martes, 28 de enero de 2014

La elección y el poder


El país tiene bastantes años de estar en campaña electoral y la subjetividad de los seres humanos luce arrinconada y vapuleada por la abundante propaganda electoral, por los candidatos y candidaturas y por las ofertas de todo color y tamaño; nunca como hoy el ser humano había sido convertido en cosa, nunca el voto había sido tan mercancía y nunca el Estado había sido tan vencido por el mercado. Este es, el escenario histórico de la actual campaña electoral.

Dagoberto Gutiérrez


Nos movemos en el reinado total del mercado total, en donde toda la vida gira, como un tiovivo de luces, alrededor de la mercancía y esta es el panal lleno de miel que atrae y subyuga a millones de consumidores.

En una campaña electoral como la actual, la mercancía es el voto, el partido político es el mercader que compra esa mercancía, el votante resulta ser la mercancía misma porque cada persona no vale mas que un voto y su precio, esto es increíble, es decir el precio de votar lo paga el mismo votante porque cada voto que el partido político obtiene es pagado por el estado, en otras palabras, el voto resulta ser una mercancía que es pagada, al ser vendida por el mismo vendedor, es decir por el mismo votante, que en el instante de votar paga por votar y se lo paga al partido al cual le regala su voto, sin que este partido tenga ningún compromiso con ningún votante, esto es lo que se llama deuda estatal. Por supuesto que las empresas partidarias gastan millones de dólares por esa mercancía, es la campaña electoral  pero  nada de esto es en beneficio de los que dan sus votos, son ganancias de las empresas especializadas en estos negocios electorales, es la publicidad, la televisión, la radio, los diarios y otros.

El negociado electoral carece de un corazón político porque ni se presenta ni se discute ningún proyecto de esa naturaleza, lo que no quiere decir que no existan pero no es esto lo que se presenta a los votantes, este votante es tratado y conmovido con ofertas, tratando de instalar en su subjetividad la figura de LA ESPERANZA, de tal modo que por encima de la penuria, el hambre, la incertidumbre y la desesperación, los votantes aprenden a esperar tiempos mejores; pero esos tiempos mejores deben ser conectados a un candidato de los que están jugando el juego electoral, este es el rodeo que convierte a los seres humanos en jugadores de un juego que siempre perderán.

La clave de las elecciones consiste en impedir, a toda costa, que el votante llegue a ser elector y, se trata de que la persona que vota no capture, en su mente, la diferencia funcional entre votar y elegir y mucho menos que comprenda que la clave de la cosa reposa en la capacidad de elegir.

El poder se expresa en la capacidad de elegir, es decir, de optar entre varios caminos y posibilidades y, los que eligen no necesitan ni votar porque estos son los que hacen la política y necesitan que el mayor número de personas participen a favor de la política que ellos, los poderosos, han elegido. Como podemos ver se trata de un juego tan fino como un hilo de energía, tan perverso como el beso de un traidor y tan común como un rayo de sol.

Nada mas difícil para un votante que descubrir esta trama en el simple hecho de marcar una papeleta,  porque resulta que ese acto, que es un procedimiento, convierte a esa persona que está en la urna en actor político, es decir, en  simple ejecutor de una política decidida por el poder y en muy escasas circunstancias este actor ciego, mudo y manco puede ser al mismo tiempo sujeto político y aquí nos encontramos con otra joya de este socavón inagotable.

El sujeto político es el ser humano que descubre una realidad, entiende que ésta no conviene a sus intereses por que el orden que sostiene a esta realidad ha sido construido para salvaguardar intereses que no son los suyos, esta persona decide luchar contra ese orden en función de una realidad nueva y alternativa, esta es la subjetividad o el proceso dentro del cual el ser humano se transforma en sujeto político y en esta calidad el procedimiento de votar puede ganar sentido político en determinadas circunstancias históricas.

Las campañas electorales de 1967, de 1972 y 1977 fueron procesos políticos que construyeron sujetos políticos y abrieron paso, léase bien por favor, abrieron paso a la guerra popular que es el proceso político más importante de nuestra historia.

La actual campaña electoral tiene otra importancia y otra utilidad política porque los partidos, los candidatos y la prolongada campaña electoral pasan por un agudo proceso de comercialización y sobrevuelan  los problemas reales de la gente con los que la campaña no tiene nada que ver, también ignora los componentes estructurales de la crisis de la gente de lo que no se dice nada y tampoco abordan la crisis de la vida del país y de los seres humanos y, por eso mismo, todos los partidos contendientes tiene el mismo discurso, todos ofrecen lo mismo, pero hay competencia y todos, de ganar la competencia, harán los mismo.

Todo esto ya se sabe y lo sabe la gente y algunos lo estén entendiendo y otros y otras lo entenderán después, de tal manera que la confrontación entre el decir y el hacer, entre la promesa y el compromiso, entre el mejoramiento de la vida de la gente y el mejoramiento de las ganancias de las empresas viene encima, rápido y de manera inevitable, a menos que los seres humanos decidan morirse de hambre y que sus hijos también perezcan sin agua y sin comida, que decidan aceptar ser tratados como cosas y mercancías y esto, todo esto no es posible.

El día de la votación llegará y pasará como pasa el agua de un río en un recodo y quedará el ser humano y su lucha por su dignidad, esta relación es lo que en definitiva escribe la historia, aquí apenas hemos hablado de algunas circunstancias dentro de las cuales los hombres y mujeres hacemos esa historia y esta es cosa de todos los días por eso es indetenible y es invencible.

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