Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

miércoles, 25 de febrero de 2015

¿Porqué EEUU envía tropas al Perú?



Gustavo Espinoza M.

Que Estados Unidos tiene una estrategia continental de dominación, y que se dispone librar una aventura militar contra los pueblos de América Latina, lo hemos dicho en diversas ocasiones. Algunos, nos tomaron en serio y ratificaron una voluntad antiimperialista que debe concretarse ahora. Otros, en cambio guardaron silencio, quizá con la idea que nuestra afirmación era exagerada, y respondía al clásico estilo de confrontación de lo que ellos llaman “la izquierda tradicional”.
Los hechos, sin embargo, nos van dando la razón de manera constante. La agresividad imperialista contra nuestros países se manifiesta de manera constante; y hoy se concreta, en el Perú, con el autorizado ingreso de un verdadero ejército de ocupación integrado por alrededor de 4,000 soldados, que se emplazarán en nuestro suelo bajo el pretexto de “combatir el narcotráfico y el terrorismo”.

Para situar las cosas en el corto plazo, cabe citar que el 29 de enero pasado, en una decisión casi oculta, que se filtrara recientemente a las redes sociales, el Congreso de la República autorizó el ingreso de tropas y personal armado de los Estados Unidos en territorio peruano, ateniéndose a un cronograma muy preciso. Y elaborado de común acuerdo por “ambas partes”.

Los Partidos y fuerzas que integran hoy el Congreso, y cada uno de los parlamentarios en particular, tienen la obligación de dar cuenta cómo opinaron y cómo votaron la decisión que hoy se conoce.
Se sabe, por lo pronto, que ya el 1 y el 15 de febrero, pisaron nuestro suelo dos contingentes militares, enviados por el Pentágono. El primero, integrado por 58 soldados; y el segundo por 67. Ambos permanecerán aquí hasta febrero del 2016 en la tarea de “entrenar a los institutos armados peruanos en el cumplimiento de operaciones especiales”

Pareciera que en materia de “operaciones especiales” los soldados peruanos son algo menos que neófitos. Carecen de la experiencia de combate que ha adquirido el ejército norteamericano luego de las prolongadas guerras de Vietnam, la Península Indochina y el Medio Oriente.

Probablemente, Afganistán, o Irak, han acrecentado tanto el bagaje militar del ejército yaqui que considera su deber compartirlo con sus hermanos latinoamericanos con la idea de extender hasta aquí prisiones clandestinas como las de Bagdad o Guantánamo, en las que la tortura y la muerte constituyen pan del día.

Sin embargo, estos efectivos, que ya están aquí, no son nada en comparación con lo que habrán de arribar a nuestras costas en septiembre próximo.

Desembarcarán, en nuestra primavera 3,200 soldados yanquis, que -por el armamento que usan, la experiencia que tienen y la preparación que poseen- constituirá un verdadero ejército de ocupación. De este modo se cumplirán los acuerdos entre estos dos países, laboriosamente trabajados desde hace algunos años.



 

La ejecución de estos planes, pondrá en evidencia que las constantes visitas del Secretario de Defensa de los Estados Unidos al Perú, y las del Jefe del Comando Sur de ese país; no eran visitas protocolares, ni turísticas. Tenían un claro contenido guerrerista que hoy nadie puede ocultar.
Es legítimo preguntarse entonces ¿qué mueve al gobierno de los Estados Unidos a desplegar en nuestro territorio esta vasta acción militar?

¿Qué está ocurriendo en este continente, que hace que la primera potencia militar del mundo decida abrir fuego contra los peruanos?

¿A dónde apuntan realmente los fusiles yanquis que dispararán en el VRAE y otras zonas cordilleranas de América?

Si miramos, aunque sea sólo a vuelo de pájaro lo que ocurre en esta parte del mundo, veremos que arrecia la lucha antiimperialista de nuestros pueblos.
Que ella se expresa en demandas concretas: Respeto a la Independencia de nuestros países, vigencia plena de la Soberanía Nacional, recuperación de las riquezas básicas, y protección de la biodiversidad; en un mundo en el que los recursos hídricos y los productos naturales, se convierten en fortaleza de supervivencia para la humanidad entera

Hace ya un buen rato que Estados Unidos esta buscando la manera de intervenir militarmente en Venezuela y acabar a sangre y fuego con el proyecto bolivariano liderado históricamente por el Comandante Hugo Chávez, y que hoy conduce Nicolás Maduro, acosado por una brutal campaña de desprestigio y violencia desatada por las fuerzas más reaccionarias de nuestro continente.
Por lo pronto, desembarcar tropas en el Perú, y lograr que esto sea admitido pacíficamente por la comunidad internacional, sería un modo de afirmar la idea de que es normal que Estados Unidos recurra a este procedimiento en América: y que podría hacerlo mañana en Venezuela, o en cualquiera otra parte.


 
  Las torturas practicadas por la CIA son "la política oficial de EE.UU."

Quien tiene licencia para matar, puede hacer uso de ella en cualquier circunstancia.
Bolivia, o Ecuador bien podrían recordar el dicho aquel: cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar; porque la advertencia yanqui se proyecta también hacia la zona altiplánica -contra Evo y la multicultural Bolivia- y la región más al norte, donde las acciones del gobierno ecuatoriano de Rafael Correa no cuentan precisamente con el beneplácito de Washington.
El argumento que se usa para justificar a intervención militar norteamericana, es la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Esta es una vieja y falsa cantaleta. En 1965 se puso en boga cuando la administración Belaúnde Terry aceptó la denominada “Operación Ayacucho”, que no tuvo resultado alguno.

Joy, el combate contra el Narcotráfico en el Perú está virtualmente a cargo de la DEA desde hace muchos años. Y de resultas de ello, el Perú se ha convertido en el primer productor mundial de PBC. Antes de la DEA, nunca tuvimos tal privilegio
¿Hasta dónde escalaremos con la “estrategia de ahora? ¿Tal vez hasta la expansión de los cultivos de droga trayendo aquí el Hashis de Afganistán, o el Opio de otras latitudes? ¿Será eso lo que busca la administración norteamericana para lanzar tropas en nuestro suelo en lo que bien podría ser el reto para una nueva Batalla de Ayacucho?

Pero la estrategia de dominación yanqui va incluso más allá: Busca enfrentar a unos pueblos con otros y a gobiernos de los que, en mayor menor escala, desconfía.
No tendríamos que ser particularmente perspicaces para intuir que tras el “operativo de espionaje” chileno contra el Perú recientemente denunciado, esté la aviesa mano de los servicios de inteligencia yanquis, que bien podrían montar operativos de ésta, y otra magnitud, incluso a espaldas de los gobiernos, valiéndose de la infiltración en los servicios secretos que ellos manipulan
A los pueblos de nuestro continente corresponde actuar con la firmeza y la consecuencia requerida, en una circunstancia en la que está de por medio la supervivencia del continente, agredido por la barbarie imperialista.

A comienzo de los años 30 del siglo pasado, en otro contexto y también en otras condiciones, Augusto C. Sandino dijo de manera categórica: “La soberanía de los Estados, no se discute. Se defiende con las armas en la mano”
En algunas semanas más, los peruanos evocaremos el 200 aniversario del fusilamiento del joven poeta Mariano Melgar, caído en manos del ejército colonial español luego de la batalla de Umachiri ¿Será su recuerdo motivo de afirmación patriótica que lleve a nuestros jóvenes de hoy a levantar esa misma bandera?
En todo caso, el deber de cualquier `patriota es asumir su compromiso con la historia y denunciar lo que constituye una verdadera agresión amada contra el Perú y su pueblo.



Un amor ejemplar


Marcelo Colussi (Desde Guatemala)

Antonella muy ocasionalmente fumaba un cigarro de marihuana. En realidad, las pocas veces que lo hacía era para acompañar a su novio, Michele. Era él quien consumía más (y lo hacía ocasionalmente también; no era un adicto). Aquella noche tuvieron mala suerte.

Los escándalos de corrupción con la policía en Milán se habían transformado en un asunto de interés nacional. Era sabido que el cuerpo policial muchas veces miraba para otro lado cuando de drogas ilegales se trataba. Pero en este caso, dadas las circunstancias políticas en que había transcurrido todo, las cosas no podían quedar impunes. Por eso las denuncias le costaron el puesto al Jefe de Carabineros y al Ministro del Interior, quedando el Ministro de la Defensa en una situación sumamente delicada. De ahí el endurecimiento en sus acciones en los últimos días. Había que mostrar que “se estaba luchando denodadamente contra el tráfico de drogas ilegales”. Por eso el operativo donde, casi de casualidad, agarraron a Antonella y Michele.

Ella se desesperó, perdió el control. No se sentía adicta, ni siquiera consumidora, por eso la desequilibró tanto la detención. No le gustaba andar con marihuana por la calle, y lo que más le preocupó fue cómo podría influir esto en su reputación profesional. Trabajaba como psicóloga en un centro de salud de la ciudad, y muchos de sus pacientes eran justamente jóvenes adictos. Michele no pasaba de ser un ocasional usuario; los pocos gramos de marihuana que llevaba en un bolsillo del pantalón no lo transformaban en un narcotraficante. Pero para la coyuntura del caso, los Carabineros necesitaban detenciones, hechos fuertes, propaganda que les lavara la cara. Una pareja de 28 años cada uno pescada en un elegante bar de Milán junto a más de 20 jovencitos era un golpe mediático importante.

Antonella fue a parar a la cárcel San Vittore, en Milán. El muchacho fue llevado a otro centro fuera de la ciudad. Perdieron totalmente el contacto entre sí. Lo que se buscaba no era, en absoluto, golpear sobre las redes reales del narcotráfico. Eso se haría luego… si se podía. O según lo que se negociara. Ahora había que hacer algo grande que mostrara ante los medios una importante preocupación del gobierno por ocuparse del tema. Nuestra joven psicóloga sirvió como excusa.

Antonella, rubia y de hermosos ojos verdes, jamás había entrado a un centro de detención en su vida. Criada con cierta opulencia como hija de medianos empresarios de Milán, no tenía mayor idea de lo que eran los mundos marginales como el de las drogas, o mucho menos el del hampa. Su consumo de marihuana era bastante circunstancial, y si de más joven no había pasado a otras drogas más fuertes, menos aún lo haría ahora, ya toda una profesional y cursando un doctorado. A su novio lo quería, pero había cosas que no terminaba de digerir, como el hecho que, sin obligarla en concreto, la indujera a fumar. La relación se mantenía estable. No iba a romperse seguramente, pero tampoco había una pasión desbordante.

Llegar a una prisión en esas condiciones, sin un juicio previo –después supo que eso era una ilegalidad, pero ya era demasiado tarde– la conmocionó. Para ella eso constituía un inframundo, un universo que jamás imaginó que podía existir. Por sus estudios sabía lo que era la marginalidad, la población excluida. Vivirlo en carne propia era otra cosa.

“Bienvenida al infierno” fueron las primeras palabras que escuchó en la cárcel. Antonella jamás pensó que eso fuera también Italia. Criada como hija de una familia acomodada de una pujante ciudad, acostumbrada a viajar por Europa, dueña de una muy cuidada educación, para ella su país era una preciosura que atesoraba algunos de los más importantes monumentos artístico-culturales de la Humanidad. La marginalidad, la brutalidad de esas cosas que a veces se veían por televisión, la fealdad sin límites, todo eso no se lo podía imaginar. Era algo lejano, nebuloso. La gente no podía ser mala. O ¡tan mala!, como empezó a descubrir en el penal.

“Pero, ¿no se recuperan entonces? ¿No piensan que alguna vez pueden volver a ser ciudadanas de bien allá afuera?”, preguntó sin fingida ingenuidad a sus compañeras de celda. Por toda respuesta recibió tremendo puñetazo que le partió la ceja izquierda. Y además, una interminable andanada de risas burlonas.

La única persona que se acercó cuando estaba tendida en el suelo, sangrando y tiritando de miedo, fue la que parecía la jefa del grupo. En verdad: lo era. Una mujerona enorme, de 1.80 metro de altura y poderosa musculatura. Pese a lo monumental de su cuerpo, estaba perfectamente proporcionada. Era un cuerpo de bailarina clásica, por lo bien moldeado, en un empaque de jugadora de fútbol americano. Era negra como el carbón.

Lo primero que le llamó la atención a Antonella, lo primero y quizá lo más importante, fueron sus tremendos ojazos verdes, iguales a los suyos.

“Pero si somos de la misma familia, nena”, vociferó la mujerona sosteniendo a la frágil psicóloga por el cabello. La miró de arriba abajo, la escudriñó con atención, cada centímetro de su humanidad, cada detalle de su piel. Le acarició tiernamente el cuello, y con una sonrisa satánica en sus labios ordenó: “¡hay que violarla!”.

En un santiamén, quién sabe de dónde, aparecieron varios vibromasajeadores en la celda, así como un palo de escoba encerado. El grupo era numeroso, de por lo menos veinte mujeres. Muchas comenzaron a proferir palabras obscenas, atentatorias contra la dignidad de Antonella. De un par de empujones la desnudaron completamente, y cuando entre las que parecían más excitadas se disponían a comenzar la violación, la jefa negra volvió a gritar, esta vez con más fuerza y cara de pocos amigos: “¡déjenla! A esta me la como yo solita”.

Antonella no sabía si eso era mejor o peor; se salvó de la violación masiva, pero ahora estaba en manos de la que parecía la más criminal. Trató de serenarse, de no hacer más dramática la situación. Recordó aquello de “ante violación inminente, ¡relájate y goza!”. Le parecía un chiste de mal gusto eso…, pero quizá valía la pena tomárselo en serio ahora.

El grupo se retiró, y la negrona quedó sola con ella. Hacía calor, por lo que estaba vestida con una provocativa pantaloneta que dejaba ver la mitad de sus nalgas, mientras que sus prominentes pechos parecían querer salirse de su apretada camiseta. No llevaba ropa interior.

“Así que sos nuevita aquí, bella rubia de ojos verdes…”, pronunció con parsimonia, sacando un cigarrillo que prendió casi con desdén, ofreciéndolo otro a Antonella, quien aceptó.

“¿Cómo te llamás y por qué estás aquí?”, preguntó con una voz tan cortante que, en todo caso, parecía una orden perentoria.

“Me llamo Antonella, señora”, comenzó a articular su respuesta nuestra psicóloga, ante lo que la interrogadora soltó una estentórea risotada. “¡¿Señora?! ¡No me hagas reír, muchachita! Aquí no hay ninguna “señora”. Aquí somos todas asesinas, putas, ladronas, o esposas de asesinos y criminales. ¿Me entendés? ¡Aquí no hay señoras! Y mucho menos… ¡señoritas!”

Antonella quedó muda, aterrorizada, estupefacta. Todo la asustaba: el contexto, esa mujer con cara de asesina –así se le representaba a ella al menos–, las palabrotas a las que no estaba acostumbrada. Pensó que lo mejor sería hacerse pasar también por una igual. Adoptando su mejor cara de enojada, de criminal –pensó en el “criminal nato” de Lombroso… “¿cómo era la cara de asesino?”– contestó casi desafiante:

“¡Estoy aquí por narcotraficante!”

“¿Vos narcotraficante? ¡No te lo creo!”

Inmediatamente, dado que era tuteada, Antonella también pasó al tuteo para con su interrogadora.

“Te guste o no, ¡vas a tener que creerlo!”

La respuesta sorprendió a la jefa de oscura piel. En realidad, quedó sorprendida, golpeada.

“¿Y desde cuándo me tuteás, nenita?” Dicho eso, no encontró mejor respuesta que agarrar nuevamente a Antonella por el cabello con una mano, y sin soltar el cigarrillo que sostenía con la otra, le estampó un peliculesco beso en la boca.

Antonella respondió de un modo que le sorprendió a ella misma, pero más aún a su interlocutora: soltó el cigarrillo, y con las dos manos asió fuertemente a la negrona atrayéndola hacia sí, correspondiendo el beso con mayor ardor. Su lengua fue la que marcó el ritmo. Ambas se excitaron mucho, y la negra, desvistiéndose a empellones, dejó que la psicóloga le hiciera el amor con una fiereza que la asombró. De hecho tuvo un orgasmo como –según se lo confesó– hacía mucho no tenía. Se orinó encima.

“¡Dios mío! ¿Dónde aprendiste a hacer eso?”, preguntó luego, sudorosa, aún sin haber recuperado del todo el ritmo respiratorio.

“En la vida, nena… Me parece que vos no sabés con quién te estás metiendo”, dijo desafiante Antonella. “¡Dame otro cigarro!”, ordenó.

Paola –así se llamaba la negra mujerona– quedó impresionada. Antonella también. Quizá más aún que Paola. No sabía de dónde había sacado esas agallas; no sabía que le podía gustar una mujer –más que su novio, se decía mientras le hacía el amor con pasión desbordante– y mucho menos se imaginaba que podía darle una orden a una presidiaria con un pasado criminal que podía asustarla. Curiosamente, no sólo no la intimidaba esa mole que tenía delante suyo –ahora, en realidad, a sus pies, aun temblando de placer– sino que la miraba con superioridad. Y más aún: la excitaba. Sin saber por qué, con un tono imponente, le ordenó a Paola: “¡besame los pies!”. Paola lo hizo sin pestañar.

Como Paola tenía una importante cuota de poder dentro de la cárcel, incluso con las cuidadoras, consiguió que le dieran un cuartito privado para las dos, para ella y para Antonella. Cuando ésta se enteró, no supo cómo reaccionar. Se sintió algo ofendida, porque habían tomado una decisión por ella sin consultarla. Aunque también le gustó la situación: podría estar con alguien con quien, si bien había una sideral distancia social, se podía sentir muy bien. También Antonella había alcanzado un orgasmo que nunca había logrado con su novio.

Los padres de Michele y Antonella se movieron rápidamente cuando supieron del encarcelamiento de sus respectivos hijos. Gente bien ubicada en términos sociales, en forma rápida consiguieron que los jóvenes salieran en libertad. En el caso de Michele –su padre tenía importantes conexiones políticas– hasta incluso hubo un pedido de disculpas por escrito de parte de un Ministerio. Por su lado, Antonella también fue puesta en libertad rápidamente. Pero curiosamente, la joven psicóloga no quería irse de la prisión. Se había enamorado de Paola. Fueron necesarios los ruegos angustiantes de su madre –que no entendía qué podía estar pasando– para que, finalmente, la psicóloga aceptara salir en libertad.

Ese hecho a sus padres se les perfiló como trágico. No era posible entender el porqué profundo de una decisión tan “descabellada” como la que ahora estaba tomando Antonella. “Tanto trabajar con loquitos que ella misma se volvió loca”, fue la rápida conclusión de su padre. “¿O se habrá hecho delincuente?”, razonó angustiada su madre.

Para sorpresa de ambos, y también de sus futuros suegros, la rubia psicóloga no se interesó en lo más mínimo por su novio. Cuando le dijeron que ya estaba todo listo para que Michele abandonara la prisión –un día y medio después que ella–, no se le movió un pelo. No preguntó detalles al respecto, no se interesó por cómo estaba el muchacho. Al contrario: el más sepulcral silencio la invadió.

Para sorpresa de Michele luego, no quiso recibir su llamada telefónica. Cuando éste se abalanzó sobre su casa para saludarla, armado de un monumental ramo de rosas rojas, Antonella mostró una frialdad que sorprendió. Nadie entendía qué le estaba pasando.

Las cosas no volvieron a ser iguales, en absoluto. Nadie dejaba de percibir el cambio. Para el joven todo esto comenzó a tener ribetes siniestros. Vinieron entonces las especulaciones: ¿qué le habría sucedido a Antonella? ¿Estaba drogada? ¿Qué le habían hecho en la cárcel? No faltó quien hablara de brujería.

Ella pidió unos días de permiso en su trabajo, un par de semanas. Dadas las circunstancias, eso no llamó la atención en lo más mínimo. Al contrario: hasta parecía lo más atinado, para tomar distancia de la tragedia vivida. Claro que… nunca contó a nadie el apasionamiento para con Paola. Eso, para ella, más que tragedia, había sido el episodio más fabuloso de su vida. Pero no podía contárselo a nadie. Y a su novio, quizá menos que a nadie. ¿Cómo confesarle que se había enamorado de una mujer con la que tenía los mejores orgasmos del mundo? Y más aún: ¿cómo hacerle saber que era un amor infinitamente más grande que el que sentía por él? A lo que habría que agregar todavía –pues un joven de clase media alta, racista y homofóbico como todos los de su sector jamás podría entender, mucho menos aceptar– el hecho que Paola era una delincuente… ¡y negra!

Prefirió mostrarse ida, trastornada si se quiere, como efecto del “trauma” vivido. Esa lejanía para con todos, incluido Michele, podía entenderse y justificarse. Nadie osaría molestarla en su dolor; había que esperar que se “reestableciera”.

Pero el proyecto de Antonella iba muy por otro lado.

A escondidas de todos se había comunicado por teléfono con Paola varias veces. Ella seguía en la misma prisión, y ahí seguiría, en principio por varios años más (su condena era por robo agravado y lesiones graves). En realidad, lo que siguió fue una decisión absolutamente de la rubia psicóloga. A todos sorprendió, y quizá más que nadie a la misma Paola.

Averiguó hasta el más mínimo detalle; lo consultó con un par de amigos abogados, lo buscó en internet. Se asesoró como lo haría el mejor planificador antes de lanzar una ofensiva vital en la guerra. Cuatro días después de haber salido de la prisión, en un acto que dejó estupefactos a todos, robó el arma reglamentaria de un policía en plena calle de Milán, en hora pico y con infinidad de testigos, y le disparó en una pierna, entregándose luego. Eso alcanzaría para que la detuvieran, la juzgaran y la condenaran con no menos de cinco años de prisión.

Efectivamente, así sucedió. Ambas mujeres volvieron a encontrarse en el penal de San Vittore. Paola casi muere de emoción ante la sorpresa. Nunca jamás se hubiera esperado algo así. Antonella, aún sin proponérselo, la dominaba bastante sádicamente. Es curioso ver a tamaña mujerona arrodillada ante la etérea psicóloga, a veces llorando, pidiendo perdón y soportando las más increíbles humillaciones sexuales (que, por lo que se ve, pueden resultarle tremendamente placenteras a ambas).

Aunque pueda parecer algo bizarro, ahora están haciendo planes para el momento de su salida. Tienen en mente adoptar un niño, probablemente africano.

Tomado de su libro “Cuentos filosóficos. O El lupanar de París”. Guatemala, 2015.

Campaña electoral, psicología y mercado



Dagoberto Gutiérrez

La campaña que está terminando presenta al ser humano y a la persona dificultades mayúsculas porque la crisis real de la vida se extiende a una campaña que niega todo lo político que pueda haber en la sociedad y pone el proceso en manos de especialistas, que sin haber puesto un pie en nuestro país, dirigen la forma en que las personas deben votar.

Se trata de técnica y de tecnólogos que descubren qué es lo que el ser humano quiere escuchar; saben muy bien que se trata de millones de personas angustiadas, llenas de miedo e incertidumbre, que temen enfrentarse a la realidad de sus vidas. Y entonces, se les construye una ilusión como casa de cristal. La campaña es, así, una vitrina de ofertas y de sueños.

Los dos partidos con más dinero, que expresan a dos grupos burgueses diferentes, ARENA-FMLN, se disputan el control del aparato del Estado. Nada más esto. Carecen de proyectos diferentes, también de cabezas políticas diferentes, sus discursos no son diferentes, sus técnicas tampoco, sus comerciales electorales, mucho menos. De esta forma, todos los partidos contendientes resultan ser y parecer iguales. Y el significado de una victoria o una derrota electoral, cuando todos los partidos son iguales, y además lo parecen, no resulta claro para los votantes, porque derrota o victoria no significa, en ningún caso, derrota o victoria de ningún proyecto político, que ni existe ni es propuesto por nadie. Resulta que la diferencia real entre uno u otro partido es el dinero que invierten en la campaña, la cantidad y calidad de comerciales en la televisión y en qué sector económico tienen depositados sus intereses, es decir, para qué sector oligárquico trabajan y a qué sector sirven.

Estos aspectos son invisibles para el votante porque las personas no llegan a descubrir que entre uno y otro partido no existen paredes políticas y son habitaciones comunicadas que solo cambian los amos, y algunos, como el FMLN y ARENA, son amos ellos mismos, son burgueses oligarcas que trabajan con especialistas electorales y hacen su campaña electoral en las televisoras, con cerebros que manipulan a la gente y trabajan su psicología diciéndoles a los votantes lo que éstos quieren oír.

El votante salvadoreño es un ser humano que no tiene país, que le teme a la realidad, que carece de proyecto político, no tiene futuro ni pasado, y vive, apenas, el día a día. Las empresas especializadas saben todo esto, conocen a sus víctimas, y las campañas, entonces, no proponen ningún proyecto político; pero son tecnológicamente letales, moldeando la psicología y definiendo la conducta de ese votante victimizado por las empresas. Las televisoras, los diarios y las radios sustituyen a las calles, las plazas y los caminos. Es en la tecnología donde los técnicos, sobre todo extranjeros, manipulan la voluntad de las personas que deben votar.

Para el FMLN, resulta que su ventaja es ARENA, porque una parte de sus votantes todavía funcionan con la idea que se trata de una confrontación entre la izquierda y la derecha, y su partido resulta ser la izquierda y ARENA la derecha. Otra parte de votantes piensa que hay que votar por el FMLN para evitar que ARENA regrese al poder. No descubren que se trata del mismo proyecto y que la campaña elimina ganadores y perdedores porque el juego político y económico no se altera por una victoria o una derrota electoral. ARENA pierde, en la medida en que no se diferencia del FMLN, pero además pierde, en la medida en que no se diferencia de ARENA. Y su conflicto consiste en que tienen que hacer lo necesario para consolidar sus filas tradicionales, pero esto debilita su fortalecimiento ante sectores desencantados y desengañados que descubren que ARENA y FMLN expresan proyectos similares o iguales.

Las cúpulas empresariales ayudan al FMLN cuando, ante el discurso electoral del apoyo gubernamental a los trabajadores, la ANEP ataca la idea y el discurso, y así, el FMLN aparece y parece ser un gobierno al servicio de los trabajadores y ARENA al servicio de las transnacionales. La verdad de las cosas es que uno y otro partido sirven a los mismos amos.

La campaña electoral se desarrolló como competencia entre las diferentes empresas y grupos de técnicos, sin confrontación política real, sin discurso político, pero con competencia comercial de colores y música.

En cada partido, es decir, en cada empresa partidaria, se desarrolló otra campaña electoral porque los candidatos que encabezan las listas son los candidatos de las cúpulas y los que deberían ganar. Los candidatos del final de la lista son los que completan o rellenan la oferta y éstos, aprovechando la modalidad de voto cruzado, hacen su propia campaña en su supuesto beneficio, separados de los de arriba.

Es observable que ARENA y los otros partidos se las han arreglado para renovar su oferta electoral, evitando que las viejas y desprestigiadas cúpulas aparezcan en primera línea; mientras el FMLN, siguió apareciendo con la misma cúpula en los puestos electorales más importantes. Los votantes votan porque creen en algo y dejarán de hacerlo cuando dejen de creer.

Por eso, en el proceso político se trata de la construcción de lo nuevo, la nueva fuerza, la nueva organización, el proyecto real y convocante, capaz de movilizar y organizar a la gente. Hasta ahora, el pueblo no sabe dónde, cómo y cuándo nacerá, pero una parte del pueblo sabe y debe saber que esa fuerza nueva está naciendo en las mismas entrañas del pueblo y en los mismos pliegues de su realidad. Es cosa de tiempo, no caerá del cielo y debe ser construido afanosamente, heroicamente, con mucha inteligencia y mucho ánimo, es el trabajo de los que ni pierden la esperanza ni la confianza en sus propias fuerzas. Todo esto existe en la sociedad y se está concitando y concertando.
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...