A las seis de la mañana los 20 presos que seríamos liberados y que estábamos en Mariona salimos de nuestras celdas y un inmenso grito de “Patria o Muerte, Venceremos” se escucho; a partir de aquel instante todos los demás presos políticos que quedaban empezaron a lanzar consignas y a golpear con fuerza los barrotes de sus celdas. En fila india avanzamos lentamente por los estrechos pasillos de aquel pabellón estrechando manos y recibiendo los puños y los brazos de nuestros hermanos presos políticos de la dictadura que quedaban en la cárcel de Mariona. Este ensordecedor ruido que se escucho en varias cuadras a la redonda del penal se prolongó casi por 30 minutos. Esa fue una de las mejores ovaciones que habíamos oído en nuestras vidas. ¡Jamás la olvidaremos!
Américo Mauro Araujo
Miembro del Colectivo
“Memoria Viva y Activa”
Durante todo el año 1985 el Gobierno de El Salvador, presidido por el Ingeniero José Napoleón Duarte, rechazó, de manera reiterada y con energía todas las propuestas que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, había dado a conocer durante aquel año con el propósito de iniciar un proceso que condujera a la humanización del conflicto armado. El FMLN había capturado, desde principios de 1985 , a 25 Alcaldes en Morazán y Chalatenango y propuso, primero, canjearlos por 29 sindicalistas y por la obtención de una autorización para que un grupo de heridos y lisiados de guerra pudiesen salir de El Salvador hacia otros países que se habían ofrecido a acogerlos por razones humanitarias.
El Frente, ante la negativa cerrada del GOES, propuso entonces canjear a los Alcaldes por 9 militantes, capturados por los cuerpos de seguridad del Estado. El Gobierno contestó que ninguno de los nombres incluidos en la lista de los 9 estaban en calidad de presos o detenidos; ahora, veinte años después, ellos continúan sin aparecer. El gobierno democratacristiano, se negó de manera reiterada y prepotente, a iniciar un proceso conducente a la humanización de la guerra.
El 10 de septiembre de 1985 un comando guerrillero urbano capturó a Inés Guadalupe Duarte, cuadro político de los organismos de propaganda de aquel gobierno e hija del Presidente Duarte, y a su acompañante Ana Cecilia Villeda. Nadie, en los días posteriores, se responsabilizó de aquella acción y Duarte recibió la solidaridad de más de 30 gobiernos extranjeros y de la totalidad de los Partidos Políticos Salvadoreños, incluyendo la de ARENA.
El 15 de septiembre, día de la Independencia, el discurso de Duarte se centro casi exclusivamente en la captura de su hija y quedó en evidencia la inmensa potencialidad, que la captura generaba, para abrir una negociación entre los captores y el Gobierno. Al siguiente día, 16 de septiembre, el Comando Guerrillero “Pedro Pablo Castillo” se responsabilizó de la captura y dio a conocer que la metodología de la negociación se realizaría sin intermediarios, por vía radial y por las frecuencias que se señalaba en el mismo comunicado.
Durante las siguientes semanas se realizó una negociación pública pues tanto los militares como los periodistas daban seguimiento a las conversaciones que se escuchaban a través de las ondas radiales entre el Puesto de Mando de los Guerrilleros y Casa Presidencial. El Comando Pedro Pablo Castillo propuso un canje de un grupo de prisioneros políticos por la liberación de Inés Guadalupe Duarte y Ana Cecilia Villeda. Los sectores más derechistas del Ejército, de Arena y de la burguesía presionaban a Duarte para que no realizara “concesiones a los terroristas”. La Embajada de los Estado Unidos de América se oponía a cualquier negociación con “grupos terroristas” y Duarte fue perdiendo apoyos.
Ante esto el Comando Pedro Pablo Castillo comenzó a ampliar las demandas hasta llegar a exigir la liberación de 25 prisioneros, (sin incluir a las nueve personas que el Gobierno no aceptaba haber capturado, entre las cuales se encontraba la Comandante del ERP Janet Samour). Los principales periódicos del mundo informaban diariamente a sus lectores sobre la marcha de lo que acontecía en El Salvador y decenas de periodistas internacionales llegaban a Mariona a entrevistar a los que aparecían en el listado del canje. Otros, se presentaban como oficiales del CICR o Representantes de los Comités de Derechos Humanos no Gubernamentales tanto nacionales como internacionales a “ofrecer” a diversos prisioneros, que aparecían en la lista, “salvoconductos” para viajar a diferentes países del mundo en lugar de irse para los Frentes de Guerra como era el deseo tanto de los prisioneros como del Comando “Pedro Pablo Castillo”. Ni uno tan solo de aquel grupo de prisioneros acepto los “amables ofrecimientos” de aquellos agentes de los diversos organismos de inteligencia que entonces existían disfrazados de pacíficos y humanitarios personajes.
Las contradicciones en el seno del gobierno se incrementaban y la situación política se agravó aún más para el gobierno cuando el 10 de octubre el FMLN atacó y destruyó por completo el Centro de Entrenamiento Militar de la Fuerza Armada, CEMFA, en la Unión, ocasionando 76 muertos y más de 200 heridos. El CEMFA era el principal centro de entrenamiento de reclutas a cargo de los militares norteamericanos en el país y por casualidad, aquel día, el grupo de 20 asesores yanquis había salido de la base y se salvaron de ser blancos de aquel destructivo y feroz ataque.
El debilitamiento de Duarte se había profundizado y el sábado 12 de octubre se convocó a una reunión de los altos mandos de la FAES para discutir la grave situación creada; un grupo de militares propuso, incluso, la destitución de Duarte. Esa reunión se prolongó toda la noche y parte del domingo 13 lo que provocó que dos hijas y cinco nietos del Presidente saliera de emergencia del país hacia los Estados Unidos a bordo de una aeronave del Comando Sur del Ejército de los Estado Unidos y un “apresurado e injustificado” comunicado del Embajador Corr en apoyo al Presidente Duarte al cual se refería como “...quien fue elegido por el pueblo salvadoreño para gobernarlo”.
Los Estados Unidos no apoyaban la negociación con el FMLN pero necesitaban a Duarte para justificar ante el Congreso y Senado su política de intervención en Centroamérica y ante esta disyuntiva Reagan decidió mantener a Duarte como Presidente de El Salvador. Mientras, muchos gobiernos extranjeros y personalidades internacionales entre las que destacaba el dirigente del Partido Social Demócrata Alemán Wichsnewski,
Por un lado, efectuar la liberación de los 25 Alcaldes en poder del Frente Guerrillero a cambio de un salvoconducto para que los heridos y lisiados de guerra del FMLN pudiesen salir a otros países y, por el otro, realizar el canje de prisioneros políticos por Inés Guadalupe Duarte y Ana Cecilia Villeda. Esta formula era parecida a la que en los últimos días el Comando Pedro Pablo Castillo, y ahora el FMLN, demandaban cumplir al GOES. El Arzobispo Metropolitano y su Auxiliar, Arturo Rivera y Damas y Gregorio Rosa Chávez expresaron a ambas partes, de manera inequívoca, su disposición para mediar y ayudar para negociar una salida adecuada a la crisis; de la misma manera expresó su disposición la Universidad Centroamericana, UCA.
De inmediato el FMLN aceptó la mediación igual hizo el Gobierno y el 15 de octubre un grupo de Comandantes del FMLN recibió, en las inmediaciones del Cerro de Guazapa, a un Representante de la Iglesia. Ese día el Frente externo su disposición a realizar el canje el día 22 de octubre; pero el 18 de octubre surgieron nuevas diferencias en torno a las condiciones, formas y procedimientos que tendría el complejo operativo a realizarse para ejecutar el intercambio y, por primera vez, desde Ayagualo en 1984, el Gobierno aceptó la necesidad de una negociación directa entre el GOES y el FMLN para superar aquellas diferencias ante la presencia de los mediadores.
El General Noriega, entonces Presidente de Panamá, ofreció el
territorio panameño para la realización de aquella negociación y el 20
de octubre se instaló una mesa con la presencia de Julio Adolfo Rey
Prendes y Abraham Rodríguez en representación del Gobierno de El
Salvador; Mario Aguiñada Carranza y Salvador Samayoa en representación
del FMLN y como mediadores y testigos el Padre Ignacio Ellacuria, Rector de la UCA,
y Monseñor Arturo Rivera y Damas, Arzobispo de San Salvador. Aquella
fue una dura negociación que se prolongó durante tres días. La
negociación terminó en la madrugada del día 22 de octubre y se acordó
iniciar el canje en las siguientes 48 horas. Monseñor Rivera y Damas
regresó a San Salvador muy temprano de aquella mañana y el Padre
Ellacuría lo hizo hasta por la tarde del 22 pues aún se tenían que
afinar algunos detalles. Fueron abordadas todas las complejidades
operativas del canje, los procedimientos y los lugares del territorio
salvadoreño donde se llevaría a cabo el intercambio de todos los
prisioneros.
La salida de los heridos y lisiados era la más compleja pues el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, tendría que recibirlos en las proximidades de cada uno de los principales Frentes de Guerra que el FMLN tenía en todo el territorio nacional. Los Alcaldes serían liberados en Morazán y Chalatenango una vez se confirmara la salida de los lisiados y heridos de guerra. Las prisioneras Inés Guadalupe Duarte y Ana Cecilia Villeda serían liberadas de manera simultanea con los prisioneros políticos que retenía el gobierno. Las primeras serían entregadas en Tenancingo al Cuerpo Diplomático y a Monseñor Rivera y Damas y los 22 prisioneros se concentrarían en Mariona y allí 18 serían entregados a la CICR y al padre Ellacuria quienes los conducirían hasta Tenancingo para que ellos pudieran reincorporarse, desde ese lugar, a los diferentes Frentes de Guerra del FMLN; uno más (el piloto costarricense Julio Romero Talavera), se entregaría al Embajador de Costa Rica y otros tres (Nidia Diaz y los Internacionalistas hondureños Santiago de Jesús Rauda y el médico Marcelino Reyes Gómez), serían entregados al CICR y al Embajador de Panamá porque deberían viajar a Panamá.
En días anteriores habían sido liberados otros tres prisioneros (incluyendo a Margarita Vega y al Dr. Miguel Orellana ). Mientras, el gobierno se comprometió a continuar investigando el paradero de los 9 desaparecidos. La Comandancia General había nombrado al prisionero de Mariona Américo Mauro Araujo como responsable de la parte operativa interna en el proceso de canje y este recibía información detallada de la marcha de la negociación a través de un complejo sistema de correos.
En la madrugada del 24 de octubre empezó a desplegarse el inmenso operativo del canje. Los heridos y lisiados de guerra empezaron a ser movidos desde las retaguardias del FMLN a las periferias; el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, con una profesionalidad intachable realizó la parte del operativo que a ellos les correspondía, se dirigió a los lugares acordados y cumplió, en los tiempos programados, todas sus metas; el Cuerpo Diplomático se vistió de fatiga y durante todo ese día y algunos posteriores participó de la manera más activa en aquella operación.
Exceptuando los Embajadores de Israel, Taiwán, Chile, EEUU y Paraguay todos los demás miembros del Cuerpo Diplomático acreditados en nuestro país participaron, de una u otra manera, en aquella operación lo que significó un completo reconocimiento al FMLN como Fuerza Beligerante. Aquella operación se realizó según las reglas y procedimiento del Derecho Internacional. Ningún gobierno en el mundo, salvo los señalados, hubiese tomado parte en aquella operación de haber considerado al FMLN como terrorista. El FMLN adquirió, durante aquella crisis, mucho más prestigio y mayor respeto internacional del que ya tenía y, ante la opinión de nuestro pueblo, quedó grabada la imagen de una guerrilla noble y preocupada por la necesidad de humanizar el conflicto que además se mostraba como destacamento invencible.
Dentro del penal de Mariona, aquel 24 de octubre de 1985, el Pabellón de los Presos Políticos se puso en actividad desde la madrugada. Cuando todos aún dormían el Director del Penal de Mariona llegó, a las 04:00 a.m., a la celda donde se encontraba el compañero Dr. Eduardo Espinozaque figuraba entre los que serían liberados
con el propósito de sacarlo de la celda y llevarlo a un lugar seguro
para “protegerlo” de otros reos que se sentían resentidos por no
figurar en la lista de los liberados.
Eduardo con absoluta firmeza rechazó las pretensiones de aquel pusilánime sujeto y procedió a despertar al resto de prisioneros. El “Alcaide” se esfumó de manera veloz. A las seis de la mañana los 20 presos que seríamos liberados y que estábamos en Mariona salimos de nuestras celdas y un inmenso grito de “Patria o Muerte, Venceremos” se escucho; a partir de aquel instante todos los demás presos políticos que quedaban empezaron a lanzar consignas y a golpear con fuerza los barrotes de sus celdas.
En fila india avanzamos lentamente por los estrechos pasillos de aquel pabellón estrechando manos y recibiendo los puños y los brazos de nuestros hermanos presos políticos de la dictadura que quedaban en la cárcel de Mariona. Este ensordecedor ruido que se escucho en varias cuadras a la redonda del penal se prolongó casi por 30 minutos. Esa fue una de las mejores ovaciones que habíamos oído en nuestras vidas. ¡Jamás la olvidaremos!
A las 08:00 horas se presentó a Mariona una compañía del Tercer Batallón de la Primera Brigada de Infantería a la orden de un Mayor con el supuesto propósito de brindar seguridad a los liberados. El lobo pretendía brindar seguridad a las ovejas. Ello puso en tensión al ambiente. A las 09:00 horas se presentó el Padre Ellacuría y media hora mas tarde lo hicieron el Ministro Claramount y un grupo de funcionarios democristianos quienes, de manera cínica, pretendieron extender órdenes de libertad solicitando que cada liberado firmara un documento. Todo el grupo de prisioneros nos negamos a recibir las órdenes de libertad y nadie firmó ningún documento.
La verdadera y válida orden para nuestra libertad había sido girada por el FMLN. Si ellos obstaculizaban el proceso de nuestra liberación tampoco sería puesta en Libertad Inés Guadalupe y su acompañante. A las 10:00 horas el señor Claramount entregó un Radio de Comunicación Militar al prisionero Araujo (que se encontraba con el Padre Ellacuría) y aquel se comunicó, de inmediato, con el Puesto de Mando Guerrillero que dirigía toda la operación de parte del FMLN. Así Araujo confirmó a la Comandancia que todos los prisioneros, incluidas Nidia Diaz que había sido trasladada a Mariona desde la Policía Nacional y Rosa Elena Romero (Graciela, extraordinaria mujer militante del PRTC muerta en el frente en 1987) que había sido trasladada desde Cárcel de Mujeres, estábamos listos para salir de Mariona.
Además, Araujo comunicó al Comandante Lucio, del Puesto de Mando Guerrillero, que todos quienes seríamos liberados exigíamos el retiro de los soldados de la Primera Brigada. Cinco minutos después el Comandante de aquella Compañía dio la orden a sus soldados de abandonar Mariona. Mientras, a las once de la mañana en punto, en el mismo momento que en Tenancingo el FMLN entregaba a Inés Guadalupe Duarte los prisioneros liberados, entre los que recuerdo a Héctor Acevedo (Oktavio), Dr Eduardo Espinoza , el sacerdote César Valle , Agustín Cerritos, Rafael Aquino, Virgilio , Julito, Graciela , Chicón , Giovanni, Chamba, que era el Presidente de el Comité de Presos Políticos de El Salvador, COPPES, después de abrazar fuertemente a los cuatro que viajarían al exterior, salimos de Mariona en un camión del CICR rumbo a Tenancingo.
Ese día era jueves, día de visita, y los familiares de los liberados y varios cientos de vecinos se apostaron no lejos de la salida del penal para poder saludar y vitorear a los liberados que viajaban camino a los frentes de guerra. Durante todo el trayecto miles de ciudadanos nos saludaban de manera efusiva y decenas de periodistas perseguían el camión de la cruz roja donde viajábamos y desde sus motos realizaban entrevistas a los recién liberados, para poder gravar las respuestas utilizaron unas largas varas a las que amarraban los micrófonos de sus aparatos.
El Padre Ellacuría, varios Embajadores y la CICR nos escoltaron hasta nuestro destino. En Tenancingo nos esperaban otro grupo de Embajadores, el Canciller de El Salvador, Monseñor Rivera y Damas quien portaba ese día un hermoso sombrero blanco y una unidad militar del FMLN. Ese mismo día, a las 21:30 horas, 71 lisiados y heridos de guerra partieron desde Comalapa hacia Panamá en un avión del Ejercito de ese país y a las 0:30 horas del 25 de octubre hacía lo mismo un grupo de 30 lisiados pero hacia México a bordo de un avión de la Fuerza Aérea Mexicana.
Días después el FMLN liberó a todos los Alcaldes y así terminó una de las operaciones más complejas y exitosas de la guerrilla. Las fuerzas guerrilleras agregaron otra estrella de victoria a la historia del movimiento revolucionario salvadoreño. Desde entonces, no hubo otra negociación con el GOES sino hasta la final que inició el 4 de abril de 1990 en Ginebra, la que duró casi dos años y condujo al final de la guerra. Varios de quienes fueron canjeados aquel día, hace 20 años, ya no están entre nosotros. Su recuerdo, sacrificio, ejemplo y memoria nos llaman a continuar luchando para alcanzar la democracia por la que tanto ellos lucharon y por la cual murieron.
La salida de los heridos y lisiados era la más compleja pues el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, tendría que recibirlos en las proximidades de cada uno de los principales Frentes de Guerra que el FMLN tenía en todo el territorio nacional. Los Alcaldes serían liberados en Morazán y Chalatenango una vez se confirmara la salida de los lisiados y heridos de guerra. Las prisioneras Inés Guadalupe Duarte y Ana Cecilia Villeda serían liberadas de manera simultanea con los prisioneros políticos que retenía el gobierno. Las primeras serían entregadas en Tenancingo al Cuerpo Diplomático y a Monseñor Rivera y Damas y los 22 prisioneros se concentrarían en Mariona y allí 18 serían entregados a la CICR y al padre Ellacuria quienes los conducirían hasta Tenancingo para que ellos pudieran reincorporarse, desde ese lugar, a los diferentes Frentes de Guerra del FMLN; uno más (el piloto costarricense Julio Romero Talavera), se entregaría al Embajador de Costa Rica y otros tres (Nidia Diaz y los Internacionalistas hondureños Santiago de Jesús Rauda y el médico Marcelino Reyes Gómez), serían entregados al CICR y al Embajador de Panamá porque deberían viajar a Panamá.
En días anteriores habían sido liberados otros tres prisioneros (incluyendo a Margarita Vega y al Dr. Miguel Orellana ). Mientras, el gobierno se comprometió a continuar investigando el paradero de los 9 desaparecidos. La Comandancia General había nombrado al prisionero de Mariona Américo Mauro Araujo como responsable de la parte operativa interna en el proceso de canje y este recibía información detallada de la marcha de la negociación a través de un complejo sistema de correos.
En la madrugada del 24 de octubre empezó a desplegarse el inmenso operativo del canje. Los heridos y lisiados de guerra empezaron a ser movidos desde las retaguardias del FMLN a las periferias; el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, con una profesionalidad intachable realizó la parte del operativo que a ellos les correspondía, se dirigió a los lugares acordados y cumplió, en los tiempos programados, todas sus metas; el Cuerpo Diplomático se vistió de fatiga y durante todo ese día y algunos posteriores participó de la manera más activa en aquella operación.
Exceptuando los Embajadores de Israel, Taiwán, Chile, EEUU y Paraguay todos los demás miembros del Cuerpo Diplomático acreditados en nuestro país participaron, de una u otra manera, en aquella operación lo que significó un completo reconocimiento al FMLN como Fuerza Beligerante. Aquella operación se realizó según las reglas y procedimiento del Derecho Internacional. Ningún gobierno en el mundo, salvo los señalados, hubiese tomado parte en aquella operación de haber considerado al FMLN como terrorista. El FMLN adquirió, durante aquella crisis, mucho más prestigio y mayor respeto internacional del que ya tenía y, ante la opinión de nuestro pueblo, quedó grabada la imagen de una guerrilla noble y preocupada por la necesidad de humanizar el conflicto que además se mostraba como destacamento invencible.
Dentro del penal de Mariona, aquel 24 de octubre de 1985, el Pabellón de los Presos Políticos se puso en actividad desde la madrugada. Cuando todos aún dormían el Director del Penal de Mariona llegó, a las 04:00 a.m., a la celda donde se encontraba el compañero Dr. Eduardo Espinoza
Eduardo con absoluta firmeza rechazó las pretensiones de aquel pusilánime sujeto y procedió a despertar al resto de prisioneros. El “Alcaide” se esfumó de manera veloz. A las seis de la mañana los 20 presos que seríamos liberados y que estábamos en Mariona salimos de nuestras celdas y un inmenso grito de “Patria o Muerte, Venceremos” se escucho; a partir de aquel instante todos los demás presos políticos que quedaban empezaron a lanzar consignas y a golpear con fuerza los barrotes de sus celdas.
En fila india avanzamos lentamente por los estrechos pasillos de aquel pabellón estrechando manos y recibiendo los puños y los brazos de nuestros hermanos presos políticos de la dictadura que quedaban en la cárcel de Mariona. Este ensordecedor ruido que se escucho en varias cuadras a la redonda del penal se prolongó casi por 30 minutos. Esa fue una de las mejores ovaciones que habíamos oído en nuestras vidas. ¡Jamás la olvidaremos!
A las 08:00 horas se presentó a Mariona una compañía del Tercer Batallón de la Primera Brigada de Infantería a la orden de un Mayor con el supuesto propósito de brindar seguridad a los liberados. El lobo pretendía brindar seguridad a las ovejas. Ello puso en tensión al ambiente. A las 09:00 horas se presentó el Padre Ellacuría y media hora mas tarde lo hicieron el Ministro Claramount y un grupo de funcionarios democristianos quienes, de manera cínica, pretendieron extender órdenes de libertad solicitando que cada liberado firmara un documento. Todo el grupo de prisioneros nos negamos a recibir las órdenes de libertad y nadie firmó ningún documento.
La verdadera y válida orden para nuestra libertad había sido girada por el FMLN. Si ellos obstaculizaban el proceso de nuestra liberación tampoco sería puesta en Libertad Inés Guadalupe y su acompañante. A las 10:00 horas el señor Claramount entregó un Radio de Comunicación Militar al prisionero Araujo (que se encontraba con el Padre Ellacuría) y aquel se comunicó, de inmediato, con el Puesto de Mando Guerrillero que dirigía toda la operación de parte del FMLN. Así Araujo confirmó a la Comandancia que todos los prisioneros, incluidas Nidia Diaz que había sido trasladada a Mariona desde la Policía Nacional y Rosa Elena Romero (Graciela, extraordinaria mujer militante del PRTC muerta en el frente en 1987) que había sido trasladada desde Cárcel de Mujeres, estábamos listos para salir de Mariona.
Además, Araujo comunicó al Comandante Lucio, del Puesto de Mando Guerrillero, que todos quienes seríamos liberados exigíamos el retiro de los soldados de la Primera Brigada. Cinco minutos después el Comandante de aquella Compañía dio la orden a sus soldados de abandonar Mariona. Mientras, a las once de la mañana en punto, en el mismo momento que en Tenancingo el FMLN entregaba a Inés Guadalupe Duarte los prisioneros liberados, entre los que recuerdo a Héctor Acevedo (Oktavio), Dr Eduardo Espinoza , el sacerdote César Valle , Agustín Cerritos, Rafael Aquino, Virgilio , Julito, Graciela , Chicón , Giovanni, Chamba, que era el Presidente de el Comité de Presos Políticos de El Salvador, COPPES, después de abrazar fuertemente a los cuatro que viajarían al exterior, salimos de Mariona en un camión del CICR rumbo a Tenancingo.
Ese día era jueves, día de visita, y los familiares de los liberados y varios cientos de vecinos se apostaron no lejos de la salida del penal para poder saludar y vitorear a los liberados que viajaban camino a los frentes de guerra. Durante todo el trayecto miles de ciudadanos nos saludaban de manera efusiva y decenas de periodistas perseguían el camión de la cruz roja donde viajábamos y desde sus motos realizaban entrevistas a los recién liberados, para poder gravar las respuestas utilizaron unas largas varas a las que amarraban los micrófonos de sus aparatos.
El Padre Ellacuría, varios Embajadores y la CICR nos escoltaron hasta nuestro destino. En Tenancingo nos esperaban otro grupo de Embajadores, el Canciller de El Salvador, Monseñor Rivera y Damas quien portaba ese día un hermoso sombrero blanco y una unidad militar del FMLN. Ese mismo día, a las 21:30 horas, 71 lisiados y heridos de guerra partieron desde Comalapa hacia Panamá en un avión del Ejercito de ese país y a las 0:30 horas del 25 de octubre hacía lo mismo un grupo de 30 lisiados pero hacia México a bordo de un avión de la Fuerza Aérea Mexicana.
Días después el FMLN liberó a todos los Alcaldes y así terminó una de las operaciones más complejas y exitosas de la guerrilla. Las fuerzas guerrilleras agregaron otra estrella de victoria a la historia del movimiento revolucionario salvadoreño. Desde entonces, no hubo otra negociación con el GOES sino hasta la final que inició el 4 de abril de 1990 en Ginebra, la que duró casi dos años y condujo al final de la guerra. Varios de quienes fueron canjeados aquel día, hace 20 años, ya no están entre nosotros. Su recuerdo, sacrificio, ejemplo y memoria nos llaman a continuar luchando para alcanzar la democracia por la que tanto ellos lucharon y por la cual murieron.
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