En el mundo actual los ciudadanos únicamente disponemos de dos
espacios donde ubicarnos: Los defensores de la vida y el planeta,
frente a los defensores del capital, representantes de la destrucción y
extinción de la especie.
Santos es la encarnación de la traición a
la integración regional que se expresa en la UNASUR, MERCOSUR, El ALBA,
CELAC, el Banco del Sur, Telesur. El imperialismo-sionismo ha asignado
a Colombia el papel de portaaviones de los poderes fácticos globales en
nuestra región, repudiable labor que Santos asume con el mayor cinismo.
Este político colombiano refleja lo que es la oligarquía y burguesía
latinoamericana: traidora, apátrida y servil por mendrugos arrojados
bajo la mesa.
Santos viene hace tiempo articulando sus
acciones de quinta columna en la integración de América Latina y el
Caribe. Juntamente con Ollanta Humala (Perú), Chile y México, los más
neoliberales de la región; y, bajo la dirección del pentágono yanqui
han conformado la Alianza del Pacífico,
para sabotear la integración regional. Agravando su traición pide el
trasladando de la tenebrosa OTAN al sur de nuestra América y entrega
Colombia a los terroristas de Israel. La OTAN en Sud América significa
la presencia del aparato militar terrorista del imperialismo-sionismo.
En el mundo actual los
ciudadanos únicamente disponemos de dos espacios donde ubicarnos: Los
defensores de la vida y el planeta, frente a los defensores del
capital, representantes de la destrucción y extinción de la especie.
Ante este panorama no caben terceras posiciones o ambigüedades. En
nuestra región está claramente identificado el enemigo fundamental de
los pueblos, el imperialismo-sionismo norteamericano-israelí, son
quienes han sembrado el continente, con más de 47 bases militares (7 en Colombia); son quienes han reactivado la cuarta flota norteamericana -no
son pues imperialistas rusos o chinos- para apoderarse de la Cuenca del
Orinoco, con las reservas de gas y petróleo más grandes del planeta,
la Amazonia con su frondosa biodiversidad, cuencas hídricas,
hidrocarburos, oro y metales de las tierras raras (para la industria
estratégica); además de los ingentes recursos naturales, minerales, los
grandes almacenes de alimentos, (papa, quinua, tarhui, camu camu, coca,
etc.) y surtida ganadería con sus productos derivados de nuestros
países.
Por todo ello en nada son exageradas las
denuncias de Nicolás Maduro, Presidente Constitucional de la República
Bolivariana de Venezuela, respecto a que desde Colombia se viene
coordinando acciones de sabotaje y terrorismo en contra del Gobierno y
pueblo venezolano, coludidos con Capriles y la oligarquía interna.
Los ciudadanos latinoamericanos sin caer en absurdas disquisiciones “teóricas”, o creando falsos enemigos (imperialismo[1]
ruso-chino) para ocultar al imperialismo-sionismo, solo tenemos dos
opciones para ubicarnos: la defensa del proceso bolivariano venezolano
iniciado por el Comandante Hugo Chávez, así como la integración regional
sobre principios de solidaridad y complementariedad (que significa
dignidad, soberanía y defensa de la vida); o, por el contrario, nos
ponemos de lado de los traidores serviles que defienden cual vasallos el
capital, la expoliación, depredación de los recursos naturales y la
destrucción del planeta.
[1]
El imperialismo, es el capitalismo en su fase superior y última de
desarrollo; es la etapa del dominio del capital monopolista en lo
económico, político e ideológico. Somos testigos presenciales de cómo el
imperialismo estadounidense ha extendido sus mandos hacia el continente
utilizando medios económicos (intercambio de capital físico y humano),
políticos (a expensas de la libertad de nuestros pueblos y la propiedad
de nuestros recursos) y militares, utilizando como pretexto la lucha
contra el terrorismo y narcotráfico; fuera de las bases militares
anteriormente instaladas, hoy observamos el reforzamiento de su poder
imperial con la instalación de 7 nuevas bases en Colombia y la
reactivación de la IV flota que tiene como zona de control a América del
Sur, del Centro, todo el Caribe, México y territorios europeos en este
lado del Atlántico.
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