Por Carlos Hurtado
SAN SALVADOR - No tuve la oportunidad de conocer personalmente a Apolinario Serrano, solamente lo vi en una oportunidad. La UCA organizó en 1978 una Mesa Redonda para discutir la Carta Pastoral La Iglesia y las Organizaciones Populares, suscrita por los monseñores Romero y Rivera, la cual obtuvo fuertes adherencias como detracciones.
Por ello la universidad tomó la iniciativa de discutir la carta invitando a todos los sectores involucrados. La mesas era coordinada por el padre Segundo Montes, monseñor Romero presentó la carta, Polín el punto de vista de las organizaciones y el padre Ion Sobrino hizo una reflexión teológica sobre el tema tratado. Se invitó a los obispos que se oponían a la Carta, pero no se hicieron presentes, simplemente se excusaron.
Polín estuvo a la altura de los intelectuales que lo acompañaban, Paulino Espinoza recuerda una de las respuestas que dio esa noche a un extranjero que le pregunto: ¿dígame usted quien lo adoctrinó? La respuesta contundente fue: “De niño nunca tuve zapatos, siempre vestí con ropa remendada, mis padres no tenían para darnos de comer y apenas si conocí la escuela y hoy de grande mis hijos viven en las mismas o peores condiciones que yo viví. Dígame usted ¿Quién me adoctrinó?”
Apolinario fue asesinado, hace 32 años, el 29 de septiembre de 1979, junto a José López y los esposos Patricia Puertas (la Ticha) y Félix García, todos dirigentes de la Federación de Trabajadores del Campo (FTC) En el kilómetro 27 de la Carretera panamericana, enfrente del cuartel de caballería, les tendieron una emboscada cuando regresaban de una reunión de la organización que se realizó en Santa Ana. Los mataron por el hecho de ser dirigentes campesinos.
Durante los años que trabajé para el Arzobispado de San Salvador escuche muchas anécdotas sobre Polín, considero que es de justicia recordar a este campesino que entregó su vida para que este país fuera un mejor país, es importante hacerlo porque los ideales por los que él y los compañeros murieron continúan siendo válidos.
Como he dicho fueron varías la historias que escuche una y otra vez, aquí comparto aquellas cuyas fuentes me parecen más verídicas y por que las escuché en varias oportunidades y mantenías el mismo hilo de lo sucedido.
Don Víctor trabajaba como motorista del Arzobispado, no era quien conducía a Monseñor Romero, pero me contó que una vez le tocó llevarlo a un pueblo de Chalatenango, después de haber celebrado la misa de domingo en Catedral y haber dado la conferencia de prensa, esta práctica inició con Monseñor y aun se continua realizando por los obispos metropolitanos.
En “Chalate” Monseñor celebró misa, el evangelio del día relataba el milagro de la multiplicación de los panes y Monseñor predicó sobre ello. Terminada la misa y una pequeña celebración de las comunidades, emprendieron el camino hacia San Salvador, le dieron aventón a Polín para acercarlo a El Paisnal a donde vivía.
Una vez en el vehículo Polín comenzó a inquirir a Monseñor Romero diciéndole: “Monseñor a mi me parece que el verdadero milagro no estuvo en la multiplicación de los panes”.
A lo que el Obispo respondió con un “uhumm, y ¿cuál es el verdadero milagro?”, entusiasmado Polín le dijo: “el verdadero milagro no fue multiplicar los panes, el verdadero milagro estuvo en que tenían poco y ese poco decidieron compartirlo”.
Monseñor cerró los ojos y le dijo: “bueno, bueno, ahora estoy cansado ha sido un día largo y no tengo ánimo para reflexiones teológicas tan profundas, otro día vamos a tener tiempo para conversar sobre ello”.
Otra anécdota de la cual siempre me acuerdo cuando se habla de la infiltración marxista en la iglesia y de los “curas comunistas” que envenenaban la mente de la gente, se la escuché a un sacerdote que asumió la Parroquia de Aguilares después del asesinato del Padre Grande y dos de sus colaboradores.
En una casa en Aguilares en donde se quedaban algunos laicos que apoyaban el trabajo pastoral y organizativo en la zona, solía quedarse a dormir Polín, dado que algunas sesiones de trabajo terminaban tarde u otras en la que no alcanzaba transporte para El Paisnal, era la única opción que tenía para pasar la noche.
En una de esas ocasiones se puso a revisar la librera que había la casa. Encontró un libro de Marx y se lo llevó al lugar a donde dormía para leerlo. Al día siguiente (¿o días después?) llegó a desayunar muy entusiasmado y dijo a los que ahí estaban: “Hey, compas este viejito está claro, ¿hay chance de traerlo para que nos de algunas charlas?”
Otra historia que escuche muchas veces y todas fueron bastante coincidentes, es la siguiente: Sucedió en 1975, se trata de cuando a Polín le tocó intervenir en el acto de constitución del Bloque Popular Revolucionario y se dirigió a la multitud ahí congregada diciendo: “compañeros dejemos de hablar de revolución, todo el mundo habla de revolución, pero eso es como hablar del quito polvo, que a la hora de las horas nadie lo echa, no compañeros ya no hablemos de revolución, hagamos la revolución, echemos el quinto polvo”, Recibió como respuesta una ovación cerrada.
Probablemente haya lectores de esta columna que conocieron a Polín y saben o compartieron historias con él, espero que se animen a compartirlas para ir construyendo la contribución que este personaje dio al proceso salvadoreño.
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