para recordar a Michel Calderón, un querido abogado de la localidad, asesinado por los escuadrones de la muerte, en los años 80. Un hombre joven, un hombre bueno, un hombre honesto, un hombre de izquierdas, que fue sacado de su oficina de abogado por hombres armados, asesinado y lanzado como cualquier desecho, en horas de la noche, en un lugar de El Playón, en la carretera que conduce a Quezaltepeque.
Los perros se disputaban sus restos, mientras las aves de rapiña sobrevolaban expectantes, esperando su turno. Y la población horrorizada miraba el espectáculo macabro sobre como la dictadura aniquila a los patriotas.
Todos los años, en estos mismos días y en formas diferentes, las comunidades de Chalchuapa rinden homenaje a Michel. Una comunidad pobre que ocupa los terrenos de las vías férreas del antiguo ferrocarril lleva su nombre y todos los años la memoria invicta de Michel Calderón es invocada como bandera de lucha que se agita desafiante con el viento.
Este día, un sol radiante y un viento juguetón sacudían los árboles del parque, mientras la iglesia parroquial, con su rostro blanco, sus piernas de blanco antiguo y su corazón invadido por los rezos de los creyentes, acompañó al acto de homenaje. Este día, que expresó el paso del invierno al verano, también expresó el paso de la memoria a la historia, porque el pueblo afianzó su propia visión, su propia interpretación, y defendió a sus propios héroes y a sus mártires.
Chalchuapa huele a historia y a pasado. Sus ruinas de El Tazumal y las pirámides de Casa Blanca y de El Trapiche nos revelan a todos nosotros como poderosos arquitectos y constructores de ciudades, que habiendo nacido ya antiguas, son descubiertas en nuestros tiempos como dueñas del futuro. Y nosotros, hombres y mujeres, somos en definitiva, los constructores de un futuro que lo soñamos lleno de justicia, de bienestar, de buen vivir, y de pueblos con derechos respetados, con sanos gobiernos populares y con sociedades de constructores.
Así pensamos y soñamos, este día, los chalchuapanecos.
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