Octavio Fraga Guerra | Para Kaos en la Red
Para mi padre, que sigue amando… siempre
.
.
En
la plaza se han reunido los enanos sembradores de historias. Llevan un
saco de muchas letras, una libreta de notas, un lápiz de grafito azul y
un bote de agua para calmar la sed de cada jornada.
En
el centro del pueblo “se aloja” una fuente de la que todos toman de su
cascada. Su fisonomía es una legión de infinitas gotas de manantiales
venidos desde muy lejos, desde muy tarde. Es un agua sutil,
transparente, esquiva. Se agolpa por entre las paredes de su marcha
intentando salirse de su cauce antiguo, para llegar hacia donde le
claman.
De esa agua se alimentan los del pueblo.
Los caballos que quiebran adoquines y hojas secas. Las señoras y los
“caballeros” de la corrala que anulan el olor de ropas sórdidas y
defenestradas. Con sus entrañas se hace el mar, el verde pasto
amurallado y el invierno destronado. Sus raíces son grietas y abedules,
encendidas velas y alegorías de soles.
Los enanos
han sido convocados por los sabios del pueblo para una inusual labor
colectiva. La tarea es llenar sus vasijas con las milagrosas corrientes
de agua destronadas y salir a regar la sed de los que aún no conocen del
“amor de infinitas metáforas”.
Primero han de
regar las manos de los que arrancan el árbol a los desamparados. Las
nieblas a los que destilan goces ante la muerte y el dolor de los
mutilados. El embuste, la opacidad de una confesión y los abrazos rotos
forman parte de la lista de prioridades.
Sin
perder ni un instante, “sus mantas” han de tapar a los niños de soles y
corazas. Para cuando hagan preguntas sepan de colores, de la poesía, del
sabor de los libros del ingenio y de las obras narradas por los
cuentacuentos venidos desde muy lejos, desde todas partes.
Los
ancianos y las mujeres erguidas están situados en el próximo escalón de
la lista multiplicada. La voz de la ventana donde habitan los de pelo
cano, tomará de su arsenal milagroso para cerrar la soledad y el
silencio de los inciertos acentos.
En una segunda
horneada, el pastizal de los domingos y las cosechas de la semana. El
rodar de piezas mecánicas y el hacer entre todos, está la cola de los
“elegidos”. La opulencia de sus máquinas ha de vibrar cada noche, justo
cuando la sirena marque el fin de otra jornada.
En
la ruta de los enanos no faltará esta agua para dar la luz a las tardes
y a la escuela de todos los abrazos, que ha de seguir aprendiendo y
enseñando. Es esencial en ese espacio regar los libros. Los de
aventuras, los de historia. Geografía, matemáticas, lenguas y literatura
que cuando tocas sus “mantas” que saben a metáfora y sabiduría.
El
árbol de la entrada, -el de las sombras y los encuentros- ha de ser lo
siguiente. El leño de la arboleda, el tronco de la entrada que el pueblo
conoce como “el guardián” será lo próximo. Ese que marca el límite con
el poblado vecino, tan solo para sellar una identidad, una antológica
costumbre que ha perdurado con la palabra y ahora se repite con la voz
de los juglares en sol, que han venido para quedarse.
Los
enanos siguen su marcha. Aún les quedan kilómetros por recorrer. Van
tocando puertas, ventanas, puentes, farolas y forrajes de cultivos
tenaces. Las vasijas no cesan de verter esa agua “milagrosa” que calma,
funda y persiste. Sus manos dan un toque de paz y silencio. Esas manos
apremian nuevos destinos pues aún queda por hacer para sembrar amor en
donde haga falta.
El poeta Silvio Rodríguez,
filosofó con su arte de “contar cantando” con un tema que cuando lo
escucho “me quito el sombrero”. Un texto que “habla” de compartir el
amor, de compartirlo siempre. Una canción que sabe calar los versos y
“apretar amores”.
Tema: El problema (1991)
Autor: Silvio Rodríguez
El problema no es
si te buscas o no más problemas
El problema no es
ser capaz de volver a empezar
El problema no es
vivir demostrando
a uno que te exige
y anda mendigando
El problema no es
repetir el ayer
como fórmula para salvarse.
si te buscas o no más problemas
El problema no es
ser capaz de volver a empezar
El problema no es
vivir demostrando
a uno que te exige
y anda mendigando
El problema no es
repetir el ayer
como fórmula para salvarse.
El problema no es jugar a darse
El problema no es de ocasión
El problema señor
sigue siendo sembrar amor.
El problema no es
de quien vino y se fue o viceversa
El problema no es
de los niños que ostentan papás
El problema no es
de quien saca cuenta y recuenta
y a su bolsillo
suma lo que resta
El problema no es de la moda mundial
ni de que haya tan mala memoria
El problema no queda en la gloria
ni en que falten tesón y sudor
El problema señor
sigue siendo sembrar amor
El problema no es
despeñarse en abismos de ensueño
porque hoy no llegó
al futuro sangrado de ayer
El problema no es
que el tiempo sentencie extravío
cuando hay juventudes
soñando desvíos
El problema no es
darle un hacha al dolor
y hacer leña con todo y la palma
El problema vital es el alma
El problema es de resurrección
El problema señor
será siempre
sembrar amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario