El libreto de la plana mediática de
las agencias que trabajan para el Imperialismo se ha impuesto. A pesar de no
haber visto nunca las tomas -yo que soy muy acucioso y, desde que comenzó el
conflicto, buscando en todos los medios-, no he visto aún las evidencias de los
bombardeos, los cadáveres diseminados en las calles, los heridos colapsando los
centros hospitalarios, las fuerzas contrarias a Gaddafi aproximándose a Trípoli.
No he podido contemplar tales testimonios gráficos. Solo los voceros de las
potencias –privilegiados han de ser en la era de la comunicación- tuvieron
acceso irrestricto a ellos y con ese material formarse el “juicio”
contundente para recalcar sobre las continuas “violaciones” del
gobierno libio como la gota que rebalsó el vaso y que “exige” una
respuesta contundente.
El mismo argumento que usaron contra
Irak antes de invadirlo: “Irak posee
un fuerte y basto arsenal nuclear y de armas biológicas que atenta contra la
seguridad de sus vecinos y la seguridad de Estados Unidos”. Eso,
además de acusarlo de ser uno de los promotores del terrorismo junto a Bin
Laden contra la nación del Norte. No obstante, ambas cuestiones fueron
desmentidas luego de haber sumido a aquel país en el infierno. Sin embargo, ni
sanción ni castigo por la matanza que provocó esa estafa mediática pues, en su
momento, esos argumentos sirvieron de base fundamental para que Irak fuera
destrozado por las bombas “inteligentes” de los yanquis, de cuyo
poder demoledor fuimos testigos todo el mundo a través de sus agencias de
noticias que en esta ocasión especial pudieron ubicar sus cámaras estratégicamente
para que el planeta entero degustara la macabra presentación de cómo se descuartiza
un país. Propósito que también conllevaba una velada amenaza hacia aquellos países
que quisieran salir de su órbita.
Lo que me impresiona es que, alrededor
del mundo muchos periodistas rumian las falsedades cometiendo de la plantilla
falsimedia imperial, el mismo error que cometieron con Irak y Afganistán. Solo
Telesur, una pequeña voz en el desierto clama por la verdad, mientras los
corresponsales de las grandes agencias noticiosas informan a control remoto,
leyendo los partes que emanan del Pentágono y la CIA, desde la comodidad y
seguridad de sus hoteles en otras regiones del Mediterráneo a largas distancias
de los centros de convulsión. ¡Que profesionalismo!
Con la opinión pública amansada, incluyendo
a la mayoría de periodistas, la OTAN con Estados Unidos al frente está con el
dedo en el gatillo para saltar sobre su presa: la histórica y gloriosa Libia,
para ser vuelta al redil de las colonias y repartirse entre sus miembros el
riquísimo tesoro que posee bajo su subsuelo: su petróleo.
Con el hipócrita argumento de la
defensa de los derechos humanos de los libios, a Estados Unidos y sus secuaces
les importa un pito la vida de aquellos, por eso me entristece seriamente que
alrededor del mundo, aquellos que se jactan de ser hombres y mujeres de prensa,
no señalen esos macabros propósitos, a pesar de contar con antecedentes muy próximos
como Irak y Afganistán.
Esa oposición que quizá nació legítima
se ha ido deslegitimando y lo hará más si tropas extranjeras los apoyan, pues
pronto serán hechos a un lado y las potencias regirán sus destinos y los de
Libia. Los de tirios y troyanos que en séquito esclavizado se arrepentirán de
no mirar la luz del sol que alumbró los sucesos anteriores.
Si hasta el momento se ha frenado la
intervención armada por parte de la OTAN es por la puesta en común de los
cancilleres de las potencias acerca de los mecanismos para detener la ola
migratoria que se daría de libios y de otros pueblos árabes hacia Europa como
consecuencia de la nueva guerra y cuyos pueblos son despreciados en el viejo
continente. Si no se cree esto, pregúntense dónde viven la mayoría de sus
habitantes en esos países.
Levanto pues mi voz de denuncia para
evitar una nueva catástrofe contra pueblos indefensos y que acarrearía para la
humanidad entera un nuevo drama donde niños, mujeres y ancianos serían los más
golpeados de esas sociedades. Los muertos, los refugiados, los que perderían
sus tierras y hogares, sus trabajos, en fin pasarían a engrosar las filas de
los condenados de la tierra.
Hasta cuando se le parará el carro
del abuso y la prepotencia a un Consejo de Seguridad dentro de una endeble ONU,
que es la verdadera dictadura mundial que rige los destinos de muchos pueblos y
que en gran mayoría ignoran de donde le caen las bombas y por qué.
Libia, país de glorias y batallas,
antes de pelear entre si tus hijos es necesario, unidos, enfrentar al enemigo
común que es el Imperialismo y sus adlatéres. Traidores que se han levantado
entre sus iguales y que han servido en bandeja de plata sus recursos a sus
antiguos y reincidentes verdugos.
Pareciera que Libia está sola en esta
hora negra. Los pueblos del mundo deben levantar su voz de protesta para
desbaratar los planes inminentes del Imperio y sus secuaces. Si no es así,
veremos a Libia estallar en mil pedazos y sus pozos petroleros y sus riquezas
repartidas entre las potencias económicas y militares del mundo y su pueblo
desperdigado por el mundo.
Lic. Carlos Maldonado
Economista y Profesor en Historia
por la Universidad de San Carlos de Guatemala
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