Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

lunes, 13 de diciembre de 2010

La muerte de Hugo Chávez


 
 
 
Julio Herrera (Desde Montreal, Canadá. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

La historia universal nos muestra que los tiranos y los imperios al pretender ocultar mediante la represión los escándalos que han creado crean otros aún mayores.

Envalentonados por la complicidad de las fuerzas militares, por el beneplácito de la iglesia, la tolerancia o respaldo de los medios de información y por la resignada sumisión de la plebe estulta, los tiranos nacionales y los multinacionales se creen con pleno derecho de represión contra los grupos y personas progresistas y disidentes. El imperio de la ambición cree que puede destruir impunemente el alma de los pueblos que vandaliza y despoja, y pretende escapar de la justicia destruyendo el mundo que debe pedirle cuenta de su rapacidad implacable y su locura sanguinaria.

Pero paradójicamente, esa ceguera destructiva de los despotismos origina frecuentemente su propia destrucción.

Hace veintiún siglos que el patíbulo de un ajusticiado venció el antiguo imperio romano, y su evangelio humanista impera hoy sobre la doctrina oprobiosa del imperio actual. Si el imperio romano hubiera tenido misericordia con el Cristo hecho mártir, se hubiera librado del imperio de los ideales cristianos. Pero paradójicamente Roma es hoy la sede mundial del cristianismo.

Igual sucede cuando los tiranos pretenden silenciar a los líderes populares que dan el "mal ejemplo" de rebeldía y emancipación a los pueblos subyugados. Pero la ciega arrogancia de las tiranías contemporáneas solo ha servido para cavar su propia tumba.

Y los ejemplos abundan:

Fue la neurosis colonialista y racista del imperio británico lo que hizo de Nelson Mandela un mártir, pero la conciencia rebelde de Mandela se convirtió en el alma nacional de los sudafricanos hasta llevarlo a la presidencia del país y a sepultar al oprobioso sistema del apartheid.

Por otra parte, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948 marcó el origen de la violencia que aún hoy azota a Colombia por la furia del pueblo cuando la oligarquía le extermina a sus caudillos populares. Igualmente, al asesinar a Salvador Allende el imperio yanqui sólo consiguió engendrar otro Allende en la conciencia de cada chileno, de cada latinoamericano, de cada ciudadano del mundo. Y asimismo, el imperio yanqui asesinó al Che Guevara, pero el Che renació como un Fénix triunfal el día que fue asesinado, y hoy el Che es el ícono mundial de la lucha de los pueblos antiimperialistas. Y lo seguirá siendo por muchas generaciones.

Y es que los mártires populares triunfan aún después de su muerte, porque el imperio puede asesinar hombres pero no ideales. La corona de espinas de los mártires se torna en corona de laureles y su Gólgota en Sinaí. Sin más armas que las tablas de una tribuna o el madero de una cruz a cuestas, los mártires, hechos héroes, vencen a sus verdugos e imponen su evangelio humanista, su ideal liberador, revolucionario.

Es el odio a los ideales socialistas lo que alienta la depredadora mezquindad del imperio yanqui a autodesprestigiarse ante los ojos de la humanidad y las páginas de la historia, como se está demostrando actualmente con las publicaciones de Wikileaks.

Centenas de veces la CIA ha atentado contra la vida del líder cubano Fidel Castro, pero en ese colosal y monolítico líder el águila yanqui ha mellado sus garras y la muerte su guadaña. Con su implacable saña contra el líder cubano el yanqui solo ha logrado hacer de él un líder mundial. Es con los guijarros de la lapidación mediática que paradójicamente el imperio yanqui le ha levantado su pedestal.

En los tiempos modernos el yanqui se constituyó en el juez del mundo y hoy el mundo lo juzga y lo condena. Salió de su país provisto de su inmenso poderío bélico a devastar el mundo por el terror, y hoy tiembla de terror ante el mundo devastado y enfurecido contra su imperio depredador. Y empeñado en ser el conductor de los destinos de la humanidad hoy no sabe cómo conducir su propio destino, enfrentado a la bancarrota de su hegemonía mundial. Jugador empedernido contra el destino de los pueblos, el imperio yanqui puso en el casino de la guerra la fortuna de los pueblos y la perdió, junto con la de su propio pueblo. En Irak el yanqui prendió la hoguera de la guerra y hoy no sabe cómo salir honorablemente de ese laberinto, a pesar de haber confiado a los medios de información la triste misión de presentarlo como vencedor en los mismos campos donde ha sido vencido y humillado, como en Viet Nam y Afganistán.

La desesperación y la infamia implacable del imperio yanqui ante su inexorable decadencia han superado y eclipsado la infamia del imperio romano. Pueblo de mercaderes sin entrañas del cual el humanismo está ausente, sin más ideal que la perpetuación de su poder hegemonista, el yanqui no ha tenido clemencia con los pueblos que despoja, y mañana ésos pueblos no tendrán clemencia con los despojos de su extinto imperio. Su inclemencia, su insolencia y su despotismo desmesurado engendrarán su propia derrota. De sus sueños de megalomanía solo quedará el triste despertar ante un mundo que lo aborrece y su vergüenza en las páginas de la historia.
¿Qué queda hoy de su salvaje insolencia?

Déspotas incorregibles que jamás han sido grandes sino por la magnitud de sus magnicidios, toda la artillería mediática del imperio yanqui está actualmente orientada a desprestigiar, lapidar y asesinar al líder venezolano Hugo Chávez por su abierta oposición al imperialismo y por su apostolado socialista, pero paradójicamente el antichavismo del imperio sólo ha logrado socializar y globalizar el apoyo mundial a Chávez contra el imperialismo yanqui.

Por eso ese eventual magnicidio sería el suicidio del imperio, un acto tan temerario, tan funesto y tan demencial como jugar a la ruleta rusa con una metralleta.

Porque Chávez es hoy no sólo un líder nacional: su parábola soberana y emancipadora ha hecho de él el líder mundial de los pueblos subyugados por el imperio. Por eso el eventual asesinato de Chávez será no solo estéril sino funesto para sus victimarios... y estimulante para la revancha de la lucha de los pueblos antiimperialistas. Si el fallido intento de derrocarlo en 2002 causó otro gran caracazo similar al de 1989, su magnicidio generará un Big Bang planetario, la caja de Pandora del imperialismo.

Con los ojos llenos de rencor, de odio y de codicia el imperio cree en la eternidad y la impunidad de su victoria, sin saber que mañana su infame victoria sobre un hombre servirá sólo para sellar la eternidad de su crimen y su vergüenza en las páginas de la historia. Ellos olvidan que fue el breve y estéril triunfo de Salomé el que inmortalizó la gloria del apóstol Bautista, convertido hoy en doctrina mundial.

Así, el INRI puesto sobre la cabeza de Chávez será el epitafio de la hegemonía del imperio, como el del nazareno lo fue del cesarismo. El magnicidio de Chávez será el génesis del chavismo y el apocalipsis del imperialismo, así como la crucifixión de Cristo marcó el génesis del cristianismo.

La historia de Daisy


Marcelo Colussi

 
Aburrida de ver siempre lo mismo, Nancy apagó el televisor. No entendía mucho de esas cosas, ni pretendía entender. La repetida, monótona, casi grotesca propaganda sobre la guerra de Vietnam ya la tenía harta.
Lo único que le importaba al respecto era que un sobrino -su sobrino preferido: Tom, huérfano desde muy pequeño, criado en parte por ella- estaba prestando servicio en el frente; no era tanto la marcha del conflicto lo que la aquejaba, sino la suerte corrida por el muchacho.
Ya obtenida su jubilación como maestra, con sus recién cumplidos sesenta y un años y una soltería bien llevada, la vida le transcurría plácida en aquel pequeño pueblito del condado de New Shipping, en Carolina del Norte. Conocida desde siempre en el vecindario, era querida por todos. Cariñosamente la llamaban la Tía Nancy.
Ocurrió un caluroso día de junio de 1971. Nancy era muy afecta a tener mascotas; en aquel entonces tenía una tortuguita: Elsa, con quien pasaba horas hablando; y su primor, su amor incondicional: la perrita Daisy. Esta última hacía ya más de 10 años que era parte indisoluble de su vida; con ella había tenido -ella misma lo aseguraba sin pudor- los momentos más felices de su existencia. Habitualmente dormían juntas.
Para esa época Daisy había entrado en celo. Simpática cocker, despertaba las pasiones no sólo de su dueña sino de cantidad de perros de los alrededores. Como ocurría siempre para esas circunstancias, muchos canes se acercaban a merodear por la casa de Nancy a la espera de ser el elegido de la solicitada mascota. Había de todo: algún otro cocker, perros de otras razas, algunos vagabundos. Para todos la atracción se ejercía por igual.
La perrita -en lenguaje humano diríamos: haciéndose rogar- no era de tomar una rápida decisión; las filas caninas se engrosaban largamente, siendo muchos los decepcionados al final de la espera. Ese verano, como en ocasiones anteriores, la cantidad de pretendientes era grande.

Nancy no supo cómo, pero en un determinado momento, Daisy apareció encaramada en un árbol frente a su casa. Se supone -es lo que luego se dijo- que, subida al balcón del segundo nivel de la casa, pudo haber saltado, quién sabe por qué, hacia la rama más cercana del árbol. Una vez allí no supo bajar.
La angustia de ambas, mascota y ama, fue grande; seguramente mayor la de la última. Para ella su perrita era casi todo -sería excesivo decir todo; su sobrino en Vietnam también contaba bastante-. Si algo le sucedía, podía ser la ruina de su vida. Desesperada, llamó a los bomberos. No tardaron en llegar.
El capitán Mc Allison, robusto cincuentón de ojos azules y grueso bigote, enseguida se hizo cargo de la situación. En su vida laboral había asistido a numerosos rescates; algo como lo actual no lo inquietó en absoluto.
-Quédese tranquila, señora. En un instante le recuperaremos su mascotita-.
La tarea en modo alguno parecía complicada. La sonrisa bonachona del capitán lo acompañaba en todo momento; parecía un buen personaje de cualquier película de vaqueros, de esas que se veían luego de los noticieros sobre Vietnam.
-Muchachos- ordenó Mc Allison- ustedes suban al techo, y ustedes dos quédense abajo con la red, por una eventual caída de la perrita-.
Las cosas se hicieron como ordenó el jefe. El más joven del grupo fue quien se acercó a Daisy. Todo debería haber resultado fácil, rápido; pero no fue así.
El animalito, seguramente espantado por la situación, comenzó a ladrar locamente y a lanzar mordiscos a su salvador. Ante eso, el bombero que se había empinado en el árbol, algo sorprendido por la reacción, optó por retroceder. Se llamaba Tom, igual que el sobrino de Nancy. Eso fue motivo para que la candorosa maestra entablara relación con él; al rato, tanto Tom como sus compañeros, disponían de sendos emparedados y gaseosas, ofrecidos por la gentil señora.
-¡Ay, pobrecita mi Daisy! ¿Y cómo creen que sería mejor hacer para bajarla, muchachos?-
Luego de estos primeros minutos de contacto, y ante el inicial fracaso del rescate, todos, incluida la Tía Nancy, vivían ya un clima de confianza, de familiar camaradería como si se conociesen de toda una vida. Así era nuestra heroína.
-¿Sabes, Tom, que tengo un sobrino que se llama igual que tu?; incluso se te parece bastante, sólo que él tiene un lunar aquí, cerca del cuello-, y para ejemplificarlo se abrió algo el escote de su blusa, indicando el lugar exacto.
-¡Me da tanta lástima mi pobrecito Tom…! Me refiero a mi sobrino, claro. A ti casi no te conozco. Pero creo que eres un buen muchacho. Creo que Tom, mi sobrino, tiene más o menos tu edad. ¿A ti no te han convocado para el frente?-
El tono de Nancy invitaba a sentirse en confianza; casi, se diría, llamaba a la intimidad.
-Bueno, en realidad no todavía, pero… quiero decir: estoy esperando que me recluten-.
-Ah. ¿Y te gustaría ir?-, preguntó maternal la mujer.
-Eso no importa. ¡Hay que servir a la patria!, eso es lo que cuenta. Defenderla de esos malditos chinos-.
-Ay, mi muchachito. ¿Y para qué queremos estar en guerra?-
La conversación podía extenderse horas; ambos querían hablar, sentían la necesidad de hacerlo, al menos sobre ese tema. Pero la obligación deshizo el clima personal que se iba tejiendo. La voz del capitán Mc Allison resonó potente, casi descortés:
-¡Terminemos rápido este refrigerio y bajemos a esa perrita de una buena vez!-
Casi de inmediato todos los subalternos tragaron apresuradamente la merienda, y en un instante estuvieron listos para continuar con el rescate. La cuestión es que nadie sabía muy bien qué hacer.
-Yo creo, capitán, que deberíamos forzarla a saltar, y esperarla abajo con la red-.
-No. Eso es muy peligroso. Es mejor subir hasta donde está ella y recogerla-.
-Pero ya lo intentamos, y no se deja la pobrecita-.
-Modestamente yo diría que lo mejor es esperar a ver qué hace ella solita, y ayudarla-.
-Sí, claro… pero no tenemos todo el día para esperar-.
-¿Y si le mandamos un perro macho como señuelo? -
-O mejor tentarla a que baje con un buen pedazo de carne-.
-Perdónenme, pero la única manera de bajarla es sedándola con un dardo-.
Todos opinaban, todos tenían algo que agregar; también la Tía Nancy. Mientras eso sucedía, iba anocheciendo, y la perrita Daisy seguía en lo alto del árbol. A este punto comenzó a lloriquear.
El barrio completo ya se había movilizado con motivo del acontecimiento. En un condado como aquél nunca sucedía nada especial. La guerra era una extraña noticia de un lejano país; no parecía tocar a los habitantes de New Shipping. Salvo el sobrino de Nancy, nadie en el vecindario tenía familiares directamente implicados.
Las voces de solidaridad no tardaron en ir apareciendo.
-¡Ánimo, Tía Nancy! New Shipping está contigo-.
Había algo de emocionante en la situación. Los bomberos se sabían centros de la atención de todos, y querían estar a la altura de las circunstancias. Sin decirlo, más de uno estaba conteniendo la respiración para esconder el estómago. El capitán Mc Allison no dejaba de arreglar sus bigotes.
Comenzaba ya a oscurecer. No quedó claro quién dio la orden, ni para qué, pero una segunda dotación de servidores públicos llegó a la escena.
"¡Ahora sí! Ahora lo van a lograr", fue el clamor generalizado. Se sintió un suspiro de alivio. Mientras tanto el llanto de Daisy comenzaba a hacerse más hondo, teniendo ya algo de insoportable.
El segundo grupo recién llegado no traía muchas más ocurrencias que el primer contingente en cuanto a qué hacer; eso sí: traían más equipos. En poco tiempo, ya entrada la noche, relucían varias escaleras de aluminio y potentes reflectores. La admiración de los vecinos iba en aumento.
Mientras esto ocurría, la Tía Nancy tuvo la idea de sacar su televisor al jardín delantero de la casa -para que no se haga tan largo el tiempo-, pensó. Justamente en esos momentos estaban dando el noticiero nocturno; la guerra de Vietnam ocupaba buena parte del programa. Ese día no había sido victorioso para los Estados Unidos: muchos caídos, ningún avance en territorio enemigo. Sin embargo, las noticias siempre se presentaban con un toque de heroísmo triunfalista, por lo que los mismos muertos sufridos eran acicate para potenciar la masividad de la "futura y pronta" victoria total. De los vietnamitas, además de dar a conocer el número de bajas que se le había producido, nada se decía. Era obvio que se trataba de un noticiero norteamericano, más concebido como espectáculo colorido y con una cuota de entretenimiento que como boletín informativo objetivo. Nancy no lo terminaba de creer, pero uno de los rostros que aparecían en una toma hubiera jurado que era el de su sobrino Tom.
Terminando el noticiero, y mientras los dos cuerpos de bomberos estudiaban la mejor forma de llevar a cabo el rescate, llegó la televisión. Venían de Raleigh, de un canal con bastante audiencia. Sin dudas la noticia de Daisy ya había corrido bastante por allí; si bien no era algo especialmente trascendente, podía interesar.
Más reflectores se sumaron a los de los bomberos. Era evidente que el capitán Mc Allison se sentía muy a gusto con la situación. Él mismo, con sutileza, buscó ser entrevistado por los reporteros recién llegados.
-Bueno… no va a ser nada fácil el trabajo. Recuerdo vez pasada en la guerra de Corea me encontré en una situación parecida-, comenzó a decir.
-¿Rescatando una perrita?-, preguntó perplejo el periodista.
-¡No, no! Quiero decir: rescatando uno de nuestros muchachos que había quedado en uno de esos pozos-trampa que ponían estos chinos. O sea: era una situación comparable, usted me entiende, ¿no?-
-Claro, claro-.
Más que la cobertura de una nota periodística, la escena parecía el relato de una vieja historia heroica contada por un abuelo para su nieto, con la diferencia que había un micrófono y una cámara de televisión por medio.
-Fue así, muchacho, que casi sin herramientas, solo, corriendo entre las balas del enemigo, llegué donde estaba Bill, que había quedado atrapado en esa cochina fosa; y como pude, con un esfuerzo sobrehumano, logré rescatarlo-.
-¿Piensan que aquí va suceder algo semejante?-, dijo no sin cierta ironía el entrevistador.
Alisándose profusamente los bigotes, Mc Allison respondió mirando a la cámara:
-Para que sepa el condado, para que sepa el estado de Carolina del Norte, para que sepa el país: el glorioso cuerpo de bomberos de New Shipping jamás ha retrocedido ante ninguna adversidad. ¡Y si este rescate es más complicado de lo que pensábamos, por Dios y nuestros hijos juro que igualmente venceremos!-
El tono grandilocuente del capitán no difería mucho del utilizado por el presentador del telenoticiero unos minutos antes. Cambiando los personajes en juego, lo expresado era casi lo mismo. El pastor que sermoneó luego de las noticias no fue muy distinto tampoco.
Siguieron los aprestos para lograr el rescate de Daisy, que cada vez lloraba más desconsoladamente. Su dueña, evidenciando ya las secuelas del cansancio y la tensión, no lograba esconder alguna lágrima. Al mismo tiempo, y en una mezcla confusa de sentimientos, se sentía protagonista de una historia que jamás hubiera pensado. De repente junto a su casa apareció un enorme cartel que decía: "Tía Nancy: estamos contigo. ¡Venceremos!"
No sabía con exactitud a qué se referían: si al rescate de su mascota, a la guerra de Vietnam o al retorno de su sobrino Tom. Comenzó a sentir una jaqueca aguda.
Si bien no habían venido con ese propósito, al ver que la noticia produjo una espontánea y cálida reacción popular, los del canal de Raleigh, previa consulta con sus directivos, decidieron comenzar a cubrir en vivo la escena. Un periodista tuvo la idea de acercar un micrófono hasta la perrita.

La transmisión comenzó a hacerse en cadena, con un presentador en estudios centrales, más las tomas en el vecindario. El efecto no se hizo esperar; la medición de audiencia -tan típica en Estados Unidos- evidenció un éxito inaudito, lo que llevó a transmitir rápidamente el evento para todo el estado.

Los quejidos de Daisy, las lágrimas de su dueña -que fue confianzudamente presentada ante las cámaras sin mayores escrúpulos como la Tía Nancy-, nuevas declaraciones del capitán Mc Allison, evocaciones confusas de Vietnam -que no se sabía por qué aparecían, pero que sin dudas despertaban interés en los televidentes-, comentarios de los vecinos, otros comentarios de los reporteros … todo se sucedía en una vorágine de imágenes deshilvanadas que, por misteriosos motivos de la psicología colectiva, concitaba cada vez más la atención general de los televidentes.

La idea de acercar un micrófono a Daisy fue de un efecto demoledor: casi instantáneamente, luego de salir al aire esos lamentos, se comenzaron a recibir llamadas telefónicas con contenidos de lo más diverso, desde compadecimiento hasta cólera, no faltando quien intentaba dar sugerencias prácticas para solucionar la situación. Hubo, igualmente, quien propuso sacrificar al animal, "para evitarle sufrimientos". Alguien también llamó sugiriendo nombrar a la perrita "símbolo de la resistencia nacional".

El cansancio comenzaba a hacerse notar en los bomberos. Era ya medianoche y el calor no cedía. Casi la totalidad de la población de New Shipping se había dado cita en las cercanías de la casa de Nancy para seguir de cerca los acontecimientos. Muchos, al mismo tiempo, los miraban también por la televisión. La Tía Nancy volvió a aparecer en las pantallas:
-Esto demuestra lo que podemos ser como gran pueblo, como gran país: un grupo que se une, que se da la mano para sacar adelante mancomunadamente una tarea en nombre del bien común-. Se sabía a sí misma mediocre oradora; en realidad sólo había hablado ante sus alumnos durante sus años de magisterio, pero jamás lo había hecho ante un gran público. Las circunstancias actuales, sin embargo, la envalentonaban. Los reflectores de los canales de televisión -ya no era sólo el de Raleigh; también habían llegado desde Washington- la estimulaban, la portaban más lejos de sus posibilidades. Le hubiera gustado seguir hablando sin límites, fascinada al escucharse, al saberse en esa situación.
Quien sufría, mucho, cada vez más, era Daisy. Sus gemidos eran captados por buena parte de la población noctámbula del estado. Había algo de indecible en toda la escena: los mismos periodistas, sin proponérselo, contribuían a profundizar un clima entre melodramático y de barato espectáculo de feria.
Mc Allison, acompañado del jefe de la otra brigada de bomberos llegada tiempo atrás: String, tomó finalmente la decisión de atrapar a la perrita con una red, y así bajarla del árbol. Iba siendo ya el amanecer, lo que le pareció una hora propicia para finalizar el rescate. "Buen trabajador, pasando la noche en vilo para cumplir con su deber", pensó. Así tendrían que verlo en la televisión, "era lo menos que se podía concluir de la faena desarrollada", razonaba.
Eran ya las seis de la mañana; el calor no se había ido en toda la noche, y ahora nuevamente comenzaba a arreciar. Una vez más aparecía el noticiero en las pantallas. Una vez más, también, la guerra de Vietnam ocupaba el primer lugar entre las noticias. En realidad no había mucha diferencia entre cómo se cubría esto y cómo se había encarado la historia de Daisy: lágrimas, algún capitán arreglándose los bigotes y contando historias heroicas, alguna Tía Nancy con chillona voz maestril dando vibrantes discursos…. Faltaban, eso sí, -elemento que en la transmisión nocturna en vivo había sido fundamental- los quejidos vietnamitas. Por cierto los de Daisy habían resultado conmovedores. ¿Quizá los de algún vietnamita no conmoverían tanto? Mejor no probar.
Alrededor de las seis y quince, siendo cubierta en directo, en una acción combinada entre los dos cuerpos de bomberos, se procedió a atrapar con una red a la pequeña perrita que, para ese entonces, estaba ya en situación de absoluto pánico. En la maniobra -"muy arriesgada, por cierto"- la pobre cayó al suelo, con tanta mala suerte que falleció en forma instantánea.

Por iniciativa de los vecinos, contándose igualmente con el aval de las autoridades municipales locales, se levantó un monumento recordatorio de la "graciosa, simpática y por siempre conmemorada Daisy" -tal como podía leerse en la placa que la evocaba-.
Tom, el sobrino de Nancy, también falleció. Tom, el bombero, tiempo después marchó al frente.
Nunca se supo bien quién fue el que la propuso ni cómo se arreglaron los pequeños detalles de implementación, pero a partir de la audiencia récord obtenida con los improvisados discursos de la "patriótica Tía Nancy" con ocasión de la transmisión en vivo durante las escenas del fallido rescate de Daisy, su imagen se tornó símbolo: tía de un soldado norteamericano caído, cada semana empezó a aparecer en la televisión hablando del sufrimiento de un familiar, pero más aún: arengando a ganar la batalla "superando el dolor". Meses más tarde recibió de manos de un delegado presidencial una medalla al honor. Claro, había un ligero error: en la dedicatoria decía "a la querida tía Daisy".

Tomado de “Nosotros, los mediocres”. Guatemala, 2004.

DEMOCRACIA Y SOCIALISMO EL FUTURO ENRAIZADO EN EL PRESENTE

DEMOCRACIA Y SOCIALISMO
EL FUTURO ENRAIZADO EN EL PRESENTE
ANEXO AL LIBRO: INVENTANDO PARA NO ERRAR
AMÉRICA LATINA Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
MARTA HARNECKER
ARTÍCULO INÉDITO
15 MARZO 2010


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Cuba lanza su propia versión de Wikipedia

 
 
 
 
Por: Agencias
Fecha de publicación: 13/12/10

La Habana, 13 Dic. 2010.- Cuba lanzará este martes su propia versión de Wikipedia, una enciclopedia online donde su enemigo ideológico Estados Unidos es descrito como el "imperio de nuestra época".

EcuRed (www.ecured.cu), inspirado en la popular enciclopedia online estadounidense Wikipedia, tenía este lunes 19.345 artículos de referencia, biografías y trabajos académicos en línea.

"Su filosofía es la acumulación y desarrollo del conocimiento con un objetivo democratizador y no lucrativo desde un punto de vista descolonizador", dice el sitio en su presentación.

La enciclopedia podrá ser consultada en Cuba por alrededor de 1,6 millones de personas con acceso a Internet o en la mayoría de los casos a una intranet de sitios aprobados por el Gobierno.

Las autoridades culpan de su baja tasa de conectividad al embargo comercial impuesto hace casi medio siglo por Estados Unidos, o, según EcuRed, "el imperio de nuestra época".

"Se ha caracterizado históricamente por despojar por la fuerza a otras naciones y países de territorios y recursos naturales para ponerlos al servicio de sus empresas y monopolios", dice la entrada sobre Estados Unidos.

EcuRed contiene una extensa biografía del líder cubano Fidel Castro, incluyendo su papel tras la enfermedad que lo apartó del poder en el 2006.

"Hoy escribe y participa en la lucha de ideas a nivel mundial. Por su autoridad moral, influye en importantes y estratégicas decisiones de la Revolución", dice.

También hay un artículo sobre su hermano, el presidente Raúl Castro, a quien EcuRed presenta como "combatiente revolucionario, dirigente político, estadista y jefe militar".

"Ha contribuido con relevantes aportes a las luchas del pueblo cubano en defensa de su soberanía e independencia", dice sobre Raúl Castro.

EcuRed no menciona las reformas económicas introducidas este año por Raúl Castro para actualizar el modelo socialista cubano y que están siendo objeto de un debate nacional.

http://www.ecured.cu/index.php/P%C3%A1gina_Principal
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...