Chile: “milagro”, mineros y codicia
Un total de 31 mineros han
muerto en Chile este año, en 28 accidentes laborales. No tuvieron
canales de televisión en directo, no recibieron la visita del
Presidente, ni siquiera donaciones de millonarios apenados. Los
periódicos no hablaron de ellos. Y son ya 373 trabajadores de la mina
muertos en su puesto laboral en los últimos diez años, según datos del
Servicio General de Geología y Minería (Sernageomin). Chile, país
minero, donde la muerte sigue acechando en la mina.
Reproducimos un artículo aparecido en el semanario Pulso de Bolivia, en agosto de este año.
Detrás de la tragedia devenida en “milagro”, al saberse la supervivencia de los 33 mineros atrapados por el derrumbe en la mina San José,
está la inseguridad que en 2007 justificó su cierre temporal. En 2008
“las autoridades” del sector en Chile ordenaron su reapertura. El
accidente era cuestión de tiempo.
“En Potosí la plata levantó templos y
palacios, monasterios y garitos, ofreció motivo a la tragedia y a la
fiesta, derramó la sangre y el vino, encendió la codicia y desató el
despilfarro y la aventura…”, así habla Eduardo Galeano sobre las minas en Las venas abiertas de América Latina.
La codicia y la muerte en la mina caminan juntas. La mina San José (donde sobreviven 33 mineros, uno de ellos boliviano, Carlos Mamani Soliz,
esperando un rescate que demorará cuatro meses mínimamente), en
Copiapó, al norte de Chile, debía haberse cerrado para siempre en 2007.
Ese año fue clausurada luego de que se produjera una explosión de roca,
la cual fue calificada como “muy poco común”. Anton Hraste,
ex director del Sernageomin (Servicio Nacional de Geología y Minería)
de Atacama, dijo tajante: “no debe abrirse nunca más, el sector ya está
bastante agrietado, una consultora altamente especializada certificó que
era una explosión de roca y me convencí que esta mina, que es muy
antigua y con sectores abandonados, tenía una tecnología muy deficiente,
que no daba ningún grado de seguridad”. Pero el estudio se reformuló
bajo presiones y la mina volvió a operar.
Los dueños actuales dicen ahora que la
tragedia (el colapso de sus cinco niveles) no tiene relación con las
fallas que gatillaron el cierre de la mina en 2007 y hacen un “mea
culpa” por el tardío aviso a los familiares (demoraron ¡un día! en
avisar a las familias de los 33 mineros atrapados). Marcelo Kemeny y Alejandro Bohn
son los dueños (40% y 60%, respectivamente) de la minera San Esteban,
la firma responsable del yacimiento San José. La mina funcionaba
irregularmente, no había completado las recomendaciones de conformidad
técnica (sin salidas de escape posible), no tenían seguro contratado
para los mineros…
Pero las responsabilidades no se detienen ahí: Patricio Leiva,
el funcionario del Servicio de Minería que firmó la autorización para
la reapertura de la mina San José en 2008, dijo ante una comisión del
Congreso que tomó la medida de esa manera porque confió en el criterio
de sus superiores. “Tiene que cerrarse esa mina de una vez y hacerse una
auditoría general en todas las minas de Chile”, reclama Ramón López,
presidente de la Federación de Trabajadores de CIMM (empresa asociada
al metal rojo de la administración estatal). Y añade: “a los empresarios
no les importa la vida de los trabajadores. El abuso es tan mayúsculo,
que los propietarios del sector no dudan en hacernos laborar en
condiciones pésimas. Los que no mueren o no son mutilados, viven en
altísimas situaciones de estrés. Por eso exigimos a la justicia y al
Gobierno que meta a la cárcel a Marcelo Kemeny y Alejandro Bohn, dueños
de la mina. Y que renuncie la ministra del Trabajo (Camila Merino)
porque ya sabemos que la Dirección de esa repartición tenía
antecedentes de que el yacimiento estaba en tan malas condiciones que
debía cerrarse. Y también existe una responsabilidad directa del
ministro de Minería (Laurence Golborne) debido a que Sernageomin depende de él”.
Ante lo fantástico del caso (a comienzos
de agosto, el Gobierno de Chile dio por muertos a los mineros), incluso
la Iglesia Católica tuvo que salir al frente para desmentir el milagro.
El obispo Gaspar Quintana –máxima autoridad eclesiástica de la Región de Atacama– desmintió en el diario La Tercera
la posibilidad que ha estado en boca de toda la prensa chilena e
internacional: “No ha sido un milagro y tampoco llevaré a cabo ninguna
formalidad ante el Vaticano para que se le reconociera como tal, si me
pongo exquisito, teológicamente hablando, esto no es un milagro, pues
los requisitos son mucho más estrictos. Es un evangelio, una buena
nueva, pero no un milagro, un miraculum”. Con milagro o no, los
mineros han sobrevivido, de momento, a los codiciosos de las minas. Y
la palabra del Dios católico pone los puntos sobre las íes: “Debemos
entender que no somos los tigres del Asia, tampoco los pumas. No puede
ser que porque paguen más, la gente termine arriesgando su vida. Me he
cuidado mucho de no decir cosas que no corresponden, pero claro que ha
existido abuso por parte de los empresarios. Hay explotación y maltrato.
Deben entender que el trabajo no es un saco de papas y que los mineros
tampoco son unas bestias de carga”, añade el Obispo. Quien habla, dice,
no es Gaspar Quintana, obispo. “Es la doctrina social de la Iglesia”,
dice.
CHILE: 373 MINEROS MUERTOS EN 10 AÑOS
Un total de 31 mineros han muerto en
Chile este año, en 28 accidentes laborales. No tuvieron canales de
televisión en directo, no recibieron la visita del Presidente, ni
siquiera donaciones de millonarios apenados. Los periódicos no hablaron
de ellos. Y son ya 373 trabajadores de la mina muertos en su puesto
laboral en los últimos diez años, según datos del Servicio General de
Geología y Minería (Sernageomin). Chile, país minero, donde la muerte sigue acechando en la mina.
Los ocho mineros muertos sólo en enero
(en la Región de Atacama, Antofagasta y Coquimbo, norte del país, donde
se concentra la mayor parte de la industria minera) tampoco tienen
nombre ni apellidos.
En la última década, en Chile, el año
2008 fue el más mortal, con 43 muertos, seguido de 2007 (40), de 2000 y
2001 (ambos con 36 muertos), y de 2009 (35).
Pero las malas noticias desde todas las
minas del mundo llegan demasiado a menudo a los periódicos desde
Colombia a Rusia, de China a Ucrania, pasando por Estados Unidos y
Venezuela. Nadie se salva debido a las condiciones de extrema
explotación y escasas garantías de trabajo en la extracción de carbón,
oro, cobre, estaño, plata, zinc, plomo… Los peores accidentes mineros
están encabezados por China. En 1942 murieron 1.572 personas en una
explosión en la mina de carbón Honkeiko. Más cercano, en 2005, una
explosión de gas en la mina china de carbón Sunjiawan de la estatal Fuxin Coal Industry Group
dejó 214 personas muertas. Y hace dos años, un alud de lodo causado por
el colapso de un depósito de desechos de una mina en el norte de China
provocó el deceso de 254 personas.
UN BOLIVIANO APELLIDADO MAMANI
Carlos Mamani llegó a Chile procedente
de su Oruro natal (había trabajado también en Santa Cruz) para emplearse
en la recogida del tomate en el valle de Azapa, cerca de Arica. La
crisis lo expulsó a las minas del norte donde ya trabajaba Johnny Quispe, el padre de su joven esposa, Verky Quispe,
con quien tiene una bebé de apenas meses, nacida en Chile. Quispe había
salido de la mina media hora antes del desmoronamiento que dejó
sepultado a su yerno. “Yo transporto agua hacia el fondo de la mina y
ese día salí una media hora antes del derrumbe y me enteré de todo
afuera”, dijo. Mamani Solís se dedicaba a operar maquinaria pesada.
Luis, hermano de Carlos, quien llegó desde Cochabamba hasta la mina
después del derrumbe, lo describe como un hombre tranquilo y trabajador.
La familia Quispe, que reside en el
valle, hizo leer el futuro en hojas de coca: “Llamé por teléfono el
viernes a mi primo, en Bolivia, y le pedí que leyera las hojas de coca.
Lo hizo y me dijo: Están vivos los 33 y van a salir vivos”, contó
Johnny. El minero aseguró que después del vaticinio de las hojas de coca
toda la familia estaba más tranquila. “Las hojas de coca saben”, dijo a
la agencia AFP.
Por Ricardo Bajo H.
Fotografía: Lorenzo Moscia
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