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lunes, 16 de septiembre de 2013
La independencia, historia, memoria y fiesta
La invasión europea desatada hace más de 500 años, resultó fundamental para el desarrollo del capitalismo planetario y toda la riqueza robada y trasladada a Europa afianzaría a las monarquías de la época y a los futuros Estados capitalistas.
Dagoberto Gutiérrez
Para nuestros pueblos, la invasión significó el genocidio, la destrucción de nuestros Estados y el corte histórico y violento de diferentes procesos políticos. Los invasores impusieron su religión, su idioma y su ley, y amarraron el continente en una dependencia fatal a la economía y política de las metrópolis.
Centro América fue el punto más débil y atrasado del imperio colonial español, y sin embargo, las reformas borbónicas del siglo XVIII, impulsadas por España, impactaron negativamente las economías de los sectores criollos locales, dueños de las tierras, de las ideas dominantes y del poder político. Desde el principio del dominio español, fue evidente que estas posesiones le quedaron muy grandes a España, que siempre fue un punto atrasado de curas, terratenientes y abogados. Cuando los franceses invaden el territorio español y hacen prisioneros al Rey Fernando VII, y el pueblo se levanta contra Francia, los criollos locales supieron que había llegado la hora de tomar decisiones trascendentales.
En realidad, la provincia de San Salvador tenía razones poderosas para romper la dependencia con respecto a la Capitanía General de Guatemala, y también para romper las relaciones con la metrópoli, aunque la independencia como figura política no estuviera presente de manera determinante en la cabeza de los procesos.
Veamos esto más detenidamente: en el siglo XIX no existía Centro América y el Reino de Guatemala, que comprendía lo que hoy es Centro América era dirigido por una Capitanía General cuya sede era la ciudad de Guatemala. Las relaciones oficiales con la metrópolis, los negocios más importantes y ventajosos, las utilidades mayores, el control del comercio, se ejercía siempre desde Guatemala, en detrimento de los criollos de San Salvador, que era apenas una intendencia. Y entre los criollos de San Salvador y Guatemala funcionaba una relación tensa de confrontación.
El interés prioritario de los de San Salvador era escapar del control de Guatemala porque España era un poder lejano y extraño que nunca llego a ejercerse debidamente, y por eso no era un poderoso poder gravitante, como si era Guatemala. Así las cosas, se trataba más bien de la independencia con respecto a la Capitanía General y no de España. Toda esta situación ideológica y política la encontramos expresada magníficamente en el documento más secreto, clandestino y casi ilegal de nuestra historia: el Acta de Independencia de 1821. Por este documento sabemos que los conspiradores brillantes le tenían más miedo y odio al pueblo que a la metrópolis, que no es esa fecha, 15 de septiembre, la de la independencia, que no se trató de una independencia con respecto a España, sino de una maniobra política adecuada para anexar el Reino de Guatemala al Virreinato de nueva España (México). Los criollos de Guatemala fueron los impulsores de esta política porque esto les permitía mantener el nexo político con la metrópolis y, en todo caso, con una monarquía; pero los criollos de San Salvador no estaban dispuestos a seguir dependiendo de Guatemala. Una vez acordada la anexión, el 5 de febrero de 1822, San Salvador entra en rebeldía.
La situación se tornó muy difícil para nuestros criollos porque Agustín Iturbide, emperador de México, ordenó la invasión contra la provincia y designó a Vicente Filisola para dirigirla, y en este momento, los líderes deciden una maniobra política que los define como muy poco patriotas y poco independentistas, aunque, entendiendo la grave situación que se les vino encima, y sabiendo muy bien que no podían someterse a Guatemala, la decisión que tomaron de ofrecerle a los Estados Unidos la anexión de San Salvador, resulta muy poco vinculada a cualquier cosa que pueda llamarse patriotismo. Porque preferir ser estadounidense y no de México, no los diferenció mucho de los que buscaban ser parte de México, y este pasaje de nuestra historia, que resulta poco mencionado y conocido, es prácticamente sepultado por un olvido construido. Resulta útil recordarlo porque el tema independencia no se cinceló en estos episodios históricos y el rompimiento de dependencia con España no significó independencia porque casi 200 años después de ese 15 de septiembre, nuestra sociedad sigue siendo sometida al colonialismo y nuestra manera de pensar, de abordar la realidad, nuestra creatividad, sigue siendo dominada por la metrópolis, aun cuando ésta haya cambiado de sede y hasta de bandera.
Por eso, estas fechas necesitan conmemoración, es decir, un abordaje con memoria y con historia, para que así, podamos algún día, celebrar la independencia.
San Salvador, 15 de septiembre del 2013.
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