La prensa debe estar al servicio de la vida, no de la guerra
La gran prensa que nació bajo
el espíritu de la búsqueda de la verdad, ha venido, de predominar en ella el
profesionalismo y el interés porque a través de sus investigaciones se conozcan
los detalles más oscuros o secretos de determinados personajes y circunstancias,
a ser vocera de grupos dominantes a escala mundial quienes cooptándola, difunden
a través suyo, su apreciación de las cosas. Con ello, lo que se consiguen es
una información imprecisa, improvisada, tergiversada y, sobre todo, falaz.
El periodismo independiente y
valiente ha dado paso a un periodismo acomodado y comprado. Ese de copy page. Aquél otrora valiente y audaz
ha quedado relegado a ocupar espacios subterráneos, marginales e incluso de perseguido
y clandestino. El difícil, sufrido y vilipendiado mundo del underground.
Guatemala, país dependiente y
colonizado culturalmente por el Imperio del norte, obviamente
no ha escapado a esa realidad. El
periodismo dominante se ha acostumbrado a solo incrustar la “cápsula
informativa” de los consorcios mediáticos que diseminan por el mundo su
percepción de los acontecimientos y el discurso que priva en la elite dominante
mundial ubicada primordialmente en Estados Unidos. De tal forma que, la esencia
de la “información” que se quiere esparcir es la que da cuerpo a
las noticias que recorren el orbe. Similar situación se da al interno, donde la
coima es la que prevalece sobre la verdad imponiendo culpas a los inocentes y
brillos a los malhechores. Se puede encumbrar o destruir dependiendo de la
grima que se tenga del o los sujetos centrales de las notas.
El caso Libio, es el mejor
ejemplo reciente. Sin embargo, todos los días, a cada instante, en cada rincón
del planeta la tónica es igual. Estamos bajo la tiranía mediática mundial
ejercida por el Imperialismo, dirigido por Estados Unidos de América. No
obstante, a pesar de la fastuosidad del monstruo, la infalibilidad de aquel ha
quedado cuestionada por el ejercicio de ese periodismo de underground que desde su marginalidad, en unión
de muchos similares, utilizando los medios a su alcance y esgrimiendo variados
recursos ha penetrado el cerco, llevándonos a los ciudadanos globales la
versión más cercana de los acontecimientos. Por ejemplo, utilizando el ejemplo libio,
la mentira que sirvió de base para que ésta fuera agredida demencialmente por
las fuerzas mercenarias de la OTAN, la cual, a pesar de su desenmascaramiento, sigue
siendo rumiada por las transnacionales de la desinformación a fuerza de
machacar para obtener lo que realmente desean las potencias que las patrocinan:
el petróleo ligero que esa nación produce y los grandes yacimientos de agua que
posee, ha dado un giro diferente. El pueblo libio ha resistido y enfrentado a
los traidores de su nación respaldados por el Imperio, y los ha ido venciendo.
Porque no existe otro interés
en esa agresión imperialista. A pesar de vestirse con la bandera de la
humanitaria defensa de los derechos de la población civil que es agredida por
el “tirano” que apenas ayer era recibido por los líderes
occidentales al pie de la escalinata y con alfombra roja, no puede esconder su ambición.
Es tan desfachatada su tesis que al mundo le producen nauseas semejantes
razones. Mentiras pueriles como si el mundo no conociera de su espíritu.
Obama, la Clinton, Sarkozy y
toda la pléyade de farsantes no pueden sostener por más tiempo ese ignominioso
estandarte. Descalificados por sus codicias han descendido al valle de la
inmoralidad y la impudicia.
Si existen “sonrisas y apretones de mano” será
más por temor que por confidencia. Similar actitud que tienen los amedrentados
vecinos cuando el matón del barrio seguido de su séquito de aduladores y
golpeadores se hace presente en
la cuadra. Hay que saludarlo con respeto y lisonja
no vaya a ser que sus bombas caigan con la excusa más inverosímil. Sin embargo,
los pueblos del mundo no pueden seguir sosteniendo la paz y la libertad que
aquel dice defender. Pues, será su pax y su libertinaje. De ello, se desprende
que algunos no han agachado la cerviz y reniegan de sus abusivas y petulantes
prácticas y confiando que algún día, cansados los demás de sus atropellos,
reaccionen en conjunto, siguen creando y produciendo, alertas sí ante la mínima
provocación que sería el preámbulo para el golpe traidor que nunca deja de
contar con sus respectivos “cómplices internos” y sobre una
paciencia cifrada en la perfectibilidad de lo humano, esperan se cumpla el
dicho que en mi país, Guatemala, tenemos para todo aquel personaje o elite que
envalentonada en su fuerza terrorista se vanagloria sobre los demás: “a todo cerdo le llega su sábado”.
(En mi país, los sábados por la mañana es cuando, por lo general, matan a los
cerdos para vender su carne y su piel convertida en chicharrón en los mercados
populares. Deliciosa, aunque no muy sana, costumbre).
Volviendo a nuestros cerdos,
digo a nuestros matones de barrio que mucho dolor, sufrimiento y lágrimas han
arrancado donde se ubiquen en el mundo, los argumentos se les han acabado. Su
trillada perorata sobre las libertades civiles y los derechos humanos es
bazofia en sus bocas. Mejor deberían ser más honestos y sin más trámite agredir
a quienes deseen arrebatar sus bienes y sus vidas. Así, al menos los crédulos aún
y los traidores sabrían a que atenerse los primeros y buscar dónde esconderse,
los segundos.
Es risible que los
mercenarios de la OTAN, encabezados por el matón del barrio, digan que su
interés es el pueblo libio y, últimamente, el pueblo de Costa de Marfil, o
en América , Honduras,
Venezuela o la hartamente vilipendiada Cuba.
¿Qué moral tienen los
terroristas del Consejo de Seguridad y los traidores locales –que ratas
hay en todos lados- ante la firme e indoblegable decencia de pueblos que
demostrando que aún bajo el asedio, el cerco y la mentira su pueblo da y
proporciona a sus semejantes no solo internamente sino fuera de sus fronteras,
lo mejor que sus henchidos corazones de generosidad pueden otorgar? ¿Qué moral
esgrimen al decir que están en lucha contra el terrorismo cuando protegen y
facilitan la vida y sus fechorías a los más grandes extremistas confesos como
Posada Carriles y Osama Bin Laden? ¿A quién quieren engañar estos mentecatos?
La desdibujada faz de su
Secretaria de Estado sale a masticar frente a las cámaras las asqueantes
falacias que dan pie a las agresiones contra niños, mujeres, ancianos y hombres
que desarmados huyen de sus bombas asesinas e inteligentes. Porque aparte de
agredir con todas las mortíferas armas inimaginables son cobardes y cuando los
pueblos, hastiados de su arrogancia, se arman y los enfrentan, cínicamente
empiezan a maquinar como ocultar sus genocidios ante su descomunal embestida
que furibundos practican. De ahí, ejemplos como los de Vietnam, Irak y Afganistán
que ante su incapacidad de avanzar y posicionarse, desesperados por esa
impotencia imperialista no escatiman en masacrar a la población más vulnerable que
argumentan proteger.
El pobre diablo que hoy es la
cara visible de ese gobierno fascista, el liberto que siguiendo su tradición
histórica regresa a administrar los bienes de sus amos por no poderse
acostumbrar a su libertad comprada o regalada, no tiene más remedio que subirse
al tren que le pongan enfrente. Al fin y al cabo, él hijo de razas inferiores,
a ojos de sus patronos, solo le toca seguir obedeciendo. No conoce la historia
de sus ancestros que diferente a él, lucharon y murieron por la libertad que
preciaron más que su propia vida. Pobre títere de chocolate.
Si el bravucón del barrio y
sus secuaces creyeron que había engañado al mundo y que lo seguirían engañando
como lo hicieron con Irak y Afganistán, ahora con Libia y Costa de Marfil están
siendo derrotados por que para vencer se necesitan razones y pudor. Y, aunque
ocupen, el avispero será tal que no podrán dormir tranquilos. Sus ciudades
pronto serán alcanzadas por sus perfidias. Las notas sobre el asesinato en sus
escuelas, sobre el asesinato sobre sus ciudadanos civiles fuera de su
territorio se están incrementando paulatinamente. El Imperio se está enredando
en su propia locura, en su propia droga y en su propia violencia. Su sociedad está
enferma, su gente está prisionera entre el fanatismo religioso, que no
religión, y el consumismo. No podrá resistir por mucho tiempo semejante
esquizofrenia de ahí que el suicidio, el escape y el asesinato sean su
denominador común y, como la enfermedad se propaga hay que erradicar el foco
infeccioso, esa pústula virulenta que radica en su clase hegemónica psicópata y
desquiciada.
El mundo no soporta más seguir
gobernada por una caterva de asesinos desalmados, es tiempo de luchar por un
cielo y una tierra nueva en el literal sentido de la palabra, pues la atmósfera
está siendo contaminada de tal manera que pronto será imposible respirar, las aguas
serán imposibles de tomar y la tierra imposible de producir, mientras la guerra
se disemina por el planeta a la velocidad de la ambición de ese grupúsculo
homicida cuya principal preocupación es seguir obteniendo jugosas ganancias a
través de su industria militar.
La ciencia sin caridad no es
válida porque crea, o bienes superfluos o bienes que coadyuvan al exterminio de
la humanidad. Ambos ,
no obstante, deshumanizan, agotan y extinguen. Sin embargo, las tinieblas que
han sumido a la tierra en
esta era de hielo y cinismo más tienen su explicación en una prensa manejada
por esa elite genocida. Mientras no escape de su control, muchas de las
patrañas que esparce serán aceptadas como verdades y tras de ellas vendrán las
arbitrariedades, las injusticias y los exterminios. La peste y el hambre, la
polución y la
enfermedad. Y , todas ellas apoyadas o aceptadas por las
masas.
Por todo ello, hago un
llamado a la decencia, a la honestidad, a la dignidad y la vergüenza de quienes
con las herramientas de la pluma y el papel tienen la enorme misión de
informar, de contar la verdad y jamás ocultarla mucho menos tergiversarla para
quedar bien con los que tienen el poder de sus emolumentos. Más que con ellos,
su compromiso es con la verdad y con la vida porque el poder de aquellos es por
este momento mientras la recuperación de la humanidad es por siempre.
Hay que unirse a esas guerrillas
informativas que se han levantado por el mundo y han iniciado la batalla de las
ideas. Los imperios de todos los tiempos siempre han caído bajo el influjo de sus
hostigamientos y la sorpresa de su ataque furtivo. Éste no será la excepción,
sin embargo, es necesario apresurar su derrocamiento pues su barbarie ya está
entre nosotros.
Carlos Maldonado
Economista y Profesor en Historia por la Universidad de San
Carlos de Guatemala
Colectivo “La Gotera”