martes, 8 de enero de 2013

La travesía hacia Estados Unidos por l@s migrantes centroamerican@s: una crónica de su paso por México


 Karolina Caicedo Flórez 

 “La frontera con Estados Unidos para los centroamericanos no es Texas ni Arizona, es Chiapas”, afirma el padre Flor Maria Rigoni, quien coordina un albergue para migrantes en una de las fronteras más transitadas por l@s centroamerican@s, en la ciudad de Tapachula, estado de Chiapas.


El paso de personas extranjeras por México tiene dos caras totalmente antagónicas por cuenta de lo que el gobierno les ofrece: por un lado, está la cara del “Vive México lindo y querido1” en donde los turistas disfrutan de una amplia programación turística, cultural y de diversión segura que el gobierno garantiza gracias al Instituto de Turismo, siendo México el país de América Latina que más turistas atrae. No voy a ahondar más en esta cara pues much@s de ustedes que tienen la oportunidad de leer esta crónica habrán podido, al igual que yo, disfrutar de este gran privilegio. Además, a diferencia del México que viven l@s migrantes, la cara del México que viven l@s turistas tiene muchísima difusión: los boletines emitidos por el gobierno de México, páginas de internet, libros, televisión, entre otros, dan cuenta de esto.

Pero por otro lado, está la cara de l@s extranjer@s migrantes procedentes de centroamérica que se ven obligados a atravesar los más de 3.000 kilómetros del sur al norte México para alcanzar el “sueño americano”. La travesía de est@s migrantes comienza con el cruce de la frontera Guatemala-México atravesando el río Suchiate (una buena parte opta por esta frontera) y desde este lugar el México “lindo y querido” que el gobierno vende a l@s turistas adquiere una connotación de calvario total para l@s migrantes, dadas las condiciones de ilegalidad en las que entran a México, pues este país les exige una visa que solo una estabilidad económica (ausente para la mayoría de centroamerican@s) puede proporcionarles.

Al otro lado del río, hay decenas de oficiales de migración esperándoles para pedirles su documentación, teniendo much@s de ell@s que tomar rutas alternas que les permita poner el primer pie en territorio mexicano.

Al estar del lado mexicano, l@s migrantes optan por dos opciones principalmente: la primera, para quienes cuentan con algo de dinero, es tomar microbuses hasta Arriaga, pueblo costero al norte de Chiapas, aproximadamente a 300 Km de la frontera con Guatemala. Esta opción presenta una dificultad ineludible para quienes optan por ella: la presencia de aproximadamente 10 puestos del Instituto Nacional de Migración “la migra” como le llaman estos migrantes, en donde decenas de hombres pesquisan l@s pasajer@s que llevan estos microbuses, valiéndose del aspecto físico con el cual dicen identificar a l@s centroamerican@s (piel oscura y ropa sucia) a quienes piden sus documentos y los bajan de los microbuses.

Para evitar esto, l@s migrantes han optado por lo que llaman “rodear la migra”, que consiste en bajarse algunos metros antes de los parajes de la migración y tomar rutas alternas para caminar más adelante del puesto de migración y de esta forma evitarlo. A estas rutas alternas se accede saliéndose de la carretera tomando camino en las montañas que rodean el estado de Chiapas.

Estas rutas alternas, a pocos metros de los puestos de la policía migratoria y de los soldados que kilómetro a kilómetro hacen de Chiapas el estado más militarizado de México, son demasiado peligrosas, ya que allí operan bandas delicuenciales (integradas no solamente por mexicanos sino también por centroamericanos que no pudieron llegar a Estados Unidos) que roban el poco dinero y pertenencias que llevan l@s migrantes, sometiéndol@s a desnudos para requisar hasta el último bolsillo de su ropa y de paso violando a las mujeres migrantes que por allí transitan. El/La migrante que con mayor suerte cuenta le dejan quedarse con su ropa. No conocí ningún/a migrante con el que tuve la oportunidad de conversar que no haya sido asaltad@ en este recorrido y son pocas las mujeres que se libran de ser violadas, aún si van acompañadas de sus familiares o amigos varones.

Vale subrayar que dichos asaltos, violaciones y en ocasiones hasta secuestros,ocurren a pocos kilómetros de los numerosos controles migratorios que hay a lo largo y ancho de Chiapas, en donde tod@s l@s migrantes y agrupaciones civiles que defienden sus derechos coinciden en afirmar que actúan con la total complicidad de las autoridades migratorias y militares, además de la garantía de impunidad por cuenta de la justicia mexicana, ante las miles de denuncias que han interpuesto est@s migrantes. Pero además, por si fuera poco, también tienen que vivir algun@s de ell@s las extorsiones por parte de la policía y los militares, quienes quitan su dinero a cambio de no entregarl@s a migración. Vale recordar que la facultad de pedir papeles y retener migrantes, según la legislación mexicana, solamente la tienen las autoridades migratorias.

La otra opción por la cual optan l@s centramerican@s al llegar a la frontera es caminar por la vía del tren que desde el 2005 por cuenta de un huracán no le permite circular a los trenes de carga. Esta vía del tren les garantiza que no encontrarán en su camino a los tormentosos puestos de migración y que por lo menos hasta llegar a Arriaga, no serán deportad@s a su país.

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