Los secretos de algo que pareciera no tener secretos: un buen lavado, secado y lubricado de nuestra bicicleta. Productos y procedimientos que no hay que usar. Una lubricación bien hecha. Un acabado “a nuevo”.
Diego Maldonado.
Durante los inviernos crudos muchas bicicletas salen de circulación. Otras no, ya que sus dueños son lo suficientemente tenaces como para no abandonar el ejercicio ni con frío, ni con lluvia, ni con un sol que raje la tierra. Pero en cualquier caso, el comienzo de la primavera asegura que de ahora en más la usaremos mucho más. Por lo tanto, es el momento ideal para, sin importar la nacionalidad, la raza o la religión de nuestra bici, hacerle una buena caricia, y esta caricia empieza por un buen lavado y desengrasado, una consiguiente lubricación y un embellecimiento final.
Hecho esto, recién habría que considerar hacerle una puesta a punto y los ajustes finos que fueran necesarios. Es que un primer consejo para detectar cualquier problema en el funcionamiento es una buena limpieza, lo que nos va a aportar un excelente panorama de cualquier desperfecto.
Llegó entonces la hora de una buena limpieza, para lo cual recomiendo seguir los pasos que describo a continuación.
No a la hidrolavadora
Nunca, por ningún motivo, lavar la bicicleta con hidrolavadora. El agua a presión es el peor enemigo de los mecanismos sellados; imagínense entonces el grado de esa enemistad con los que no lo son. Las mazas, cajas pedaleras, movimientos de dirección o rueditas del cambio trasero tienen en su interior o-rings, que justamente están para que no entre tierra, agua o barro dentro de los mismos, así como también para evitar que la lubricación original se salga. Y es fundamental para el buen funcionamiento de una bicicleta que todas sus partes se mantengan lubricadas y sin el más mínimo juego.
El agua a presión provoca desastres. Entra agua donde no debe entrar, sale lubricación de donde no debería salir, y luego de unos meses de funcionar sin lubricantes el mecanismo se destruye.
Sin embargo si al lavado se lo hace a mano, pese a que se tarda un poco más y quizás si tiene mucho barro haya que repetirlo, nos da la garantía de que no perjudicamos nada.
No a la nafta (gasolina)
Si la transmisión está muy sucia, el agua y el detergente no son suficientes para dejarla perfectamente limpia. Hará falta algún producto que ablande la mugre que hay en cadena, piñón, descarrilador, plato y palancas.
Aquí también hay que tener mucho cuidado, porque en este caso el peor enemigo de las transmisiones de bicicletas es la nafta, un producto muy tentador pero muy dañino, tan fuerte que le saca las ganas de “vivir” a la bici. La nafta deja tan reseca a la cadena y al resto de los componentes que hace prácticamente imposible que estos vuelvan a tener su lubricación natural mínima. Además, la nafta es tan corrosiva que derrite en parte todos los o-rings con los que entra en contacto.
Un set de limpieza ideal
Dicho ya que lo peor que podemos hacerle a nuestra máquina es utilizar una hidrolavadora y/o nafta, pasemos a ver de qué va a constar un buen set de limpieza:
– Balde,
– recipiente plástico,
– cepillo de cerdas blandas (el que se utiliza para lavar autos),
– detergente concentrado,
– querosene,
– cepillo de cerdas duras (tipo mecánico) o cepillo de dientes,
– rayo (en lo posible con la punta afilada),
– lustra muebles (Blem o similar),
– trapo,
– franela y
– lubricante.
¡Fuera la mugre!
Dependiendo de la suciedad que tenga nuestra bici podremos optar por hacer una limpieza a fondo o simplemente una repasada, pero a los fines de esta nota haremos de cuenta que nos encontramos en el peor de los escenarios: tierra seca, barro y mucho aceite viejo y sucio en la cadena, piñón, plato y palancas, etcétera.
Antes de comenzar el trabajo, si la bicicleta tiene frenos a disco, deberemos retirar las pastillas o proteger todo el cáliper con una bolsa impermeable a algo semejante. Es que si las pastillas se contaminan no nos servirán más.
A continuación colocamos la bicicleta en un lugar donde quede bien apoyada y sobre un piso que esté preparado para recibir toda la suciedad (para evitar mancharlo podemos colocar un cartón grueso debajo.)
Tomamos el recipiente plástico, que puede ser una botella o un bidón cortado al medio y lo llenamos con unos 200 cc de querosene. Con el pincel de cerdas duras o el cepillo de dientes comenzamos a empapar toda la transmisión, cadena, piñón, platos, descarrilador, entre el plato y palancas y la caja pedalera, las rueditas del cambio trasero y por todos los recovecos que hay en un sistema de cambios.
El querosene tiene la gran particularidad de ser un limpiador con el punto de lubricación justo para una limpieza de este tipo, mientras que el gasoil es demasiado aceitoso y la nafta todo lo contrario. También existen limpiadores cítricos que son excelentes, pero los costos son muy diferentes al de este producto que siempre termina siendo “mágico” con un buen trabajo.
Una vez empapada la transmisión completa, comenzamos a limpiar con más fuerza, como para que ablande el aceite viejo que llega a formar un verdadero “engrudo”. Es importante ayudarse con la punta de un rayo afilado, pasándolo por las hendijas, en las coronas del piñón y en los espacios entre los platos, quitando las costras que se forman en las rueditas del cambio trasero y que a veces hasta las tapan por completo. Es importante también colocar la cadena en combinación plato chico y corona grande del piñón para poder pedalear en sentido contrario a las agujas del reloj, apoyando primero el cepillo en la cadena y luego la punta del rayo en los laterales de las rueditas, para que salga toda la roña.
Una vez hecho este trabajo prolijamente, si la bici estaba realmente sucia a simple vista no parecerá que hayamos limpiado mucho. Ahora lo ideal seria quitarle los residuos de querosene con aire a presión, pero como no todos disponemos de un compresor en casa lo que recomiendo es pasar a la segunda fase de la limpieza.
A la ducha
Llenan el balde de agua por completo y le tiramos un buen chorro de detergente. Tomamos ahora el cepillo de cerdas blandas y lo introducimos dentro del balde varias veces, formando mucha espuma. En una primera etapa, sólo tomando la espuma con el cepillo la esparcemos por el manubrio, la parte superior del cuadro, el asiento y la horquilla y frotamos ligeramente en la zona de los shifters, ya que no les hace bien empaparlos por completo.
Hecho esto, tomamos el cepillo bien cargado de agua con detergente y pasamos a lavar todo. Cuando digo todo es TODO: el cuadro, la horquilla, detrás del caño de asiento, debajo del asiento, debajo del caño diagonal, debajo de la caja pedalera, las llantas, los rayos; todo formando mucha espuma y repitiendo varias veces la operación.
Luego de haber lavado toda la bicicleta, pasamos a la trasmisión, donde hay que lograr también mucha espuma en la zona donde antes empapamos y limpiamos con querosene. Ahora el agua y el detergente terminarán de quitar todos los residuos que ablandó el limpiador y el enjuague hará que finalmente todo este sector quede reluciente.
Para terminar con el lavado hay que llenar nuevamente el balde con agua limpia y volcarla poco a poco sobre la bicicleta completa, de arriba hacia abajo. Este enjuague terminará de quitar los restos de detergente y mugre. Terminado esto habrá que pegarle una buena sacudida a la bici y dejarla escurrir un rato para luego secarla con un trapo limpio y seco.
En el secado es importante repasar todos los puntos, comprobando que no haya quedado nada sucio. También se debe secar la transmisión, los huecos que quedan entre el descarrilador y la caja pedalera, la cadena, el cambio trasero y el descarrilador.
Una técnica que recomiendo para esta etapa es la del “lustrabotas”: tomamos el trapo por un extremo y lo introducimos por cada hueco, de forma tal que se pueda tomar con la mano del otro extremo. A continuación hacemos que el trapo recorra varias veces el punto a secar y limpiar.
Para ser bien prolijos conviene emplear esta técnica en las caras internas de las vainas traseras superiores e inferiores y dentro del descarrilador, ya que el cepillo no llega a esos lugares escondidos.
El toque final
La culminación de esta tarea merece un remate excepcional: una buena lustrada. Si la bicicleta tiene pintura laqueada (es decir con brillo) hay que ponerle bastante lustramuebles Blem, pero si el acabado es mate no usaremos este producto, porque le quita la textura mate y queda como satinada. En el caso de acabados mate conviene usar aguarrás, que deja la superficie mas mate todavía.
Aquí también vale una observación sobre los frenos a disco: debemos evitar que tanto el Blem como el aguarrás entren en contacto con las pastillas, ya que estos productos las perjudican tanto como el querosene.
Un secretito para que actúe bien el lustramuebles es dejarlo secar como mínimo 20 minutos o media hora. Si hacemos esto lograremos un brillo mejor que el que viene de fábrica.
Ahora tomamos una franela y repasamos todo (el cuadro, dentro de las ruedas, entre los rayos, las mazas, las piezas de aluminio, etcétera) como si lustráramos una manzana deliciosa, terminado lo cual descubriremos la terrible bicicleta que teníamos debajo de toda la mugre. Ésta de la franela puede ser la tarea más placentera y redituable, ya que cuanto más dedicación le pongamos mejor va a quedar el fierro.
Lubricación y final
Con respecto a la lubricación, es importante tener en cuenta que sólo será necesario un poco de aceite bien liviano en la cadena y en los bujes de las rueditas de la pata de cambios. Es más, recomiendo quitar el excedente de aceite de la cadena con un trapo, para que quede sólo lubricada interiormente y no se le pegue enseguida la tierra.
Para mantener todo lubricado, bastará con que cada tanto hagamos una mínima lubricación, repitiendo lo del trapo para quitar el excedente. En condiciones de clima normales esta lubricación puede durar hasta seis meses.
Por su parte, el Blem que le vaporizamos al cuadro habrá creado una capa de cera que lo protege de la tierra y que permite que sólo con un trapo húmedo recuperemos el brillo.
Sólo nos queda ahora sentarnos y admirar un poco nuestra bici, y hasta sacarle una foto, porque no va a tardar mucho tiempo en volver a ponerse como estaba…
Trabajos como éste vale la pena hacerlos como mínimo una vez al año y esta época es especial para ello, ya que hace que renazcan con mayor firmeza las ganas de pedalear y hasta de usar la bicicleta todos los días como medio de transporte.
Si luego de este trabajo encuentran algún desperfecto técnico y lo pueden solucionar, bárbaro, pero si se les complica no duden en llevar la bicicleta limpia a un buen taller, ya que luego de semejante trabajo la última caricia es dejarla en óptimas condiciones mecánicas.
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