Fernando Barraza (Desde México. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
Al cumplirse el primer centenario de su nacimiento, el 12 de agosto de 1911, México rinde homenaje al actor Mario Moreno, que en más de cincuenta películas, inmortalizó al “pelado”, el personaje popular, que encarna el alma y la identidad del pueblo charro.
La anécdota es recordada por el desaparecido escritor mexicano, Carlos Monsivais: el joven e inexperto actor Mario Moreno trabajando en una carpa, fue víctima del pánico escénico y olvidó el monólogo original, por lo que empezó a decir lo primero que se le vino a la mente, con frases incoherentes y sin sentido, hasta que un asistente, creyendo que estaba borracho, le gritó desde la galería: “Cuánto inflas, en la cantina inflas...”
Ese día, Mario Moreno hizo un doble descubrimiento: se hizo de un nombre, Cantinflas, para que su familia no supiera que trabajaba en el escenario, y creó un estilo de hablar, en que, aparentemente no se dice nada, pero se puede decir mucho...
El pasado día 12 de agosto se cumplió un siglo del nacimiento del ya desaparecido actor mexicano Mario Moreno, efeméride que está teniendo una gran repercusión entre el pueblo del país azteca y para todos los amantes al cine, en general, por lo se están realizando varios actos de homenaje, entre ellos un sello de correos y una exposición fotográfica que cuenta con 126 imágenes del actor, a lo largo del parque de Chapultepec, en Ciudad de México.
El Mimo de México, como también se le conoce en su país, realizó más de 50 películas con sus particulares enredos al hablar, lapsus tales que lo llevaron a crear célebres frases para el celuloide, que, contra lo que se cree, tienen mucho más significado que el que parece: «El mundo debería reírse más, pero después de haber comido»; «Algo malo debe tener el trabajo, o los ricos ya lo habrían acaparado» o «Yo amo, tú amas, él ama, nosotros amamos, vosotros amáis, ellos aman. Ojalá no fuese conjugación sino realidad».
Sentencias que en 1992 llevaron a la Real Academia de la Lengua Española a definir y aceptar como verbo el término cantinflear como hablar mucho sin decir nada. El mismo Carlos Monsiváis, en una crónica incluida por Jordi Soler en el libro Los ídolos a nado, desmenuza el personaje de sombrero de pico, bigotes ralos, pantalones a media nalga y gastados zapatos creado por Cantinflas: "El pelado, el nombre asignado a los lumpen proletarios, el pelado, el que nada lleva y nada tiene, el carente de piel, el que nunca tuvo con qué cubrirse, el paria a quien el diminutivo reduce a su nivel exacto por inofensivo: el peladito, que entra a escena y el público se divierte de antemano ante el símbolo del porvenir clausurado para siempre".
Más allá de los pantalones caídos
Mario Moreno Reyes, conocido mundialmente como Cantinflas, nació hace 100 años en un modesto hogar de la capital mexicana. Su padre era empleado postal, fue el sexto de 12 hermanos y su infancia transcurrió en uno de los barrios más pobres de la Ciudad de México: Tepito. A los 16 años, tras falsificar su fecha de nacimiento para hacerse pasar por adulto, ingresó en el Ejército, de donde salió cuando fue descubierta la trampa. Se dedicó entonces al boxeo y también aprendió a torear, pero su destino estaba en las carpas, un modesto espectáculo teatral, desde donde saltó al celuloide, donde popularizó su personaje.
En su reciente ensayo sobre la mexicanidad denominado Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos, Jorge G. Castañeda asevera: “El ejemplo más extraordinario del mexicano que evade sistemáticamente la confrontación, tanto porque refleja indudables rasgos nacionales como porque se le identifica como el mexicano típico es, por supuesto, Cantinflas".
Castañeda cita además al sociólogo Roger Bartra, quien sostiene: “El mensaje de Cantinflas es transparente: la miseria es un estado permanente de primitivismo que es necesario reivindicar en forma hilarante". En su libro La jaula de la melancolía, Bartra asegura: “La gran popularidad de Cantinflas se debe a que, con sus burlas, hace también una crítica de la injusticia social; por ejemplo, cuando le preguntan si el trabajo es cosa buena, contesta: 'Si fuera bueno, ya lo hubieran acaparado los ricos.”
El experto en cultura popular mexicana, Ricardo Pérez Montfor, manifiesta: “Hay dos etapas en Cantinflas. Primero él surge en un momento de efervescencia política en los años treinta, cuando se están estructurando los elementos corporativos del Estado mexicano, y ahí es cuando ese hablar mucho y no decir nada se vuelve paráfrasis de la demagogia política del momento. Ahí Cantinflas representa un sentir popular, ya que de manera agresiva, se mofa de la ineficacia de los poderosos. Pero en la segunda etapa, Cantinflas se convierte en un portavoz del régimen, vinculado al PRI, un cómico institucional. Entonces, rara vez hace referencia a situaciones de marginación, ve la pobreza como algo inevitable a la que hay que dispensar caridad antes que reclamar justicia."
Trayectoria en las tablas
Hacia 1930, Maio Moreno ya se había unido al circuito de carpas de la Ciudad de México, turnándose entre las carpas Ofelia, Sotelo y la carpa Valentina, donde conoció a su futura esposa. Al principio trató de imitar a Al Jolson pintándose la cara con pintura negra, pero después se separó para formar su propia identidad como un habitante de un barrio pobre con pantalones holgados, una soga como cinto y un bigote muy particular.
En las carpas bailaba, realizaba acrobacias y otros varios oficios. En 1940 se hizo la que quizá sea su mejor y más famosa película, "Ahí está el detalle". En ella ya podemos ver a ese personaje con pantalones caídos, barba mal rasurada y un sombrero pequeño. Es muy probable que el impacto que en la gente causó Cantinflas, lo llevara a repetirse en buena parte de sus posteriores trabajos.
Ganó una enorme popularidad con la interpretación de su personaje, un hombre salido de los barrios pobres que se originó del típico pelado. El personaje se asoció con parte de la identidad nacional de México y le permitió a Moreno establecer una larga y exitosa carrera cinematográfica que incluyó una participación en Hollywood. Se dice que el estilo de salir a hacer comedia, disfrazado de "peladito", lo tomó del comediante Manuel Medel.
Mario Moreno ha sido llamado el "Charlie Chaplin de México" y tuvo un estruendoso éxito en América latina, España y Guinea Ecuatorial, lugares donde todavía tiene muchos admiradores, que ven sus películas que se repiten en la televisión. Como pionero del cine mexicano, Mario Moreno ayudó a su crecimiento en la época de oro. Aunque fue conservador, su reputación como portavoz de los desprotegidos le dio a sus acciones autenticidad y lo convirtió en un importante líder sindical, en la lucha contra la práctica del gobierno de un sólo partido, para manejar y controlar los sindicatos.
Su personaje, cuya identidad se mezcló con la de si mismo, ha sido analizado desde la década de los cincuenta por numerosos críticos de los medios de comunicación, filósofos, antropólogos y lingüistas. Ahora ha cobrado fuerza el proyecto cinematográfico que devolvería a Cantinflas a la pantalla. Se trata de una cinta protagonizada por el actor español Óscar Jaenada, cuyo guión corre a cargo de la argentina Gabriela Tagliavini y está bajo la dirección de Alejandro Gómez Monteverde, para ser estrenada antes de que finalice 2011.
Carlos Monsiváis recuerda el sepelio de Cantinflas, que falleció el 20 de abril de 1993 de un cáncer pulmonar: "El cortejo es extraordinario y culmina en el Panteón Español. Allí la gente deposita cartas sobre el féretro. La cremación dura tres horas. Muy pocos se van. Él dictó su epitafio: 'Parece que se ha ido, pero no es cierto'".
Al ver hoy a miles de personas desfilar ante sus 126 fotografías de enorme formato expuestas en las rejas del Bosque de Chapultepec, en pleno paseo de la Reforma, parece que el cómico tuvo razón: se fue pero no se fue.
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