Armando Salazar
Primera de tres anécdotas sobre la estratégica importancia que tuvo para la guerrilla, el despejar un importante corredor en Chalatenango
Al interior de las FPL se estableció que cada frente de guerra tenía que se jefeado por un miembro de la Comisión Política. Pero para Radiola, después de la toma de Cinquera, “nadie quiso ir”. Fue cuando hicieron la excepción y nombraron a un miembro del Consejo Revolucionario.
Radiola fue un frente extremadamente complicado durante la guerra. Pequeño, con peligrosas barreras como el lago Suchitlán y la calle nueva a Suchitoto y cruzado por muchos riachuelos y serranías muy vegetadas de poca y mediana altura. Pero la complicación más importante procedía que el área también estaba bajo la jurisdicción militar directa de la Fuerza Aérea.
Su sobrenombre surge en la época de FECCAS para designar en la década de los 70 al área de organización popular campesina de Cinquera, Tejutepeque, Jutiapa y alrededores de Suchitoto así como de Tenancingo. Igualmente toda la zona estaba saturada de despiadados paramilitares de ORDEN que incluso muchos eran familiares de los “organizados”.
El gobierno, los norteamericanos y el ejército otorgaron gran importancia debido a que el frente de Radiola colindaba directamente con la presa hidroeléctrica del Cerrón Grande y estaba relativamente a pocos kilómetros de la vertebral carretera panamericana en el centro del país.
Comprendía un reducido territorio que posiblemente no sobrepasaba los 70 kilómetros cuadrados, pero era un espacio de alta y densa intensidad de guerra. En los primeros años de guerra, el ejército terminó de despoblar a pura bomba y masacres de los batallones élites entrenados por los norteamericanos, principalmente el Atlacatl y a mediados de la guerra los norteamericanos aplicaron a fondo sus tácticas contrainsurgentes de la llamada “baja intensidad”.
La toma de las posiciones militares de Cinquera fue dramática. El ejército tenía a una compañía del Destacamento # 2 de Sensuntepeque y a medio centenar de agresivos patrulleros que procedían de las fuentes originales y más atroces de ORDEN. Por años, antes del inicio de la guerra, los paramilitares junto a la Guardia Nacional habían cometido espantosos crímenes para liquidar la organización campesina de FECCAS.
Antes del 8 de mayo de 1983, varios ataques guerrilleros de distintas organizaciones se habían realizado y solo a dejar muertos iban. Fue cuando los destacamentos de Chalatenango que formarían el batallón que sería el X-21 cruzaron en pequeñas lanchas y cayucos el Lago Suchitlán para juntarse con las tropas del K-93 de Radiola de las FPL y unidades de las FAL-PCS procedentes de Guazapa.
La maniobra era amplia en todo el terreno, que no solo comprendía el asalto militar sino también el ataque a muchas posiciones atrincheradas en las serranías periféricas y emboscadas en las calles de acceso departamental.
Gérman Serrano iba jefeando las tropas del X-21 a Cinquera, afamadas por su experiencia en el asalto y aniquilamiento de posiciones fijas, a las que se sumaron unidades de las FAL. Se atacaba simultáneamente las posiciones del cerro La Mesa, el Azacualpa, El Tortuguero y Santa Rita y en total constituían más de 30 posiciones, anillos de trincheras y en varias de ellas existían túneles y zanjas de comunicación, dispositivos no detectados con precisión en las exploraciones.
La operación fue sumamente complicada y sangrienta. Finalmente, al amanecer, se había aniquilado numerosa fuerza del ejército, paramilitares y refuerzos, se hicieron más de 50 prisioneros y se capturaron gran cantidad de armas. Pero esa operación costó 84 bajas guerrilleras entre muertos y heridos, que tuvieron que salir de las filas de los batallones. Era la operación de mayor importancia en el Frente Central que se hacía por parte de las FPL inmediatamente después de los “Sucesos de Abril”.
A partir de allí, en los siguientes seis meses, se desencadenaron operaciones y fuertes combates en Jutiapa, Tejutepeque, la Calle Nueva a Suchitoto, cerro Tecomatepe, Tenancingo y cerca de Santa Cruz Michapa a escasos kilómetros de la Carretera Panamericana.
Radiola quedó “despejada” de posiciones militares con la excepción de Suchitoto y la presa hidroeléctrica del Cerrón Grande. Con ello se ampliaba la zona controlada y se liberaba el corredor guerrillero de Chalatenango a la zona central y las rutas de comunicación y logística con otras zonas y frentes.
Cuando las FPL se tomaron exitosamente el Cerrón Grande un año después, el ejército, ya era conducido en lo estratégico, táctico y lo diario prácticamente por los norteamericanos, quienes comienzan a ejecutar nuevas tácticas para ingresar e intentar golpear a las fuerzas guerrilleras de Radiola, apoyándose fundamentalmente en la Fuerza Aérea.
A Radiola también se le comienza a mencionar como el “Viet Nam” de los frentes por las tropas y jefaturas guerrilleras. Radiola se convirtió en una zona de sustos recíprocos y de formas poco convencionales y conocidas de hacer la guerra en El Salvador.
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