viernes 18 de febrero de 2011
Gustavo Robles (especial para ARGENPRESS.info)
Hay
un mal en lo que conocemos como “Izquierda” que permanece inmutable en
el tiempo, a pesar de que la realidad hace rato exige un cambio de
manera urgente e imprescindible: el sectarismo. Dentro del marxismo, es
una práctica que, desgraciadamente, está insertada hasta los tuétanos. Y
como consecuencia de ella, la dispersión, la división permanente.
Obviamente,
no hay que comer vidrio: debemos tener en claro que ese mal es el
sectarismo entre nosotros, los que nos decimos “de izquierda” o más bien
“revolucionarios”, porque con los burgueses hay que ser sectarios si
queremos ser coherentes con lo que decimos y pensamos. Pensando en un
mundo justo e igualitario, sin explotación del hombre por el hombre, la
burguesía no puede existir: nuestro sueño es una Humanidad sin clases.
Siguiendo
con esa línea de pensamiento, lo lógico sería entonces que todos los
explotados de la Tierra unamos nuestras fuerzas para pelear contra
aquellos que nos explotan. Marx resumió esa necesidad de forma simple y
genial: “proletarios del mundo, uníos”. Más lógico sería aún, que
quienes decimos tener un poco más en claro y “conocer” el pensamiento de
ése, el más grande pensador de todos los tiempos, tuvieramos como
premisa la unidad.
Sin embargo.... no es así.
Lamentablemente hay que escribir a cada rato sobre lo mismo, y eso es
claro síntoma de que no aprendemos. Y cansa, realmente. Y no sólo eso:
le hace el juego a los explotadores, que muy tranquilos están, al menos,
con quienes deberían ser sus enemigos más temidos.
Deberíamos pensar, entonces, si somos tan marxistas como decimos ser.
Habría que ver si basta con autoproclamarse.
Habría que ver si basta con defender los intereses de la clase trabajadora (el asunto es “cómo”).
Habría que ver si basta con organizar un grupito donde todos piensen igual... que el líder de ese grupo.
Habría
que ver si basta con tener algún conocimiento de los clásicos del
marxismo, para luego utilizar sólo parte de éste, lo que le conviene a
cada línea de pensamiento político...
Me parece que el marxismo es mucho más que eso.
El
marxismo no es sólo la visión de la historia de la humanidad como la
historia de la lucha de clases (aunque es uno de sus aspectos
fundamentales).
El marxismo abreva en las fuentes filosóficas del materialismo y de la dialéctica.
¿Qué prácticas coherentes con ellas tenemos?
El
materialismo nos indica el camino del pensamiento científico: la
negación del misticismo, del culto a la personalidad, del pensamiento
mágico, de tomar como verdad lo no probado, del dogma. Exige pensar la
realidad desde lo concreto, para desarrollarnos a partir de ello, no de
los pajaritos que tengamos en la cabeza. ¿Cuánto de ello hay en la
izquierda marxista? ¿cómo es posible que ante la realidad concreta del
ninguneo de las masas trabajadoras, insistamos siempre con los mismos
métodos que produjeron ese divorcio? ¿dónde está el análisis
materialista y su consecuencia política?
La
dialéctica materialista exige, justamente, una dinámica que revolucione
todo el tiempo lo instituido. Es movimiento permanente. Es lo contrario
al estatismo, al conformismo, a lo anquilosado... es la antítesis de lo
dogmático. Nos plantea que allí donde hay una fuerza, un organismo, un
pensamiento, siempre habrá una contraposición, que generará,
interactuando, una resultante: tesis y antítesis, que como resultado
daran una síntesis, la cual a su vez tendrá una nueva antítesis, lo que
resultará en una nueva síntesis con su antítesis, y así sucesivamente.
El movimiento permanente, la diversidad permanente. El antidogma.
¿Dónde
se verifica eso en la izquierda marxista? Varios ejemplos dimos antes. Y
podríamos seguir. Si tenemos en claro la dialéctica, es decir, que no
hay una verdad absoluta... ¿quién puede autoproclamarse y actuar como el
dueño de ella? ¿cómo no admitir el pensamiento del otro, del compañero
de objetivo, sólo porque tiene diferencias en el camino a tomar? ¿Cómo
no entender que NUNCA se podrá homogeneizar el pensamiento humano -y
mucho menos el revolucionario-, y que es A PARTIR DE LA HETEROGENEIDAD
que debemos luchar por la unidad de los que tenemos los mismos
objetivos?
Hartan aquellos que tildan de
“revisionista” “socialdemócrata” “pequeñoburgués” a un compañero porque
ante determinada situación social piensa que hay que intervenir en las
elecciones burguesas. Algunos entienden tan poco la ideología que
plantean que eso es lo mismo que querer pertenecer al Estado Burgués
¡Compañeros! ¡nosotros, los proletarios, somos parte resultante y
fundamental del Estado Burgués, y seremos revolucionarios en tanto
entendamos esa realidad concreta y luchemos por emanciparnos y terminar
con él! Si pensamos que estamos afuera y actuamos en consecuencia...
¡qué equivocados estaremos, y así también nuestras políticas! Causan
risa los que eso plantean, y van o mandan a sus hijos a la escuela
(herramienta fundamental de la clase dominante para la “culturización”
de las masas según su conveniencia), o... ¡trabajan! y van a los
sindicatos, o... pagan algún impuesto (ya sea un abl o comprando la
leche... el IVA).
Hartan los que llaman “ultra”
a quien piensa que, en determinadas ocasiones, diferentes a las antes
aludidas, NO hay que participar de las elecciones, porque, por ejemplo,
el pueblo está en las calles, y hay que fogonear la rebelión popular. O
porque sostenga que la violencia popular es la vía más plausible para la
Revolución.
Hartan aquellos que se dicen
“revolucionarios marxistas” y desprecian a quienes le ponen el cuerpo a
la lucha por la Revolución pero por otros caminos a los que ellos
consideran “correctos”. Hartan los imbéciles-sectarios-intolerantes que
al que expone su pensamiento, por no ser el de ellos, lo califican como
“predicador del sexo en saturno”. O lo consideran su enemigo. ¡Enemigo
al que, igual que ellos, busca desesperadamente el camino para
desembocar al fin en ese mundo justo que soñamos! Mamita, con
revolucionarios como esos... qué tranquilos estarán los burgueses.
Pero...
¿quién les dijo que eran los dueños de la Verdad? ¿dónde quedó el
materialismo ante su sabiduría de café, dónde la dialéctica ante su
persistencia en el error?
¿Dónde, en definitiva, el marxismo, ante su división permanente de lo que Marx mismo dijo “debe estar unido”?
Compañeros: HAY QUE PELEARSE ÚNICAMENTE CON LOS BURGUESES. Ellos son nuestros enemigos.
Es
evidente que hay que cambiar. Pero sobre todo, coherentizarnos con lo
que decimos ser y pensar. Una de las principales tareas a encarar
entonces es desdogmatizar y revolucionar el pensamiento que hoy tiene la
izquierda marxista. Para empezar a unir lo que está dividido y debe
unirse. Si empezamos a pensar que no somos los dueños de la verdad en
los caminos hacia la Revolución, si empezamos a ver como compañeros a
los que hoy consideramos al menos adversarios (y persiguen nuestros
mismos objetivos), si empezamos a ver que el otro puede tener razón en
lo que piensa y nosotros podemos equivocarnos, entonces... puede haber
una esperanza. “Un Congreso de lo Unido”.
Siempre
habrá algunos enfermos de poder y gloria personal, verdaderos
representantes del pensamiento místico dentro del marxismo (¡flor de
contradicción!), engendros que no se diferencian en nada de un cura
hablando desde un púlpito. Fanáticos religiosos, antimarxistas, en
definitiva. Pero son los menos, largamente. Y ésa es una realidad
concreta: la inmensa mayoría de los militantes por la Revolución, el
Socialismo y el Comunismo están plagados de buenas intenciones. Y de un
humanismo que los lleva a exponer lo más preciado de un ser humano: sus
propia vidas.
La arcilla está, entonces.
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