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domingo, 25 de agosto de 2013
El mercado en el banquillo. Los juegos amañados.
Los jóvenes jugadores de la selección de fútbol entraron en el territorio del mercado cuando decidieron convertirse en jugadores de fútbol Primeramente, fueron espectadores de esos partidos y asistieron a los estadios. Aquí estaban ya en el terreno de la empresa comercial dueña del estadio; luego, al ingresar a un equipo de fútbol se convirtieron en trabajadores de otra empresa: la del equipo en el que jugarían. Firmaron sucesivos contratos y vendieron, como todo trabajador, su fuerza de trabajo a cambio de un salario. En este caso, su fuerza de trabajo se expresa en la habilidad para manejar un balón, en su resistencia física y en su vinculación con los aficionados al deporte. En fin, trabajadores como cualquier otro; al grado tal que cuando el dueño de un equipo decide venderlo, lo vende con todo y jugadores, y si este equipo ocupa las primeras posiciones en los campeonatos, sin duda que será más caro que otro situado al final de la lista.
Dagoberto Gutiérrez
Este trabajador es parte de un espectáculo y no es exactamente un deportista, porque, en este caso, el deporte ha sido devorado por eso que se llama espectáculo, que resulta ser muy antiguo y muy al servicio de las necesidades políticas de los regímenes de todos los tiempos. Así, el espectáculo ofrecido en el coliseo romano era el circo, que entretenía para distraer la atención de las masas cuando no recibían suficiente pan, y los gladiadores, como nuestros trabajadores actuales, tampoco eran deportistas. Eran, más bien, esclavos, que morían en las arenas, en combates, que saciaban la sed del populacho romano.
El deporte tiene la función de lograr un desarrollo integral de la persona, pero el espectáculo es una actividad empresarial y económica que busca y logra el lucro de los empresarios dedicados a estas actividades. Desde siempre, y sobre todo desde que los valores de uso pasaron a convertirse en valores de cambio y la crematística se desplegó, el comercio, entendido como intercambio de productos, culturas, símbolos y signos, entre sociedades diferentes, dio paso a la formación del mercado, que es ya la construcción teórica, política, económica, militar, en relación al comercio.
Pues bien, este mercado pasó a acompañar las actividades sociales, políticas, militares y hasta deportivas.
En la actualidad, cuando el Estado aparece convertido en ciervo del mercado, resulta ser este último quien fija los valores fundamentales de una sociedad, las ideas determinantes y la filosofía de vida de las personas.
De acuerdo a la ética dominante de este mercado, una persona inteligente y valiosa es aquella que acumula bienes materiales y riquezas, sin importar los medios. El que hace negocios con todo y todos, el que pone precio a todos e ignora el valor de las cosas y de las personas.
Puesta así la visión dominante, resulta que los jóvenes seleccionados, muy probablemente se encontraron con los apostadores que en todas partes del mundo convierten en apuestas lucrativas todo encuentro deportivo que permita algún tipo de actividad económica y financiera. De manera que cualquier juego de pelota, rama deportiva o de boxeo, es objeto de la actividad de estos apostadores que en cierto países gozan de legalidad, y como toda esta gama de actividades están controladas por el mercado y grandes empresarios de gran capacidad económica, todo es convertido en tintineantes monedas de oro. Qué de extraño tiene, dentro de esta filosofía del mercado dominante, la compra-venta del resultado de un partido de futbol, si es esto, precisamente esto, lo que hay que hacer para ganar dinero, y acaso la producción de empresarios de todo tipo no es lo que se enseña todos los días? Y sin embargo, en nuestro país, el escandalo aparece cuando un grupo de muchachos jugadores son señalados como negociadores directos con los apostadores, y entonces, los pecadores resultan condenados, perseguidos, allanados en sus residencias, mientras, altos niveles permanecen intactos, púdicos y hasta justicieros.
Por supuesto que siendo los jugadores el eslabón más débil y vulnerable, resultan perseguidos por haberse atrevido, aparentemente, a actuar por su cuenta y a negociar con los compradores de los partidos. Hasta hoy, éstos compradores no aparecen por ningún lado y la sacrosanta figura de la compra-venta, que es el rostro y el corazón, junto con el contrato, de todo mercado, es atribuido solamente a los jóvenes jugadores, sin deducir ningún otro tipo de responsabilidad para ninguno de los responsables reales de la mercantilización de todo lo que tiene que ver con el ser humano.
En este caso, es la filosofía del mercado la que aparece acusada y es el mercado mismo el que está en el banquillo, aunque un grupo de muchachos sean señalados, perseguidos, allanados, por un supuesto delito que ocurre todos los días, a toda hora, en todo el mundo.
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