Pedro Echeverría (especial para ARGENPRESS.info)
2.
¿Qué hacer entonces después de sufrir una represión, un
encarcelamiento, un asesinato, o cuando el gobierno quiere imponer
privatizaciones y leyes evidentemente injustas? De inmediato nuestra
reacción casi sin pensarla, nuestra justa protesta defensiva como son el
99 por ciento de las protestas a las que el gobierno nunca hace caso.
Pero lo importante es la organización de consejos, comités o
coordinaciones de lucha que analicen y aseguren coordinación con fuerzas
paralelas organizadas para pasar a las siguientes manifestaciones. Hay
que hacer que la gente continúe batallando hasta lograr su objetivo –que
no puede ser una simple audiencia, sino la solución del problema- para
que la gente deje de pensar que son paseíllos “de dos o tres horitas”.
Para que los gobiernos no se burlen de nosotros hay que preparar
bloqueos de calles y avenidas. (En el Gran Buenos Aires se bloquean las
“rotondas” o glorietas donde convergen muchas calles)
3.
Me tocó vivir la experiencia de los Piqueteros del MTD en enero de
2002, cuando bloquearon por más de 15 días la rotonda de Pasco y las
cinco calles que allí cruzaban. Incluso una distribuidora de carnes
bovina y porcina, para sacar diariamente su mercancía, tenía que
entregar decenas de kilos de carne para el consumo del campamento de los
500 trabajadores sin empleo que reclamaban trabajo y planes de
inversión. Todos los días y horas salían los trabajadores en comisiones y
a reuniones con otras decenas de bloqueos de avenidas y rotondas. En
México se bloqueó Reforma, Juárez y Madero por unos días y nunca más se
volvió a ocupar porque los medios de información hicieron alharaca. Por
eso nuestras manifestaciones no parecen ser en serio ni nuestros
bloqueos bloquean nada. Recuerdo que en Mérida nuestras marchas se
ponían a la orilla de las calles, hasta que los oaxaqueños nos enseñaron
a bloquear las calles durante la marchas.
4.
Cuando hemos ido a las protestas contra reuniones internacionales,
visitas yanquis o informes de gobiernos, nos frenan con cordones
policíacos y del ejército quedándonos muy contentos y, aunque nuestro
contingente sean de miles, decenas o cientos de miles, nada hacemos para
cumplir con nuestros objetivos. Así los gobiernos se burlan porque
saben ya que basta con unos cuantos soldados, algunos caballos, perros y
gases lacrimógenos, para acabar con cualquier protesta. Hoy las
reuniones las organizan los gobiernos asesinos en lugares claves donde
pudieran estar por lo menos a un kilómetro de las protestas, por eso los
altermundistas han tenido la obligación de pensar en cómo convertir las
ciudades sedes en batallas campales con las fuerzas fascistas del
orden. En Monterrey nos aislaron en enero de 2004 a un kilómetro de la
reunión de la Fundidora, pero les tiramos una camioneta de perros
muertos y podridos a los soldados, los hicimos moverse y avanzamos.
5.
El pueblo está “hasta la madre” y la obligación de quienes están junto a
él es la búsqueda de alternativas que lo ayuden a su liberación. Nadie
aprende sólo con consejos y escuelas de cuadros, los más aprenden en la
lucha, en las confrontaciones; la experiencia de Mao fue clara:
“práctica, teoría práctica” o, por otro lado, “Sin teoría revolucionario
tampoco puede haber movimiento revolucionario”. Si la gente sale a la
calle es un buen paso, pero hay que hacer que dé el segundo y el
tercero; no permitir que dé pasos atrás y vuelva a la televisión si
nuestras batallas son serias. No es cierto que “la gente no está
preparada, que tiene miedo y hay que esperar”. Llevamos décadas diciendo
lo mismo, repitiendo lo que la burguesía nos ha enseñado. Yo mismo,
quedé con la boca abierta cuando cinco mil indígenas sin escolaridad
irrumpieron en 1994 en San Cristobal con el grito de abajo el TLC y el
mal gobierno.
6. Los procesos electorales están
bien, pero hasta ahora –desde que se iniciaron en 1824 a los tres años
de firmar el inicio de nuestra independencia- sólo han servido para dar
esperanzas democráticas que nunca se han concretado, aunque cada
cuatrienio o sexenio se diga que “que ahora sí”. ¿Qué hubiese pasado si
la pinche burguesía no hubiera inventado la llamada reforma política de
1977 que dio a los partidos de izquierda y derecha cargos de elección,
gigantescos salarios, subsidios al por mayor y las pantallas de la TV?
Pues quizá la caldera hubiese estallado porque la población había dejado
de votar, no creía en nada y las huelgas obreras y movimientos
campesinos crecían cada vez más. Pero la burguesía –siempre mucho más
inteligencia que la izquierda- estudió la situación y entendió que esa
reforma política reyesheroliana y lópezportillista, sería histórica y
cambiaría totalmente a su beneficio la situación, tan como sucedió.
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