Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

lunes, 5 de diciembre de 2011

Estados Unidos afianza control sobre Administración Funes

Por Roberto Pineda

En el frágil y cambiante equilibrio de fuerzas que caracteriza a la Administración Funes, se ha producido una nueva ruptura, esta vez con la fuerza política que sostiene al gobierno, con el FMLN, partido que en  menos de seis meses ha perdido dos posiciones estratégicas, en junio la de Gobernación y hoy en noviembre, la de Seguridad Publica. También en junio pasado, en el caso de Victoria de Avilés, fue la ANEP la que solicitó la destitución de la funcionaria como Ministra de Trabajo por su rechazo a autorizar la propuesta empresarial de 12 horas de jornada laboral.

Y puede ser que esto sea solo el comienzo, la punta del iceberg.  Es un golpe serio al proceso de acumulación de fuerzas seguido por la izquierda desde su llegada al gobierno. A continuación evaluaremos algunos elementos que explican a nuestro juicio esta nueva correlación de fuerzas.

Un nombramiento a la medida de Washington

La renuncia de Manuel Melgar y el dilatado nombramiento de David Munguía Payés es la última jugada de una estrategia iniciada desde antes que asumiera Mauricio Funes la presidencia. Forma parte de la necesidad que tiene los Estados Unidos de desplazar al FMLN de posiciones de poder real y permitirle exclusivamente puestos decorativos e irrelevantes.

El mando sobre la PNC es el níspero de la discordia. Los Estados Unidos necesitan una conducción estratégica y jefaturas territoriales en la Policía Nacional Civil que respondan a sus intereses globales así como a sus planes regionales, de las ya numerosas agencias estadounidenses que funcionan en el país. El control USA sobre la PNC afianza significativamente el control USA sobre el Gobierno Funes. Y seguramente no estarán conformes hasta asegurar este control y extenderlo hacia la OIE.

Para EE.UU, el éxito o el fracaso en  la compleja tarea de combatir la delincuencia y el narcotráfico son secundarios con respecto a la necesidad de garantizar el mando de la PNC. Es un problema de naturaleza política disfrazado como problema de seguridad publica. Washington avanza, toma la iniciativa, construye y fortalece alianzas. Este es el aspecto principal de la actual situación.

Un FMLN golpeado por el presidente Funes

Por otra parte, el matrimonio entre el FMLN y el Presidente Funes concluye este año 2011 con una fuerte pelea e incluso se oyen voces que hablan de un pronto divorcio. Luego de varios meses de tranquilidad doméstica, da la impresión que al Presidente Funes ya no le interesa escuchar ni mucho menos complacer a uno de sus principales aliados. Y abiertamente proclama que va a gobernar con un FMLN “cercano o lejano.”

El arrebatarle al FMLN los mandos primero sobre Gobernación y luego sobre Justicia y Seguridad, es someterlo públicamente a una humillación. Es golpearlo ante las cámaras de televisión. Atrás han quedado las promesas del largo noviazgo que sostuvieron desde que anunciaron la candidatura presidencial en un ya lejano acto en el estadio Cuscatlán. Las realidades del matrimonio se han encargado de poner las cosas en su lugar.

Y si bien el FMLN le ha cumplido fielmente al presidente Funes sus deberes conyugales de llevarlo a la presidencia con sus votos, y de proveerle respaldo político en la Asamblea Legislativa y en el Movimiento Popular, parece ser que el otro pretendiente, el siempre presente y poderoso, ha sido el que en realidad ha logrado garantizarle pagar las abultadas cuentas de sus gastos. Y esto pesa en la balanza política.

Lo único que permitirá recuperar el amor perdido será el resultado de marzo de 2012. Si el FMLN sale fortalecido de las legislativas y municipales del 2012 y todo parece indicar todavía que así será, el presidente Funes tendrá que meditar seriamente sobre sus acciones para agradar nuevamente a su pareja matrimonial. Si los resultados no son significativos para el FMLN,  el distanciamiento se ahondara irremediablemente.

Lo sueños del General Munguía Payés

La cultura política salvadoreña es un cultura caudillista y autoritaria. Los Acuerdos de Paz de 1992 únicamente han modificado los aspectos más notorios de esta realidad. Tanto en la derecha como en la izquierda predomina un estilo de hacer política heredado de muchas décadas de autoritarismo imperial, oligárquico y militar.

En la mente de los sectores populares existe con fuerza la idea religiosa que solo un redentor podrá salvarlos. Y todavía quedan ancianos y ancianas que hablan con emoción de la época del General Martínez, como una época en la que a los ladrones se les “cortaban las manos.”

Los dictadores a lo largo de nuestra historia se han aprovechado y a la vez han consolidado esta concepción del mundo. Y para un sector de la población es en la institución armada que se encuentra la llave para resolver el problema de la delincuencia, “si los políticos los dejan actuar.” Los principales medios de comunicación se encargan de divulgar y mantener esta idea vigente.

Y parece ser que los Estados Unidos han encontrado el personaje adecuado para este papel de “salvador.” Y parece ser que el general David Munguía Payés ha leído el libreto y esta dispuesto a “sacrificarse por la Patria.” Y parece ser que al presidente Funes lo han convencido de la conveniencia de esta acción. Y de ribete, hasta los poderosos caballeros de la ANEP están  dispuestos a respaldar esta santa cruzada de este nuevo Cid campeador, que va a jugarse su honor de soldado en el altar del deber. Ad astra per aspera.  Quizás sería mejor decir: audentes fortuna iuvat.

Una ANEP humillada que busca levantar cabeza

La decisión de sustituir en mayo de este año al “blando” Carlos Araujo Eserski por el “duro” Jorge Daboub como presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada, ANEP,  obedeció a la necesidad en aquel momento de oponerle al presidente Funes y al FMLN un enemigo más que un adversario y de tensar las relaciones al máximo. La opinión dominante era que mediante esta táctica se lograría unificar al empresariado, arrinconar a Funes y desprestigiar al FMLN.

No sucedió así. Al final el presidente Funes mediante su “alianza estratégica” con los Estados Unidos logró salir adelante con su proyecto e incluso logró incorporar a destacados personajes del mundo empresarial al Asocio para el Crecimiento (PfG). Y lo que es más importante, el presidente Funes logró aislar a la ANEP y excluirla formalmente de estas iniciativas estratégicas. No sería extraño que tanto Daboub como Cardenal de la CSCI paguen altas facturas por sus reiterados fracasos en “confrontar al rey.”

Un presidente Funes desafiante y seguro

El presidente Funes parece que continua montado en la ola de popularidad que lo llevo a  la presidencia, al menos es lo que dicen los de CID-Gallup. En abril le apuntaron un 83% y hoy en noviembre un envidiable 72%. Esto lo convierte en un presidente con muy buena salud política, a mitad del camino de su gestión. Ni el desempleo crónico ni la delincuencia galopante ni el alto costo de la vida parecen afectarle.

Esto lo convierte a los ojos de la Administración Obama en un aliado confiable. Un presidente que llega al gobierno sobre las espaldas de un ex movimiento guerrillero y que ya en la presidencia, siguiendo los consejos de su mentor Lula, se dedica a predicar cambios sin cambiar nada.  Pero regala útiles y uniformes escolares.

El presidente Funes continúa su marcha desafiante y seguro, con la confianza que su voluntad pesará fuertemente a la hora de decidir la continuidad de este peculiar proceso, seguramente luego de las elecciones de marzo del próximo año. Cuenta con el respaldo de la Administración Obama, aunque los republicanos le nieguen el plácet a su emisaria Mari Carmen Aponte; de una debilitada pero activa Unión Europea.

De sus queridos amigos y patrocinadores de capital árabe-salvadoreño; del respaldo obligado tanto del minúsculo CD como del poderoso FMLN, de la simpatía interesada de GANA, PDC y PCN, y hoy de la complicidad pragmática de un sector estratégico del capital oligárquico así como del respaldo agradecido del capital transnacional. Y last but no least,  el apoyo agradecido de la Fuerza Armada porque les “sacudió” a Munguía Payés.

Un movimiento popular silenciado y paralizado

Esta semana se han realizado algunos movimientos reivindicativos, en Educación, Salud, Hacienda. Son actos esporádicos. Seguramente lo mismo sucederá a principios del próximo año y antes de las elecciones de marzo. No existe una estrategia unificada ni un centro único que sirva de referente de la protesta popular. La atomización, raquitismo y falta de perspectivas sigue siendo el sello del movimiento popular y social.
Esto explica que el proyecto popular que triunfó en marzo de 2009, montado sobre una arrolladora movilización popular y una amplísima alianza de fuerzas, hoy se encuentra silenciado y paralizado, ahogado por la fuerza del imperio.

Perspectivas futuras

La clave sigue siendo la movilización popular. Si el país sigue paralizado por el miedo, el desencanto y la apatía el actual proyecto popular habrá caducado. No tuvo la fuerza suficiente para continuar marchando. Esta es una amenaza vigente. La fuerza de la izquierda política no es suficiente, se necesitan dos motores, el político y el social. No obstante esto, objetivamente este es un escenario muy difícil de realizar. Existen otros tres más adecuados a la realidad.


El curso de acción más conveniente y a la vez el más probable para este singular matrimonio entre el presidente Funes y el FMLN es el de reducir los tensionamientos y evitar que interesadas fuerzas externas determinen el rumbo del proceso. Se necesita una buena dosis de madurez de ambas partes para alcanzar este resultado que les permitirá enfrentar los desafíos de la  segunda mitad de la gestión. Ambos saldrían beneficiados con este acuerdo.

El tercer escenario es el de una situación de recriminaciones permanentes y acusaciones públicas, como el que vivimos en este momento, que genere desgaste mutuo y solo beneficie a la derecha. Es una dinámica de quejas cruzadas y criticas destructivas que se va escalando hasta llegar al divorcio.

Un tercer escenario es la valoración que es mejor vivir separados y dar paso a la ruptura, al divorcio. El presidente Funes pensara que cuenta con la fuerza política para sobrevivir sin el FMLN y el FMLN pensara que le hace más daño que bien seguir amarrado a un proyecto pro-imperial altamente perjudicial para el país. Esto es una posibilidad remota, pero que no hay que descartar. El libro de la realidad se encargara pronto de mostrarnos cual es la hoja de ruta predominante.-

Desaparición forzada de personas en Latinoamérica: Efectos que aún persisten


Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS.info)

“Nuestro principal enemigo es el miedo”
Domitila Barrios

La guerra como “catástrofe” humana

De acuerdo al Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis, se entiende por trauma psíquico un “acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la incapacidad del sujeto de responder a él adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica. (…) Se caracteriza por un aflujo de excitaciones excesivo, en relación con la tolerancia del sujeto y su capacidad de controlar y elaborar psíquicamente dichas excitaciones” . Es decir, cuando la vida de una persona está en riesgo, es altamente probable que queden secuelas psicológicas, en muchos casos crónicas, debido a ese cúmulo de estímulos externos de difícil o imposible procesamiento.

Son diversas las experiencias traumáticas que pueden estar en la base de esa dinámica; por lo pronto, son todas aquellas donde la propia vida está en peligro: accidentes graves, violaciones sexuales, amenazas de muerte. De entre todas estas situaciones, la guerra es una de las peores, de las más dramáticas. Lo es, porque distintamente a lo que puede ser un evento natural que también produce muerte y destrucción –una catástrofe como un terremoto, un huracán, etc.–, o el envejecimiento y la cercanía del fin como proceso natural mismo, no hay en la guerra una explicación racional que pueda dar cuenta de ella, que permita procesarla, asimilarla en el orden de las cosas esperables. La pregunta sobre su porqué tiene siempre un nivel de insondable para quien la padece.

En comparación con las otras agresiones traumatizantes arriba citadas, la guerra tiene características especiales que la hacen más inmanejable, más irracional. ¿Por qué de pronto otro semejante, sin que medie motivo alguno, viene a matarme? ¿Por qué en la guerra se destruye toda obra civilizatoria, se echa abajo lo que costó tanto sacrificio ir edificando con paciencia? ¿Por qué otro humano me hace todo eso sin que siquiera lo conozca? La sinrazón es lo que la define: la guerra, para quien la sufre, no tiene explicación lógica, es una invasión masiva sin sentido.

Los cambios psicológicos a los que debe someterse quien es parte de una guerra son grandes, inmanejables a veces; los paradigmas éticos, el sentido de la vida, la afectividad, todo ello se ve resentido, y muchas veces la magnitud de todo eso tiene un valor de transformación tan enorme que se torna un problema para quien lo experimenta, pues no lo puede procesar.

Matar a otro semejante, según todas las construcciones morales de las distintas culturas, está prohibido en la vida cotidiana. En la guerra, sin embargo, esa interdicción básica cae y la situación fuerza a matar. Es más: la dinámica imperante obliga imperiosamente a hacerlo, porque si no, corre riesgo la propia vida. El otro de carne y hueso se despersonaliza y deja de ser un semejante para transformarse en “el enemigo”. No hay sujeto con rostro humano: hay sólo enemigo amenazador al que hay que atacar. La “normalidad” de las relaciones humanas cambia drásticamente; ahora lo normal, lo aceptado tradicionalmente, se esfuma, cambia de pronto dando paso a nuevos valores. Hacer ese pasaje en términos psicológicos implica un gran esfuerzo, que no siempre se puede cumplir exitosamente.

Toda la configuración subjetiva de la cotidianeidad que se entiende como normal cambia dramáticamente, y el otro no sólo puede ser eliminado sino que, forzosamente, debe ser eliminado. Más aún, durante la guerra cuantos más “enemigos” se eliminen, mejor. Las medallas al honor las reciben los “héroes de la patria”, es decir, quienes más enemigos eliminen, quienes más maten. No hay duda que esos hechos sangrientos no se consideran asesinatos; si así fuera, quienes los comenten serían asesinos, transgresores de una ley. Lo curioso es que durante la guerra nadie es considerado tal sino, por el contrario, un héroe. La guerra premia la acción de matar. Es obvio que el cortocircuito en juego en todo ello no es pequeño, y en general no es fácil salir airoso de esa circunstancia.

Todo lo cual se agrava con lo que sucede una vez terminada la guerra, dado que esa agresividad puesta al servicio del exterminio por el cual se premia y se reciben honores, de buenas a primeras debe clausurarse y nuevamente la muerte del otro pasa a estar prohibida.

Entrar y salir a todas esas reconfiguraciones subjetivas nunca es gratuito, nunca pasa de forma intrascendente. Al contrario: casi con seguridad, deja marcas. Dicho de otro modo: la guerra, el evento más tremendo en donde la propia vida está en juego y en donde caen los paradigmas éticos de los tiempos de paz, en mayor o menor medida, siempre produce secuelas psicológicas. En tal sentido, es un modelo único de trauma, quizá el más trágico, pues la totalidad de la subjetividad se resiente, y siempre en forma duradera.

Las guerras “sucias”

La guerra, al igual que otras actividades humanas, ha evolucionado a lo largo del tiempo, se ha perfeccionado, ha ido haciendo uso de las tecnologías más avanzadas de su momento. En ese sentido pude decirse que recorrió un camino desde las confrontaciones cuerpo a cuerpo, en igualdad de condiciones y con armas equivalentes (garrote-garrote, arco-arco, fusil-fusil), hasta la que hoy es llamada guerra moderna, guerra total, que es un enfrentamiento asimétrico y no de equivalencias o, como la consideran actualmente algunos teóricos del arte militar: guerra de cuarta generación.

De la mano de los cambios tecnológicos que le dan forma, también sus reglas, enunciados y la ética que la acompaña han cambiado y se han ido adaptando a esos cambios técnicos y a las condiciones y grados de poder de los combatientes. Así, por ejemplo, armas de fuego = guerra en línea; aviones = guerra de trincheras; fuerzas no equivalentes = guerra de guerrillas; guerra de guerrillas = guerra contrainsurgente.

Las primeras confrontaciones entre tribus fueron transformándose en conflictos bélicos entre dos o más grupos que se enfrentaban por razones económicas, políticas o ideológicas, y su objetivo final era vencer al enemigo para adueñarse de sus tierras, esclavizarlos o capturarlos dentro de su área política de influencia o imponer un determinado sistema ideológico-político. Las guerras se desarrollaban en el campo de batalla y se estima que entre el 80 y el 85% de las muertes eran de combatientes, en tanto que sólo entre el 15 y el 20% correspondía a población civil.

Las guerras del Siglo XX fueron cambiando más profundamente, tanto en la forma de hacerla (aspectos técnicos), como –seguramente lo más dramático– en la forma de justificarla. Es en ese contexto que surge aquella idea de “en la guerra la primera víctima es la verdad”. Después de la Segunda Guerra Mundial, las reglas de la guerra tantas veces analizadas y discutidas fueron cayendo en desuso; las formas también se modificaron y, a la par, los enunciados que las promueven y hacen su apología. De esa cuenta, ya llegados a fines del Siglo XX pudo llegarse a la infame locura teórica de “guerras preventivas”.

Veamos tres ejemplos de las guerras modernas: 1) en el caso de la llamada “guerra remota” se trata de enemigos distantes a los que nunca se llega a ver de cerca y que se constituyen simplemente en “blancos” de la acción militar, olvidando su humanidad; 2) en la “guerra preventiva” toda lógica se rompe al determinar que la única forma de prevenir que se haga la guerra es haciendo una guerra previa; y, 3) en la llamada guerra total, guerra contrainsurgente o guerra sucia, se violentan los principios antes expuestos y, más que nunca, se sobreponen los intereses particulares de un grupo sobre el derecho humano a la vida. En esta última modalidad, lisa y llanamente “vale todo”.

Las guerras modernas pueden desarrollarse o no entre dos Estados, pero es cada vez más frecuente que se trate de conflictos entre grupos al interior de un mismo Estado. Si bien las razones del enfrentamiento son las mismas (económicas, políticas, culturales o ideológicas: es decir, reacomodos en torno al poder) ya no se desarrollan en el campo de batalla sino en todos los ámbitos de la vida social. Las cifras que prevalecían para la pérdida de vidas humanas se han invertido; hoy, a partir de las nuevas doctrinas militares, se estima que entre el 15 y el 20% de las muertes son de combatientes, mientras que entre el 80 y el 85% corresponden a población civil, no involucrada directamente en el conflicto.

Si bien la guerra es siempre la negación misma del hecho civilizatorio, de la normal convivencia apegada a normas sociales, la forma que ha ido adquiriendo hacia las últimas décadas del Siglo XX presenta características muy peculiares; si algo la define, es su total y más absoluta deshumanización. Entiéndase bien: las guerras nunca son “amorosas” precisamente; pero lo que vamos viendo en estos últimos años, no como circunstancia azarosa sino como doctrina militar fríamente concebida, académicamente pensada, es una guerra que ya no distingue entre enemigo y población no combatiente, una guerra que echa mano de los recursos más arteros que anteriores instrumentos jurídicos internacionales (las Convenciones de Ginebra, por ejemplo) prohibían. Guerras, en definitivamente, que se fundamentan en ser “tramposas”, tortuosas, engañosas. Guerras “sucias”, básicamente.

Sólo en ese clima de militarización extrema y justificación de todo (léase: fundamentos de la cultura de la impunidad) es que pueden surgir armazones teóricos que promueven la creación de “máquinas de matar”, tales como los grupos élite de los que hoy día van disponiendo las fuerzas armadas de casi todos los países. Grupos preparados para toda tarea, que lo mismo pueden manejar explosivos como una computadora, saber de primeros auxilios o entrenados para resistir las circunstancias más terribles, por ejemplo la tortura. Soldados, valga decir, que son parte de las estrategias que mantienen prácticamente todos los Estados actuales y que tangencialmente –no se tome esto como macabro chiste de humor negro– viene a demostrar que el Estado, cuando quiere, sí puede ser eficiente, contrariando las modernas tesituras neoliberales que lo ven irremediablemente como incapaz.

Fundamentos de las guerras sucias

La doctrina militar contemporánea en relación a las así llamadas gerras sucias, en Occidente llevada a su punto máximo por las academias estadounidenses, se nutre de lo desarrollado por el francés Roger Trinquier a partir de la experiencia de la tristemente célebre guerra de Argelia, desde donde enunció las tesis de esta modalidad bélica moderna, estructurada sobre los siguientes ejes:
La clandestinidad: La represión se basa en el ocultamiento de los centros de detención, desaparición de personas y eliminación de los cuerpos. Uso de personal militar vestido de civil, formados en comandos y recorriendo de noche los centros urbanos en busca de víctimas o sospechosos.

La moralidad estrecha: La construcción de un “enemigo interno” bajo un marco moral tan rígido y reducido que posibilita la persecución de cualquier acto calificado como desviación o crítica política, y en consecuencia, cualquier desviación debe ser perseguida y eliminada.

La presión psicológica: Concepción por la cual la guerra se hace en todos los ámbitos de la vida social. Los espacios de la vida cotidiana pueden ser invadidos a través de una guerra psicológica que se transforma en una herramienta privilegiada. Se practica para “ganar los corazones y las mentes de quienes están siendo violentados”. Se desata una “guerra preventiva” que pretende influir sobre la “conciencia social”. Los medios de comunicación, en esa lógica, cobran una importancia decisiva.

La ilegalidad: Aunque no enunciado explícitamente, el modelo expone que “cuando el poder político está en peligro, los militares son los únicos que disponen de medios suficientes para establecer el orden y, en una situación de emergencia, la ley es un obstáculo”. En América Latina sabemos amargamente que esto fue una realidad por décadas, costando muertos y desaparecidos en cantidades industriales.

Si se revisan los registros y documentos existentes en varios de los países latinoamericanos que dan cuenta de las guerras contrainsurgentes de estos últimos años, puede observarse cómo la respuesta de los Estados se ciñó, paso a paso, a lo establecido en las enseñanzas de Trinquier. Los actos de desaparición forzada son ejecutados conforme a los pasos del manual: 1) persecución de una persona concebida desde una perspectiva ideológica como un enemigo interno; 2) una detención ilegal; 3) entrega del detenido en algún centro de detención clandestino; 4) ocultamiento ilegal de la víctima; 5) Presión psicológica ejercida sobre la familia, el grupo de pertenencia del desaparecido y el colectivo social a través del discurso oficial estigmatizante e ideologizante y las técnicas publicitarias empleadas. En Argentina, por ejemplo, en el medio de la sangrienta dictadura iniciada con el golpe de Estado de 1976 y ante la ofensiva de los organismos de derechos humanos reclamando por las personas desaparecidas, los militares, además de organizar el Mundial de Fútbol en 1978 como cortina de humo, sacaron el lema “los argentinos somos derechos y humanos”. ¡Buenos alumnos de las academias estadounidenses!, por cierto.

Cuando se plantea que la guerra debe hacerse “en todos los ámbitos”, para desastre del ser humano, la psicología se transforma en una herramienta más de la guerra. La mente humana es un blanco más al que van dirigidos los mensajes bélicos. Y en ese sentido, la población que recibe los ataques está siempre desarmada, desamparada; más aún: ni siquiera sabe que está siendo blanco de ataque.

La presencia de la guerra hoy: los desaparecidos

Los planes de ajuste estructural que se siguen sufriendo en la región latinoamericana al día de hoy se asientan en el camino que prepararon las dictaduras militares de algunas décadas atrás. La falta de reacción que aún se padece (sin negar que, por supuesto, hay reacciones, muchas y variadas, con experiencias riquísimas sin dudas) tiene que ver con el miedo que aún está instalado en las poblaciones. El estado de derecho, el primado de la ley, después de esa pedagogía del terror y de la impunidad sin límites que fueran las guerras sucias, más allá de la declaración formal de una institucionalidad por lo demás bastante débil que caracteriza las actuales “democracias de baja intensidad”, premia la impunidad. La situación de explotación económica y de precarización laboral que vivimos encuentra en esa pedagogía del terror buena parte de su explicación.

Entre algunas de las prácticas perversas que tuvieron lugar en esos oscuros años de nuestras historias en los distintos países de la Patria Grande, la desaparición forzada de personas fue un mecanismo que aún sigue estando presente en la conciencia de la población, aterrorizando, sirviendo como una perversa escuela y recordatorio de la muerte y del silencio. Los desaparecidos siguen siendo una de las heridas abiertas de las sociedades latinoamericanas. Para toda la región se contabiliza un total de 108.000 personas desaparecidas, siendo Guatemala (con 45.000, el 41% del total) y Argentina (con 30.000) quienes encabezan la lista.

La desaparición forzada de personas es un delito de lesa humanidad; así lo consignan tanto la Asamblea General de Naciones Unidas, en 1992, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos –OEA– en 1994. Por tanto, son delitos imprescriptibles.

En todos los Estados latinoamericanos que durante los años de la Guerra Fría desarrollaron estrategias de guerra contrainsurgente amparados en la Doctrina de Seguridad Nacional y combate al enemigo interno (es decir: sectores de la misma población), la desaparición forzada de personas jugó un papel importantísimo. Sirvió para inmovilizar a las poblaciones civiles, aterrorizándolas, enviándoles mensajes de control y de inocultables llamados a la desmovilización.

En concreto, la desaparición forzada de personas es “un acto de violencia extrema, cometido por agentes del Estado o por personas autorizadas por éste, que se constituye a partir de la captura ilegal, el ocultamiento deliberado de una persona y la consecuente pérdida de su presencia física (o material), sin que exista la posibilidad de establecer con certeza las circunstancias que determinan su “no presencia física”. Las condiciones de persistencia e incertidumbre que la acompañan hacen de ella un sutil instrumento de tortura con las consiguientes secuelas físicas y severas alteraciones a nivel del psiquismo individual y colectivo. La práctica sistemática de la desaparición forzada implica la alteración de los sistemas de relaciones sociales y el implantamiento del terror”.

En cualquier ámbito que tuviera lugar el hecho, urbano o rural, una vez desaparecida la persona su suerte era totalmente incierta. En eso consistía justamente el valor político-ideológico-cultural del mecanismo: enviaba un mensaje a la población absolutamente aterrorizador. Si estas estrategias bélicas pueden ser llamadas “sucias” es justamente por prácticas como esta: son perversas, arteras, siniestras. De hecho, ninguna guerra deja de serlo, pero en esta modalidad lo que se busca fundamentalmente no es tanto eliminar enemigos físicos sino controlar a poblaciones enteras. Las desapariciones forzadas de personas (adultas o de niños, varones o mujeres, eso no importa), son un elemento principal de esas estrategias.

Está demostrado que la desaparición física de alguien sin que se sepa fehacientemente qué suerte corre, sin que aparezca luego su cuerpo confirmando que sí, efectivamente, murió, todo ello produce alteraciones diversas en los allegados (familiares, amigos), que quedan en una espera eterna. El mecanismo en cuestión que utilizan las fuerzas que producen la desaparición, por tanto, es sumamente perverso: sirve para paralizar a toda una población dejándola en una situación de duelo no resuelto eterno.

La desaparición de un familiar/amigo/allegado es altamente nociva para la psicología de quien queda en esa espera enfermiza. Los efectos psicológicos son diversos; sólo a título descriptivo pueden citarse:

Sentimientos de culpa por la pérdida (activándose una serie de fantasías de autoincriminación por “no haber hecho lo suficiente por haber impedido el hecho”)

Tristeza profunda

Episodios de depresión reactiva y/o estados de depresión profunda

Duelos patológicamente alterados (duelos que nunca terminan, que sólo pueden finalizar el día que hay una confirmación sobre la suerte corrida por el desaparecido)

Trastornos psicosomáticos (problemas gastrointestinales, insomnio, inapetencia, cefaleas, estados de ansiedad difusa)

Sentimiento de fatalidad e impotencia

En algunos casos, desorganización psicológica (estados confusionales, pensamiento monotemático y recurrente centrado en la figura del desaparecido, eventuales pérdidas de ubicación en tiempo y espacio)

En algunos casos, estados de hiper excitación acompañados de hipersomnia.

Pero además, sin quitarle el más mínimo valor a estos efectos sufridos a título individual por los familiares/allegados directos de las personas desaparecidas, hay otro tipo de efectos, que son las consecuencias colectivas, las secuelas transgeneracionales. Es decir: todo aquello que esta estrategia de guerra sucia deja en el imaginario social, en la conciencia colectiva de una comunidad. Dicho en otras palabras: el fomento del terror y la consecuente cultura de la impunidad que ello va generando. Por lo pronto, llamamos “desaparecidos” a quienes en verdad son secuestrados. Esa es una demostración palmaria de cómo actúa esa perversa pedagogía del terror. Nadie desaparece solo, nadie se esfuma: lo desaparecen, que no es lo mismo.

Efectos colectivos aparejados: cultura del silencio, de la desidia

Este es el ámbito donde pueden verse los efectos más profundos en tanto construcción ideológico-política de las guerras sucias, de las estrategias contrainsurgentes que barrieron prácticamente toda Latinoamérica en décadas pasadas. Cada una de las prácticas desarrolladas en estas estrategias de intervención estuvo calculada, buscando generar respuestas a mediano y largo plazo. Guerra psicológica, en definitiva, que con el empleo planificado de acciones que sirven como “propaganda”, como promoción de un mensaje (freno al “comunismo internacional que quería adueñarse de estas tierras”), están orientadas a direccionar conductas colectivas en la búsqueda de objetivos de control social. “Ganar los corazones y las mentes de quienes están siendo violentados”, como decíamos cuando hablábamos más arriba de los fundamentos de las guerras sucias.

Desparecer, secuestrar, mantener ilegalmente a niñas y niños en cautiverio o hacerles adoptar una nueva personalidad, en algunos casos como “botín/recuerdo” de las acciones bélicas (habrá casos incluso donde fueron mercadería para la venta a extranjeros, producto comercializable para adopciones ilegales, etc.), hacer aparecer algunos cadáveres de desaparecidos mutilados dejando ver que fueron torturados, permitirse hacer todo eso no es sino una forma de ratificar la impunidad dominante. A partir del mensaje en juego –“la vida del colectivo está en manos de quienes la dirigen militarmente, quienes obligan a pensar de una determinada manera”– lo que se pretendió buscar desde los grupos que controlaron el Estado durante años fue dejar la sensación que “hay que resignarse, nada se puede cambiar”. La impunidad, en tanto gran marco cultural que engloba todas las acciones de ese Estado contrainsurgente, queda violentamente ratificada como política, como modo de vida de los poderes fácticos. Y ante ello no queda sino la resignación. O, andando el tiempo, el silencio, el desencanto. El ámbito político se denigra, se rebaja. Conclusión: se consigue la apatía de las grandes mayorías.

No está de más recordar que es en este momento cuando comienzan a implementarse en toda Latinoamérica los planes neoliberales, los que, entonces, no habría más que aceptar pasivamente. Es en ese marco cuando una de las cabezas visibles del inicio de esas políticas en todo el mundo, la Primera Ministra británica Margaret Tatcher, pudo decir ampulosa: “no hay alternativas”.

Sin duda, el mensaje buscado se cumplió. O, al menos, se cumplió en un alto porcentaje. Los tejidos sociales fueron desarticulados y el terror como modo de vida quedó incorporado en la psicología de la sociedad latinoamericana, en todos los estamentos: rurales y urbanos, jóvenes y adultos, varones y mujeres. Los planes neoliberales que posteriormente se construyeron sobre este mar de sangre y este terror incorporado, funcionaron y siguen funcionando. La desarticulación de la protesta social se cumplió en muy buena medida.

Pero siempre hay esperanzas

Sin embargo, quedaron espacios para la reconstrucción de lo destruido por la guerra y por las estrategias de fondo que la alentaron. No caben dudas que los planes de capitalismo salvaje que se desataron sobre Latinoamérica en estos últimos años siguen presentes. Quizá hoy ya no se habla tanto de ellos, no se lo visualiza como demoníacoas porque pasaron a ser parte de nuestra realidad: se normalizaron, se institucionalizaron. Decir que fracasaron es, quizá, una exageración. Por supuesto no resolvieron ningún problema para las grandes mayorías, pero obviamente no estaban para eso. Para el gran capital global que los implementó no fracasaron de ningún modo. La precarización en las condiciones de trabajo y el aumento escandaloso de la brecha entre ricos y pobres transformó a la región en la más injusta del mundo, diviendo nuestras sociedades en ghettos cerrados de ultra adinerados –defendidos por ejércitos de guardaespaldas y con vehículos blindados– sobre pobres cada vez más pauperizados.

Esto ya se hizo absolutamente crónico, dejando muy pocas salidas: las luchas sindicales han ido quedando como piezas de museo, y la resignación generalizada hace aceptar condiciones laborales infames. Una de las pocas salidas para innumerables latinoamericanos es la huída de sus países rumbo a la supuesta prosperidad del Norte, Estaods Unidos básicamente, y en estos últimos años también en muy buena medida Europa. Pero esas no son salidas sino sólo reacomodos coyunturales que apenas ayudan a paliar la pobreza.

Los movimientos sociales quedaron bastante golpeados, y aún no terminan de rearticularse. Las izquierdas políticas han tenido que modificar –suavizando– sus idearios revolucionarios de algún tiempo atrás. Su participación en los mecanismos legales del entramado político del sistema ya se aceptó como irrevocable. De hecho, con propuestas siempre light, ha podido llegar a ser gobierno en más de alguna ocasión, propiciando “rostro humano” para supuestos “capitalismos serios”. Definitivamente, la derrota para el campo popular y el pensamiento político de izquierda fue grande. Se le hizo retrotraer varias décadas. Son raras las propuestas abiertamente anticapitalistas. El miedo sigue instalado.

Conclusión obligada de todo esto: las nuevas guerras sucias libradas años atrás con la desaparición forzada como una de las principales tácticas, dio resultados que aún siguen vigentes. Pero la historia no está terminada. Si bien las técnicas militares se refinan día a día y este mecanismo de la desaparición cambió profundamente el sujeto político de estos años volviéndolo apático, la injusticia sigue estando. Y eso, quiérase que no, continúa siendo un motor que lleva a la sublevación. En definitiva, la historia humana, nos guste o no, es la historia de los conflictos sociales. Las luchas de clases, aunque hoy no se hable mucho de ello, sigue estando presente minuto a minuto. La desaparición forzada de personas constituye su sangriento recordatorio.

Si vemos la historia de estos años luego de concluidas las guerras contrainsurgentes de la región, el panorama no es muy esperanzador para el campo popular. Pero de todos modos siempre sigue reaccionando. Quizá sin una clara direccionalidad, sin programa específico, muchas veces sin conducción; pero la protesta sin embargo no ha desaparecido. Se podrá hacer desaparecer gente, más no la injusticia. Y mientras haya injusticia, siempre habrá una cuota de esperanza para transformar esa realidad inequitativa. La historia de la humanidad es ese movimiento perpetuo de reacción contra las injusticias. El fantasma de los desaparecidos sigue asustando, pero la dignidad puede más que el miedo. Como dijo la dirigente indígena de Bolivia Domitila Barrios: “Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro”.

Bibliografía:
- Bermann Sylvia y otros. “Efectos psicosociales de la represión política”. Córdoba, 1994. Ed. Goethe-Institut.
- Comisión para el Esclarecimiento Histórico. “Guatemala. Memoria del Silencio”. Recomendaciones y Recomendaciones. Guatemala, 1999.
- Laplanche, Jean y Pontalis, Jean-Bertrand. “Diccionario de Psicoanálisis”. Barcelona, 1971. Ed. Labor.
- Martín-Baró, Ignacio. “Acción e Ideología”. San Salvador, 1990. Ed. Universidad Centroamericana Simeón Cañas.
- Radda Barnen de Suecia. “Restaurando la alegría. Diferentes enfoques de asistencia a la niñez psicológicamente afectada por la guerra”. 1996. Ed. Radda Barnen de Suecia
- Villagrán, Marina de. “La desaparición forzada. Una aproximación desde la psicosociología”. Tesis de Maestría. Guatemala, 2004.

Autor imagen: PRIMERA FUENTE

La noche de Mariona


Pau Coll

Elfaro.net 

La mañana del tres de noviembre de 1887 entraron los tres primeros reclusos a la Penitenciaria Central de La Esperanza, en su antigua ubicación en el centro de la capital. Desde entonces, la cifra de internos ha llegado a los 4.738 reos en el actual penal que fue mudado en 1972 al cantón San Luis Mariona, hombres que van desde asesinos múltiples hasta aquellos condenados por pequeños hurtos. Es de noche, después del encierro, cuando Mariona queda desnuda y muestra su infraestructura de película de terror.


La noche de Mariona from El Faro on Vimeo.


Ver también:
La cárcel de la vergüenza

Movimientos políticos y sociales centroamericanos reflexionan sobre recuperación de la memoria histórica y alternativas al modelo hegemónico


Movimientos políticos y sociales centroamericanos refleccionan, intercambian experiencias y se proponen articular luchas
Giorgio Trucchi | Lista Informativa "Nicaragua y más" Para Kaos en la Red |


Los días 2 y 3 de diciembre unos 50 representantes de diferentes movimientos políticos y sociales¹ del istmo centroamericano se reunieron en Managua, Nicaragua, para reflexionar colectivamente sobre la importancia de recuperar la memoria histórica de los pueblos, intercambiar experiencias sobre alternativas al modelo hegemónico existente, así como articular luchas comunes a nivel regional.

Galería de fotos

Durante el seminario² las organizaciones realizaron exposiciones sobre la situación que se vive en cada país de la región y las experiencias de luchas libradas en estos años. También se debatió sobre la necesidad de fortalecer vínculos y coordinar posibles acciones futuras.

“En nuestra región urge relanzar propuestas de transformación mucho más profundas. En este sentido, nos reunimos para reflexionar sobre qué se está haciendo en cada país, cuáles son las realidades que cada organización enfrenta y buscar elementos para elaborar estrategias comunes”, afirmó Mónica Baltodano, ex comandante guerrillera sandinista y actual diputada ante el Parlamento nicaragüense.

Uno de los enfoques más importantes fue la recuperación de la memoria histórica para la creación de alternativas de izquierda, tema que fue ampliamente tratado por la periodista y educadora popular argentina Claudia Korol.

“Para nosotros es muy importante estar aquí para poder escuchar la experiencia de cada organización y los esfuerzos alternativos que están haciendo. Además, pudimos explicar el significado que el golpe de 2009 tuvo para el pueblo hondureño y el resto del continente, así como el esfuerzo que estamos haciendo para refundar el país”, explicó Faustino Martínez, miembro del Fnrp (Frente Nacional de Resistencia Popular) de Honduras.

Perder la vida

Según Justo Sorto, miembro del Copinh (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), es imprescindible elaborar estrategias comunes para concientizar las bases acerca de sus derechos y la defensa de sus territorios y recursos naturales, articulando luchas desde las comunidades y los sectores populares.

“Es un modelo explotador que acapara territorios y entrega los recursos a la empresa privada. Necesitamos articular luchas porque perder nuestros recursos significa perder la vida”, afirmó el dirigente indígena.

La grave situación originada por el despojo de territorios, la expulsión de poblaciones, la militarización de la región, la implementación de megaproyectos hidroeléctricos y mineros, así como la expansión de los monocultivos y la creciente inseguridad alimentaria, fueron parte de las denuncias presentadas por las diferentes organizaciones, destacándose la grave situación que viven Honduras y Guatemala.

“Lo de hoy es un momento importante que se enmarca en los procesos de formación, organización y movilización que existen en cada uno de nuestros países en contra del modelo neoliberal. Seguimos apostando por una Constituyente originaria desde las perspectivas de las organizaciones populares “, aseguró Gloria Esther Castillo de Frenadeso (Frente Nacional por los Derechos Económicos y Sociales) de Panamá.

Para Zulma Larin, de la Red Sinti Techan de El Salvador, las organizaciones debemos aprovechar estos espacios para “abrir nuevos frentes comunes de lucha y hacer propuestas”, porque un cambio del modelo hegemónico implica “construir alternativas desde abajo, desde las comunidades”, afirmó.

Seguimiento

Al concluir las actividades y después de un amplio y franco debate, los representantes de las organizaciones presentes acordaron una agenda para darle seguimiento a este primer encuentro, evidenciando algunos ejes temáticos a desarrollar, tal como comunicación e información, encuentros internacionales, memoria histórica, formación de movimientos sociales y la regionalización de la lucha.

El seminario fue también ocasión para el lanzamiento oficial de la obra “Entre-Vistas”, cuya presentación estuvo a cargo de la ex comandante guerrillera guatemalteca y ex diputada Alba Estela “Lola” Maldonado.

Notas:

¹ UVOC (Unión Verapacense de Organizaciones Campesinas), Fundación “Guillermo Toriello”, FNRP (Frente Nacional de Resistencia Popular), COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), TR El Salvador (Tendencia Revolucionaria), Red Sinti Techan , DITSO, MAIZ (Movimiento Alternativo de Izquierda), Voces Nuestras, PAC (Partido de Acción Ciudadana), FRENADESO (Frente Nacional por los Derechos Económicos y Sociales), PAP (Partido Alternativo Popular), Pañuelos en Rebeldía, Fundación Rosa Luxemburgo-México y El Rescate.

² “Reflexión centroamericana sobre memoria histórica y alternativas al modelo hegemónico” organizado por Fundación Popol Na de Nicaragua y Fundación Rosa Luxemburgo de México


http://nicaraguaymasespanol.blogspot.com/2011/12/centroamerica-recuperar-la-memoria.html

EL SALVADOR / UN CANTO POR LA PAZ

Comunicado de las FARC al CELAC



Señoras y Señores

PRESIDENTES DE LA REPÚBLICA Y PRIMEROS MINISTROS

Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños CELAC

Caracas.

Apreciadas Señoras y Señores:

La trascendental reunión que ustedes celebran, con el propósito de dar formal nacimiento a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, se constituye en un importante acontecimiento.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo, FARC-EP, los saludamos, expresando nuestro deseo de que este emprendimiento se convierta en el punto de partida de un esfuerzo que encamine a las naciones latinoamericanas y caribeñas por la ruta de la unidad teniendo en cuenta los aspectos fundamentales de la concepción bolivariana.

Graves contingencias amenazan hoy por hoy no sólo el futuro de nuestro continente adolorido sino a todo el planeta, a la especie humana en su conjunto. La Tierra nos reclama acciones urgentes para frenar el desastre ambiental, soplan vientos de guerra nuclear, la economía mundial trastabilla y viejos intereses, en su exclusivo beneficio, imponen a los pueblos la carga de salvarla. Nunca como ahora se requiere el protagonismo decisivo de toda esa humanidad silenciada.

He aquí el significativo sentido de la unidad latinoamericana y caribeña, emprender el camino hacia el nuevo mundo que nos vetaron siempre el viejo continente y el imperio norteamericano.

Aprovechamos para expresar nuestra honda preocupación por la paz en Colombia, que es la paz del continente.
El rasgo característico de su persistente clase dirigente ha sido una extraña y atávica inclinación a solucionar los conflictos económicos y sociales por la vía de las imposiciones violentas. Ninguna de las largas y crueles dictaduras que en un pasado azotaron distintas naciones en este continente, cuenta en su haber con el aterrador número de víctimas de todo orden, producidas por el régimen colombiano tan solo en las últimas dos décadas.

Ello explica las dimensiones del actual conflicto armado interno, cuya conclusión parece prorrogarse indefinidamente en el tiempo. La paz nunca será fruto de rendiciones humillantes que contribuyan a atornillar aún más en el poder a los responsables de esta tragedia nacional, jamás cambiaremos los alzados el algo que permita que todo continúe igual.

Un diálogo con plenas garantías, de cara al país, al continente y al mundo, con participación popular, que modele una recomposición institucional y política, y que abra las compuertas a profundas reformas democráticas, es la fórmula que repetidamente hemos planteado las FARC y que aspiramos se haga realidad muy pronto.

Recientes acontecimientos, contrarios a los guiños entre bambalinas, revelan la nula inclinación del Establecimiento a considerar nuestra postura. En su lugar, insisten en su pérfida acusación de narcotraficantes y terroristas, pretexto que les asegura el incondicional apoyo de los Estados Unidos, revertido además en una creciente injerencia militar y política, muy conveniente a los intereses estratégicos de dominación continental y mundial de esa potencia.

En palabras del presidente Santos si no nos rendimos nos espera la cárcel o la tumba. Su oferta de recompensas en millones de dólares por la cabeza de los mandos guerrilleros, remoza los usos de las Coronas europeas contra los indígenas y esclavos negros rebeldes. No creemos osado pensar que en estos nuevos tiempos que nacen en América Latina y el Caribe, sus pueblos celebrarían como una gran victoria la conquista de una solución política en Colombia.

Nuestro abrazo patriótico y bolivariano para este verdadero Nuevo Mundo que grita basta y se echa a andar sin que ya nadie pueda detener su marcha de gigante.

SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL DE LAS FARC-EP

Montañas de Colombia, 1 de diciembre de 2011
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...