CERIGUA
La violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes continúa siendo un tema tabú, pues a pesar de que las instituciones han reportado que aproximadamente 11 mil menores de edad son atendidos por esta causa, abordar este flagelo trae consigo reacciones negativas.
De acuerdo con la Comisión Nacional Contra el Maltrato Infantil (CONACMI) un sondeo realizado en Guatemala demostró que 11 mil infantes son víctimas de agresión sexual al año y se sabe que la cantidad es mayor, ya que existe un subregistro que podría elevar la cifra a 1 millón de casos.
Pese a los índices alarmantes de violencia sexual, continúa siendo un tema del que nadie quiere hablar y al cual incluso los médicos y operadores de justicia dan poco seguimiento, además se reportan escasas denuncias, lo que se atribuye al temor a represalias, estigmatización y revictimización.
Denuncias que generan amenazas e intimidaciones
La columnista Carolina Vásquez Araya publicó el pasado lunes su columna “Día del Niño”, en la que indicó que la violación de niñas de cualquier edad ha sido una tradición consolidada en el país y puso como ejemplo la Finca La Pangola, en La Gomera, Escuintla, donde el administrador, de origen zacapaneco, violaba a las hijas de los trabajadores, declaraciones que despertaron amenazas e intimidaciones en su contra.
Vásquez recibió un mensaje donde amenazaban de muerte a su familia; la denuncia fue presentada al Ministerio Público, específicamente en la Fiscalía de Delitos contra Periodistas.
La profesional indicó en las redes sociales que ya no es posible seguir callando los casos de violencia sexual contra niñas, ya que este fue sólo un caso citado de muchos que pasan en el país y lamentó que la sociedad guatemalteca esté acostumbrada a la violencia y sea indiferente al sufrimiento.
Un tema que genera reacciones en varias partes del mundo
Lydia Cacho, periodista mexicana, sufrió uno de los casos más sonados a nivel mundial, después de la publicación de su libro “Los Demonios del Edén”, donde denunciaba una red de pederastas en la que estaban involucrados incluso políticos mexicanos, lo que despertó una serie de intimidaciones y amenazas.
Cacho fue víctima incluso de una detención ilegal y actualmente, por las reiteradas amenazas de muerte recibidas, tuvo que abandonar México para garantizar su seguridad.
En el libro la periodista describe la forma en que operaba una red de pederastas en Quintana Roo, México, donde altos funcionarios y empresarios violaban sexualmente a niños, niñas y adolescentes.
Defensores de los derechos de la niñez a nivel mundial han exigido velar por la erradicación de las violaciones sexuales contra niños, niñas y adolescentes; las estadísticas muestran que uno de cada cinco menores de edad es víctima de abuso y explotación sexual infantil.
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