Los
miembros que integran las pandillas, son jóvenes delincuentes producto
de las privatizaciones de los bienes del Estado, de la deuda externa, de
los déficits fiscales, de la concentración de la riqueza nacional (en
cinco familias de la oligarquía financiera salvadoreña) y de la
corrupción de altos funcionarios públicos.
Un sistema educativo nacional deficiente y corrupto, un sistema político autoritario y un modelo económico neoliberal.
El
sistema político y el modelo económico salvadoreño han sido eficientes
en la elaboración del caldo de cultivo para la procreación de forma
compulsiva y exponencial de la delincuencia juvenil, conocida popular e
internacionalmente con el nombre de “maras”.
Los gobiernos salvadoreños ha creado la organización delincuencial de la mafia, más poderosa y grande del mundo. Es la mayor y más peligrosa mafia transnacional.
Sin
embargo, los políticos de la derecha y de la izquierda salvadoreña no
tienen en sus planes la elaboración ni mucho menos la aprobación de las
iniciativas de ley siguientes: reforma (no pacto) tributaria, reforma
educativa, saneamiento de la función pública, ley de partidos políticos,
ley de la prohibición de la minería, ley de prohibición de armas, etc.
Los
actuales políticos salvadoreños no pueden democratizar el sistema
político ni el modelo económico, porque va en contra de sus intereses
particulares y egocéntricos de mantenerse en el poder, gracias a la
ignorancia y al bajísimo nivel educativo y cultural de los salvadoreños.
Fórmulas
para eliminar la “pandemia” de la delincuencia en El Salvador existen,
pero la oligarquía financiera salvadoreña no lo va a permitir, y no será
ella lo que lo impedirá directamente, sino que se expresará a través de
algunos diputados, magistrados, analistas, periodistas y otros
anti-patria.
Estamos
en plena guerra social, en la guerra política de las décadas setenta y
ochenta, la guerrilla controlaba las dos terceras partes, ahora las
maras controlan casi todo el territorio de El Salvador. La delincuencia
se amplía, especializa y diversifica.
A
corto plazo, la creación de comités para-militares de control
territorial formado por ciudadanos con experiencia militar, pueden estar
constituidos por veteranos de la Fuerza Armada y de la Guerrilla, ellos
tienen la capacidad y experiencia que les permitiría controlar y
neutralizar a la delincuencia desde sus comunidades.
Estos comités serían de ayuda a la Policía Nacional Civil y a la Fuerza Armada en el combate contra la delincuencia.
Eso
sería lo ideal, pero lo real es que con los actuales políticos
guanacos, en lugar de resolver el problema lo podrían complicar, porque
ocuparían estos comités para realizar persecución política y no
delincuencial.
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