sábado, 27 de abril de 2013

Beatriz: Autodeterminación y tutela



Dagoberto Gutiérrez

La relación entre el Estado y la persona, incluyendo a la que aun no nace está contenido en el primer artículo de la constitución cuando se dice: “El Estado reconoce a la persona humana desde el instante de la concepción”. Aquí se está confundiendo la persona y la cosa porque del encuentro de un espermatozoide con un óvulo resulta simplemente una cosa hasta que las células se especializan y se va produciendo una persona, en esta etapa inicial es donde se sitúan las células madres con las que varias legislaciones permiten la investigación y experimentación científica, precisamente porque son cosas y no personas.

Por supuesto que, en el tema del aborto este texto constituye lo más atrasado, primitivo y amenazante para la mujer y pese a su aparente elegancia convierte a esta en máquina perpetuadora de la especie.

En esta temática se entrecruzan la moral y el derecho porque la legislación convierte en delito y castiga lo que para algunos sectores es pecado y en tanto pecado puede ser castigado por Dios,  sin embargo sabido es que no todo pecado es precisamente un delito, así como no todo delito es precisamente un pecado, si se tratare de un pecado entonces el tema es  moral y ha de ser abordado a partir de los criterios de la ética y si fuera delito ha de ser abordado por el código penal.

Llegados  a este punto veremos la autodeterminación porque en realidad todas las personas hemos llegados a ser tales no por decisión del Estado ni por decisión del derecho penal o de la ética, nada de eso, ha sido la decisión de la madre la que ha permitido con su autodeterminación que una cosa se convierta en su hijo o su hija, justamente en ese momento aparece la persona a partir de la voluntad de la madre.

Ese riesgo de autodeterminación es un trapiche por el que pasamos todos y entonces resulta que en estas circunstancias esa autodeterminación es sepultada, porque quien decide en última y en primera instancia ser madre es exclusivamente una mujer embarazada, por cierto occidente y su espíritu laico se atiene al criterio de Kant, que establece que toda persona ha de ser un fin y nunca un medio, y sin embargo, cuando se intenta obligar a una mujer a ser madre se le está convirtiendo en medio o instrumento de la reproducción, enfrentando los mismos principios de la civilización occidental y si bien nosotros no somos parte de esa civilización porque somos hombres y mujeres de la periferia, estamos de acuerdo en que nadie debe ser instrumento de otro y, puestas así las cosas ninguna mujer ha de ser instrumentada en nombre de la vida o de la reproducción para perpetuar la especie. Desde luego que la vida no resulta ser el bien supremo en las sociedades humanas, mucho menos la de los más débiles, de los más pobres, de los mínimos y  aquí estamos ante un juego de espejos porque en nombre la vida y en una aparente defensa de ella se intenta violentar la autodeterminación de la mujer como eslabón débil; resulta que el bien supremo del ser humano es la vida digna porque la vida sin dignidad se convierte en existencia.

En todo caso, los sectores más conservadores entienden que el derecho de la mujer de decidir su maternidad equivale al derecho a abortar o que ambos extremos funcionan como sinónimos, aquí aparece una confusión en donde la libertad cuando se usa en sentido positivo equivale a la “libertad para”, pero cuando se usa en sentido negativo equivale a “la libertad de” y esta libertad negativa es la que corresponde a la autodeterminación. La mujer ha de tener libertad de ser o no ser madre porque en todo caso se trata de la disposición de su propio cuerpo y de nuevo nos encontramos con los fundamentos de este mismo pensamiento occidental, desde John Stuart Mill se estableció el criterio de que en lo que tiene que ver con su cuerpo y con lo suyo, el ser humano es soberano.

Por lo demás en este tema resulta que se intenta asaltar la naturaleza del derecho penal porque este manda no hacer y resulta que cuando esto se viola, el Estado sanciona incluso con la muerte; pero el derecho penal no puede mandar hacer algo aunque fuera ser madre y cuando se criminaliza la decisión de una mujer sobre su maternidad se le está mandando hacer algo en contra de su voluntad y esto no corresponde al derecho penal.

Defender la libertad de una mujer para ser o no ser madre es tomar en cuenta una decisión que siempre está presente y que, desafortunadamente se trata de un debate que se convierte en discusión a la luz de los casos que van apareciendo, cuando en realidad debiera ser una discusión amplia y profunda sobre lo que está realmente en juego en el tema del aborto, es decir sobre la autodeterminación y sobre la tutela, la primera interesa a la mujer y la segunda al no nacido, por eso esta discusión no puede perder la pasión que le es inherente ,ni la profundidad que le es necesaria, ni la integridad que le es suyo.

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