jueves, 14 de marzo de 2013

La razón histórica de la izquierda


Oscar A. Fernández O. (*)

SAN SALVADOR - La subordinación de algunos intelectuales y políticos de izquierdas a la cultura burguesa, coexiste con el desarrollo de una crítica blanda a las instituciones y cultura de los dueños. Dichos intelectuales y políticos, que trabajan con el concepto del prototipo burgués de la globalización, están en búsqueda de respetabilidad y reconocimiento que no podrían obtener si trabajaran con el concepto del arquetipo imperialista. La búsqueda, departe de políticos e intelectuales de izquierda, de prestigio y reconocimiento, por parte de la burguesía, implica aceptar, de facto, los valores que se asocian con esta clase. Esta aceptación de valores y prácticas, juega un papel importante en la perpetuación de la hegemonía capitalista, a pesar de la retórica de protesta y contra hegemónica de los discursos de estas personas llamadas de izquierdas.

Es más probable que un intelectual de izquierda se pregunte sobre la condición de izquierda y su identidad ideológica y política, a que un pensador conservador deje de razonar en términos de rentabilidad y de ganancia.

Mirando objetivamente el planeta en los inicios del siglo XXI, no puede menos de sobrecogernos el espectáculo gigantesco en que las mismas miserias estructurales, injusticias, desigualdades y anomalías, que ocasionaron desde 1848 en adelante, la explosión de la conciencia obrera contra el capitalismo, se nos aparecen hoy reproducidas, profundizadas y aumentadas a escala mundial, frente a lo cual debemos acelerar el paso para disponer de un modelo de sociedad que oponer a este capitalismo globalizado, desigual, en crisis, pero con aspecto triunfante, que hoy pretende sustentarse y justificarse en un pensamiento único, y que se presenta a sí mismo como el “modelo a seguir”, imponiéndose a fuego vivo si es necesario.

Frente a este espectáculo dantesco entonces, tiene un profundo sentido ético e intelectual preguntarse ¿qué es ser de izquierda revolucionaria en los inicios del siglo XXI?

La condición de izquierda revolucionaria -como condición política e intelectual- entierra sus raíces en el fondo social de la historia del capitalismo y de una toma de conciencia de la sociedad presente de la que se nutren las Ciencias Sociales, en especial la Sociología, la Historia, la Economía y la Ciencia Política.

Ser de izquierda revolucionaria y definirse como tal en el presente, significa adoptar una postura esencial y radicalmente contraria frente al conjunto del sistema de dominación socio-político y económico capitalista, sus modalidades históricas de aplicación y sus consecuencias, postura cuya gradación de intensidad crítica y de transformación estructural pueden ir en un continuum desde la tesis de la introducción de transformaciones parciales y graduales al sistema, hasta la tesis de la ruptura violenta o no de éste para la transformación revolucionaria.

El pensamiento de izquierda continúa constituyendo en el presente, al igual que desde principios del siglo XIX, el aporte intelectual y teórico crítico más coherente frente al sistema de dominación capitalista y burgués. La izquierda es una postura política racional, que representa además una cultura y una ética y debe ser capaz de llevar la democracia hasta sus límites más amplios y profundos, se trata de cambiar una democracia gobernada por una democracia gobernante. La izquierda surge al lado de la clase trabajador, por lo que su origen es la lucha de clases, y su esencia revolucionaria no se puede disolver en un falso consenso entreguista.

(*) Columnista de ContraPunto

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