La única forma de romper la continuidad del modelo neoliberal es mediante la lucha popular. Y la lucha popular debe acompañar el antes, durante y después de la lucha electoral.
Roberto Pineda / Adital | Para Kaos en la Red
La reciente decisión del presidente Funes de reconocer al gobierno de Palestina viene acompañada, como es ya costumbre, de una decisión opuesta que la complementa, y que en este caso consiste en la decisión -avalada por los partidos de derecha- , de enviar soldados salvadoreños a Afganistán. Una de cal y otra de arena.
Ambas decisiones diplomáticas son simbólicas de la naturaleza dual, de la rara simbiosis que caracteriza este régimen desde su llegada al gobierno el 1 de junio de 2009. Este hermafroditismo político se asemeja a un bien ensayado ritual del conocido bolero latinoamericano: un paso adelante y un paso atrás.
Y si bien puede reflejar formalmente la peculiar personalidad del mandatario, es claro que la causa de este proceder radica en la necesidad de atender los intereses contradictorios que rodean el bloque de fuerzas al interior del gobierno, que fue precisamente el factor que permitió que se derrotara a ARENA y que es hoy el factor que bloquea el avance de este singular proceso político.
Al final ha prevalecido durante estos dos años y medio de gobierno Funes, una visión socialdemócrata, reformista, vacilante, conciliadora, gradualista, que da un paso adelante y luego un paso atrás. Modificar este rumbo no será fácil, pero es posible. Y debe ser nuestra apuesta.
Los siete candados y las siete llaves del poder
La llave que permitió abrir los siete candados de las puertas de Casa Presidencial es la misma llave que se encarga de garantizar la defensa del modelo neoliberal en crisis. Y esta llave consiste en la amplia alianza de fuerzas e intereses que derrotó a la derecha y encarnan el Gobierno Funes, que van desde la aceptación del Departamento de Estado y de la Unión Europea, pasando por los vínculos con el capital transnacional, respaldo del brasileño Lula, de sectores árabes del capital nacional, de sectores socialdemócratas (CD, FDR), de los Amigos de Mauricio, hasta llegar a las diversas corrientes del FMLN y el grueso del movimiento popular y social.
Cuando hablamos de siete candados nos referimos a intereses y fuerzas económicas, políticas o sociales, nacionales e internacionales, que influyen poderosamente en el rumbo del país y que impactan en el desarrollo del sistema político. Entre las principales expresiones de estas fuerzas se encuentra el Gobierno USA, las Fuerzas Armadas, el Capital Transnacional, el Capital nacional (ANEP-FUSADES), la derecha (ARENA, PCN, PDC, GANA y hoy se suma el PP), la izquierda (FMLN), y los Medios de Comunicación (TCS, EDH, LPG, etc.). A estos hay que sumar la Iglesia (ICR, TBBAI, Elim, etc.), el Movimiento Popular y Social (COMPHAS, FSNP) y La Diáspora.
Es de los enfrentamientos, cruces, alianzas, supeditaciones, y rupturas de estas fuerzas, que surge la correlación dominante que determina el rumbo estratégico y las decisiones tácticas del régimen. Y una estrategia coherente y exitosa solo puede realizarse a partir de una política de alianzas que aísle al sector más peligroso del momento, neutralice a los vacilantes y sume y atraiga a la mayoría de fuerzas democráticas, interesadas en un cambio.
Y no todos estos actores aparecen públicamente. Algunos en la actualidad prefieren el anonimato, aunque en el pasado hayan disfrutado del reflejo de las cámaras, como es el caso de los representantes del gobierno de EE.UU. y del Alto Mando de las Fuerzas Armadas. Otros al contrario, han abandonado la comodidad y privacidad de sus oficinas por el calor de la calle como es el caso de la ANEP-FUSADES. Otros están en estado vegetativo como es el caso de ARENA.
Por otro lado, puede fácilmente observarse a cinco grandes actores que son los que compiten por el papel estelar de la película, por ser los protagonistas de la agenda nacional y por dictar los guiones de la agenda política. Entre estos se encuentra el Gobierno nacional, los Partidos políticos, los Grandes empresarios, el Movimiento popular y social; y los Medios de comunicación. El avance, estancamiento o retroceso del proceso obedece a las correlaciones de fuerza de estos sectores.
Asimismo, los procesos electorales permiten a estos sectores, modificar la correlación de fuerzas a nivel ejecutivo, legislativo y municipal, lo que a su vez influye sobre la composición de la Corte Suprema de Justicia, del Tribunal Supremo Electoral, de la Fiscalía, de la PNC y otros. Es a esta gramática del poder, -la cual tuvo una importante ruptura en el 2009- que como movimiento popular debemos de proyectarnos influir, para hacer avanzar así nuestro programa de cambios y de ruptura con el actual sistema y modelo dominante. Este es el horizonte de nuestra lucha.
La ruptura del modelo neoliberal por medio de la lucha social
La única forma de romper la continuidad del modelo neoliberal es mediante la lucha popular. Y la lucha popular debe acompañar el antes, durante y después de la lucha electoral. Un proceso electoral divorciado de la lucha de calles va a favorecer a la derecha. Un proceso electoral rodeado de la lucha de calles va a fortalecer el avance de los sectores democráticos.
Lo que la derecha más teme es al acercamiento entre lucha popular y lucha electoral. El problema para nosotros radica en cómo denunciamos los retrocesos e incumplimientos de promesas de este gobierno con la necesidad de seguir debilitando a la derecha. Es un terreno movedizo, aunque todo parece indicar que nos aproximamos a un nuevo momento de auge de la lucha popular.
A la cabeza de estas luchas se encuentran los maestros, los trabajadores de la salud, del sistema judicial y de aduanas. Ya empezaron los cierres de fronteras y las marchas. El ambiente empieza a caldearse. Y esto es positivo. Septiembre será un mes de luchas populares. Al final, el calendario electoral y el calendario de la lucha social van a coincidir. Lo más adecuado sería que el gobierno Funes resolviera pronto y resolviera adecuadamente las demandas populares a tomarse el riesgo de condenar, amenazar y hasta reprimir a este movimiento, para luego lamentarse de las facturas electorales.
Algunos en el gobierno Funes no van a entender esta dialéctica social y la van a condenar. Otros en el FMLN están tratando de retrasar lo más posible y de ser posible evitar este enfrentamiento. Los intereses no son los mismos. Navegamos en el mismo barco y debemos de definir el rumbo. Nuestro rumbo es la ruptura con el modelo neoliberal. Otros, por su lado,empujan el barco hacia el fortalecimiento de este modelo. Y hay algunos que incluso quisieran que el barco se hundiera y nos ahogáramos. Sueñan con otro barco…
Y la derecha política seguramente va a tratar de aprovecharse para llevar agua a su molino. Van a tratar de hundir el barco, de sabotearlo desde dentro y de dinamitarlo desde fuera. Y la derecha mediática diariamente esta bombardeando sobre la incapacidad de este barco gobierno en detener la delincuencia y el alto costo de la vida. Y la derecha empresarial continua justificando su negativa a contribuir a la lucha por la seguridad del río en que navegamos. Pero estos no son motivos para evadir el choque. El choque es inevitable.
Un sistema judicial diseñado para la impunidad
El sistema judicial actual es el sistema judicial heredado de la dictadura militar. Los procesos de modernización que ha experimentado a partir de los Acuerdos de Paz de 1992 no han logrado extirpar su naturaleza oligárquica. Es un sistema judicial que beneficia a los poderosos y castiga a los débiles. Y esa es su función, su razón de ser, su diseño medular.
Es por esto que la elección en julio de 2009 de una Sala de lo Constitucional diferente, independiente, respetable, al interior de la Corte Suprema de Justicia vino a modificar el esquema histórico de supeditación de este organismo a los intereses oligárquicos. Pero solo ha cambiado una parte, la otra parte, mayoritaria, sigue sometida al poder oligárquico e incluso parece nostálgica de la huella de la antigua bota militar.
Esto explica la pugna interna sobre el rumbo del órgano judicial. Explica los altercados entre magistrados alrededor del 743. Y explica la conducta política seguida con respecto a la orden de extradición de 9 militares salvadoreños, involucrados en los asesinatos de los sacerdotes jesuitas, de una empleada y su hija, en noviembre de 1989.
Los fantasmas del pasado persiguen las conciencias de estos criminales. Y también el deseo de justicia de los familiares de los asesinados, el deseo popular de saber la verdad y la voluntad de un juez español que nos viene a ayudar a hacer la tarea pendiente: enjuiciar y castigar a estos asesinos, los cuales en un afán de burlar a la justicia se presentaron "voluntariamente” a la ex Guardia Nacional.
El lugar de "resguardo” es significativo, la ex Guardia Nacional, ya que simboliza uno de los centros de detención y tortura más inhumanos de nuestro país. Por sus cárceles clandestinas pasaron miles de patriotas, muchos de los cuales murieron en las cámaras de torturas.
Y luego de casi un mes de "reguardo” la Corte Suprema de Justicia anuncia lo siempre sabido: no pueden ser juzgados porque según ellos la "alerta roja” de la INTERPOL es solo para localizarlos y no para capturarlos. Y la impunidad sigue reinando y los asesinos continúan burlándose de la justicia. Pero el proceso sigue y arrieros somos y por el camino vamos.
Cristiani se cuadra ante su nuevo jefe: el general Otto Pérez
Un nuevo mesías ha surgido en las filas de la derecha centroamericana y tanto Martineli en Panamá, como Chinchilla en Costa Rica, Micheleti en Honduras y el "nacionalista” Cristiani en El Salvador se encuentran entusiasmados. Pronto contaran con un general guatemalteco para impulsar su cruzada regional anticomunista.
Y con mucha disciplina han organizando ya varias peregrinaciones para presentar sus respetos ante el nuevo duce. Y entre los más animados se encuentra Don Félix Cristiani, quien se ha cuadrado ya ante su nuevo jefe.
Solidaridad con Libia y Chile
En la historia de las luchas de los pueblos oprimidos contra los imperios hay momentos de avance y momentos de fracasos. Momentos en que la fuerza heroica de los sectores populares se impone sobre la maquinaria de los imperios y momentos en que la violencia imperial hace sucumbir las banderas y no queda otra opción que recurrir a la resistencia popular, para esperar un nuevo momento de iniciativa.
En Libia presenciamos como la tecnología militar de los imperios junto con la traición de sectores locales, que siempre los hay, ha permitido la derrota de Gadafi y la ocupación de ese país. Los imperios suman otra bandera a su mundo globalizado. El pueblo libio asume la resistencia. La rueda de la historia sigue girando…
Y al otro lado del mundo, en Nuestra América, observamos con simpatía como los sectores populares chilenos, en especial sus estudiantes universitarios, salen a las calles a proclamar su derecho a un mundo mejor. Es un noble ejemplo de combatividad y energía popular. Chile vencerá.
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