Gloria Marisela Morán
Juan José Dalton, uno de los hijos del poeta Roque Dalton, explica las razones de haber llevado el caso a la justicia y de mantener activo el reclamo de verdad y justicia. Esta entrevista que publicada el 20 Febrero 2012; por su vigencia lo republicamos
El juego de decir verdades a medias, confesar culpas y luego retractarse, fue lo que llevó a la familia Dalton a poner en manos de la justicia local y solicitar al Fiscal General que investigara a los sospechosos de ser responsables del crimen de Roque Dalton, ocurrido en 1975, es decir, a Joaquín Villalobos y a Jorge Meléndez.
La demanda ante la Fiscalía General de la República (FGR) fue presentada el 14 de mayo de 2010, 35 años después de que la dirigencia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), decidiera la muerte del hasta ahora más destacado escritor salvadoreño.
La petición que hicieron a la FGR los hijos del poeta, Juan José y Jorge Dalton, fue que investigara los hechos que desembocaron en la muerte de Dalton y de Armando Arteaga, a fin de conocer la verdad sobre aquellos dramáticos hechos.
En la denuncia interpuesta por los hermanos Dalton ante la Fiscalía se establece que supuestamente, tanto a su padre como a Armando Arteaga se les privó de libertad desde el mes de abril de 1975, fueron víctimas de tortura física y psicológica, sometidos a un juicio sumario y a una ejecución extrajudicial.
Villalobos y Meléndez, en entrevistas públicas, confesaron haber participado en los hechos que dieron lugar a la condena, e incluso, existen versiones de que ambos formaron parte del pelotón ejecutor.
En el escrito también reclaman aclarar el lugar donde presuntamente fueron enterrados los restos mortales de Dalton y Arteaga, ya que existen dudas sobre el hecho en particular.
Después de un año y siete meses, en enero pasado, la Fiscalía solicitó al Juzgado 9º de Paz efectuara la Audiencia Inicial en contra de los implicados en el asesinato de Roque Dalton, Villalobos y Meléndez. Sin embargo, la fiscalía también pedía al juez decretar un sobreseimiento definitivo para los inculpados.
La familia Dalton, siguiendo las normas que establece las leyes locales, se abocó también a la Cámara Tercera de lo Penal, misma que también el sábado 11 de febrero notificó a las partes sobre su decisión de sobreseer a favor de los presuntos responsables del crimen.
Juan José Dalton es quien narra una parte de lo que han sido las vicisitudes que ha atravesado la familia con tal de exigir justicia, verdad y reparo por el asesinato del poeta Roque Dalton.
¿Qué los motivó a llevar el caso del asesinato de Roque Dalton ante la justicia salvadoreña?
Nosotros cuando nos enteramos del asesinato de mi padre teníamos una tremenda confusión; no vivíamos en El Salvador; residíamos en Cuba y en ese entonces no había embajada ni nada que relacionara oficialmente a Cuba con El Salvador. No teníamos cómo relacionarnos con las instituciones legales de acá.
Sin embargo, mi abuela y otros familiares iniciaron inmediatamente una serie de gestiones, de reclamos y lo mínimo que mi abuela -María García Medrano- exigió, respalda por nosotros desde afuera, era que nos entregaran en cadáver de mi padre. Nunca lo hicieron.
Yo considero que desde ahí parte el reclamo legal nuestro porque mi abuela al pedir el cadáver de mi papá públicamente, ante la prensa, el Estado salvadoreño estaba obligado a comenzar una investigación de oficio por la muerte de una persona. Pero el Estado nunca hizo nada; desde entonces está violando un derecho de la víctima que era procurar justicia y hacer una investigación de los hechos. Se trataba de un asesinato de una personalidad de relieve nacional e internacional, y su muerte causó conmoción y estupor en el mundo, especialmente en el sector intelectual, profesional y político.
¿Cuándo hicieron la denuncia formal?
La presentamos el 14 de mayo de 2010. Hasta entonces no había nada, absolutamente nada registrado sobre el asesinato de Roque Dalton en las instituciones de justicia.
Y si se supone que el caso de Roque Dalton era un caso prescrito, ¿por qué decidieron presentar la denuncia?
Hay diferentes momentos que yo quisiera aclarar. En primer lugar, este país vivió una guerra entre hermanos salvadoreños y que aún sigue siendo un trauma grande para la gente de este país. Mi padre no es la única víctima, hay cientos de miles de víctimas, era muy difícil en aquella época y antes de la guerra que las familias pidieran que se investigaran este tipo de caso.
La verdad es que nosotros como familia, antes del 14 de mayo de 2010, considerábamos que el litigio legal no era el apropiado para nuestro padre, porque las circunstancias en las que se dio su muerte, hasta donde nosotros conocíamos internamente, era que había existido una confrontación en la organización en que él militaba. Es en esa contradicción ideológica en que una parte de la organización decide liquidar a la otra y no encuentran otro método para sobreponerse que no fuera la eliminación física del adversario.
Pero al mismo tiempo, desde el 1975 hasta que se termina la guerra se dan un montón de hechos, muere mucha gente, hay una herida muy grande y nosotros, en el caso de mi padre, consideramos que este tema lo tenía que resolver concretamente la izquierda salvadoreña.
Nosotros esperábamos como familia que la izquierda salvadoreña hiciera un análisis político e histórico de esta situación y que fuera ésta, desde su posición, la que hiciera una autocrítica sobre este problema y que se llegara a la verdad a partir de ese reconocimiento sincero, voluntario y humanitario para tratar de sanar esta herida.
Nosotros también estábamos con ello haciendo un esfuerzo a la reconciliación nacional.
Pero, hubo una situación: nos dimos cuenta, en primer lugar, que el caso de mi padre no fue a la investigación del Informe de la Verdad ni se explicó por qué; lo único que se nos dijo es que el asesinato de Roque Dalton no sucedió durante el período que se considera guerra civil. Pero desde entonces nosotros creemos que el crimen es de lesa humanidad y ahora se ha demostrado: un caso de gran relieve a nivel internacional y nacional.
Entonces nos preguntamos, ¿por qué el caso de Roque Dalton no iba a ser contemplado? No sé, a lo mejor no en el informe que hizo la Comisión de la Verdad ante la ONU, pero la izquierda y los integrantes que quedaron de la organización en la que es asesinado mi padre estaban en la obligación de dar la cara ante este crimen.
¿Qué hicieron ustedes entonces?
Fui yo, como hijo de la víctima, quien pidió a la dirección del entonces Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), en concreto a Joaquín Villalobos, que habláramos y que nos contara qué era lo que había sucedido.
¿Cuál fue el proceso para hablar con Joaquín Villalobos?
Yo era entonces un periodista corresponsal de un periódico mexicano, y le propuse también a la agencia con la que trabajaba que yo iba a hacer ese trabajo.
Me lo permitieron, después de la firma de los Acuerdos de Paz, después de conocerse en El Salvador el Informe de la Verdad en 1993, Joaquín Villalobos se sienta conmigo a darme los pormenores, según él, de las razones que llevaron a la muerte de mi padre.
Esa entrevista se publicó en México (periódico Excelsior) y en IPS; le dio la vuelta al mundo. Esa entrevista aquí en el país se dio a conocer por partes a través de las agencias de prensa en la que Joaquín Villalobos se responsabilizaba de haber formado parte del grupo que decidió la muerte de Roque Dalton. Ahí Villalobos menciona a varias personas de las cuales, hasta ahora, los sobrevivientes de los que tomaron la decisión son Villalobos, Jorge Meléndez –a quién Villalobos menciona- y Edgar Alejandro Rivas Mira; de este último nosotros creemos que vive, pero no hay un lugar ubicable. (En la actualidad tenemos informes de que Rivas Mira y su esposa Angélica Meardi fallecieron en México).
Por eso el reclamo que nosotros presentamos a la Fiscalía para que investigara el hecho, sobre todo de las dos personas ubicables residencialmente, uno en México y el otro en San Salvador, Villalobos y Meléndez, respectivamente. Del otro como no sabemos no lo pedimos, pero en las investigaciones, por supuesto, que tiene que salir ya que Edgar Alejando Rivas Mira era el jefe del ERP de 1975.
En 1993, cuando Joaquín Villalobos reconoce su responsabilidad en el asesinato de Roque Dalton, también tuvo una serie de entrevistas en el país en las que ellos aparecieron y están grabadas las declaraciones de Ana Guadalupe Martínez y Villalobos cuando dijeron que el asesinato de Dalton había sido un error de juventud.
Ana Guadalupe también lo dijo públicamente que había sido un error del ERP haber asesinado a Roque Dalton y a Armando Arteaga.
¿Cuál fue la posición de la familia ante ese reconocimiento?
La posición de la familia fue que al menos habíamos logrado establecer que dirigentes del ERP reconocieran que habían cometido ese hecho. Para nosotros eso era positivo.
La otra cuestión es que Villalobos en esa entrevista que me concede se compromete a buscar el cadáver, eso era bueno para nosotros. Como nosotros no teníamos la garantía legal, no confiábamos en las instituciones legales del país, no sé si cometimos un error o no, pero le pedimos a ONUSAL, que era la institución de las Naciones Unidas que estaba velando porque se cumplieran todos los acuerdos de Paz, para que por favor nos ayudara a localizar los cadáveres de Roque Dalton y Armando Arteaga. Ellos formaron una comisión de la cual nosotros no participamos.
Entonces al final de un proceso de aquella supuesta investigación, ONUSAL nos informó que los cadáveres no habían aparecido. Dijeron que habían llegado a un lugar y que alguien había dicho que los cadáveres no estaban bien enterrados y que habían sido sacados por animales… ahí en la zona conocida como el Playón, en las cenizas del volcán de Quezaltepeque.
Fue una cosa dramática realmente, porque decir que el cadáver de dos personas de reconocido prestigio, como el caso de mi papá, que se lo devoraron animales de rapiña, era una cosa tremenda.
Nosotros como familia considerábamos que eso, aunque fuera duro y dramático, eso era positivo para establecer la verdad porque las personas que lo habían asesinado también se hacían responsables de esos hechos.
Mi abuela les estuvo pidiendo un tiempo que le entregaran el cadáver… Pero en todo caso, si aquello era verdad era verdad, significa que ellos también eran responsables de que el cadáver haya desparecido.
Era la responsabilidad que socialmente la gente veía como un doble crimen que no solamente hayan asesinado al poeta de gran reconocimiento nacional e internacional sino que hayan desaparecido su cadáver. Repito, esto ha sido muy dramático, pero para la familia era como decir “para qué vamos a acudir a la justicia si no vamos a encontrar nada y además esta gente mal que bien han reconocido su participación”.
Hasta ahí era la lógica con que mi familia estaba actuando.
Hay un hecho importante que quiero decir: mi abuela María, la mamá de mi padre, siempre creyó que era mentira que mi padre estaba muerto, porque nunca le dieron el cadáver y nunca hubo una prueba. Ella murió en 1986 creyendo que mi padre está en la absoluta clandestinidad y que era mentira porque nunca le dieron ninguna prueba.
Después sucede que Roque Dalton se convierte en un tabú del cual nadie quería hablar.
Fue hasta después de la paz, con todas las gestiones que yo hice, que logramos establecer por su propia cuenta que Villalobos, Jorge Meléndez y Edgar Alejandro Rivas Mira, los sobrevivientes hasta entonces de 1975, eran los responsables del asesinato y del desaparecimiento del cadáver de mi papá y de Armando Arteaga.
Pero hasta ahí nosotros dejamos y dijimos “no hay necesidad de acudir a los tribunales, ya esta gente aceptó su responsabilidad de los hechos y la historia a través de los investigadores y la gente interesada en profundizar más iba a lograr descubrir más hechos ante este crimen”.
¿Pero qué ocurrió después?
Un tiempo después, no puedo establecer qué tiempo exactamente, pero hubo una entrevista que salió publicada en La Prensa Gráfica de Joaquín Villalobos, unas pequeñas declaraciones, un párrafo quizás o dos párrafos, en la que alguien le pregunta qué pasó al fin con el caso de Roque Dalton y la respuesta de él fue que el caso de Roque Dalton estaba finiquitado y que el ERP había aceptado su responsabilidad pero que además el caso para él no era de interés nacional… a nosotros aquello nos pareció hiriente e insensible.
No solo eso pasó, ya que a un diputado que perteneció al ERP le preguntaron sobre el mismo caso y él dijo “miren el caso de Roque Dalton está enterrado, además él fue uno de los miles que murió en la guerra”.
Fuimos viendo en realidad que después del reconocimiento que Joaquín Villalobos había hecho se estaba tratando de ocultar verdades; estaban tratando de hacer de este caso un hecho vago, cualquiera y por otra parte, ya Villalobos se estaba encaminando al ocultamiento de los hechos.
Otro ejemplo, cuando Joaquín Villalobos se traslada de El Salvador a Londres, Inglaterra, le hicieron una entrevista en El País, de España; ¡cuál fue mi sorpresa!: que salió en la contraportada, grande y destacada de Villalobos, hecho por el periodista John Carlin, y al ver el contenido de la entrevista era como decir que Villalobos fue el gran destacado guerrillero, el hombre que se había civilizado y que había dejado sus posiciones radicales y que se había convertido en el hombre de gran civismo; pero en esa entrevista no hay ni la mínima alusión al tema Roque Dalton.
Entonces yo le escribí el director de El País haciéndole un reclamo; el director de El País publica mi carta y Villalobos responde esa carta diciendo que él no tuvo nada que ver ni intelectual ni materialmente en el asesinato de Roque Dalton; a nosotros eso nos hizo darnos cuenta que Villalobos nos había engañado, nos había ocultado verdades y no solamente eso, porque ahora estaba tratando de deshacer su responsabilidad que había reconocido ante nosotros en el tema de Roque Dalton.
Esta fue una de las cosas que con el tiempo dijimos “mejor metámonos a investigar más”; eso para que la verdad aflore ya no de manera voluntaria sino que se haga a través de la justicia.
Aquí puedo hablar de Jorge Meléndez también; nosotros no habíamos tenido nunca contacto con él, pese a que él era una de las personas a quien Villalobos, quien era su jefe en ese entonces, mencionó. Meléndez jamás se nos acercó para reconocernos nada, mucho menos para pedirnos disculpas…, nada de eso.
Nosotros en las investigaciones hemos sabido que Villalobos y Jorge Meléndez y otros líderes guerrilleros se reunieron con las familias de los millonarios del país, familiares de las víctimas que fueron asesinados por ellos antes y durante de la guerra; a los japoneses le pidieron disculpas por el secuestro y asesinato de Matsumoto, a la familia Poma le pidieron perdón por el asesinato de Roberto Poma; a la familia Hill, a Jaime Hill le pidieron perdón porque lo tuvieron secuestrado; eso lo supimos después.
Entonces dijimos ¿y por qué con esa gente han tenido una actitud y con el Caso de Roque Dalton ha sido de reconocer y después desmentir?
Jorge Meléndez en esta trayectoria nunca lo habían interrogado sobre el tema. Resulta que una colega de La Prensa Gráfica también, en un aniversario del asesinato de Roque Dalton, me llamó por teléfono y me dijo que quería hacerme una entrevista por el caso de mi padre. Yo le dije que lo que nosotros teníamos que decir ya lo habíamos dicho, hemos hecho varias denuncias, y que debía avocarse a Jorge Meléndez, quien nunca ha dicho nada.
Van y le hacen una entrevista y lo publican en Enfoque, revista que salía los domingos. Cuando yo leí esa entrevista fue una cosa hiriente porque Jorge Meléndez, dijo: yo estuve allí, yo conozco todo lo que sucedió, pero lo voy a contar en un libro y lo voy a hacer cuando a mí me dé la gana; no te cuento nada ahora porque si no después nadie va a leer mi libro…, así lo dijo con un gran cinismo.
Eso a nosotros nos hirió muchísimo, entonces yo dije que esa gente lo que estaba haciendo era ver cómo ocultaban la verdad, pero no podíamos permitir eso. Nosotros no sabíamos un montón de cosas, comenzamos a investigar y nos dimos cuenta de muchas cosas; es decir, que si se investiga judicialmente es muy fácil establecer responsabilidades.
¿Fue entonces después de las declaraciones que dieron Villalobos y Jorge Meléndez y al ver que no hubo voluntad verdadera de decir la verdad, que decidieron llevarlo a los tribunales? Y ¿qué descubrieron con sus investigaciones?
Exactamente. Después de esto, del cinismo demostrado por los asesinos de Roque Dalton, comenzamos a investigar cómo es que estaba el caso legalmente.
Nosotros no somos abogados ni teníamos asesoría jurídica, pero nos dimos cuenta que el caso había prescrito, solo que había prescrito en la acción penal y probablemente en la acción civil después de quince años de cometido el hecho.
Pero lo que sucede es que cuando nosotros decidimos analizar bien el caso de Roque Dalton nos dimos cuenta que era más propicio para solicitar una investigación como un crimen de lesa humanidad y no como un crimen común, ni un simple caso civil en el que lo más que nos hubieran ofrecido las personas que están involucradas es algo de dinero para salvar la responsabilidad.
Pero el caso de mi padre no es como lo han considerado hasta ahora: ni un caso común ni tampoco nos íbamos a conformar con el pago de un monto para salvar la responsabilidad, así fuera el monto que fuera.
Nos dimos cuenta del proceso de ocultamiento de la verdad de parte de los involucrados en el asesinato de mi padre, por sus propias confesiones, y no por ninguna investigación, que aquí no se ha hecho legalmente.
Ese ocultamiento fue lo que nos impulsó a nosotros abrir el proceso legal.
¿Qué establecieron?
Nos dimos cuenta que en el gobierno municipal de Violeta Menjivar, a Jonás (Jorge Meléndez), se le contempló como concejal, porque supuestamente estaba liderando un partido que después nos hemos dado cuenta que es una burla a la institucionalidad política de este país porque ni siquiera pudo dar fe de que las firmas existían y por eso ni lo aprobaron en el Tribunal Supremo Electoral.
Al meterlo a él en el gobierno de Menjivar hice dos escritos consecutivos en el que le señalamos al FMLN un acto impune, incongruente e inconsecuente de tener dentro del concejo municipal de la alcaldía de San Salvador a un tipo como Jorge Meléndez.
Peor aún fue cuando nos dimos cuenta que en este gobiernos, que inició el 1 de junio de 2009, el presidente Mauricio Funes, contra toda perspectiva nuestra y expectativa que teníamos de un buen gobierno, en el sentido de respeto a derechos humanos, nos dimos cuenta que había metido a un hombre que estaba involucrado en el asesinato de una de las personalidades más grandes, históricas, a nivel cultural e intelectual de este país.
Y no es porque fuera mi padre, sino porque así está establecido, Poeta Meritísimo, declarado por la Asamblea Legislativa y reconocido mundialmente como el escritor más importante, hasta ahora, en El Salvador.
Además Funes en unas declaraciones que hizo públicamente sobre el tema y en defensa de Meléndez dijo que él no podía quitarlo del gabinete y que era su “genuino colaborador” y que en los tribunales en contra de él no había nada.
Entonces, al decir eso Funes, dijimos: “vámonos por la vía judicial y metámoslo como caso de lesa humanidad”, según los cánones actuales de la justicia universal de este momento, no de hace cinco años ni hace diez años, sino de este momento, el caso de Roque Dalton cabal cabe en crímenes de lesa humanidad porque no fue el único muerto en esa vorágine violenta de reacción de extrema izquierda que cometieron estos señores que encabezaron el ERP en 1975.
Esa fue la razón que nos llevo, el intento de ocultar la verdad, de desmentirse de las responsabilidades cuando ya las había aceptado, el intento de borrar su participación en el crimen, y, además, porque la izquierda en este país lejos de tener una actitud autocrítica ante este tema, le dieron la espalda a la verdad, metiendo a este hombre en gobiernos municipales del FMLN y metiéndolo en el gobierno de Mauricio Funes, eso hacía para nosotros más que evidente que el caso no lo podíamos dejar en manos de la voluntad de la izquierda de este país, sino que nos teníamos que ir a las manos de la justicia.
Tomando en cuenta también de que este país tiene que tener evolución en estos casos de crímenes de lesa humanidad, que hay que revivirlos porque estos casos son ejemplares y tienen que quedar para la posteridad y que no pueden volver a ocurrir.
¿Cómo van las gestiones en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)?
Las gestiones van caminando. Es importante esta gestión porque la CIDH, al final como en el Caso de los Jesuitas, pudiera recomendar a El Salvador la reapertura del Caso Dalton, porque en ellos debe haber una conciencia más sólida de lo que es un crimen de lesa humanidad. Vamos a seguir peleando y exigiendo la verdad. En Villalobos y Meléndez está la responsabilidad. Hay que recordar que el derecho va evolucionado. Antes se consideraba que los grupos irregulares no cometían crímenes de lesa humanidad; hoy es un hecho.
Lo otro es que quiero agradecer a todas aquellas personas que nos han apoyado en esta lucha; a los amigos de mi padre y a los admiradores de su obra, que en la medida que pasa el tiempo, se agiganta para orgullo de los salvadoreños. Cuando lleguemos a la verdad, entonces habrá júbilo y reconciliación, incluso, para los asesinos y los encubridores de estos, porque también podemos decir que ha habido encubrimiento y falta de voluntad para lograr la verdad.
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