San Salvador - Mientras el gran capital mira en las elecciones la continuidad de su hegemonía y negocios, y que su resultado es la renovación de funcionarios que deben “mejorar y perfeccionar” las instituciones, la realidad y la historia han demostrado que las elecciones, hasta hoy, han reproducido un establecimiento generador de opulencias e impunidades, así como también extensiva pobreza, exclusión y de ofensa institucional.
La izquierda, insertada en la vida política legal desde 1992, ha venido tomando poco a poco más posiciones institucionales en alcaldías (96), legisladores (41%) y una reñida elección presidencial obtenida en alianza con otros sectores, que le ha permitido dirigir algunos aparatos del gobierno.
El Frente no determina la política económica, no solo porque no son suyos los funcionarios de dichas carteras, sino porque el gobierno sigue aplicando lineamientos de la banca internacional, se somete a la política norteamericana, arrastra una tremenda deuda externa, se niega a la cooperación bolivariana y tiene que negociar con la voracidad de los grandes empresarios y su instrumental legislativo, jurídico y mediático.
Pero en dos años se han registrado avances en proceso y algunas dignificaciones sociales, especialmente en obras públicas, en paquetes agrícolas, salud y educación.
Sin embargo, las relaciones económicas, sociales y culturales siguen básicamente reproduciendo los patrones de dominación del capital.
Estas elecciones son sumamente críticas. Al parecer la derecha después del resquebrajamiento de su principal partido Arena, logrará recuperar cuotas legislativas. El reto para la izquierda es obtener un disputado avance que le permita la mayoría simple en la próxima legislatura y poder dar paso a leyes que dignifiquen más a la sociedad (por ejemplo: agua, medio ambiente, medios de comunicación, uso y fiscalización territorial de la propiedad, etc.)
El 12 de marzo se sabrá si la ecuación del actual gobierno-legisladores-aliados políticos ha fortalecido en la ciudadanía la mirada del necesario cambio de estructuras en El Salvador, porque el gran capital no dará ningún paso voluntario en ofrecer un poco de sus altas ganancias para rellenar el precipicio de las desigualdades y exclusiones.
El poder real y el simbolismo presidencial que representa, no ha tenido la entera voluntad política para ejecutar el programa de gobierno por el que fue electo. El compromiso de perseguir la corrupción, la impunidad y la injusticia está pendiente y que es necesario porque son campos de acción que son inevitables para el desarrollo del país y en la creación de nuevas formas de relacionarnos y dignificarnos material y culturalmente.
Perseverancia es una palabra clave en este tiempo. Las elecciones no son significarán un cambio de los cimientos del país. La cerrada disputa y negociación cultural no permiten aún una transición en el sistema material de esta sociedad. El sistema sigue preservando legalmente sin legitimidad sus matrices de poder económico, judicial, cultural, ideológico, etc., mientras nuestra sociedad está entrampada en el luto cotidiano, ignorancia, consumismo y desnutrición.
Después de estas elecciones al Fmln se le plantea una encrucijada profunda. Pueden elaborarse distintos escenarios, relacionados principalmente con la aritmética de los puestos municipales o legislativos, que sin duda son importantes.
Pero el poder real no es el gobierno ni las instituciones, alcaldías o curules, acceder a la decisión de un presupuesto, programas y proyectos. Hay poderes reales que bloquean el desarrollo y la democracia. El poder real que permitirá las transformaciones reales está en las nuevas o antiguas formas de relacionarnos directamente con la población, en la creación de conciencia, en su organización y movilización. ¿Qué lo impide?
Así como ANEP utiliza a ARENA, y viceversa, ¿Qué impide precisamente construir una amplia alianza social y programática democrática, popular y socialista, y no solo en plano electoral o legislativo, que precisamente den el vuelco a una correlación que supere los poderes bloqueadores del desarrollo material y espiritual de la población?
En contraste, la derecha articulada por la ANEP, por ejemplo, sí hace campaña continua para mantener el estado de cosas y trabaja arduamente por inmovilizar a la población a través del consumo, reproduciendo en el imaginario colectivo que la democracia solo puede existir si hay un mercado… que ellos dominen y donde los demás somos simples consumidores atomizados.
La población, conciente o no de sus reales intereses sociales, irá a votar. Pero… ¿Quién sabe si la ciudadanía que define una elección finalmente vota por razón, por ilusión, televisión, estimulación, consumición o pasión?
¿Es problema de muchos pobres y sectores de clase media sigan votando por los aparatos políticos de los grandes empresarios? ¿Es problema de muchos pobres y sectores de clase media tener identificaciones y prácticas consumistas, in-solidarias y sin asombros de la realidad?
Estas elecciones dan otro espacio para que avance la correlación de fuerzas para el cambio y se anticipa que sean reñidas, por lo que serán una especie de aspirina para los dolores y aspiraciones sociales. Del 12 de marzo en adelante, las conclusiones, acciones, ecuaciones y relaciones deben ser otras.
*Colaborador de ContraPunto
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