Cultura de Paz: un camino
Roberto Cañas Firmante de los Acuerdos de Paz DEM |
Ante la epidemia delincuencial, tragedia nuestra de cada día, es necesario proponer una asignatura: la Cátedra de Cultura de Paz
Cuando desde el ámbito de la educación se proponen soluciones al problema de la delincuencia una de las cuestiones más repetidas es: “que se debe volver a impartir en las escuelas la materia de Urbanidad y Cívica” y algunas personas, sin duda, con buenas intenciones, incluso plantean que se debe estudiar de nuevo el Manual de Urbanidad de Manuel A. Carreño editado en 1859 al que a estas alturas todavía, le dan “plena validez.” (!,?).
Un camino diferente, una alternativa a la materia de Urbanidad y Cívica, es la de Cultura de Paz. El Salvador, ciertamente, tuvo inmediatamente después de la Firma de los Acuerdos de Paz, una oportunidad de impulsar la Cultura de Paz cuando el 28 de abril de 1993, el Director de UNESCO en ese tiempo: Federico Mayor puso en marcha aquí en el país un conjunto de acciones que se esperaba podría constituir una experiencia modelo en la construcción de la Cultura de Paz en el mundo. La propuesta era viable y pertinente pero faltó la voluntad política del gobierno de ese momento para impulsarla y se perdió una valiosa oportunidad.
Hoy ante la epidemia delincuencial, tragedia nuestra de cada día, de nuevo es necesario proponer que el Ministerio de Educación apruebe, que se incorpore a todos los niveles educativos una asignatura que sería: la Cátedra de Cultura de Paz que se cursaría como una materia más: con nota de aprobación, exámenes, al igual que la matemática o las ciencias.
La Cultura de Paz la define la ONU como un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones.
Una salida todavía más completa e integral sería que la honorable Asamblea Legislativa discutiera y aprobara una la ley de Cultura de Paz: por medio de la cual se organice un ente autónomo que funcione con presupuesto estatal que haga una contribución a la solución de la problemática de la inseguridad ciudadana, que se refleja en los 12 homicidios diarios, que provocan un enorme costo social e impiden sacar adelante al País.
Se trata que por vía de un decreto legislativo se cree, una institución autónoma para trabajar por que cambien los hábitos y actitudes de los y las salvadoreñas y se pase de una cultura de la confrontación y la violencia a una cultura de Paz
La instancia, gozaría de autonomía, a fin de poder integrar su trabajo operativo con otros actores como las Alcaldías, el Movimiento Social, las Universidades, el Ministerio de Educación y otros organismos que garantizarían el impulso de una Cultura de Paz en el País.
La aprobación de una Ley de Cultura de Paz es una asignatura pendiente en El Salvador. Su necesidad es evidente y se debe reiniciar un esfuerzo para que esta ley se apruebe.
Hoy es el tiempo de edificar una cultura de paz, basada en la justicia y la tolerancia, en la que el diálogo y la negociación sustituyan la violencia en los hogares y la sociedad en general.
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