lunes, 18 de noviembre de 2013

Veinticuatro años después, la ofensiva continúa


La ofensiva del 11 de noviembre de 1989, demostró la capacidad militar de la guerrilla del FMLN, pero también la capacidad de la sociedad salvadoreña de organizar y sostener una guerra de veinte años, no olvidemos que la guerra sólo se desarrolla en aquella sociedad que ha alcanzado un nivel de complejidad y desarrollo de tal dimensión que le es posible pensar, organizar y sostener económicamente un conflicto de la dimensión de una guerra.

Dagoberto Gutiérrez


Pensar una guerra presupone capacidad intelectual y de abstracción, organizar una guerra supone capacidad en el uso de los recursos, en el logro de acuerdos políticos que sin matar el desacuerdo facilite acciones conjuntas de los desiguales, sostener una guerra exige una estructura económica que haga posible el financiamiento costosísimo de un conflicto, pues bien estábamos ante una guerra de veinte años que no era sino continuación de una serie de guerras que habían sacudido a la sociedad a lo largo de su historia.

Desde 1524, cuando los malditos castellanos nos invadieron y nos impusieron una guerra que perdimos, pasando por las guerras posteriores a 1821, que también perdimos y perdimos así a Centro América, llegamos a 1832 en una tercera guerra que contiene el levantamiento de Anastacio Aquino (campesino e indígena) hasta 1932, cien años después, cuando estalla la cuarta guerra de campesinos indígenas, intelectuales y comunistas. Llegamos así a 1980 cuando estalla el quinto conflicto que concentró los conflictos anteriores sin resolver y determinó, de esa manera, que fuera posible la mayor de las guerras, hasta ahora, en nuestro país.

Estamos hablando de conflicto y de guerra, pero no estamos confundiéndolos, aunque resulta que la guerra es siempre el mayor, el mas intrincado e irresoluto de los conflictos y es el mas extremo; pero el conflicto es siempre una relación de intereses que caracteriza a toda realidad y mas aún a una realidad social.

Todos estos conflictos tienen una raíz colonial y las luchas sociales, incluida la militar, son, por eso, anticolonialista, anti imperialistas, anti oligárquicas y en cierto modo, solo en cierto modo, anticapitalistas.

Pues bien, la ofensiva de noviembre de 1989 resulta ser parte de una larga ofensiva histórica que ha cruzado por ciertos momentos de aparente remanso que son mas bien de acumulación de fuerzas para continuar y avanzar, en 1989 esta ofensiva fue suficiente para terminar con la dictadura militar de derecha establecida en 1932, esta hizo de la fuerza armada la clase gobernante mientras la oligarquía conservo su calidad de clase dominante,

La ofensiva también permitió una negociación política cuyos acuerdos se incorporaron a la constitución, ninguno de ellos rozó la estructura económica ni la naturaleza del poder ni las esencias del estado, mas bien mejoraron algunos aspectos del ejercicio del mismo poder, es decir del poder de la vieja oligarquía que no es otro que el poder de los criollos que lo controlaron en las maniobras políticas de 1821.

El estado continúo siendo controlado y usufructuado por la misma oligarquía carnicera, inclemente, voraz y primitiva; pero esta clase dominante, había sido desafiada y se le había impuesto una negociación, había perdido el efectivo instrumento de la fuerza armada y todos estos fracasos habían sido sufridos a manos de la pequeña burguesía que fue capaz de generar dentro de la lucha política la oposición política y electoral de la Unión Nacional Opositora (UNO) luego fue capaz de organizar formas de lucha armada y de combinaciones de lucha política y armada, después fue capaz de crear el mayor acuerdo político de la historia del país en donde cinco organizaciones ideológicamente organizados y enfrentados crean una alianza, que es un acuerdo político con cemento político y el nuevo sujeto político así producido fue el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, luego hay capacidad para realizar una guerra brillante de veinte años hasta su finalización político-militar en base a acuerdos.

Los veinticuatro años que han seguido a estas guerras han registrado mutaciones de mucha consecuencia histórica porque estos sectores oligárquicos pierden el control de la economía y también del aparato del estado en un proceso que es continuidad de lo que ocurrió veinticuatro años atrás; por otro lado, una parte de la antigua insurgencia se transforma en una burguesía y pierde sus anteriores atributos políticos, clasistas e ideológicos, tal como ocurre con una flor cuando deja de serlo y se convierte en un fruto. En estos veinticuatro años ha aumentado el peso numérico y reducido su peso económico y político de la pequeña burguesía y, en un rasgo notable, los partidos políticos en tanto instrumentos del estado atraviesan la mayor de sus crisis, el mayos descrédito y la perdida total de autoridad político, ideológica e intelectual; al mismo tiempo el pueblo organizado políticamente en movimientos sociales entra, en un proceso de silencio y desmovilización fáctica y también ideológica, teórica y política.

En estos veinticuatro años se implanta en nuestro país el mas salvaje modelo neoliberal y el mercado se convierte en el rey controlador de la vida de cada persona, todo ser humano es convertido en un consumidor o consumidora mientras el estado cumple el papel de fiel servo del mercado y los ciudadanos se hacen simples votante sin elegir jamás.

Los mayores niveles de pobreza, las mayores inequidad, la mayor riqueza de una oligarquía opulenta son el marco de la adecuado para la mayor indignación histórica alcanzada hasta ahora y los sectores oligárquicos aparecen sentados en el banquillo de los acusados, señalados como los mayores ladrones, los mayores corruptos y corruptores y, se trata, de un largo y penoso proceso de acumulación de ofensas en donde el estado ha sido un simple instrumento de negocios y de leyes dispuestas para favorecer.

Mientras esto ocurre el pueblo y la gente organiza exitosamente la protesta y el reclamo, así ocurrió en la lucha contra la decisión de negar el escalafón a un sector de trabajadores del estado, así ocurrió cuando los pobladores del departamento de la libertad bloquearon en fechas y lugares diferentes la carretera del puerto de la libertad para exigir que la tarjeta SUBES se suspendiera y se retornara al antiguo cobro con moneda. En ambos casos el pueblo obtuvo victorias y esas luchas políticas son independientes sin ningún manoseos de ningún partido político contendiente electoralmente, es decir son luchas políticas y esto anuncia una ofensiva continuada que se une a la ofensiva histórica que de nuevo asegure el avance de un proyecto popular, por eso decimos que a veinticuatro años la ofensiva continua y ninguna sangre derramada, ningún mártir , ningún héroe guerrillero será olvidado.

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