martes, 27 de noviembre de 2012

El mismo país para un nuevo partido

 Rafael Menjívar/DEM

El salvador no ha logrado despegar hacia una ruta de desarrollo económico; no cuenta con un plan de preservación del medio ambiente; se improvisa, no  se planifica.

Tuve la oportunidad de preguntarle al ex comandante Dagoberto Gutiérrez en una amena charla impartida en un circulo privado sobre los Acuerdos de Paz en El Salvador. Le pregunté lo siguiente: ¿Por qué firmaron un documento de buenos enunciados sin ningún programa económico de post guerra? ¿No te parece que era el momento de refundar la nación salvadoreña? ¿Qué les paso? Con su especial estilo reflexivo me contesto: “tenés razón vos, nos durmieron en ese momento, pero era preferible esa paz cuestionada que una guerra prolongada”.

Dagoberto es un personaje educado, dialéctico, lógico, con vocación de representar al salvadoreño marginado de la riqueza nacional (me agradaría compartir una diálogo con Dagoberto, esto de riqueza nacional) ; procura medir bien sus expresiones; sostiene que el FMLN en 1980  “aseguró la unión, más bien la alianza de las cinco organizaciones político militares”.

No me atrevo a asegurar la causa real de la separación de la dirigencia del FMLN, pero me auxilio de sus interpretaciones que abarcan los partidos con ideales socialistas de la mayoría de países latinoamericanos, especialmente El Salvador y considera que cambiaron el rumbo, y afirma: “fracaso político y económico del socialismo real; mercado global dentro del capitalismo, crisis ambiental, surgimiento de movimientos sociales no reconocidos por el vocabulario conceptual del marxismo”.

Un grupo de ciudadanos seguidores de las ideas de Dagoberto, fundan el partido Movimiento Nuevo País como respuesta al FMLN que  dice “dejó de ser el partido guerrillero; lo ubica como una “fábrica de funcionarios, quienes han olvidado los ideales que los llevaron al conflicto armado y ahora ven solo por intereses particulares y no de la población en general”. Otro dirigente del movimiento Fidel Nieto afirma: “el nuevo partido no sería ideológico, que sería un instrumento donde caben personas con diversas ideologías. Éste no es un partido marxista o leninista, será una alianza de diversos sectores del país”. Las críticas comienzan a surgir y Lorenzana ya lo tildó de “oportunista” que pretende conquistar bases del FMLN.

Dagoberto debe estar consciente que ha comenzado un juego en la cancha donde entrenan todos los partidos políticos y ha legitimado la legalidad e institucionalidad de los organismos de control del aparato electoral; la nueva organización política pretende recolectar 80 mil firmas; 30 mil más de las necesarias o por si en la recontada no salen las cuentas. Coincido con esta iniciativa, especialmente con el nombre atractivo para la mente de tantos que aspiramos a reencontrar soluciones a los graves problemas de nuestra sociedad, pero es el mismo país para un nuevo partido que aspira a crecer consiguiendo firmas y planteo algunas interrogantes: ¿Estamos frente a un movimiento que logra que cada uno que firma entiende el nuevo proyecto político? Si firmarán 80 mil ciudadanos, la primera marcha será no menos de 50 mil seguidores, suficiente para alarmar al FMLN en las próximas elecciones.

Don Mario López, Secretario General de Bases Magisteriales, se convirtió en el principal crítico del exministro Salvador Sánchez Cerén; es un dirigente valiente, decidido a asumir las consecuencias en su lucha a favor de los maestros y formuló otra reflexión: ¿Será el partido político que unifique a la nación ante el tema a mi entender más elemental de un país que tiene el 18% o más de analfabetismo? y graves retrocesos en materia educativa (tema que me gustaría debatir con quien me sostenga lo contrario sea de un nuevo o viejo partido político).

Reconozco los méritos a Dagoberto y no descarto la migraña que puede causarle a dirigentes del Frente cuando responde a interrogantes de alianzas con ellos: “Nunca, nunca. Es que somos proyectos políticos diferentes, organizaciones totalmente diferentes, con proyectos políticos diferentes, utopías diferentes, sueños diferentes; ahora, podemos tener acuerdos políticos, eso sí. No podemos tener unidad porque tenemos diferente ideología, pero podemos hablar, hablamos con todo el mundo”.

Dagoberto usó un fusil como guerrillero;  usó una pluma como académico, usa una computadora para sus libros; ahora está usando sus aspiraciones y experiencia acumulada para crear una ideología basada en la necesidad de la gente y someterse a las reglas de formación de partidos políticos; no solo se enfrentará al poder real y formal, sino a la infraestructura de la sociedad que conoce perfectamente y a la superestructura que ha descrito infinidad de veces en sus intervenciones con magistral conocimiento.

El Salvador no ha logrado despegar hacia una ruta de desarrollo económico; no cuenta con un plan de preservación del medio ambiente; se improvisa, no  se planifica; una evidente necesidad de seguridad alimentaria y otros temas que están en los documentos de los nuevos y veteranos partidos políticos, pero con tinta en borrador cuando lo que necesitamos es escanear (o sanear) nuestra mente para reencontrarnos en objetivos comunes. Le deseo éxito a Dagoberto y le recuerdo que no siendo marxista se puede apreciar una frase interesante del filosofo judío-alemán: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”.

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