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jueves, 22 de enero de 2015
1932, las dos caras de una historia por contar
La revuelta indígena de 1932 marcó el rumbo político e histórico nacional del siglo XX, sin embargo investigaciones recientes arrojan nueva información sobre los hechos e hipótesis que justificaron la insurrección y su posterior represión por el gobierno del General Maximiliano Hernández Martínez. De este debate ha nacido un consenso parcial entre los historiadores, sobretodo al evaluar el papel del Partido Comunista y el distanciamiento político que tiene el levantamiento campesino en la zona de los izalcos.
Joyce Álvarez y Ruth Grégori
El Faro
“En realidad, el 32 más que un parteaguas debería haber sido un punto de quiebre, porque lo que en el fondo se ha quebrado es el modelo económico centrado en el café” señala Ricardo Ribera, historiador de la UCA, al hablar sobre las consecuencias del levantamiento indígena del 22 de enero de 1932.
Tras el golpe de estado de diciembre de 1931, el General Hernández Martínez asume el poder. En enero de 1932 se celebran elecciones municipales, en las cuales participó el Partido Comunista, pero el fraude y la anulación en ciertos lugares causan malestar general. Para el historiador de la UCA, Ricardo Ribera, es cuando “surge el llamado y la preparación para la insurrección del 22 de enero”.
Califica de extraña la actuación del Partido Comunista y plantea la posibilidad de considerar ese levantamiento como “una táctica de presión, de amenazar con la posibilidad de una insurrección para lograr que Martínez repitiera las elecciones en algunos lugares y reconociera el triunfo en otras. Da a pensar si no había una estrategia más calmada, más de tipo electoral, más concordante con la línea de la dirigencia de la época”.
Después de las elecciones, en la noche del 22 de enero, grupos indígenas armados con palos y machetes se tomaron varios poblados del occidente del país. El gobierno atribuyó el levantamiento al trabajo proselitista del Partido Comunista y los responsabilizó de lo ocurrido. No obstante, el trabajo del historiador estadounidense Erik Ching señala que “hasta mediados de 1931, el partido dedicó más tiempo a sus pleitos internos que a la lucha contra su enemigo de clase”.
Luis González, director del Centro de Información y Documentación y apoyo a la Investigación de la UCA (CIDAI); concuerda con esta posición y añade que “el Partido Comunista no tuvo el tiempo, ni la capacidad, ni los mecanismos de organización para poder encausar ese movimiento hacia una revolución”.
González considera que “el 32 fue un símbolo de demandas campesinas irresueltas, de demandas campesinas indígenas, en aquella época, contenidas con la violencia, más descarada y más brutal”. Se estima que en menos de 3 semanas se llevó a cabo el asesinato de miles de indígenas por parte del aparato estatal.
De acuerdo al documental 1932: cicatriz de la memoria, del Museo de la Palabra y la Imagen, la cifra de las víctimas alcanzó los 10 mil, que equivaldría al 1 por ciento de la población de la época. El historiador de la UES, Carlos López añade “(si se) piensa 15 mil muertos en 3 semanas y luego se pone a pensar en la recién pasada guerra civil, 80 mil muertos en 12 años y en todo el país, con una población mayor, con una capacidad de fuego mayor, con una capacidad de respuesta de los rebeldes mayor, entonces la desproporción es enorme. El 32 sigue siendo un hecho que rompe un período en la historia” concluye.
El director del CIDAI opina que “fue más un etnocidio que un genocidio, fue un etnocidio porque se identificaba a la gente por sus características indígenas o por su vestimenta, son cosas que se dieron en la época. Por desgracia, el movimiento indígena prácticamente desapareció de la escena. Los indígenas que quedaron se ladinizaron inmediatamente” aseguró.
En los últimos años, se ha valorado tanto el protagonismo del Partido Comunista como de los indígenas. Carlos López sostiene que ha surgido a partir de que ciertos sectores consideran algunas apreciaciones como un intento por desestimar el papel del Partido Comunista en los hechos del 32. Para él “se está develando una faceta, una cara del levantamiento hasta hoy desconocida, y que alguna gente no le resulta cómoda, porque perciben que lo que se está haciendo es bajarle el perfil al partido comunista”.
Más allá de los hechos históricos, el 32 se ha convertido en un símbolo, un mito, dice Ricardo Ribera, presente en la historia política nacional desde entonces. A partir de entonces, tanto la derecha como la izquierda política se han apropiado y popularizado la misma versión, ya que ha servido a los intereses de ambos sectores.
“Por otra parte, del 32 en adelante la sociedad ha estado muy condicionada al discurso comunista. Si hay algo que sale reforzado es el discurso anticomunista y ese es un tema que desde entonces atraviesa toda nuestra historia. En un sociedad que mucha de su cohesión quizá la ha alcanzado frente al fantasma del comunismo” señala Carlos López.
Y agrega que la derecha es quie3n ha logrado mayores beneficios de este tratamiento, “ARENA llega a Izalco a decir ‘aquí derrotamos al comunismo y lo vamos a seguir derrotando’, para ellos el fantasma del comunismo no ha desaparecido”. El historiador dice que para la derecha la idea del comunismo es muy redituable.
Luis González coincide en que Izalco “para la derecha tiene un simbolismo muy particular. Simbolismo de los que derrotaron por la fuerza a la oposición, es el simbolismo de los vencedores, y no es casual que en estas zonas del país halla mucho conservadurismo”.
En cambio, la izquierda aceptó este discurso, matizándolo como lo llama Ricardo Ribera “el heroico intento”. Al asumir esa responsabilidad la izquierda también asumió la tarea de explicar por qué fracaso ese intento y “han tratado de dar una versión del 32 que ha estado enfocada no tanto en decir qué pasó, sino en explicar por qué el 32 tuvo esas consecuencias”, de acuerdo a Carlos López.
“Es lógico que desde el presente hay que volver a mirar al 32 para reconstruir un nuevo discurso histórico, una verdad histórica muy diferente que nos aparte de ese camino que parecía llevarnos en el sentido de que aquí cada 50 años nos vamos a enfrentar una parte de la población contra otra, deshacernos de fantasmas y mitos del 32 para darle carne y huesos, no solamente para hacer justicia a la gente de la época, que vivió el drama, sino que para darle otro tipo de salida al país” concluyó Ribera.
Todos
Roque Dalton
Todos nacimos medio muertos en 1932
sobrevivimos pero medio vivos
cada uno con una cuenta de treinta mil muertos enteros
que puso a engordar sus intereses
sus réditos
y que hoy alcanza para untar de muerte a los que siguen naciendo
medio muertos
medio vivos
Todos nacimos medio muertos en 1932
Ser salvadoreño es ser medio muerto
Eso que se mueve
Es la mitad de la vida que nos dejaron.
Y como somos medio muertos
Los asesinos presumen no solamente de estar totalmente vivos
sino también de ser inmortales.
Pero ellos también están medio muertos
y sólo vivos a medias.
Unámonos medio muertos que somos la patria
para ‘hijos suyos podernos llamar’
en nombre de los asesinados
unámonos contra los asesinos de todos
contra los asesinos de los muertos y de los mediomuertos
Todos juntos
tenemos más muerte que ellos
pero todos juntos tenemos más vida que ellos
la todopoderosa unión de nuestras medias vidas
de las medias vidas de todos los que nacimos medio muertos en 1932.
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