Contracorriente - Dagoberto Gutiérrez,
Un nuevo gobierno, es un equipo nuevo que asume la administración de la política del Estado, es cierto que el gobierno resulta ser una parte muy dinámica del Estado y es, sobre todo, lo que el ser humano puede mirar, porque el Estado no se mira, no se deja ver, es algo parecido a la relación que se da entre la fábrica y la empresa. Ocurre que la empresa no se mira, pero la fábrica si, esta es la que produce y es la que se mira, pero en el producto no aparecen los productores, los obreros que han hecho el producto porque es el empresario el que presenta el producto sin presentar a los productores que también son invisibles y no se miran.
Entre el gobierno y el Estado se entabla una relación inseparable y cuando hablamos de un gobierno nuevo lo hacemos refiriéndonos a un equipo que resguarda al Estado, que lo asegura y lo garantiza por que el nuevo gobierno no es un gobierno nuevo, esto quiere decir que estamos frente a un gobierno parecido al de Mauricio Funes que es, a su vez, parecido al de todos los gobiernos anteriores y, repito el nuevo gobierno es otro equipo humano que funciona como una especie de relevo de la gestión pública anterior.
El relevo indica, que no estamos frente a un gobierno nuevo, es decir, a un poder que busca construir un nuevo estado, un nuevo poder, un nuevo ejercicio de poder y busca, desde luego construir un nuevo sujeto político que parta y termine en el pueblo. Un gobierno nuevo es aquel interesado en cambiar el juego y las reglas con que se juega ese juego. En todo juego son fundamentales los jugadores y cada persona que participa en él es identificada con el nombre de ciudadano y cada movimiento en ese juego llamado voto y el jugador es un votante, este es el juego tradicional en donde este jugador no tiene ningún poder ni control, ni influencia sobre la cuestión de los dueños del poder.
Un gobierno nuevo es el que cambia este juego y también cambia los jugadores porque no solo les da derechos como hacen todas las constituciones sino que les da el poder necesario para ser efectivos esos derechos, para que sean cobrados y aplicados y los mismos jugadores se encargan de construir las fuerzas de donde nace ese poder que es reconocido. Aquí en nuestro país y en estos momentos no estamos ante estas circunstancias por deseable que ésta sea, por innecesaria o imprescindible que esta sea, por urgente que fuera, no se trata de eso.
Estamos frente a un gobierno que busca la manera de postrarse de hinojos, ante el Fondo Monetario Internacional para jugar el juego y someterse a las reglas que estos están buscando, es el que busca el acuerdo con las cúpulas empresariales y trata de ganarse su confianza, su oído, su comprensión y apoyo, los votos con que cuenta son, precisamente, una carta de presentación que los sitúa como dueño de la confianza, la esperanza y la voluntad de los desposeídos, de los que no tienen pan ni agua, pero que lo miran y los entiende, todavía, como su esperanza por débil y agotada que ésta parezca.
Todo este panorama es el que se desarrolla ante nuestros ojos y las trompetas que anuncian el dialogo y el entendimiento es el sonido que ensordece a los que necesitan oír y ciega a los que necesitan ver y enmudece a los que necesitan hablar. Se trata de un momento lleno de amargas desconfianzas y dudas insondables. Los seres humanos, los que votaron y los que no votaron, saben, por experiencia propia lo que ocurre cuando los gobiernos se ponen de acuerdo con los poderosos porque esto es lo que ha ocurrido siempre y eso es lo que la gente conoce, saben muy bien que lo que resulta de esto es lo que ha resultado siempre: un gobierno que gobierna para los poderosos con todas sus consecuencias de abandono y desprecio a los últimos de la sociedad.
Todo esto que estamos comentando, no requiere, en verdad presentación especial, porque es un desfile en plena vía pública, hoy la misma práctica de la derecha tradicional y el estilo inveterado de hacer política y de hacer economía es presentado como novedoso y como esperanzador y como bueno cuando se trata de lo mismo, exactamente de lo mismo que la gente conoce muy bien.
¿Qué es lo que ha pasado?, ¿De dónde viene la ceguera, la sordera y el enmudecimiento?, aquí no estamos hablando de lo que publican los diarios tradicionales o dicen las radios tradicionales porque esa es su política, hablamos del cerebro político de la gente y de su pensamiento y de su posibilidad de sobrevivir a la crisis incontrolable que sobre vuela las vidas de los seres humanos y del país.
La anomia es un fenómeno que forma parte de la crisis en donde las personas pierden capacidad de acción ante problemáticas nuevas o conocidas, esta anomia afecta a los seres humanos, también a las sociedades y es cultivada y trabajada casi primorosamente, es algo tejido por el neoliberalismo en todo el mundo y se expresa en la falta de capacidad y de voluntad para la reflexión sobre la realidad, es una especie de muro auto impuesto que impide mirar la realidad y descubrir las verdades que al humano le interesan, es un pensamiento ligero y superficial ante realidades complejas y es la incapacidad de actuar y de ser ante situaciones que requieren y exigen participación y compromiso.
La sociedad tiene otras cadenas construidas por el mercado en estas década pasadas y sobre todo aquella que hace de cada persona un consumidos que es incapaz de defender su humanidad, porque el consumidor es la persona cuyo valor depende de las cosas que posee y usa y, cuando una persona tiene un valor que le deviene de la cosa, esta persona ha perdido su humanidad.
Toda esta fenomenología facilita a todo gobierno nuevo construir su telaraña con la diligencia y la prontitud de la más feliz de las arañas, pero todas las noches son siempre derrotadas por los amaneceres que son especie de matadores de oscuranas.
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