Por: Alirio Montoya
Estamos ante un año preelectoral repleto de expectativas en los militantes y correligionarios de los partidos políticos sistémicos mayoritarios quienes son el sostén del actual régimen oligárquico; esas perspectivas son referente a quiénes serán sus candidatos o los candidatos impuestos por las cúpulas partidarias. Esa expectación se propaga como una pandemia que logra trastocar hasta la “sociedad civil”, quien espera ver ansiosamente las cartas que se jugarán los partidos mayoritarios. El militante o correligionario al final a regañadientes acepta las candidaturas impuestas bajo cualquier lustre coloro o incoloro que se le pretenda aplicar a cada candidato elegido de antemano por las cúpulas de los partidos políticos. No importa si es rosado o con una tonalidad multicolor, a final siempre es un tornasol que es capaz de recubrir cualquier mácula que envuelve a cuanto candidato sea postulado.
Pero con la “sociedad civil” no ocurre la misma impresión. Las personas desligadas de los partidos políticos saben leer la realidad política, económica y social de una forma un tanto objetiva, en el entendido que ellos se forjan sus propios criterios y no caen fácilmente en las ofuscaciones que lanzan las cúpulas partidarias. La “sociedad civil” es al fin de cuentas el Talón de Aquiles de los domos que descansan en las colinas y que ven a las masas como estribos para ascender a un puesto como funcionario o, ven en las masas a escolleras y sustentáculos que, muy seguramente, los mantendrán donde se encuentran actualmente hasta salir momificados de la palestra política. La categoría sociopolítica de “sociedad civil” aquí acuñada, es la que se asemeja a la que definió Antonio Gramsci o muchas veces al añejado concepto de Hegel referente a esa categoría muy en boga últimamente; naturalmente al final entendemos a lo que nos referimos por “sociedad civil”, no importando si es a la categoría gramsciana o hegeliana.
En estos días grises de olvido la mercadotecnia electorera cobra una mayor presencia en el escenario de esta sociedad sedienta de cambios sustanciales. Las ofertas electorales son un verdadero mercado donde se vende un solo producto. El oferente de la esquina jura que su producto es mejor que el de enfrente, el de enfrente dice lo contrario, juramenta seriamente que su producto –en este caso su candidato- es el que está mejor preparado, el más recto de todos, el más íntegro y así por el estilo uno de ambos lados logra convencer al final a la mayoría del conglomerado electoral. Pero una vez que gana un escaño o una comuna se desliga del soberano que lo llevó al poder. Esa es la actitud de los partidos tradicionales que existen en nuestro régimen político.
El FMLN puede estampillarse como un partido un tanto nuevo en estos quehaceres de la politiquería, el cual sin duda alguna, por convivir con los partidos de la democracia burguesa ha ido adquiriendo esos modales tan nefastos y que la sociedad ya los comienza a vislumbrar. Puede que haya excepciones como las hay en toda regla general, pero el asunto que nos ha de ocupar es que han entrado al sistema y han caído en una actitud estacionaria, porque a la fecha no se le ve ningún cambio magnánimo que trascienda más allá de los ajustes estructurales y remiendos de leyes que no le son beneficiosas significativamente a la ciudadanía. Las políticas de ajuste estructural al fin de cuentas vienen únicamente a suavizar temporalmente las precarias condiciones de vida de los desposeídos, pero no logran cambiar en esencia esa precariedad de vida que sigue inalterable.
El reclamo va dirigido directamente al FMLN, tanto en cuanto es el partido que representó la vanguardia de las luchas populares; es decir, ¿qué le podemos exigir nosotros a ARENA a sabiendas que es un partido fascista y que defiende los intereses del gran capital nacional y transnacional? No podemos reclamarle nada, ellos nunca cambiarán. En lo que confía la gente de izquierda es en un cambio de actitud de la cúpula efemelenista, de ahí el por qué de tantos reclamos en las radios, blogs y redes sociales con tendencias de izquierda o progresistas. Pero esta dirigencia quiméricamente ebria de “poder”, en lugar de retomar los sabios consejos de la gente y asimilar sus críticas, sugestionan a quienes reclaman acreditando que esos cuestionamientos son “armas para la derecha”. ¡Pobre argumento!
En lo particular como miembro de la Izquierda Revolucionaria no partidaria sí votaré por el candidato a alcalde del FMLN en mi circunscripción, pero la papeleta para diputado desde ya se los anuncio que la anularé, porque votar en blanco es muy peligroso, en un abrir y cerrar de ojos me pueden marcar una bandera o fotografía. Créanme que votaré por el candidato del Frente (Rodolfo Umanzor) porque fue quien me llevó al glorioso Partido Comunista Salvadoreño a escasos meses antes de firmarse el Acuerdo de Paz. No obstante, me abstendré de citar sus cualidades, pero he de adelantar que cuenta con las credenciales suficientes de un buen servidor del pueblo.
El escenario legislativo es el que menos seduce a la “sociedad civil”, porque están convencidos de los negocios que todos los diputados hacen en la Asamblea Legislativa. En verdad es repugnante escuchar a un candidato a diputado vociferando que trabajará para el pueblo. El diputado no se manda solo, él vota conforme lo va decidiendo y ordenando la cúpula dirigencial de los diversos partidos políticos. Sería más conveniente que hablasen con claridad. Es decir, confesar que seguirán lineamientos del partido y que harán negocios en la trastienda del congreso. Eso le caería más en gracia al electorado porque no se les estaría viendo la cara de ingenuos.
Es que en verdad, los parlamentos por regla deben ser corruptos. En la Inglaterra de los siglos XVII-XVIII existían las prebendas en los parlamentos o asambleas. La historia de los partidos políticos registra que en ese tiempo en Inglaterra existía un Secretario Político de la Tesorería en cada parlamento o cámara de representantes. Los diputados recurrían a este Secretario a vender su voto a plena luz del día y bajo el escrutinio del pueblo. Estos eran más sinceros que los actuales diputados de nuestro país. La pregunta que surge es ¿quién será el Secretario de Tesorería en nuestra Asamblea Legislativa? Será el gran capital nacional o transnacional? ¿Será el imperialismo norteamericano a quien se le cobra el cheque? Sinceramente no lo sé.