Saludos y bienvenida: Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida... Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos. Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos. Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más... A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado. Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia... Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos? Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista. No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente. Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo. Fraternalmente, Trovador

lunes, 13 de junio de 2016

El asco

 
 Virginia Lemus


Es 2011. Mi mamá, mi hermana y yo vemos Caso Cerrado en la sala. Una pareja de mujeres, cada una alrededor de sus 60 años, demanda por discriminación a un restaurante que las expulsó del local tras besarse. Mi mamá hace una mueca y dice "¡qué asco!". Mi hermana, entonces de 16 años, le dice que el amor no tiene nada de asqueroso. "Son dos mujeres haciendo eso en público. Claro que da asco". Yo acababa de descubrir que no soy heterosexual.

Me fui de su casa poco después.

Mi mamá no me odia. Yo sé que no. Desde hace mucho tiempo no me conoce, pero tampoco me odia. A veces me manda medicina para la migraña; otras, cebolla encurtida o sopa de pollo, esas cosas que de repente las mamás hacen. Ella no me odia, pero una parte de mí, la que suspira cuando ve a muchachas con faldas vaporosas, le asquea. Dos personas del mismo sexo amándose, besándose, tomándose de la mano le dan asco. Eso se llama homofobia.

La palabra es fuerte. Pienso en homofobia y la primera imagen en mi mente es la de un señor, abogado, quien a la salida de un foro sobre familias diversas me dijo que prefería que un menor viviese bajo tutela del ISNA a que fuese adoptado por una pareja homosexual. Eso es un homófobo para mí. El odio en los ojos del señor cuando le dije que cada vez que hablase sobre la aberración de la homosexualidad pensase en mi cara, en que existimos y tenemos un nombre, una vida. Eso es homofobia. Omar Mateen, el hombre que entró a una disca en Orlando y asesinó a 50 personas e hirió a otras 53 es un homófobo: su motivación para masacrar fue el asco que le causó ver a dos hombres besándose en una calle de Miami. Usar la palabra homofobia para hablar de mi mamá, he descubierto en el transcurso del día, me duele. Pensar que ella y el asesino de 50 personas tienen algo en común me duele: a ambos les asquea que exista gente homosexual, como yo.

La gente heterosexual normalmente no va a discas y, aunque lo haga, esos espacios no significan para ellos lo que significan para nosotros. Yo no soy una persona de fiestas y aun así me he sentido en casa en Scape, la primera disca en la que besé a una mujer. He bailado salsa en Manthra, en los brazos del hombre más hermoso que he conocido (es gay. Ha pasado por terapias de conversión. Él también asquea a su mamá). He llorado de felicidad en La Avispa, una disca de Costa Rica, mientras bailaba con una mujer que amaba. He llorado de felicidad abrazándola a ella mientras escuchábamos a Rihanna. A mi mamá le da asco mi felicidad. Quizá no a secas: le da asco que mi felicidad sea esa: abrazar a una muchacha. Quererla. Que ella me quiera a mí.

Yo soy una lesbiana con privilegios. Pude decidir no lidiar con ese asco. Pude decidir irme. Pude costear irme. Trabajo en un sitio con política de no discriminación. Puedo costearme, anímica y emocionalmente, tener una vida en la que hablar de mi orientación sexual es tan relevante como las opiniones de Mauricio Funes sobre cualquier tema nacional. Puedo decidir no lidiar con gente a quien esa parte de mí le asquea. Como el abogado del foro. Como mi mamá.

También soy una adulta con responsabilidades y preocupaciones y platos sucios y posicionamientos políticos. Uno de ellos es ser una marica visible y que habla abiertamente y con fervor juvenil de lo hermosa que es Eva Green. Eso le sirve más a otra gente que a mí; gente que de repente me sonríe de más y me habla titubeante para contarme que le gusta un muchacho y no sabe cómo distinguir si es gay o no. A mí me sirvió para entender que la familia no solamente es biológica: también puede ser familia la mujer trans que te abraza como si te hubiese conocido desde siempre cuando le decís que te ofrecés como voluntaria para la Marcha del Orgullo. Me sirvió para construirme una familia propia en la que caben mis hermanos biológicos, gente que brincotea en discas y parejas que llevan décadas juntas. Una en la cual mi orientación sexual no causa asco.

La palabra me sigue sonando fuerte. Pensar que mi mamá y el asesino de 50 personas refugiadas en un sitio en el cual pueden besarse y abrazarse y tomarse de la mano tienen algo en común es algo que me duele. No suelo pensar en mi mamá de este modo. Hace cinco años que no hablamos y ella quizá ya es otra persona; yo lo soy. Pero hoy desperté y lo primero que leí es nota tras nota tras nota de la masacre de la disca en Orlando y la motivación del asesino: el asco. Uno que conozco demasiado de cerca. Uno que yo elijo ignorar, pero que me persigue.

El Salvador es un país que ni siquiera trata de ocultar su capacidad de odiar. Odia al aficionado del Alianza, a quien vota por ARENA, al pandillero, a los días nublados, al cristiano evangélico (o al católico); a las nuevas Nucitas (saben a manteca) y al homosexual. Al culero, a la marimacha. El Salvador cree que tiene derecho a odiarnos, pero no sabe muy bien por qué. A veces trato de pensar que es un odio hipotético: quizá le repugne la idea del coito homosexual, pero no necesariamente Mario, el muchacho gay. Eso trato de pensar a veces; incluso agarro valor y persigo al homófobo del foro para que me explique en mi cara por qué piensa que yo no tengo derechos civiles. Luego veo el odio en sus ojos: un odio furibundo que lo consume a él, no a mí. Que le dispara la presión a él, no a mí, porque yo tengo el privilegio de saber que no tengo que aguantarlo. Que su odio es suyo y de su intolerancia, que no tiene nada que ver conmigo. Pero ese es un privilegio.

El odio es el mismo en quien se cruza de pasillo cuando ve a dos maricas en plena cita en Metrocentro, en la señora cincuentona que se asquea al ver un beso ficticio en la televisión y quien toma un AR-15 y mata a personas por tener una orientación sexual distinta a la suya. En mayor o menor medida, pero es el mismo. Todo empieza por sentir asco.

Mi mamá no me odia. Le escribe cartas a mi papá contándole qué ha sido de mi vida y la persona a quien describe no tiene nada que ver conmigo. No soy yo. Ella no sabe cuán definitivo fue el "¡qué asco!" que ella dijo desprevenida una tarde de 2011, frente a la tele. No sabe cuán feliz puedo ser cantando a gritos canciones de Rocío Dúrcal, las mismas que ella canta, pero ella lo hace en casa y yo en un bar gay. La homofobia existe en todos lados, en distinto grado. A veces mata, a veces solo enoja. Sin embargo, siempre duele.

El actual incremento del salario mínimo en El Salvador es otro llamado urgente a la organización popular


Tatiana Sibrián
Rebelión


La crisis que el sistema capitalista genera a nivel general impacta cada vez más en los ciudadanos asalariados del país. Los y las trabajadoras de todos los sectores se encuentran realmente más cercados con respecto a las alternativas de vivir plenamente –y de asegurarse un futuro digno- en un país donde las políticas neoliberales son adoptadas, defendidas y ejecutadas por quienes tienen el poder económico y por aquellos que desde los ámbitos políticos les tienden la mano para su provecho propio.

Frente a los intereses comunes de quienes tienen el poder otros intereses deberían posicionarse como contenciones de ese poder dominante y como reivindicaciones de la clase trabajadora. Temas variados como la defensa del medio ambiente, la crisis hídrica, el sistema de pensiones [1] , el acceso a bienes y servicios e incluso el tema de la seguridad pública deberían ser considerados y asumidos como intereses comunes de la clase trabajadora, es decir, intereses de clase. Ello supondría la posibilidad de unir y articular esfuerzos para la defensa común de dichos intereses y la mejora de condiciones de vida de la población general.

Sin embargo sucede todo lo contrario: en el país los temas que deberían ser comunes son cada vez más ajenos y a pesar de vivir a diario la crisis económica, social, política y ambiental no somos conscientes de cómo la pasividad popular tiende a coadyuvar la perpetuación de un sistema cada vez más asfixiante del ser humano en general, tanto en el ahora como en el mañana.

Señalado lo anterior, es necesario analizar la actual situación del salario mínimo en el país y la cada vez más necesaria organización popular para la generación de conciencia de clase y la defensa de los intereses comunes.

El salario mínimo en El Salvador

En el país, el salario mínimo se encuentra regulado en el artículo 38 ordinal 2° de la Constitución de la República, vigente desde 1983. El salario mínimo según la disposición constitucional es un derecho del trabajador, que se debe fijar periódicamente basándose sobre todo en el “costo de la vida, a la índole de la labor, a los diferentes sistemas de remuneración, a las distintas zonas de producción y a otros criterios similares.”. Además, el salario debe ser “suficiente para satisfacer las necesidades normales del hogar del trabajador en el orden material, moral y cultural.” [2]

Como toda disposición constitucional incapaz de regular todos los supuestos en los cuales puede incurrirse en la práctica, el desarrollo detallado del salario mínimo, su forma de fijación y los mecanismos para lograr que se adecue a los preceptos constitucionales se encuentra a artículo 144 y siguientes del Código de Trabajo, vigente desde 1972.

Así, este cuerpo normativo retoma lo dispuesto por la Constitución y desarrolla un concepto fundamental para la fijación de dicho salario: el costo de la vida, manifestando que para su apreciación “deberán considerarse los gastos ordinarios en alimentación, vestuario, vivienda, educación y protección de la salud, de una familia obrera promedio, campesina o urbana” [3] .

A su vez el salario mínimo no es unificado, sino que depende del sector en el cual se realicen las actividades. De esta manera se tienen 9 [4] salarios mínimos diferentes que dependen, desde el actual criterio -un tanto retorcido- del Ministerio de Trabajo, de dónde sea más productiva la mano de obra [5] .

Además el Código de Trabajo [6] establece el funcionamiento del Consejo Nacional del Salario Mínimo, organismo dependiente del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, integrado por tres personas que representan el interés público, dos personas representan al sector trabajador y dos personas al sector patronal. Así, se democratiza e iguala aparentemente el juego de fijación de salario y los intereses de los diversos sectores se ven representados. En teoría.

A este punto hemos olvidado destacar un hecho importante: El Salvador tiene, junto a Nicaragua, los salarios más bajos de la región Centroamericana y lo pagado al trabajador en concepto de salario no alcanza a cubrir la canasta básica de alimentos en el caso de área rural que presenta un déficit de $35.61-tomando como parámetro el salario del sector comercio, es decir, el más alto- y en el caso de la canasta básica de alimentos urbana, si bien se cubre de manera dejando incluso un remanente de $45.81, tampoco es suficiente para cubrir otros rubros como vivienda, vestuario, etcétera [7] .

Además es importante resaltar que si bien la canasta en el área urbana puede cubrirse ésta solamente se constituye de 22 alimentos para el área urbana y 15 para el área rural, con un aporte energético de 2160 Kcal., el menor de toda Centroamérica [8] .

Las propuestas de incremento: sector privado y de gobierno

El salario mínimo fijado por decreto debe ser revisado según el artículo 159 del Código de Trabajo, por lo menos cada tres años. En ese sentido, en el transcurso del presente año se iniciaron una serie de negociaciones con el objetivo de “ajustar” el salario a costo de la vida.

La Asociación Nacional de la Empresa Privada /ANEP tenía como propuesta inicial el aumento del 9% por ciento en 3 años, tomando como parámetro los salarios mínimos vigentes; posteriormente elevaron la propuesta 12% en 4 años y finalmente el 15% en un periodo de 3 años. Pero la propuesta no sería realizada para todos los sectores, pues el sector comercio y servicios sería el más afectado y por tanto el aumento se daría solamente en un 13.5%.

Por su parte el Gobierno presentó su propuesta: reducir las categorías en dos, el área urbana y el área rural con salarios de $300 y $250 respectivamente. Para la fijación de dicho valor para ambas categorías el Ministerio de Trabajo retoma ocho criterios: costo de la vida, productividad, inversión y empleo, costo de producción, competitividad, inflación, reactivación económica y redistribución económica, de los cuales, sólo el criterio relativo al costo de la vida habla del trabajador y la vida digna, incluso esa vida digna no consideramos que se refiera precisamente al concepto desde los derechos humanos, sino a la posibilidad de comprar y de mover la economía desde el punto de vista keynesiano ¿Triste verdad? Pero hay más: de los 7 criterios restantes, todos y cada uno de ellos hace énfasis en la posibilidad de las empresas de generar más, producir más, competir más vender más, reducir más, ofrecer más, es decir: explotar y expoliar más.

Pero no olvidemos: tres representantes del sector público están en el Consejo Nacional del Salario Mínimo y por tanto, bien representados están los intereses del Estado en materia de empleo, de garantías laborales y de respeto a los derechos de los trabajadores.

Algunas otras cosas que hemos tenido que soportar de parte de los representantes del Estado y por tanto del bien común : en el campo se calcula menos necesidad de alimentos [9] ; realizar un ajuste y por tanto lograr un acuerdo que satisfaga las necesidades básicas de las personas trabajadoras y de sus familias es un “paso muy fuerte” que “impactará” grandemente al sector de la empresa privada y que en vista que el costo de la vida está demasiado alto, ninguna propuesta suple las necesidades de la población en términos de ingresos económicos mínimos para sobrevivir.

Por otra parte, esas negociaciones nos dieron otra sorpresa: los dos representantes de los trabajadores que se encuentran en el Consejo representan un poco menos del 3% del sector trabajador.

Ambos representantes, con los dos representantes de la ANEP aprobaron el primero de junio el incremento al salario mínimo con el siguiente resultado: “incremento” en un 15%, de manera gradual en los próximos tres años, es decir, un aumento del 5% anual que en términos reales se traduce en 0.20 centavos de dólar al día. Para el sector maquila y servicio también hay incremento: apenas es del 13.5% de manera gradual en el mismo periodo. El ajuste entonces afecta a un varios miles de personas que solamente cuentan para los próximos 3 años con el pírrico incremento de un salario de por sí limosnero.

¿Quién dirige entonces el Consejo Nacional del Salario mínimo y quien determina el salario mínimo en el país? Simple: la empresa privada agremiada en la ANEP y el sector de la pseudo clase trabajadora, bastante vinculada a la empresa privada.

Aunque no hay que olvidar la buena tajada que tiene los representantes del Estado en dicha decisión, se espera que el Presidente de la República lo observe y lo devuelva al Consejo para que se vuelvan a discutir las propuestas, pero como ya lo dije anteriormente, no cambian sustancialmente las condiciones de vida ni de trabajo de las personas, pues no tienen en el centro de las políticas de empleos o salarios a la persona humana, que es en única instancia y de conformidad a la Constitución de la República, el origen y fin de la actividad del Estado.

¿En este contexto, qué debemos hacer?

La crisis de la clase trabajadora requiere que adquiramos conciencia de varias cosas: primero que los representantes del sector trabajador, no son representantes sino de ellos mismos y de sus intereses, no sólo en el Consejo Nacional del Salario Mínimo, sino en otros espacios donde la bandera historia del sindicalismo ha sido pisoteada por quienes se han lucrado de la necesidad de organización de los sectores históricamente desprotegidos.

Segundo, que los representantes del interés público, es decir del Estado, no tienen ni un ápice de idea de lo que la sociedad salvadoreña necesita. Gobiernan para ellos, desde ellos y hacia los mismos de siempre. No tienen claridad política ni agendas alternativas definidas ni con intenciones de definirlas.

Tercero, que no podemos quedarnos paralizados por lo que acontece o ser indiferente a los problemas de nuestra sociedad actual. Somos una sociedad muy pasiva y es preciso que reconozcamos que somos la única fuerza capaz de empujar el país hacia donde se quiere y que para ello es necesaria y urgente la forma colectiva y organizada de presión y de lucha.

Los esfuerzos, como dije al principio deben ser dirigidos a dos grandes objetivos: a facilitar la toma de conciencia de clase de otros trabajadores, haciendo que se asuman como parte de la clase que produce la riqueza y que por tanto no se puede permanecer ajeno a aquello que nos afecta ahora, nos afectará mañana y que posiblemente les afectará gravemente a generaciones futuras.

Y por otra parte el esfuerzo debe ir dirigido a la defensa y logro de los intereses que como clase tenemos en común, de lo contrario, cada vez más seremos las víctimas complacientes de un sistema que desvaloriza a la persona y le da más cadenas, más pulidas, más bonitas, pero cada vez más invisibles y de eslabones mejor soldados.

La invitación está hecha. Nosotros decidimos.
 
Notas:

[1] El Sistema de ahorro para pensiones actual debe ser reformado o sustituido posiblemente por el sistema de reparto que estuvo vigente en el país hasta que se realizó la reforma al sistema de previsión individual por medio de la Ley SAP. El sistema atraviesa una crisis de sostenibilidad y es además incapaz de mantener cubiertas las necesidades de los pensionados bajo ese sistema. Se debería por lo menos dejar a cada persona que decida qué tipo de sistema previsional prefiere adoptar, quizás para reforzar la idea trasnochada de “libertad” que el capitalismo quiere que defendamos aunque ello suponga en sí mismo, sacarle lustre a las cadenas modernas de la esclavitud.

[2] Cfr.: Artículo 38 ordinal 2°. Constitución de la República de El Salvador. Disponible en: http://www.asamblea.gob.sv/eparlamento/indice-legislativo/buscador-de-documentos-legislativos/constitucion-de-la-republica

[3] Cfr.: Artículo 146. Código de Trabajo. Disponible en: http://www.asamblea.gob.sv/eparlamento/indice-legislativo/buscador-de-documentos-legislativos/codigo-de-trabajo

[4] Trabajadores agropecuarios, comercio y servicio, industria, maquila textil y confección; recolección de cosechas: café, algodón y caña de azúcar; industria agrícola de temporada: beneficio azucarero, ingenio azucarero, beneficio de algodón. En el caso de la recolección de cosechas y la industria agrícola de temporada el salario se puede estipular por unidad de tiempo y por obra. Debido a que la propuesta aprobada en el seno del Consejo Nacional del Salario Mínimo no ha sido aprobada o vetada por el Ejecutivo, la tabla de los salarios mínimos aún vigentes se encuentra disponible en: http://www.mtps.gob.sv/descargas-informacion-institucional/, sección salario mínimo.

[5] Sobre los 8 criterios de la propuesta por parte del Estado a través del Ministerio de Trabajo y Previsión Social véase: https://issuu.com/prensamtps/docs/subelealminimo

[6] Ver: artículos 149-159. Código de Trabajo.

[7] Ver las estadísticas relativas al salario mínimo por sectores en: http://www.odhac.org/index.php/estadisticas/regionales/344-centroamerica-salario-minimo-vigente-por-sectores-actualizada-a-diciembre-2015

[8] Con información del Observatorio del Derecho Humano la Alimentación en Centroamérica. http://www.odhac.org/index.php/estadisticas/regionales/101-centroamerica-composicion-de-la-canasta-basica-alimentaria

[9] Habría que preguntar cuál es el criterio para afirmar lo dicho por Cesar Villalona en entrevista televisiva realizada el día 6 de junio en el programa agenda ciudadana del canal 10, Televisión de El Salvador.

Tatiana Sibrián. Abogada y estudiante de Maestría en Derechos Humanos, Universidad de El Salvador
Fuerza Histórica Latinoaméricana.

Fuerza Histórica Latinoamericana

Saludos y bienvenida:

Trovas del Trovador


Si se calla el cantor, calla la vida...inspirate,instruyete,organizate,lucha,rebelate.



Saludos y bienvenida:


Inevitablemente, cada individuo hace parte de su vida y de su historia aquellos acontecimientos que marcaron un recuerdo bueno o malo en la efemérides y en su vida...
Recordar por ejemplo aquellas cobardes masacres de la década del 70 en El Salvador (Chinamequita,Tres Calles,Santa Barbara,30 de Julio,entre muchas otras y seguro estoy es una experiencia que se repite a lo largo y ancho de Americalatina), masacres que conmocionaron a la nación y sacudieron la conciencia de muchos.

Esas masacres aceleraron el enfrentamiento entre ricos y pobres, entre el pueblo y las Fuerzas Armadas Nacionales, Toda aquella década fué de constante actividad politico-social y su principal escenario eran las calles, para las celebraciones del efemérides nacional de cualquier indole, se desarrollaba una manifestación de dolor, muy significativa y emótiva, muchas, con los restos de los asesinados y el reclamo del retorno o aparecimiento con vida de los capturados y desaparecidos.

Muchos jóvenes,a partir de aquellas cobardes acciónes por parte del Estado, radicalizamos nuestra pocisión y optamos por la lucha armada como única solución a la crisis que cada dia se profundizaba más y más...

A partir de aquella década, la protesta se hizo afrenta digna contra la dictadura militar, salir a protestar era recuperar,rectificar y sanear digna y valientemente, todo aquello que en anteriores décadas de terror, las clases dominantes habian institucionalizado.

Con aquellas jornadas de lucha, no solo denunciamos y condenamos a los eternos enemigos del pueblo, sino que hicimos sentir el grito de guerra de todos aquellos que sacrificada pero dignamente y hasta entonces, habian escrito la historia,nuestra heróica historia...

Que hubiera sido de nosotros, si Monseñor Romero hubiera pensado más en su tiempo, el dinero y su sombrero copa ancha junto con su pulcra sotana,por no arriesgar el pellejo a costa de convertirse en "La voz de los sin voz" y en el santo de los desposeidos?

Que seria de nosotros?, si Roque Dalton, sabiendo que podria incluso, morir a manos de sus propios "camaradas", no hubiera arriesgado la canción hecha palabra y herramienta de lucha, para gritarle sus verdades a los poderosos y sus criticas mordaces a los ultraizquierdistas y al Partido Comunista.

No seriamos dignos, de llamarnos salvadoreños si Farabundo Marti, no hubiera dispuesto ir a enlodar sus botas a "Las Segovias" junto a Sandino el General de hombres libres, como su lugarteniente.
Si Miguelito Marmol, no se hubiera levantado con las ganas que lo hizo después de haber sido acribillado frente al pelotón de fusilamiento, para seguir arriesgando el pellejo reclutando, concientizando, organizando, y manteniendo vivo el grito de guerra de "Viva el Socorro Rojo Internacional", que inconclusamente y con toda valentia intentó Farabundo.

Fraternalmente, Trovador


UN DÍA COMO HOY, 12 de febrero de 1973, los principales periódicos de El Salvador difundieron fotos de la muerte de los compañeros José Dima...